DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES
(Doctrina Apostolorum)
1. 1. Dos caminos hay en el mundo, el de la vida y el de la muerte, el de la luz y el de las tinieblas. En ellos han sido establecidos dos ángeles, el de la justicia y el de la iniquidad. Pero grande es la diferencia entre los dos caminos. 2. Así pues, el camino de la vida es éste: en primer lugar, amarás al Dios eterno que te hizo; en segundo, a tu prójimo como a ti mismo. Por otra parte, todo lo que no quieras que sea hecho contigo, tú no lo hagas a otro. 3.La explicación de estas palabras es ésta:
II. 2.No adulterarás, no matarás, no darás falso testimonio, no violarás al niño, no fornicarás, no practicarás la magia, no fabricarás perversos brebajes, no matarás al niño mediante aborto ni darás muerte al nacido, no codiciarás nada de tu prójimo. 3.No perjurarás, no hablarás mal, no recordarás las malas acciones. 4.No tendrás doblez al dar consejo, ni serás de doble lengua, pues la lengua es trampa de muerte. 5.Tu palabra no sera vana ni engañosa. 6.No serás ambicioso ni avaro ni voraz ni adulador ni pendenciero ni de malas costumbres. No admitirás plan malo contra tu prójimo. 7.No odiarás a ningún hombre, sino que los amarás más que a tu vida.
III. 1. Hijo, huye del hombre malo y del hombre falso. 2.No seas iracundo, porque la ira conduce al homicidio, ni seas deseoso de maldad, ni apasionado, pues de todo esto nace la ira. 4. No seas astrólogo ni purificador, cosas que conducen a la vana superstición; ni siquiera desees ver u oír estas cosas. 5.No seas mentiroso porque la mentira conduce al robo; ni amante del dinero ni vano, pues de todo esto nacen los robos. 6.No seas murmurador, porque conduce a la difamación. No seas temerario ni pienses mal, pues de todo esto nacen las difamaciones. 7. Por el contrario, sé manso, porque los mansos poseerán la tierra santa. 8. Sé también paciente en tu trabajo, sé bueno y temeroso de todas las palabras que oyes. 9.No te enaltecerás ni te gloriarás antes los hombres, ni infundirás soberbia a tu alma; no te unirás en espíritu con los altivos, sino que tratarás con los justos y humildes. 10.Las cosas adversas que te sucedan las recibirás como bienes, sabiendo que nada sucede sin Dios.
IV. 1. Del que te habla la palabra del Señor Dios, te acordarás día y noche. Lo respetarás como al Señor, pues donde se presenta lo relativo al Señor, allí está el Señor. 2.Así pues, busca el rostro de los santos, para que te recrees en sus palabras. 3.No causes disensiones, pon paz entre los que contienden, juzga rectamente sabiendo que tú serás juzgado. No abatirás a nadie en su desgracia. 4.No dudarás sí será o no verdadero. 5.No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. 6.Si, gracias a tus manos, tienes la redención de los pecados, no dudarás en dar, sabiendo quién es el remunerador de esta recompensa. 7.No te desviarás del necesitado, sino que compartirás todas las cosas con tus hermanos, y no dirás que son tuyas. Si somos copartícipes en lo inmortal, ¿cuánto más debemos iniciarlo ya desde aquí? Pues el Señor quiere dar a todos de sus dones. 9.No apartarás tu mano de los hijos, sino que desde la juventud les enseñarás el temor del Señor. 10.A tu siervo o a tu sierva, que esperan en el mismo Señor, no los mandarás con ira para que tema a ambos, al Señor y a ti, pues no vino con acepción de personas, sino a aquellos en los que encontró un espíritu humilde. 11.Vosotros, siervos, permaneced sujetos a vuestros señores como a figura de Dios, con pudor y temor. 12.Odiarás toda hipocresía y no harás lo que no agrade a Dios. 13.Así pues, guarda, hijo, lo que has oído y no le añadas cosas contrarias, ni lo disminuyas. 14.No te acerques a la oración con conciencia mala. Este es el camino de la vida.
V. 1. En cambio, el camino de la muerte es contrario a aquél. Ante todo, es malo y lleno de maldiciones: adulterios, homicidios, falsos testimonios, fornicaciones, malos deseos, actos mágicos, inicuos brebajes, robos, vanas supersticiones, rapiñas, hipocresías, repugnancias, malicia, petulancia, codicia, lenguaje impúdico, envidia, osadía, soberbia, altanería, vanidad. 2.Los que no temen a Dios, los que persiguen a los buenos, los que odian la verdad, los que aman la mentira, los que no conocen la recompensa de la verdad, los que no se aplican al bien, los que no tienen un juicio recto, los que velan no por el bien sino por el mal, 3. de los cuales está lejos la mansedumbre y cerca la soberbia, los que persiguen a los remuneradores, los que no se apiadan del pobre, los que no se afligen con el afligido, los que no conocen a su Creador, los que asesinan a sus hijos, los que abortan, los que se alejan de las buenas obras, los que oprimen al que trabaja, los que esquivan el consejo de los justos. Apártate, hijo, de todos estos.
VI. 1.Y vigila para que nadie te aparte de esta doctrina; de lo contrario, serás enseñado fuera de la disciplina. 4. Si cada día, con deliberación, haces estas cosas, estarás cerca del Dios vivo; si no lo haces, estarás lejos de la verdad. 5.Pon todas estas cosas en tu espíritu, y no te olvidarás de tu esperanza, sino que llegarás por estos santos combates a la corona. 6. Por Jesucristo, el Señor, que reina y es Señor con Dios Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: Colección Fuentes Patrísticas, volumen 3, por Juan José Ayán Calvo. Editorial Ciudad Nueva www.ciudadnueva.com
Colección de textos apócrifos del Nuevo Testamento recopilados de diversas fuentes de Internet.
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martes, 15 de septiembre de 2009
Didache
LA DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES
(Didaché)
Enseñanza del Señor transmitida a las naciones por los Doce Apóstoles
PRIMERA PARTE
El Catecismo o los «Dos caminos»
I. Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la vida: en primer lugar, Amarás a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. He aquí la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no tendréis ya enemigos. Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto. Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica. Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna. Encarcelado, sufrirá interrogatorio por sus actos, y no será liberado hasta que haya pasado el último maravedi. Es con este motivo, que ha sido dicho: «¡Antes de dar limosna, déjala sudar en las manos, hasta que sepas a quien la das!»
II. He aquí el segundo precepto de la Doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños, ni los inducirás al vicio; no robarás; no te entregarás a la magia, ni a la brujería; no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir. No desearás los bienes de tu prójimo, ni perjurarás, ni dirás falso testimonio; no serás maldiciente, ni rencoroso; no usarás de doblez ni en tus palabras, ni en tus pensamientos, puesto que la falsía es un lazo de muerte. Que tus palabras, no sean ni vanas, ni mentirosas. No seas raptor, ni hipócrita, ni malicioso, ni dado al orgullo, ni a la concupiscencia. No prestes atención a lo que se diga de tu prójimo. No aborrezcas a nadie; reprende a unos, ora por los otros, y a los demás, guiales con más solicitud que a tu propia alma.
III. Hijo mío: aléjate del mal y de toda apariencia de mal. No te dejes arrastrar por la ira, porque la ira conduce al asesinato. Ni tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; porque todas estas pasiones engendran los homicidios. Hijo mío, no te dejes inducir por la concupicencia, porque lleva a la fornicación. Evita las palabras deshonestas y las miradas provocativas, puesto que de ambos proceden los adulterios. Hijo mío, no consultes a los agoreros, puesto que conducen a la idolatría. Hijo mío, no seas mentiroso, porque la mentira lleva al robo; ni seas avaro, ni ames la vanagloria, porque todas estas pasiones incitan al robo. Hijo mío, no murmures, porque la murmuración lleva a la blasfemia; ni seas altanero ni malévolo, porque de ambos pecados nacen las blasfemias. Sé humilde, porque los humildes heredarán la tierra. Sé magnánimo y misericordioso, sin malicia, pacífico y bueno, poniendo en práctica las enseñanzas que has recibido. No te enorgullezcas, ni dejes que la presunción se apodere de tu alma. No te acompañes con los orgullosos, sinó con los justos y los humildes. Acepta con gratitud las pruebas que sobrevinieren, recordando que nada nos sucede sin la voluntad de Dios.
IV. Hijo mío, acuérdate de día y de noche, del que te anuncia la palabra de Dios; hónrale como al Señor, puesto que donde se anuncia la palabra, allí está el Señor. Busca constantemente la compañía de los santos, para que seas reconfortado con sus consejos. Evita fomentar las disenciones, y procura la paz entre los adversarios. Juzga con justicia, y cuando reprendas a tus hermanos a causa de sus faltas, no hagas diferencias entre personas. No tengas respecto de si Dios cumplirá o no sus promesas. Ni tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados.No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, poque si las cosas inmortales os son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá serlo lo perecedero? No dejes de la mano la educación de tu hijo o de tu hija: desde su infancia enséñales el temor de Dios. A tu esclavo, ni a tu criada mandes con aspereza, puesto que confían en el mismo Dios, para que no pierdan el temor del Señor, que está por encima del amo y del esclavo, porque en su llamamiento no hace diferencia en las personas, sinó viene sobre aquellos que el Espíritu ha preparado. En cuanto a vosotros, esclavos, someteos a vuestros amos con temor y humildad, como si fueran la imagen de Dios. Aborrecerás toda clase de hipocresía y todo lo que desagrade al Señor. No descuides los preceptos del Señor, y guarda cuanto has recibido, sin añadir ni quitar. Confesarás tus faltas a la iglesia y te guardarás de ir a la oración con mala conciencia. Tal es el camino de la vida.
V. He aquí el camino que conduce a la muerte: ante todo has de saber que es un camino malo, que está lleno de maldiciones. Su término es el asesinato, los adulterios, la codicia, la fornicación, el robo, la idolatría, la práctica de la magia y de la brujería. El rapto, el falso testimonio, la hipocresía, la doblez, el fraude; la arrogancia, la maldad, la desvergüenza; la concupiscencia, el lenguaje obsceno, la envidia, la presunción, el orgullo, la fanfarronería. Esta es la senda en la que andan los que persiguen a los buenos; los enemigos de la verdad, los amadores de la mentira, los que desconocen la recompensa de la justicia; los que no se apegan al bien, ni al justo juicio; los que se desvelan por hacer el mal y no el bien; los vanidosos, aquellos que están muy alejados de la suavidad y de la paciencia; que buscan retribución a sus actos, que no tienen piedad del pobre, ni compasión del que está trabajando y cargado, quie ni siquiera tienen conocimiento de su Creador. Los asesinos de niños, los corruptores de la obra de Dios, que desvían al pobre, oprimen al afligido; que son los defensores del rico y los jueces inicuos del pobre; en una palabra, son hombres capaces de toda maldad. Hijos míos, alejaos de los tales.
VI. Ten cuidado que nadie pueda alejarte del camino de la doctrina, porque tales enseñanzas no serían agradables a Dios. Si pudieses llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; sinó has lo que pudieres. Debes abstenerte, sobre todo, de carnes sacrificadas a los ídolos, que es el culto ofrecido a dioses muertos.
SEGUNDA PARTE
De la Liturgia y de la Disciplina
VII. En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al neófito, le harás ayudar uno o dos días antes.
VIII. Es preciso que vuestros ayunos no sean parecidos a los de los hipócritas,puesto que ellos ayunan el segundo y quinto día de cada semana. En cambio vosotros ayunaréis el día cuatro y la víspera del sábado. No hagáis tampoco oración como los hipócritas, sinó como el Señor lo ha mandado en su Evangelio. Vosotros oraréis así:
«Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sinó libranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.»
Orad así tres veces al día.
IX. En lo concerniente a la eucaristía, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid:
«Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jesús, tu servidor. A tí sea la gloria por los siglos de los siglos.»
Y después del partimiento del pan, decid:
«¡Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jesús. ¡A Tí sea la gloria por los siglos de los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, reunas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos.»
Que nadie coma ni bebe de esta eucaristía, sin haber sido antes bautizado en el nombre del Señor; puesto que el mismo dice sobre el particular: «No déis lo santo a los perros.»
X. Cuando estéis saciados (de la ágapa), dad gracias de la menera siguiente:
«¡Padre santo! Te damos gracias por Tu santo nombre que nos has hecho habitar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesucristo, tu servidor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Dueño Todopoderoso! que a causa de Tu nombre has creado todo cuanto existe, y que dejas gozar a los hombres del alimento y la bebida, para que te den gracias por ello. A nosotros, por medio de tu servidor, nos has hecho la gracia de un alimento y de una bebida espirituales y de la vida eterna. Ante todo, te damos gracias por tu poder. A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Señor! Acuérdate de tu iglesia, para librarla de todo mal y para completarla en tu amor. ¡Reúnela de los cuatro vientos del cielo, porque ha sido santificada para el reino que le has preparado; porque a Ti solo pertenece el poder y la gloria por los siglos de los siglos!»
¡Ya que este mundo pasa, te pedimos que tu gracia venga sobre nosotros! ¡Hosanna al hijo de David! El que sea santificado, que se acerque, sinó que haga penitencia. Maran atha ¡Amén! Permitid que los profetas den las gracias libremente.
XI. Si alguien viniese de fuera para enseñaros todo esto, recibidle. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que os dé otras enseñanzas para destruir vuestra fe, no le oigáis. Si por el contrario, se propusiese haceros regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Señor, recibidle como recibiríais al Señor. Ved ahí como según los preceptos del Evangelio debéis portaros con los apóstoles y profetas. Recibid en nombre del Señor alos apóstoles que os visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre vosotros: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, debéis proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espíritu, no le juzgaréis, ni examinaréis; porque todo pecado será perdonado, menos éste. Todos los que hablan por el espíritu; no son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Señor. Por su conducta, podéis distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la Iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguéis, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espíritu, os pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguéis.
XII. A todo el que fuere a vosotros en nombre del Señor, recibidle, y probadle después para conocerle, puesto que debéis tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a vosotros, fuere un pobre viajero, socorredle cuanto podáis; pero no debe quedarse en vuestra casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre vosotros como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procurad según vuestra prudencia a que no quede entre vosotros ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os alejaréis.
XIII. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre vosotros, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es también un artista, y por tanto digno de su alimento. Tomarás tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las darás a los profetas, porque ellos son vuestros grandes sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas según el precepto. Lo mismo harás al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinarás a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, señala tú mismo las primucias y haz según el precepto.
XIV. Cuando os reuniéreis en el domingo del Señor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro, dad gracias después de haber confesado vuestros pecados. El que de entre vosotros estuviere enemistado con su amigo, que se aleje de la asamblea hasta que se haya reconciliado con él, a fin de no profanar vuestro sacrificio. He aquí las propias palabras del Señor: «En todo tiempo y lugar me traeréis una víctima pura, porque soy el gran Rey, dice el Señor, y entre los pueblos paganos, mi nombre es admirable.»
XV. Para el cargo de obispos y diáconos del Señor, eligiréis a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque también hacen el oficio de profetas y doctores. No les menospreciéis, puesto que son vuestros dignatarios, juntamente con vuestros profetas y doctores. Amonestaos unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre vosotros, hasta que se arrepienta. Haced vuestras oraciones, vuestras limosnas y todo cuanto hiciéreis, según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor.
XVI. Velad por vuestra vida; procurando que estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor. Reuníos a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servirá el tiempo que habéis profesado la fe, si no fuéreis hallados perfectos el último día. Porque en los últimos tiempos abundarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarán en lobos, y el amor se cambiará en odio. Habiendo aumentado la iniquidad, crecerá el odio de unos contra otros, se perseguirán mutuamente y se entregarán unos a otros. Entonces es cuando el Seductor del mundo hará su aparición y titulándose el Hijo de Dios, hará señales y prodigios; la tierra le será entregada y cometerá tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos serán sometidos a la prueba del fuego; muchos perecerán escandalizados; pero los que perseverarán en la fe, serán salvos de esta maldición. Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho: «El Señor vendrá con todos sus santos» ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo!
Fuente: Historia de la Iglesia Primitiva, por E. Backhouse y C. Tylor. Editorial CLIE www.clie.es
(Didaché)
Enseñanza del Señor transmitida a las naciones por los Doce Apóstoles
PRIMERA PARTE
El Catecismo o los «Dos caminos»
I. Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la vida: en primer lugar, Amarás a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. He aquí la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no tendréis ya enemigos. Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto. Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica. Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna. Encarcelado, sufrirá interrogatorio por sus actos, y no será liberado hasta que haya pasado el último maravedi. Es con este motivo, que ha sido dicho: «¡Antes de dar limosna, déjala sudar en las manos, hasta que sepas a quien la das!»
II. He aquí el segundo precepto de la Doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños, ni los inducirás al vicio; no robarás; no te entregarás a la magia, ni a la brujería; no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir. No desearás los bienes de tu prójimo, ni perjurarás, ni dirás falso testimonio; no serás maldiciente, ni rencoroso; no usarás de doblez ni en tus palabras, ni en tus pensamientos, puesto que la falsía es un lazo de muerte. Que tus palabras, no sean ni vanas, ni mentirosas. No seas raptor, ni hipócrita, ni malicioso, ni dado al orgullo, ni a la concupiscencia. No prestes atención a lo que se diga de tu prójimo. No aborrezcas a nadie; reprende a unos, ora por los otros, y a los demás, guiales con más solicitud que a tu propia alma.
III. Hijo mío: aléjate del mal y de toda apariencia de mal. No te dejes arrastrar por la ira, porque la ira conduce al asesinato. Ni tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; porque todas estas pasiones engendran los homicidios. Hijo mío, no te dejes inducir por la concupicencia, porque lleva a la fornicación. Evita las palabras deshonestas y las miradas provocativas, puesto que de ambos proceden los adulterios. Hijo mío, no consultes a los agoreros, puesto que conducen a la idolatría. Hijo mío, no seas mentiroso, porque la mentira lleva al robo; ni seas avaro, ni ames la vanagloria, porque todas estas pasiones incitan al robo. Hijo mío, no murmures, porque la murmuración lleva a la blasfemia; ni seas altanero ni malévolo, porque de ambos pecados nacen las blasfemias. Sé humilde, porque los humildes heredarán la tierra. Sé magnánimo y misericordioso, sin malicia, pacífico y bueno, poniendo en práctica las enseñanzas que has recibido. No te enorgullezcas, ni dejes que la presunción se apodere de tu alma. No te acompañes con los orgullosos, sinó con los justos y los humildes. Acepta con gratitud las pruebas que sobrevinieren, recordando que nada nos sucede sin la voluntad de Dios.
IV. Hijo mío, acuérdate de día y de noche, del que te anuncia la palabra de Dios; hónrale como al Señor, puesto que donde se anuncia la palabra, allí está el Señor. Busca constantemente la compañía de los santos, para que seas reconfortado con sus consejos. Evita fomentar las disenciones, y procura la paz entre los adversarios. Juzga con justicia, y cuando reprendas a tus hermanos a causa de sus faltas, no hagas diferencias entre personas. No tengas respecto de si Dios cumplirá o no sus promesas. Ni tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados.No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, poque si las cosas inmortales os son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá serlo lo perecedero? No dejes de la mano la educación de tu hijo o de tu hija: desde su infancia enséñales el temor de Dios. A tu esclavo, ni a tu criada mandes con aspereza, puesto que confían en el mismo Dios, para que no pierdan el temor del Señor, que está por encima del amo y del esclavo, porque en su llamamiento no hace diferencia en las personas, sinó viene sobre aquellos que el Espíritu ha preparado. En cuanto a vosotros, esclavos, someteos a vuestros amos con temor y humildad, como si fueran la imagen de Dios. Aborrecerás toda clase de hipocresía y todo lo que desagrade al Señor. No descuides los preceptos del Señor, y guarda cuanto has recibido, sin añadir ni quitar. Confesarás tus faltas a la iglesia y te guardarás de ir a la oración con mala conciencia. Tal es el camino de la vida.
V. He aquí el camino que conduce a la muerte: ante todo has de saber que es un camino malo, que está lleno de maldiciones. Su término es el asesinato, los adulterios, la codicia, la fornicación, el robo, la idolatría, la práctica de la magia y de la brujería. El rapto, el falso testimonio, la hipocresía, la doblez, el fraude; la arrogancia, la maldad, la desvergüenza; la concupiscencia, el lenguaje obsceno, la envidia, la presunción, el orgullo, la fanfarronería. Esta es la senda en la que andan los que persiguen a los buenos; los enemigos de la verdad, los amadores de la mentira, los que desconocen la recompensa de la justicia; los que no se apegan al bien, ni al justo juicio; los que se desvelan por hacer el mal y no el bien; los vanidosos, aquellos que están muy alejados de la suavidad y de la paciencia; que buscan retribución a sus actos, que no tienen piedad del pobre, ni compasión del que está trabajando y cargado, quie ni siquiera tienen conocimiento de su Creador. Los asesinos de niños, los corruptores de la obra de Dios, que desvían al pobre, oprimen al afligido; que son los defensores del rico y los jueces inicuos del pobre; en una palabra, son hombres capaces de toda maldad. Hijos míos, alejaos de los tales.
VI. Ten cuidado que nadie pueda alejarte del camino de la doctrina, porque tales enseñanzas no serían agradables a Dios. Si pudieses llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; sinó has lo que pudieres. Debes abstenerte, sobre todo, de carnes sacrificadas a los ídolos, que es el culto ofrecido a dioses muertos.
SEGUNDA PARTE
De la Liturgia y de la Disciplina
VII. En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al neófito, le harás ayudar uno o dos días antes.
VIII. Es preciso que vuestros ayunos no sean parecidos a los de los hipócritas,puesto que ellos ayunan el segundo y quinto día de cada semana. En cambio vosotros ayunaréis el día cuatro y la víspera del sábado. No hagáis tampoco oración como los hipócritas, sinó como el Señor lo ha mandado en su Evangelio. Vosotros oraréis así:
«Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sinó libranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.»
Orad así tres veces al día.
IX. En lo concerniente a la eucaristía, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid:
«Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jesús, tu servidor. A tí sea la gloria por los siglos de los siglos.»
Y después del partimiento del pan, decid:
«¡Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jesús. ¡A Tí sea la gloria por los siglos de los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, reunas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos.»
Que nadie coma ni bebe de esta eucaristía, sin haber sido antes bautizado en el nombre del Señor; puesto que el mismo dice sobre el particular: «No déis lo santo a los perros.»
X. Cuando estéis saciados (de la ágapa), dad gracias de la menera siguiente:
«¡Padre santo! Te damos gracias por Tu santo nombre que nos has hecho habitar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesucristo, tu servidor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Dueño Todopoderoso! que a causa de Tu nombre has creado todo cuanto existe, y que dejas gozar a los hombres del alimento y la bebida, para que te den gracias por ello. A nosotros, por medio de tu servidor, nos has hecho la gracia de un alimento y de una bebida espirituales y de la vida eterna. Ante todo, te damos gracias por tu poder. A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Señor! Acuérdate de tu iglesia, para librarla de todo mal y para completarla en tu amor. ¡Reúnela de los cuatro vientos del cielo, porque ha sido santificada para el reino que le has preparado; porque a Ti solo pertenece el poder y la gloria por los siglos de los siglos!»
¡Ya que este mundo pasa, te pedimos que tu gracia venga sobre nosotros! ¡Hosanna al hijo de David! El que sea santificado, que se acerque, sinó que haga penitencia. Maran atha ¡Amén! Permitid que los profetas den las gracias libremente.
XI. Si alguien viniese de fuera para enseñaros todo esto, recibidle. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que os dé otras enseñanzas para destruir vuestra fe, no le oigáis. Si por el contrario, se propusiese haceros regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Señor, recibidle como recibiríais al Señor. Ved ahí como según los preceptos del Evangelio debéis portaros con los apóstoles y profetas. Recibid en nombre del Señor alos apóstoles que os visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre vosotros: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, debéis proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espíritu, no le juzgaréis, ni examinaréis; porque todo pecado será perdonado, menos éste. Todos los que hablan por el espíritu; no son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Señor. Por su conducta, podéis distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la Iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguéis, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espíritu, os pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguéis.
XII. A todo el que fuere a vosotros en nombre del Señor, recibidle, y probadle después para conocerle, puesto que debéis tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a vosotros, fuere un pobre viajero, socorredle cuanto podáis; pero no debe quedarse en vuestra casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre vosotros como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procurad según vuestra prudencia a que no quede entre vosotros ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os alejaréis.
XIII. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre vosotros, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es también un artista, y por tanto digno de su alimento. Tomarás tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las darás a los profetas, porque ellos son vuestros grandes sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas según el precepto. Lo mismo harás al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinarás a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, señala tú mismo las primucias y haz según el precepto.
XIV. Cuando os reuniéreis en el domingo del Señor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro, dad gracias después de haber confesado vuestros pecados. El que de entre vosotros estuviere enemistado con su amigo, que se aleje de la asamblea hasta que se haya reconciliado con él, a fin de no profanar vuestro sacrificio. He aquí las propias palabras del Señor: «En todo tiempo y lugar me traeréis una víctima pura, porque soy el gran Rey, dice el Señor, y entre los pueblos paganos, mi nombre es admirable.»
XV. Para el cargo de obispos y diáconos del Señor, eligiréis a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque también hacen el oficio de profetas y doctores. No les menospreciéis, puesto que son vuestros dignatarios, juntamente con vuestros profetas y doctores. Amonestaos unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre vosotros, hasta que se arrepienta. Haced vuestras oraciones, vuestras limosnas y todo cuanto hiciéreis, según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor.
XVI. Velad por vuestra vida; procurando que estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor. Reuníos a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servirá el tiempo que habéis profesado la fe, si no fuéreis hallados perfectos el último día. Porque en los últimos tiempos abundarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarán en lobos, y el amor se cambiará en odio. Habiendo aumentado la iniquidad, crecerá el odio de unos contra otros, se perseguirán mutuamente y se entregarán unos a otros. Entonces es cuando el Seductor del mundo hará su aparición y titulándose el Hijo de Dios, hará señales y prodigios; la tierra le será entregada y cometerá tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos serán sometidos a la prueba del fuego; muchos perecerán escandalizados; pero los que perseverarán en la fe, serán salvos de esta maldición. Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho: «El Señor vendrá con todos sus santos» ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo!
Fuente: Historia de la Iglesia Primitiva, por E. Backhouse y C. Tylor. Editorial CLIE www.clie.es
Frases de Jesus
SENTENCIAS ATRIBUIDAS A JESÚS POR LOS PADRES DE LA IGLESIA, Y QUE CONSTABAN EN LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS, CUYO TEXTO SE HA PERDIDO
1. Cosa más gloriosa, feliz y perfecta es dar que recibir.
2. Tú, que trabajas en sábado, si sabes lo que haces, bienaventurado eres. Mas si no lo sabes, eres execrable y transgresor de la Ley.
3. Procurad crecer en lo pequeño y disminuir en lo grande. Así, cuando entréis en una casa y pidáis de comer, no os juzguéis dignos de ocupar los puestos principales de la mesa, ni os acerquéis siquiera a ellos, no sea que llegue el anfitrión y os diga: Sentaos más abajo, dejándoos confundidos. Mas, si os aproximáis a los puestos humildes de la mesa, donde están los que son menores que vosotros, el anfitrión os dirá: Colocaos más arriba, y esto os será útil.
4. Si en lo grande no fuisteis fieles, ¿qué se os dará en lo que es grande?
5. Por los enfermos estoy enfermo y por los hambrientos hambriento, y por los sedientos sediento.
6. Pedid lo grande y se os dará lo pequeño. Pedid lo celestial y se os dará lo terrenal.
7. Pocas cosas del mundo sirven para la única cosa necesaria.
8. Resistamos a toda iniquidad y tengámosle odio.
9. Sed buenos banqueros.
10. Los que quieran verme y llegar a mi reino deben poseerme por tormentos y por aflicciones.
11. Si alguien quiere conducir a Israel a la penitencia y por mi nombre creer en Dios, remita sus pecados. Y al cabo de doce años, salga del mundo y no diga: No te oímos.
12. Si os congregáis en mi nombre, y no cumplís mis mandamientos, abominaré de vosotros, y os diré: Apartaos de mí, que no os conozco, obradores de la iniquidad.
13. Sois como corderos en medio de los lobos. Mas después de su muerte, los corderos no temen a los lobos. Así, vosotros no temáis a los que os maten, y que después de que hayáis muerto, nada os podrán hacer. Mas temed a aquel que, después de muertos, tiene potestad para arrojar vuestro cuerpo y vuestra alma a la gehena del fuego.
14. Conservad casta vuestra carne y sed en vuestro más secreto interior inmaculados, a fin de que recibáis la vida eterna.
15. Días vendrán en que brotarán viñas, cada una de las cuales tendrá diez mil gruesas ramas, y en cada rama gruesa diez mil delgadas, y en cada rama delgada diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y cada grano, al ser prensado, dará veinticinco metretas de vino. Y, cuando uno de los santos ponga su mano sobre un racimo de éstos, otro racimo exclamará: Yo soy el racimo mejor; tómame y bendice al Señor por causa mía. Igualmente, un grano de trigo dará diez mil espigas, y cada espiga tendrá diez mil granos, y cada grano dará diez libras de harina de flor selecta, y los frutos y los granos y las hierbas se multiplicarán en igual proporción.
16. Yo soy la puerta que conduce al Padre. Mi carne es un pan de vida celeste, y mi sangre es una bebida divina. El Espíritu Santo sabe de dónde viene y adónde va, y castiga lo que está oculto.
17. Sed misericordiosos, para que obtengáis misericordia. Practicad la equidad y la longanimidad. Perdonad, para que se os perdone. Como hagáis, os será hecho. Como deis, os será dado. Como hayáis juzgado, os juzgarán. Encontraréis tanta bondad como bondadosos hayáis sido. Con la medida de que os sirváis, se servirán para mediros.
18. Nadie conoció quién es el Padre, más que el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiso revelar, ni quien es el Hijo más que el Padre.
19. En aquello que os sorprenda y descubra, en ello también os juzgaré.
20. A menudo deseo oír sermones inspirados por el Espíritu Divino, y no tengo quien me los pronuncie.
21. Si no hacéis lo diestro como si fuera siniestro, lo de arriba como si estuviese abajo, y lo anterior como si ocurriese posteriormente, no conoceréis el reino de Dios.
22. Más vale morir en Dios que reinar sobre la tierra toda de uno a otro extremo, porque ¿de qué le sirve al hombre poseer el mundo entero, si sufre esclavitud en su alma?
23. A cualquiera que te pida algo, dáselo.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
1. Cosa más gloriosa, feliz y perfecta es dar que recibir.
2. Tú, que trabajas en sábado, si sabes lo que haces, bienaventurado eres. Mas si no lo sabes, eres execrable y transgresor de la Ley.
3. Procurad crecer en lo pequeño y disminuir en lo grande. Así, cuando entréis en una casa y pidáis de comer, no os juzguéis dignos de ocupar los puestos principales de la mesa, ni os acerquéis siquiera a ellos, no sea que llegue el anfitrión y os diga: Sentaos más abajo, dejándoos confundidos. Mas, si os aproximáis a los puestos humildes de la mesa, donde están los que son menores que vosotros, el anfitrión os dirá: Colocaos más arriba, y esto os será útil.
4. Si en lo grande no fuisteis fieles, ¿qué se os dará en lo que es grande?
5. Por los enfermos estoy enfermo y por los hambrientos hambriento, y por los sedientos sediento.
6. Pedid lo grande y se os dará lo pequeño. Pedid lo celestial y se os dará lo terrenal.
7. Pocas cosas del mundo sirven para la única cosa necesaria.
8. Resistamos a toda iniquidad y tengámosle odio.
9. Sed buenos banqueros.
10. Los que quieran verme y llegar a mi reino deben poseerme por tormentos y por aflicciones.
11. Si alguien quiere conducir a Israel a la penitencia y por mi nombre creer en Dios, remita sus pecados. Y al cabo de doce años, salga del mundo y no diga: No te oímos.
12. Si os congregáis en mi nombre, y no cumplís mis mandamientos, abominaré de vosotros, y os diré: Apartaos de mí, que no os conozco, obradores de la iniquidad.
13. Sois como corderos en medio de los lobos. Mas después de su muerte, los corderos no temen a los lobos. Así, vosotros no temáis a los que os maten, y que después de que hayáis muerto, nada os podrán hacer. Mas temed a aquel que, después de muertos, tiene potestad para arrojar vuestro cuerpo y vuestra alma a la gehena del fuego.
14. Conservad casta vuestra carne y sed en vuestro más secreto interior inmaculados, a fin de que recibáis la vida eterna.
15. Días vendrán en que brotarán viñas, cada una de las cuales tendrá diez mil gruesas ramas, y en cada rama gruesa diez mil delgadas, y en cada rama delgada diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y cada grano, al ser prensado, dará veinticinco metretas de vino. Y, cuando uno de los santos ponga su mano sobre un racimo de éstos, otro racimo exclamará: Yo soy el racimo mejor; tómame y bendice al Señor por causa mía. Igualmente, un grano de trigo dará diez mil espigas, y cada espiga tendrá diez mil granos, y cada grano dará diez libras de harina de flor selecta, y los frutos y los granos y las hierbas se multiplicarán en igual proporción.
16. Yo soy la puerta que conduce al Padre. Mi carne es un pan de vida celeste, y mi sangre es una bebida divina. El Espíritu Santo sabe de dónde viene y adónde va, y castiga lo que está oculto.
17. Sed misericordiosos, para que obtengáis misericordia. Practicad la equidad y la longanimidad. Perdonad, para que se os perdone. Como hagáis, os será hecho. Como deis, os será dado. Como hayáis juzgado, os juzgarán. Encontraréis tanta bondad como bondadosos hayáis sido. Con la medida de que os sirváis, se servirán para mediros.
18. Nadie conoció quién es el Padre, más que el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiso revelar, ni quien es el Hijo más que el Padre.
19. En aquello que os sorprenda y descubra, en ello también os juzgaré.
20. A menudo deseo oír sermones inspirados por el Espíritu Divino, y no tengo quien me los pronuncie.
21. Si no hacéis lo diestro como si fuera siniestro, lo de arriba como si estuviese abajo, y lo anterior como si ocurriese posteriormente, no conoceréis el reino de Dios.
22. Más vale morir en Dios que reinar sobre la tierra toda de uno a otro extremo, porque ¿de qué le sirve al hombre poseer el mundo entero, si sufre esclavitud en su alma?
23. A cualquiera que te pida algo, dáselo.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
Armonia de Ammonio
EL EVANGELIO DE AMMONIO
(Armonía de los evangelios canónicos)
Acontecimientos que precedieron y que siguieron al nacimiento de Jesús
I 1. En el principio era el Verbo, por el que fue hecho todo.
2. José desposó a la virgen María, y el arcángel Gabriel se le apareció, y le anunció su próxima preñez, que se produciría por modo sobrenatural.
3. Y José no la conoció, mientras no dio a luz.
4. Y Octavio Augusto mandó hacer un censo de todo el Imperio Romano.
5. Y José era de Bethlehem, la ciudad de David, y fue allí a empadronarse, porque era de la casa de aquel rey.
6. Y, estando allí, la virgen parió al Cristo.
7. Y los ángeles del cielo lo anunciaron por la noche a los pastores que cuidaban de los ganados.
8. Y unos magos de lejanas tierras vinieron a asistir a su nacimiento.
9. Y, pasados los ocho días, el niño fue circuncidado y lo llamaron Jesús.
10. Y una estrella condujo a los magos a Jerusalén.
11. Y comunicaron a Herodes que había nacido el rey de los judíos.
12. Y Herodes juntó consejo de príncipes y escribas para saber dónde nacería y le dijeron que en Bethlehem.
13. Y los magos adoraron a Jesús en aquella villa.
14. Y un justo llamado Simeón y Ana, profetisa, hija de Phanuel, vinieron al templo y predicaban de Jesús.
15. Y Herodes pensó en su ánima matar a todos los niños de la edad de Jesús en Nazareth.
16. Mas un oráculo advirtió a José que huyese a Egipto.
17. Y todos los niños pequeños fueron degollados.
18. Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu.
19. Y estuvieron siete años en Egipto, hasta que Herodes murió.
20. Y, cuando José lo supo por aviso del cielo, volvió a Nazareth, su patria.
Infancia de Jesús. Aparición de Juan el Bautista
II 1. Y, cuando Jesús tenía doce años, subieron sus padres a Jerusalén.
2. Y he aquí que lo encontraron en el templo, hablando con los doctores de la Ley de los asuntos de su Padre.
3. Y, habiendo vuelto a su casa, estaba sometido a sus padres.
4. Y he aquí que vino palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, precursor de Cristo, el cual predicaba.
5. Y predicaba el arrepentimiento y la vida austera, y bautizaba.
6. Y los judíos, viéndolo en la verdad, pensaban primero si sería el Cristo.
7. Mas Juan vaticinó del Cristo, porque venía como su mensajero.
Bautismo de Jesús. Muerte de Juan
III 1. Y Jesús llegó de Galilea para ser bautizado en el Jordán.
2. Y, al salir del agua, se oyó una voz del Padre celestial, diciendo: Este es mi Hijo dilecto, en quien me complazco.
3. Y, después de esto, fue llevado al desierto cuarenta días, para ser tentado del diablo.
4. Y Juan dijo de Jesús: Es el cordero de Dios, que quita los delitos del mundo.
5. Y los primeros que siguieron a Jesús fueron Simón Barjona y su hermano Andrés.
6. Mas luego Jesús llamó también a Felipe.
7. Y, estando en unas bodas, trocó el agua en vino.
8. Y, bajando a Jerusalén, arrojó del templo a los mercaderes.
9. Y, habiendo pasado una noche entera Simón Pedro sin pescar nada, por la palabra de Jesús tuvo una pesca copiosa y se llenó de asombro.
10. Y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy pecador.
11. Y los discípulos de Juan fueron a decirle que los de Jesús bautizaban.
12. Y les contestó: A él conviene crecer y a mí menguar.
13. Porque quien del cielo viene es sobre todos.
14. Y Herodes, por cuanto Juan le reprendía un vínculo ilícito, le hizo cortar la cabeza.
15. Y, oyéndolo Jesús, que estaba en Galilea, se fue a los confines de Zabulón y de Nephtalim.
16. Y predicaba la penitencia y el reino de los cielos.
Jesús elige doce discípulos y empieza a hacer milagros
IV 1. Y Jesús hacía milagros y evangelizaba.
2. Según dijo Isaías: El Espíritu Santo es sobre mí, para predicar a los pobres.
3. Y muchos se congregaban y lo seguían.
4. Y entonces eligió doce discípulos.
5. Y, subiendo a un monte, les propuso las diversas fórmulas de las bienaventuranzas.
6. Y dio a los que predicasen su doctrina facultad de curar enfermos y de arrojar demonios.
7. Y solícitamente instruía a la muchedumbre, cuando descendió al campo desde el monte.
8. Y su doctrina era milagrosa e iba en bien de los míseros. Y curaba a los leprosos.
9. Y curó la parálisis del fámulo de un centurión.
10. Y, llegando a las puertas de la ciudad de Nain, resucitó a uno que llevaban a enterrar.
11. Y su fama se extendió por toda la Siria.
12. Y no sólo hacía estos beneficios, sino que también libró a una pecadora de los fariseos, y la absolvió.
13. Y, siguiéndole muchos, les dijo que para seguirlo era preciso renunciar a todos los afectos terrenos.
14. Y que no esperasen fortuna, porque el Hijo del hombre no tenía ni almohada en que reposar su cabeza.
15. Y, pidiéndole uno licencia para, antes de seguirlo, ir a enterrar a su padre, le dijo: Deja que entierren los muertos a sus muertos.
16. Y a otro, que antes de seguirlo quería ir a despedirse de su casa, le dijo que no era buen sembrador quien, puesta ya la mano en el arado, volvía la vista atrás.
17. Y, viniendo al país de los gergesenos, en una barca, hubo gran temporal, mientras él dormía.
18. Y él hizo cesar la tempestad.
19. Y, llegado a puerto, libró a un endemoniado de un tropel de espíritus inmundos, y les permitió alojarse en una manada de puercos.
20. Y, llegando a Cafarnaum, curó a un paralítico, por su mucha fe.
21. Y, viendo al publicano Mateo, lo llamó a las funciones apostólicas.
22. Al pasar para Galilea por Samaria, entabló coloquio con una mujerzuela, que era pecadora.
23. Y ella sabía que vendría el Mesías, que llamaban el Cristo.
24. Y, llegando a Caná de Galilea, vino a él un notable de la ciudad que tenía un hijo moribundo, y fue sano.
25. Y, entrando en la casa de Leví, le reprendieron los fariseos, porque andaba con publicanos.
26. Y dijo Jesús: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
27. Y le dijeron los fariseos que por qué sus discípulos no ayunaban, y no hacían sacrificios, como los de Juan.
28. Contestó él: ¿Pueden los que están de bodas no comer y beber, mientras esté presente el esposo?
29. No se ha de poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo.
30. Ni echar vino nuevo en viejos odres.
31. Mas los fariseos calumniaban al Cristo.
32. Y decían que debía hacer signos. Y él, conociendo su maldad, díjoles:
33. Generación insensata, yo no necesito más signo que el de Jonás.
34. Que tres días estuvo en el vientre de la ballena.
35. Nínive acusará a esta generación, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás.
36. Y la reina del Austro os dio ejemplo, cuando vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón.
37. Porque, cuantas veces el espíritu inmundo sale del hombre y vuelve, trae otros espíritus y sus últimas cosas son las peores.
38. Y, oyéndolo, una mujer dijo: Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron.
39. Mas él dijo: Bienaventurados los que sigan la palabra de Dios y la guarden.
40. Y, predicando un día, le dijeron que su madre y hermanos estaban fuera, y que querían verlo.
41. Mas él los reprendió, diciendo que su madre y hermanos eran quienes hicieren la voluntad divina.
Resurrección de la hija de Jairo y expulsión de demonios
V 1. Y, confirmando el Señor sus milagros, resucitó a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga.
2. Y expulsó muchos demonios y la gente estaba llena de admiración.
3. Y entonces dijeron los fariseos que echaba los demonios en nombre de Beelzebuh.
4. Y él les contestó que quien da buenas cosas tiene buen tesoro, y que quien las da malas mal tesoro tiene.
5. Porque decía: El buen árbol da buenos frutos.
6. Y de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta a Dios en el día del juicio.
Maquinaciones de los enemigos de Jesús
VI 1. Y, entrando Jesús en casa de Marta, andaba ésta ocupada.
2. Mas su hermana María, sentada a los pies de Jesús, oía su palabra.
3. Y, como Marta se quejase de esto, dijo Jesús: Déjala. Ella eligió la parte mejor.
4. Y designó Jesús otros setenta y dos discípulos para que predicasen el Evangelio.
5. Y para que lo precediesen e hiciesen beneficios de salud.
6. Porque los potestó para sanar enfermos y para echar fuera demonios.
7. Y vinieron gozosos los discípulos, diciendo que los demonios les obedecían, en su nombre.
8. Y él contestó: Vi a Satanás como un rayo que caía del cielo.
9. Gracias, Padre benigno, porque has dado a estos emisarios los conocimientos celestes que niegas a los grandes.
10. Mas los fariseos procuraban ver de sorprender al Cristo en alguna cosa.
11. Y un sábado iban por los sembrados, y recogían espigas, y las comían.
12. Y, diciéndole los fariseos que era impío, les puso Jesús el ejemplo de David, que comió los panes de la proposición, porque tenía hambre.
13. Había, pues, un sábado en la sinagoga un hombre que tenía seca la mano derecha.
14. Y él preguntó: ¿Es lícito hacer beneficio en sábado?
15. Y, como lo sanó, dijo: Porque ninguno de vosotros, si una res, en sábado, se le cae al pozo, dejará de sacarla.
16. Y entonces buscaban ocasión de perder a Jesús.
17. Y él fue a un monte a orar, y se pasó la noche en oración.
18. Y después de esto les propuso la parábola del sembrador, que, sembrando, arrojó simiente en tierra, y en piedra y en espinas.
19. Y lo que cayó en buena tierra, fructificó; mas lo que cayó fuera, pereció.
20. Y les dijo del grano de mostaza, que es la simiente más pequeña y el árbol mayor.
21. Y les habló del fermento que la mujer mezcló con harina.
22. Y, diciendo esto a la gente, explicaba a los discípulos las parábolas de los misterios superiores.
23. Les habló, pues, del tesoro escondido en el campo, y del mercader que vendió todas sus perlas para comprar una sola de gran valor.
24. Y en sus palabras les ponderaba la sublimidad del reino de los cielos.
25. Y les enseñó claramente la parábola de la cizaña.
Imprecaciones de Jesús contra los fariseos
VII 1. Y, yendo Jesús a su patria, no pudo enseñar con gusto, por ser esto común a los profetas, que no suelen en su patria ser glorificados.
2.Y por la incredulidad de ellos hizo pocos milagros.
3. Mas el tetrarca Herodes, oyendo la fama de Jesús, creyó que era Juan que había resucitado y deseó verlo.
4. Jesús, por entonces, estando en un sitio desierto con una gran multitud, le dio de comer con sólo cinco panes y dos peces.
5. Y, viéndolo, muchos lo juzgaron digno de ser hecho príncipe.
6. Mas no tenía ambición, y por ello huyó a un monte, y oró toda la noche.
7. Y sus discípulos estaban en el mar, y una tempestad los agitaba.
8. Y en medio de ella, Jesús fue a sus discípulos andando sobre las olas.
9. Mas ellos disputábanle por espectro.
10. Y hablándoles Jesús, Pedro tuvo fe en él, y anduvo sobre el agua, mas, cuando sintió incredulidad, se sumergía.
11. Y el Señor mandó al viento y entró en la nave.
12. Y vinieron a tierra de Genezareth.
13. Y allí acudían los enfermos, y, tocando la orla de su vestidura, quedaban sanos.
14. Empero cuando oyeron que Jesús hablaba de darles su carne y su sangre a modo de pan celestial, muchos huyeron de él.
15. Mas Pedro dijo que lo seguiría, porque sus palabras eran de vida eterna.
16. Y, habiendo llamado un fariseo a comer a Jesús, se escandalizó de verlo comer sin lavarse antes.
17. Mas dijo él: Necios, ¿observáis las tradiciones y la caridad de Dios no observáis?
18. Vosotros diezmáis la menta y los demás productos, mas no sois justos.
19. Hipócritas, que amáis los primeros sitios en las sinagogas y que hacéis culto de las fórmulas externas.
20. Sois como sepulcros blanqueados.
21. Y sustraéis, so pretexto de oblación, los socorros a los valetudinarios, con falsa doctrina.
22. Mas toda planta que mi Padre no plantó será desarraigada.
23. Ya lo profetizó Isaías: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está alejado de mí.
24. Nada exterior al hombre lo puede contaminar, mas sí lo interior.
25. Porque el corazón es la oficina de que salen el adulterio, y la fornicación, y el homicidio, y el hurto.
26. Y el dolo, y la impostura, y la impudicia, y la necedad, y la soberbia.
27. Mas todo os será quitado si a vuestros hermanos hacéis limosnas.
El milagro de los panes y los peces. La transliguración
VIII 1. Y Jesús, desde Judea, fue a Tiro y Sidón.
2. Y a una mujer cananea, que llegó con su hija, la cual estaba endemoniada, la atendió por su mucha fe.
3. Y curó ciegos, y cojos, e imbéciles, y valetudinarios.
4. Y el pueblo, con gran admiración, venía a sus pies.
5. Y curó también a un sordomudo.
6. Y viniendo a Decápolis, hizo hablar a los mudos y oír a los sordos.
7. Y, yendo a las Pascuas de Pentecostés, en Jerusalén, había junto a la piscina un hombre que llevaba enfermo cuarenta años.
8. Y, como lo hubiera sanado, dijeron los fariseos: Es sábado
9. Mas dijo Jesús: Yo obro, porque en mí obra mi Padre.
10. Escudriñad las Escrituras en que esperáis vida eterna.
11. Y veréis que atestiguan de mí.
12. Y enviasteis a Juan y dio testimonio de mí.
13. Mas no quiero glorificación, porque sólo a Dios gloria procede.
14. Y, pasando la mar de Galilea, en un lugar solitario dio de comer a cuatro mil hombres con siete panes y unos pocos pescados.
15. Y vino a Dalmanutha.
16. Y aconsejaba huir de la levadura de hipocresía de los fariseos.
17. Fue después a las partes de Cesárea de Filipo.
18. Y dio a Pedro las llaves del reino de los cielos, prometiéndole sobre él fundar su iglesia.
19. Y que las puertas del infierno no prevalecerán contra él.
20. Entonces comenzó a decir que sufriría grandes fatigas, y que sería muerto por resolución de los escribas y de los príncipes de Judea.
21. Y Pedro, oyéndolo hablar de muerte, lo increpó.
22. Mas dijo Jesús: Apártate de mí, Satanás.
23. Porque no sabes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
24. Y quien quiera complacerme deje todo humano afecto, y cargue con su cruz, y sígame.
25. ¿De qué valdrá al hombre granjearse el mundo, cuando el Hijo venga con los ángeles en la gloria de su Padre y a cada uno pague según sus obras?
26. Porque en verdad os digo que algunos de los que hay aquí no morirán sin ver al Hijo del hombre venir en toda su gloria.
27. Y, habiendo subido a un monte alto, iban con él Pedro, y Juan, y Jacobo.
28. Y vieron venir una luz deslumbrante, y a Elías y Moisés hablar con Jesús.
29. Y la voz del Padre celeste dijo: He aquí mi Hijo amado, en el que me complazco.
30. Y con esta visión fueron en gran gozo los apóstoles.
31. Y, habiendo presentado un lunático a ellos, no lo pudieron sanar.
32. Mas Jesús vino y lo curé. Y les dijo: No lo curasteis por vuestra incredulidad.
33. Y viniendo a Cafarnaum, les exigieron el tributo.
34. Y Pedro pescó un pez, que tenía dentro un estateco, que son cuatro dracmas. Y fue el primer pez que pescó aquel día.
35. Y por entonces le preguntaron los discípulos quién tendría más honra y más gloria en el reino de los cielos.
36. Y, tomando Jesús a un niño, le puso en medio, y dijo que era preciso, para que fuesen perdonados los pecados, hacerse como niños.
37. Y les contó la parábola de las cien ovejas y de la oveja perdida.
38. Y la de la dracma que se perdió y que se encontró con gran gozo.
39. Y expresó la máxima indulgencia de nuestro Padre con la parábola del hijo pródigo, el cual fue recibido con gozo, y al que le puso su padre un anillo, e hizo en su honor gran festín.
40. Y les dijo que, cuando recibiesen ofensa de su hermano, procurasen benignamente arreglarlo a solas.
41. Y que llevasen, si no conseguían nada, dos árbitros, y si tampoco, que lo llevasen a la asamblea.
42. Y, habiéndole preguntado Pedro si había de perdonar hasta siete veces a su hermano, contestó que no siete, sino setenta veces siete.
43. Porque, si no somos clementes, no lo será con nosotros Dios.
44. Y explicó la parábola del rey que condonóuna deuda a su siervo.
45. Y viendo que el siervo no fue con su consiervo igualmente clemente, le condenó.
Enseñanzas y parábolas de Jesús
IX 1. Terminados estos sermones, pasó Jesús al otro lado del Jordán y enseñaba y curaba a los enfermos.
2. Y queriendo perderlo, preguntaron capciosamente los fariseos qué había de hacerse para repudiar a la mujer.
3. Mas dijo Jesús: Moisés, por la dureza de vuestro corazón, os mandó, para divorciaros, dar carta de repudio.
4. Mas nunca, sino por fornicación, es el repudio lícito.
5. Y, diciéndole algunos que era entonces preferible el celibato, dijo Jesús: Los que puedan castrarse por el reino de los cielos tendrán gracia.
6. Y unas madres le trajeron unos niños para que les impusiese la mano.
7. Y como los apóstoles lo prohibiesen, los reprendió Jesús. Y les dijo que de tales como aquéllos era el reino de los cielos.
8. Entonces le contaron cómo Pilatos había mezclado con sus sacrificios la sangre de unos galileos.
9. Y dijo Jesús: ¿Creéis por ello que son más pecadores que los demás?
l0. ¿Ni que eran más pecadores que los otros los doce que aplastóla torre de Siloé?
11. Y les contó la parábola del padre de familia que quiso cortar la higuera que no daba fruto, a pesar de pedirle el vendimiador que aún no la cortase.
12. Y, enseñando un sábado en la Sinagoga, vino una mujer que hacía dieciocho años tenía demonio y la sanó.
13. Y enojóse el príncipe de la Sinagoga, y le dijo que no hiciese aquello en sábado.
14. Respondió Cristo: Cada uno desata su buey en sábado y lo lleva a beber.
15. Y a esta hija de Abraham, que hacía dieciocho años estaba ligada al demonio, convino librarla hoy de sus ligaduras.
16. Y así avergonzaba a los fariseos.
17. Y le dijeron: Vete, porque Herodes te quiere matar.
18. Mas contestó Jesús, que conoció su perfidia: Id y decid a ese zorro: Hoy y mañana expulso demonios, y hago salud, y al tercer día consumado soy.
Nuevas enseñanzas y parábolas
X 1. Y Jesús conocía la malevolencia de ellos.
2. Mas, al llegar la fiesta de los Tabernáculos, fue a Jerusalén.
3. Y las gentes hablaban de él de distintas maneras.
4. Porque unos creían bueno lo que Jesús predicaba, mas decían otros que era un impostor.
5. Y, alzándose, Jesús repuso: No es mía mi doctrina, sino del Padre, que me envió.
6. Y se admiraban al oírlo de que supiera letras, sin haberlas aprendido.
7. Y, dentro de sí, querían sus enemigos ajusticiarlo.
8. Y mandaron a prenderlo, mas ninguno le puso mano encima, porque aún no había llegado su hora.
9. Y vino a Jesús un hombre para que dijese a su hermano que repartiesen la herencia.
10. Mas Jesús le contestó que no le competía juicio de tal clase.
11. Y, aconsejando a las gentes que huyesen de la avaricia, les expuso la parábola del que, cuando había juntado mucho, vinieron en la noche por su alma.
12. Y, hablando otra vez en el templo, como dijese a los judíos que eran hijos del diablo, y no de Abraham, quisieron apedrearlo.
13. Y lo llamaban endemoniado y samaritano.
14. Y curó luego a un ciego de nacimiento, que mendigaba.
15. Y, llegando a Jesús un mancebo, le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para conseguir la vida eterna?
16. Mas Jesús le dijo que nadie era bueno, sino Dios.
17. Y añadió, viendo que el mancebo le aseguraba que cumplía los preceptos, que sólo le faltaba vender sus bienes y darlos a los pobres. Y él se fue contrito, porque era rico.
18. Y dijo Jesús: En verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos.
19. Y Pedro dijo a Cristo que ellos lo habían abandonado todo por él y él les prometió que les sería dado ciento por uno.
20. Propúsoles entonces la parábola del rico y de Lázaro el pobre.
21. Lázaro había pasado en la vida hambre y dolores, y deseaba recoger las migajas de la mesa del rico. Mas cuando fueron muertos, vio el rico, desde el infierno, donde sufría penas acerbísimas, a Lázaro en el seno de Abraham.
22. Y les habló de la parábola del administrador deshonesto, que, por granjearse el apoyo de los administrados de su señor, les rebajó sus cuentas, cuando fue despedido, y a quien, a pesar de ello, alabó el señor.
23. Igualmente les habló del cabeza de familia, que, para trabajar en su viña, contrató en distintas horas a varios operarios y luego les pagó lo mismo a todos.
24. Y, entrando un sábado en casa de un fariseo, curó a un hidrópico.
25. Y entonces habló de que quien era invitado a comer no sea el primero en sentarse, por si hubiera otros de más honor.
26. Y que, cuando se hiciese, se convidase a los desgraciados, para obtener recompensa en la resurrección de los justos.
Jesús en Jerusalén y en Bethania. Profecías hechas a los discípulos sobre su suerte futura
XI 1. Y a fines de año se celebraba la fiesta de la Dedicación.
2. Y Jesús andaba por el portal de Salomón, en el templo.
3. Y lo rodearon los judíos y exigían que les dijese si era el Cristo.
4. Y respondió Jesús: Ya os lo he dicho, y mis obras lo atestiguan.
5. Porque el Padre y yo somos una misma cosa.
6. Y agarraron piedras para lapidarlo, mas él huyó, y se fue.
7. Y estaba tras el Jordán, cuando vinieron a avisarle que Lázaro había muerto.
8. Y dijo a sus discípulos que Lázaro dormía, significándoles así su defunción.
9. Y, viniendo a Bethania, halló que Lázaro llevaba sepultado hacía cuatro días.
10. Y a los que estaban dijo: Yo soy la resurrección y la vida.
11. Porque el muerto vivirá, si cree en mí, y quien crea en mí no morirá eternamente.
12. E hizo salir a Lázaro del sepulcro en que llevaba cuatro días.
13. Y muchos judíos entonces creyeron en él.
14. Y los fariseos juntaron consejo, porque veían que Jesús hacía muchos signos.
15. Y Caifás, el pontífice, lo sentenció, y todos buscaban cómo prenderlo.
16. Y por esto el Señor fuese a Efraim, junto al desierto, y se estaba allí, con sus discípulos.
17. Y, yendo después a Jerusalén, pasaba por Galilea y por Samaria.
18. Y vio venir de lejos a diez leprosos, y los curé, y los envió a los sacerdotes.
19. Mas, no habiendo sido admitidos en una ciudad Samaritana, Juan y Jacobo le pidieron que se vengase, haciendo bajar sobre ella fuego del cielo, como Elías.
20. Y él les advirtió: No tenéis el espíritu del cielo, que es benignidad, y mansedumbre, y paciencia.
21. Y les dijo en secreto: He aquí que subimos a Jerusalén.
22. Para que el Hijo del hombre sea entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y para que sea condenado y azotado y llevado a la cruz.
23. Y al tercer día resucitará de entre los muertos.
24. Y la madre de los hijos de Zebedeo vino a pedirle que ellos tuvieran un primer lugar en el reino del cielo.
25. Y Jesús les habló entonces del cáliz que había de beber, y de la pena de cruz.
26. Y los aconsejó según su ejemplo, que ponía su vida por los demás.
Nuevos viajes a Jerusalén
XII 1. Camino de Jerusalén, pasaba Jesús por Jericó.
2. Y el publicano Zaqueo le ofreció devolver cuanto debiese, cuadruplicado, y dar la mitad de sus bienes a los pobres, y Jesús paró en su casa.
3. Porque decía: En verdad que él también es hijo de Abraham.
4. Y llegándose ciegos a él, a grandes voces pedían que los sanase y los curó.
5. Y parando en Bethania en casa de Simón el leproso, vino Marta a servir.
6. Y su hermana María quebró un vaso de alabastro lleno de ungüento precioso sobre la cabeza del Señor, para ungirlo.
7. Y los discípulos murmuraban de aquel dispendio, que podía haberse dado a los pobres.
8. Y dijo Jesús: Siempre tendréis pobres entre vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
9. Dejad a esta mujer, que ha guardado esto para mi sepultura.
10. Y llegando a Bethfagé, mandó Jesús tomar un pollino para entrar sobre él en Jerusalén.
11. Y muchos niños y gentes lo recibían con aclamaciones, y lo saludaban con ramas de árbol.
12. Diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel!
13. Y llegando a la ciudad, lloró sobre ella.
14. Porque sabía que sería destruida por los romanos Vespasiano y Tito.
15. Y entrando en Jerusalén, decían: ¿Quién es éste que llega así?
16. Y, yendo al templo, echó fuera a los que negociaban allí.
17. Y devolvió la vista a muchos ciegos y curó a muchos cojos.
18. Y dijo a los judíos que él derribaría y restauraría en tres días el templo.
19. Y viendo Jesús a una viuda pobre echar dos monedas pequeñas en el gazofilacio, dijo que aquella ofrenda era la mayor.
20. Entonces contó a la gente la parábola del publicano humilde y del fariseo jactancioso ante Dios.
21. Y dijo que el publicano sería justificado antes que el fariseo.
22. Y como era tarde, fuese a Bethania.
23. Y Nicodemo fue a verlo de noche, y hablaron de los secretos celestiales.
24. Y dijo Jesús que quien creyera que él era el Cristo no perecería, sino que tendría vida eterna.
25. Y volviendo a Jerusalén, tuvo hambre.
26. Y llegándose a una higuera, y hallando que no tenía frutos, la maldijo.
27. Y la higuera se secó.
28. Y estando en el templo, trajeron los escribas fariseos una mujer tomada en adulterio,
29. Y Jesús, absolviéndola, dijo que él no había venido a abrogar la ley de Moisés.
30. Mas que, siendo todos pecadores, no había de aplicarse la ley a una sola infeliz.
31. Y, llegando unos gentiles, pidieron a Andrés y a Felipe que les enseñase a Jesús.
32. Y dijo Jesús: He aquí que llega la hora en que será glorificado el Hijo del hombre.
33. Y se volvió a Bethania.
34. Y, viendo los discípulos la higuera seca, sintieron gran admiración.
35. Mas el Señor les dijo que conseguirían todo lo que pidiesen con fe y con perseverancia.
36. Y a este propósito les contó la parábola del juez injusto.
37. Que no temía a Dios ni a los hombres, mas siendo muy insistido por una viuda, le hizo justicia, por librarse de ella.
38. Y, viniendo al templo, le dijeron los sacerdotes: ¿Con qué autoridad enseñas?
39. Y Jesús les contestó preguntándoles: El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres?
40. Y, al referirles que los publicanos y las meretrices serían preferidos a los incrédulos, les relató la parábola del padre que mandó a sus dos hijos a trabajar en la viña.
41. Y uno dijo: No quiero y fue. Y otro dijo: Iré y no fue.
42. Después contó la parábola del hombre que envió a cobrar a los colonos los frutos de su viña.
43. Y, habiendo matado a los que envió, fue y condenó a los colonos.
44. Porque la piedra que rechazaron los que edificaban quedó por cabeza de esquina.
45. Y quien sobre ella cayere será quebrantado.
46. Y también les contó la parábola del rey que celebró las bodas de su hijo.
47. Y querían los judíos ver de encontrarlo en algún error.
48. Y, sobornando los fariseos a unos discípulos, fueron con unos herodianos, para preguntarle si había de darse tributo al César.
49. Y él, viendo la inscripción de la moneda que le presentaban, dijo que la pagasen al César, pues suya era, y a Dios lo que se le ha de pagar.
50. Vinieron después unos saduceos, que no creen en la resurrección, y le presentaron argumentos.
51. Y dijo: El Dios de Abraham, e Isaac, y Jacob no es Dios de muertos, mas de vivos.
52. Y los doctores de la Ley le preguntaron cuál era el mandamiento primero, y dijo que amar al prójimo, después de Dios.
53. Y contó la parábola del hombre herido de ladrones, que abandonaron un levita y un sacerdote, mas del que tuvo caridad un samaritano.
54. Y, habiendo mandado los judíos prenderlo, no lo hicieron los ministriles, porque nunca habían a hombre alguno oído hablar como a él.
55. Y decía Jesús: Me buscaréis, y no me encontraréis.
56. Y muchos de la multitud creyeron en que Jesús era profeta y el Cristo.
57. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea? ¿No ha de venir de la casa de David, de la aldea de Bethlehem?
58. Mas Jesús preguntó a los fariseos: ¿De quién es hijo el Cristo?
59. Y le dijeron: De David.
60. Y él les hizo ver que entonces era absurdo que David, en los salmos, llamase Señor a su hijo.
61. Y entonces dijo Jesús a las gentes que, sobre la ley que Dios dio a Moisés, se habían sentado los escribas y los fariseos.
62. Porque cargaban a los hombres con pesos que ellos no llevaban.
63. Y amaban ser llamados maestros, no habiendo más maestro que el Padre que está en los cielos.
64. Y dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, que cerráis el reino de los cielos ante los hombres!
65. Porque andáis mar y tierra para hacer un prosélito, y meterlo en vuestras supersticiones.
66. He aquí a los ciegos que quieren ser guías de los ciegos.
67. Porque vertisteis la sangre de los profetas y los apóstoles.
Anuncio del juicio final
XIII 1. Saliendo Jesús del templo, mostrábanselo sus discípulos con admiración.
2. Y él exclamó: En verdad os digo que piedra sobre piedra no ha de quedar.
3. Y congregando a sus discípulos en el monte de los Olivos, les anunció el Anticristo.
4. Que vendría con guerras, y pestes, y hambres, y terremotos, según el vaticinio de David.
5. Mas que ni un cabello de sus cabezas perecería.
6. Y que habría portentos en el cielo, y en el mar, y en la luna, y en el sol, y en las estrellas.
7. Y que huyeran de la crápula, y del desorden, y de la ebriedad, para que el día no los sorprendiera desprevenidos, como el Diluvio halló a los hombres comiendo y bebiendo, mientras Noé se refugiaba en el arca.
8. Porque no se sabía cuándo vendría él con los ángeles en la luz del cielo.
9. Y les puso el ejemplo de los dos siervos, que uno veló y otro se descuidó mientras estaba fuera el amo de la casa.
10. Y añadió la parábola de las vírgenes, que unas tenían aceite en las lámparas, y otras no, para esperar al esposo.
11. También les habló del siervo inútil, que guardó lo que le dio su señor, sin ponerlo a producir.
12. Y de cómo serían separados los malos de los justos, como el pastor separa las ovejas de los carneros, para que fuesen los malos llevados al fuego y los justos llamados al reino celeste.
La última cena. Detención y condena de Jesús
XIV 1. Y los sacerdotes reunieron consejo para condenarlo y ofrecieron dinero a Judas para que se lo entregara.
2. Y el primer día de la fiesta, fue Jesús a comer en la ciudad la Pascua con los discípulos.
3. Y les lavó los pies, para darles ejemplo de modestia.
4. Y, tomando el pan, dijo: Comed, éste es mi cuerpo.
5. Y, dándoles vino, dijo: Bebed, ésta es mi sangre.
6. Y como les anunciase que sería entregado y muerto, dijo Pedro que lo seguiría a la cárcel y a la muerte.
7. Mas Jesús le predijo que lo negaría tres veces.
8. Y mandó que se amaran mutuamente, según él los había amado.
9. Y dijo: No os turbéis.
10. Porque yo voy a preparar lugar en que recibiros.
11. El que guarde mis mandamientos tendrá vida eterna y Dios os enviará el Espíritu consolador.
12. Mas el que en mí sea estéril será como pámpano sin fruto, que se echa a las llamas.
13. No he sido elegido de vosotros, sino yo os elegí.
14. Y el mundo os aborrecerá, para que se cumpla la profecía: Sin causa me aborrecieron.
15. Si a mí me persiguieron, a vosotros os perseguirán, porque no es el discípulo más que su maestro.
16. Mas cuando venga el Espíritu de consuelo acusará al mundo.
17. Y si antes tuvisteis tristeza, entonces tendréis gozo.
18. Y dio paz Jesús a sus discípulos y les prometió que, siguiendo su ejemplo, vencerían al mundo.
19. Y alzando los ojos al Padre, pidió que lo glorificase, y que hiciese a los discípulos unos con él, como él era uno con el Padre.
20. Y tras de haber entonado el himno, fueron a Getsemaní, tras el arroyo de los Cedros. Y Judas sabía el lugar.
21. Y tomó a Pedro y a los hijos de Zebedeo y empezó a angustiarse.
22. Y su alma estaba triste hasta la muerte, y se alejó y oró.
23. Y pidió a su Padre que apartase aquel cáliz, si era posible; mas si no, que se hiciese su voluntad.
24. Y yendo a sus discípulos, los halló dormidos, y les recomendó velar y orar, para no caer en la tentación.
25. Porque el espíritu estaba presto, mas la carne era frágil.
26. Y en su angustia, sudaba como sangre.
27. Mas una voz del cielo lo confortó.
28. Y sobrevino Judas con una tropa de ministriles de los pontífices y los fariseos.
29. Y dijo Jesús a los discípulos: Dormid ya y descansad.
30. Y preguntando a quién buscaban, y diciendo que a Jesús Nazareno, repuso: Yo soy.
31. Y cayeron por tierra. Mas, acercándose ludas, lo llamó maestro y lo besó.
32. Y éste era el signo convenido con los judíos.
33. Y entonces, lo apresaron y ataron.
34. Y Pedro, que tenía espada, hirió a Malco, criado del Pontífice, y le cortó la oreja derecha.
35. Mas Jesús se la sanó, y dijo a Pedro que quien a hierro mata a hierro ha de morir.
36. Y preguntó a los que lo prendieron que por qué iban a él armados, como si fuese ladrón, a pesar de que siempre estaba en el templo enseñando públicamente.
37. Mas que aquella era su hora y la de las potencias de las tinieblas.
38. Y los discípulos se salvaron huyendo, y los esbirros llevaron a Jesús ante Anás, suegro del Sumo Pontífice Caifás.
39. Y entonces le preguntaron de sus discípulos y de su doctrina, mas él dijo: Preguntad a los que la oyen.
40. Y un criado del Pontífice le dijo que cómo contestaba así y lo abofeteó.
41. Empero replicó Jesús: Si he hablado mal, testimóniamelo. Y si bien, ¿por qué me hieres?
42. Y lo llevaron ante Caifás, y presentaban falsos testigos, mas no se concertaban sus testimonios.
43. Y dijo el Pontífice: ¿Eres el Cristo?
44. Contestó Jesús: Tú lo has dicho.
45. Y aun os digo que veréis al Hijo del hombre viniendo en las nubes del cielo.
46. Entonces el Pontífice rasgó sus vestiduras y Jesús fue condenado a muerte.
47. Y le taparon la cabeza, y lo escupían, y le pegaban, diciéndole: Profetiza quién te dio.
48. Y, estando Pedro en el patio de Anás, le preguntaron si era de sus discípulos y lo negó.
49. Y dos veces volvió a negarlo en el patio de Caifás.
50. Y cantó entonces el gallo y Pedro recordó las palabras de Jesús.
51. Y salió afuera y lloraba.
Jesús en el Pretorio
XV 1. Y llevaron los judíos a Jesús al Pretorio, mas no entraban, por no contaminarse antes de comer la Pascua.
2. Y viendo Judas que lo condenaban, arrojó en el templo los treinta dineros.
3. Y por ser precio de sangre, compróse con ello un campo para sepultar a los forasteros.
4. Y habiéndole llevado a Pilatos, acusaban los judíos a Jesús.
5. Y decían que subvertía al pueblo y que prohibía dar tributo al César.
6. Y oyendo Pilatos a Jesús en secreto, no halló culpa en él y quiso absolverlo.
7. Y, enterado de que Jesús predicaba en Galilea, lo envió a Herodes el tetrarca, que estaba en Jerusalén, por ser de su jurisdicción.
8. Y Herodes, con sus gentes, se burló de él y le mandó poner, por escarnio, una veste blanca y lo devolvió a Pilatos.
9. Y, por ser costumbre perdonar a un culpado en la Pascua, quiso Pilatos perdonar a Jesús.
10. Mas, habiendo indicado su Proyecto a los judíos, ellos le pidieron que librase a Barrabás, que era homicida.
11. Y decían que crucificase al Cristo.
12. Y los soldados de la guardia lo desnudaron, y lo azotaron, y lo golpearon, y lo hirieron y, por burla, lo llamaban rey de los judíos.
13. Y Pilatos salió a éstos, y les dijo que Jesús estaba ya muy castigado y que tuviesen piedad de él. Porque también su mujer había soñado con Jesús.
14. Mas los judíos pedían que lo crucificase, y que si no, era enemigo del César.
15. Y Pilatos se lavó las manos, para quedar limpio de aquella sangre.
16. Y lleváronse a Jesús para crucificarlo.
Jesús en el Calvario
XVI 1. Y lo sentenciaron a ser ejecutado entre dos ladrones.
2. Y Simón Cirineo le llevaba la cruz.
3. Mas iba tras él mucha gente y mujeres que lloraban.
4. Y dijo Jesús que no llorasen sobre él.
5. Sino sobre Jerusalén, porque vendría hora en que fuesen felices las estériles.
6. Y lo crucificaron en el Calvario, entre los dos ladrones.
7. Y uno, acudiendo a Jesús, le pidió que se acordase de él cuando estuviese en su reino.
8. Y Jesús le prometió que estaría con él en el Paraíso.
9. Y Pilatos había mandado poner a Jesús un cartel que repugnaba a los judíos.
10. Porque decía en latín, y en griego, y en hebreo:
Jesús Nazareno, rey de los judíos.
11. Y los soldados repartieron sus vestiduras, según la profecía.
12. Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre María y su discípulo Juan.
13. Y él dijo: Mujer, he ahí a tu hijo. Y a Juan: He ahí a tu madre.
14. Y luego clamó: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?
15. Y oyéndolo gritar, le ofrecieron una esponja con vinagre.
16. Y Jesús, inclinando la cabeza sobre el pecho, exclamó: En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu. Y expiró, dando una gran voz.
Prodigios que acompañaron la muerte del Crucificado. Su sepultura
XVII 1. Su muerte fue seguida de prodigios. Porque el sol se oscureció, las estrellas temblaron, y se rasgó el velo del templo.
2. Y se quebraron las piedras, y se abrieron los sepulcros, y hubo resurrecciones.
3. Y el centurión que había allí dijo: Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios.
4. Y los judíos rogaron a Pilatos que mandase sepultar a los condenados, porque sus cuerpos no estuviesen el sábado en la cruz.
5. Y quebraron las piernas a los ladrones. Mas, como Jesús se hallaba ya exánime, le dieron una lanzada, y salió sangre y agua.
6. Y el decurión José pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús para darle sepultura.
7. Y él y Nicodemo lo ungieron y lo perfumaron con más de cien libras de mirra y de áloe.
Resurrección y ascensión de Jesús
XVIII 1. Vinieron los judíos a Pilatos, pidiéndole poner guardias en el sepulcro y tapar la puerta y sellarla.
2. Para que no vinieran los discípulos y robaran el cuerpo y dijeran que había resucitado.
3. Mas al tercer día hubo como un gran terremoto, y el Señor resucitó, y dos ángeles refulgentes apareciéronse ante los guardias, y los guardias cayeron a tierra como muertos.
4. Mas los judíos sobornaron a los soldados para que dijesen que el cuerpo de Jesús había sido robado por la noche.
5. Y María Magdalena y Salomé iban al sepulcro para ungir y aromar el cuerpo del Señor.
6. Y hallaron la piedra de la puerta movida, y que no estaba el cuerpo del Señor.
7. Y en esto se aparecieron dos ángeles, y les dijeron que el Señor había resucitado, y que fuesen a predicar a los discípulos a Galilea.
8. Porque el Señor había predicho su muerto y su resurrección.
9. Y ellas lo dijeron a los discípulos, que no les creyeron.
10. Mas yendo Pedro y Juan al sepulcro, vieron que las mujeres decían verdad.
11. Y estando María Magdalena cerca del sepulcro, aparecióse a ella el Señor, por primera vez.
12. Y yendo a Emmaús, se apareció a dos de sus discípulos.
13. Y les explicó desde Moisés todas las Escrituras.
14. Y después, estando una tarde reunidos los discípulos con las puertas cerradas, se apareció Jesús y les deseó paz.
15. Y, como ellos se maravillasen, les mostró los agujeros de sus manos y de sus pies.
16. Y, porque si fuera Espíritu no comería, comió con ellos miel y pescado.
17. Y les explicó el sentido de las Escrituras, y de la Ley, y de los salmos.
18. Y les explicó cómo profetizaban al Cristo, y su muerte, y resurrección al tercer día.
19. Y les envió a predicar el Evangelio a los gentiles y la remisión de los pecados.
20. Y los discípulos sintieron grande gozo.
21. Y otra vez les dio paz, y dijo que él los enviaba a ellos, como el Padre a él.
22. Y luego les insufló el Espíritu Santo.
23. Y ocho días más tarde, estando los discípulos con las puertas cerradas, se apareció y los deseó paz.
24. Y Tomás, que dudaba, porque antes estaba ausente, vio la herida del costado de Cristo, y sus manos y pies agujereados, y creyó.
25. Y otro día, pescando los discípulos en el Tiberíades, se manifestó.
26. E hizo a Pedro confesarle tres veces su amor, y le dio orden de que apacentase sus ovejas.
27. Y luego los discípulos fueron a Galilea, a un monte que les había indicado el Señor, y lo adoraron.
28. Y les dijo que toda potestad les era dada.
29. Y que fuesen y bautizasen a los gentiles, y que anunciasen el Evangelio y el perdón de los pecados.
30. Y que echasen demonios, y curasen enfermos, y en su nombre predicasen.
31. Y he aquí que, cuando el Señor los hubo adoctrinado, se iba al cielo.
32. Y fue en él recibido y se sentó a la diestra de Dios.
33. Y los discípulos fuéronse, y andaban predicando por todas partes.
34. Y el Señor obraba con ellos y hacían señales en su nombre.
35. Y confirmaban sus palabras con las obras que se seguían.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
(Armonía de los evangelios canónicos)
Acontecimientos que precedieron y que siguieron al nacimiento de Jesús
I 1. En el principio era el Verbo, por el que fue hecho todo.
2. José desposó a la virgen María, y el arcángel Gabriel se le apareció, y le anunció su próxima preñez, que se produciría por modo sobrenatural.
3. Y José no la conoció, mientras no dio a luz.
4. Y Octavio Augusto mandó hacer un censo de todo el Imperio Romano.
5. Y José era de Bethlehem, la ciudad de David, y fue allí a empadronarse, porque era de la casa de aquel rey.
6. Y, estando allí, la virgen parió al Cristo.
7. Y los ángeles del cielo lo anunciaron por la noche a los pastores que cuidaban de los ganados.
8. Y unos magos de lejanas tierras vinieron a asistir a su nacimiento.
9. Y, pasados los ocho días, el niño fue circuncidado y lo llamaron Jesús.
10. Y una estrella condujo a los magos a Jerusalén.
11. Y comunicaron a Herodes que había nacido el rey de los judíos.
12. Y Herodes juntó consejo de príncipes y escribas para saber dónde nacería y le dijeron que en Bethlehem.
13. Y los magos adoraron a Jesús en aquella villa.
14. Y un justo llamado Simeón y Ana, profetisa, hija de Phanuel, vinieron al templo y predicaban de Jesús.
15. Y Herodes pensó en su ánima matar a todos los niños de la edad de Jesús en Nazareth.
16. Mas un oráculo advirtió a José que huyese a Egipto.
17. Y todos los niños pequeños fueron degollados.
18. Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu.
19. Y estuvieron siete años en Egipto, hasta que Herodes murió.
20. Y, cuando José lo supo por aviso del cielo, volvió a Nazareth, su patria.
Infancia de Jesús. Aparición de Juan el Bautista
II 1. Y, cuando Jesús tenía doce años, subieron sus padres a Jerusalén.
2. Y he aquí que lo encontraron en el templo, hablando con los doctores de la Ley de los asuntos de su Padre.
3. Y, habiendo vuelto a su casa, estaba sometido a sus padres.
4. Y he aquí que vino palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, precursor de Cristo, el cual predicaba.
5. Y predicaba el arrepentimiento y la vida austera, y bautizaba.
6. Y los judíos, viéndolo en la verdad, pensaban primero si sería el Cristo.
7. Mas Juan vaticinó del Cristo, porque venía como su mensajero.
Bautismo de Jesús. Muerte de Juan
III 1. Y Jesús llegó de Galilea para ser bautizado en el Jordán.
2. Y, al salir del agua, se oyó una voz del Padre celestial, diciendo: Este es mi Hijo dilecto, en quien me complazco.
3. Y, después de esto, fue llevado al desierto cuarenta días, para ser tentado del diablo.
4. Y Juan dijo de Jesús: Es el cordero de Dios, que quita los delitos del mundo.
5. Y los primeros que siguieron a Jesús fueron Simón Barjona y su hermano Andrés.
6. Mas luego Jesús llamó también a Felipe.
7. Y, estando en unas bodas, trocó el agua en vino.
8. Y, bajando a Jerusalén, arrojó del templo a los mercaderes.
9. Y, habiendo pasado una noche entera Simón Pedro sin pescar nada, por la palabra de Jesús tuvo una pesca copiosa y se llenó de asombro.
10. Y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy pecador.
11. Y los discípulos de Juan fueron a decirle que los de Jesús bautizaban.
12. Y les contestó: A él conviene crecer y a mí menguar.
13. Porque quien del cielo viene es sobre todos.
14. Y Herodes, por cuanto Juan le reprendía un vínculo ilícito, le hizo cortar la cabeza.
15. Y, oyéndolo Jesús, que estaba en Galilea, se fue a los confines de Zabulón y de Nephtalim.
16. Y predicaba la penitencia y el reino de los cielos.
Jesús elige doce discípulos y empieza a hacer milagros
IV 1. Y Jesús hacía milagros y evangelizaba.
2. Según dijo Isaías: El Espíritu Santo es sobre mí, para predicar a los pobres.
3. Y muchos se congregaban y lo seguían.
4. Y entonces eligió doce discípulos.
5. Y, subiendo a un monte, les propuso las diversas fórmulas de las bienaventuranzas.
6. Y dio a los que predicasen su doctrina facultad de curar enfermos y de arrojar demonios.
7. Y solícitamente instruía a la muchedumbre, cuando descendió al campo desde el monte.
8. Y su doctrina era milagrosa e iba en bien de los míseros. Y curaba a los leprosos.
9. Y curó la parálisis del fámulo de un centurión.
10. Y, llegando a las puertas de la ciudad de Nain, resucitó a uno que llevaban a enterrar.
11. Y su fama se extendió por toda la Siria.
12. Y no sólo hacía estos beneficios, sino que también libró a una pecadora de los fariseos, y la absolvió.
13. Y, siguiéndole muchos, les dijo que para seguirlo era preciso renunciar a todos los afectos terrenos.
14. Y que no esperasen fortuna, porque el Hijo del hombre no tenía ni almohada en que reposar su cabeza.
15. Y, pidiéndole uno licencia para, antes de seguirlo, ir a enterrar a su padre, le dijo: Deja que entierren los muertos a sus muertos.
16. Y a otro, que antes de seguirlo quería ir a despedirse de su casa, le dijo que no era buen sembrador quien, puesta ya la mano en el arado, volvía la vista atrás.
17. Y, viniendo al país de los gergesenos, en una barca, hubo gran temporal, mientras él dormía.
18. Y él hizo cesar la tempestad.
19. Y, llegado a puerto, libró a un endemoniado de un tropel de espíritus inmundos, y les permitió alojarse en una manada de puercos.
20. Y, llegando a Cafarnaum, curó a un paralítico, por su mucha fe.
21. Y, viendo al publicano Mateo, lo llamó a las funciones apostólicas.
22. Al pasar para Galilea por Samaria, entabló coloquio con una mujerzuela, que era pecadora.
23. Y ella sabía que vendría el Mesías, que llamaban el Cristo.
24. Y, llegando a Caná de Galilea, vino a él un notable de la ciudad que tenía un hijo moribundo, y fue sano.
25. Y, entrando en la casa de Leví, le reprendieron los fariseos, porque andaba con publicanos.
26. Y dijo Jesús: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
27. Y le dijeron los fariseos que por qué sus discípulos no ayunaban, y no hacían sacrificios, como los de Juan.
28. Contestó él: ¿Pueden los que están de bodas no comer y beber, mientras esté presente el esposo?
29. No se ha de poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo.
30. Ni echar vino nuevo en viejos odres.
31. Mas los fariseos calumniaban al Cristo.
32. Y decían que debía hacer signos. Y él, conociendo su maldad, díjoles:
33. Generación insensata, yo no necesito más signo que el de Jonás.
34. Que tres días estuvo en el vientre de la ballena.
35. Nínive acusará a esta generación, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás.
36. Y la reina del Austro os dio ejemplo, cuando vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón.
37. Porque, cuantas veces el espíritu inmundo sale del hombre y vuelve, trae otros espíritus y sus últimas cosas son las peores.
38. Y, oyéndolo, una mujer dijo: Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron.
39. Mas él dijo: Bienaventurados los que sigan la palabra de Dios y la guarden.
40. Y, predicando un día, le dijeron que su madre y hermanos estaban fuera, y que querían verlo.
41. Mas él los reprendió, diciendo que su madre y hermanos eran quienes hicieren la voluntad divina.
Resurrección de la hija de Jairo y expulsión de demonios
V 1. Y, confirmando el Señor sus milagros, resucitó a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga.
2. Y expulsó muchos demonios y la gente estaba llena de admiración.
3. Y entonces dijeron los fariseos que echaba los demonios en nombre de Beelzebuh.
4. Y él les contestó que quien da buenas cosas tiene buen tesoro, y que quien las da malas mal tesoro tiene.
5. Porque decía: El buen árbol da buenos frutos.
6. Y de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta a Dios en el día del juicio.
Maquinaciones de los enemigos de Jesús
VI 1. Y, entrando Jesús en casa de Marta, andaba ésta ocupada.
2. Mas su hermana María, sentada a los pies de Jesús, oía su palabra.
3. Y, como Marta se quejase de esto, dijo Jesús: Déjala. Ella eligió la parte mejor.
4. Y designó Jesús otros setenta y dos discípulos para que predicasen el Evangelio.
5. Y para que lo precediesen e hiciesen beneficios de salud.
6. Porque los potestó para sanar enfermos y para echar fuera demonios.
7. Y vinieron gozosos los discípulos, diciendo que los demonios les obedecían, en su nombre.
8. Y él contestó: Vi a Satanás como un rayo que caía del cielo.
9. Gracias, Padre benigno, porque has dado a estos emisarios los conocimientos celestes que niegas a los grandes.
10. Mas los fariseos procuraban ver de sorprender al Cristo en alguna cosa.
11. Y un sábado iban por los sembrados, y recogían espigas, y las comían.
12. Y, diciéndole los fariseos que era impío, les puso Jesús el ejemplo de David, que comió los panes de la proposición, porque tenía hambre.
13. Había, pues, un sábado en la sinagoga un hombre que tenía seca la mano derecha.
14. Y él preguntó: ¿Es lícito hacer beneficio en sábado?
15. Y, como lo sanó, dijo: Porque ninguno de vosotros, si una res, en sábado, se le cae al pozo, dejará de sacarla.
16. Y entonces buscaban ocasión de perder a Jesús.
17. Y él fue a un monte a orar, y se pasó la noche en oración.
18. Y después de esto les propuso la parábola del sembrador, que, sembrando, arrojó simiente en tierra, y en piedra y en espinas.
19. Y lo que cayó en buena tierra, fructificó; mas lo que cayó fuera, pereció.
20. Y les dijo del grano de mostaza, que es la simiente más pequeña y el árbol mayor.
21. Y les habló del fermento que la mujer mezcló con harina.
22. Y, diciendo esto a la gente, explicaba a los discípulos las parábolas de los misterios superiores.
23. Les habló, pues, del tesoro escondido en el campo, y del mercader que vendió todas sus perlas para comprar una sola de gran valor.
24. Y en sus palabras les ponderaba la sublimidad del reino de los cielos.
25. Y les enseñó claramente la parábola de la cizaña.
Imprecaciones de Jesús contra los fariseos
VII 1. Y, yendo Jesús a su patria, no pudo enseñar con gusto, por ser esto común a los profetas, que no suelen en su patria ser glorificados.
2.Y por la incredulidad de ellos hizo pocos milagros.
3. Mas el tetrarca Herodes, oyendo la fama de Jesús, creyó que era Juan que había resucitado y deseó verlo.
4. Jesús, por entonces, estando en un sitio desierto con una gran multitud, le dio de comer con sólo cinco panes y dos peces.
5. Y, viéndolo, muchos lo juzgaron digno de ser hecho príncipe.
6. Mas no tenía ambición, y por ello huyó a un monte, y oró toda la noche.
7. Y sus discípulos estaban en el mar, y una tempestad los agitaba.
8. Y en medio de ella, Jesús fue a sus discípulos andando sobre las olas.
9. Mas ellos disputábanle por espectro.
10. Y hablándoles Jesús, Pedro tuvo fe en él, y anduvo sobre el agua, mas, cuando sintió incredulidad, se sumergía.
11. Y el Señor mandó al viento y entró en la nave.
12. Y vinieron a tierra de Genezareth.
13. Y allí acudían los enfermos, y, tocando la orla de su vestidura, quedaban sanos.
14. Empero cuando oyeron que Jesús hablaba de darles su carne y su sangre a modo de pan celestial, muchos huyeron de él.
15. Mas Pedro dijo que lo seguiría, porque sus palabras eran de vida eterna.
16. Y, habiendo llamado un fariseo a comer a Jesús, se escandalizó de verlo comer sin lavarse antes.
17. Mas dijo él: Necios, ¿observáis las tradiciones y la caridad de Dios no observáis?
18. Vosotros diezmáis la menta y los demás productos, mas no sois justos.
19. Hipócritas, que amáis los primeros sitios en las sinagogas y que hacéis culto de las fórmulas externas.
20. Sois como sepulcros blanqueados.
21. Y sustraéis, so pretexto de oblación, los socorros a los valetudinarios, con falsa doctrina.
22. Mas toda planta que mi Padre no plantó será desarraigada.
23. Ya lo profetizó Isaías: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está alejado de mí.
24. Nada exterior al hombre lo puede contaminar, mas sí lo interior.
25. Porque el corazón es la oficina de que salen el adulterio, y la fornicación, y el homicidio, y el hurto.
26. Y el dolo, y la impostura, y la impudicia, y la necedad, y la soberbia.
27. Mas todo os será quitado si a vuestros hermanos hacéis limosnas.
El milagro de los panes y los peces. La transliguración
VIII 1. Y Jesús, desde Judea, fue a Tiro y Sidón.
2. Y a una mujer cananea, que llegó con su hija, la cual estaba endemoniada, la atendió por su mucha fe.
3. Y curó ciegos, y cojos, e imbéciles, y valetudinarios.
4. Y el pueblo, con gran admiración, venía a sus pies.
5. Y curó también a un sordomudo.
6. Y viniendo a Decápolis, hizo hablar a los mudos y oír a los sordos.
7. Y, yendo a las Pascuas de Pentecostés, en Jerusalén, había junto a la piscina un hombre que llevaba enfermo cuarenta años.
8. Y, como lo hubiera sanado, dijeron los fariseos: Es sábado
9. Mas dijo Jesús: Yo obro, porque en mí obra mi Padre.
10. Escudriñad las Escrituras en que esperáis vida eterna.
11. Y veréis que atestiguan de mí.
12. Y enviasteis a Juan y dio testimonio de mí.
13. Mas no quiero glorificación, porque sólo a Dios gloria procede.
14. Y, pasando la mar de Galilea, en un lugar solitario dio de comer a cuatro mil hombres con siete panes y unos pocos pescados.
15. Y vino a Dalmanutha.
16. Y aconsejaba huir de la levadura de hipocresía de los fariseos.
17. Fue después a las partes de Cesárea de Filipo.
18. Y dio a Pedro las llaves del reino de los cielos, prometiéndole sobre él fundar su iglesia.
19. Y que las puertas del infierno no prevalecerán contra él.
20. Entonces comenzó a decir que sufriría grandes fatigas, y que sería muerto por resolución de los escribas y de los príncipes de Judea.
21. Y Pedro, oyéndolo hablar de muerte, lo increpó.
22. Mas dijo Jesús: Apártate de mí, Satanás.
23. Porque no sabes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
24. Y quien quiera complacerme deje todo humano afecto, y cargue con su cruz, y sígame.
25. ¿De qué valdrá al hombre granjearse el mundo, cuando el Hijo venga con los ángeles en la gloria de su Padre y a cada uno pague según sus obras?
26. Porque en verdad os digo que algunos de los que hay aquí no morirán sin ver al Hijo del hombre venir en toda su gloria.
27. Y, habiendo subido a un monte alto, iban con él Pedro, y Juan, y Jacobo.
28. Y vieron venir una luz deslumbrante, y a Elías y Moisés hablar con Jesús.
29. Y la voz del Padre celeste dijo: He aquí mi Hijo amado, en el que me complazco.
30. Y con esta visión fueron en gran gozo los apóstoles.
31. Y, habiendo presentado un lunático a ellos, no lo pudieron sanar.
32. Mas Jesús vino y lo curé. Y les dijo: No lo curasteis por vuestra incredulidad.
33. Y viniendo a Cafarnaum, les exigieron el tributo.
34. Y Pedro pescó un pez, que tenía dentro un estateco, que son cuatro dracmas. Y fue el primer pez que pescó aquel día.
35. Y por entonces le preguntaron los discípulos quién tendría más honra y más gloria en el reino de los cielos.
36. Y, tomando Jesús a un niño, le puso en medio, y dijo que era preciso, para que fuesen perdonados los pecados, hacerse como niños.
37. Y les contó la parábola de las cien ovejas y de la oveja perdida.
38. Y la de la dracma que se perdió y que se encontró con gran gozo.
39. Y expresó la máxima indulgencia de nuestro Padre con la parábola del hijo pródigo, el cual fue recibido con gozo, y al que le puso su padre un anillo, e hizo en su honor gran festín.
40. Y les dijo que, cuando recibiesen ofensa de su hermano, procurasen benignamente arreglarlo a solas.
41. Y que llevasen, si no conseguían nada, dos árbitros, y si tampoco, que lo llevasen a la asamblea.
42. Y, habiéndole preguntado Pedro si había de perdonar hasta siete veces a su hermano, contestó que no siete, sino setenta veces siete.
43. Porque, si no somos clementes, no lo será con nosotros Dios.
44. Y explicó la parábola del rey que condonóuna deuda a su siervo.
45. Y viendo que el siervo no fue con su consiervo igualmente clemente, le condenó.
Enseñanzas y parábolas de Jesús
IX 1. Terminados estos sermones, pasó Jesús al otro lado del Jordán y enseñaba y curaba a los enfermos.
2. Y queriendo perderlo, preguntaron capciosamente los fariseos qué había de hacerse para repudiar a la mujer.
3. Mas dijo Jesús: Moisés, por la dureza de vuestro corazón, os mandó, para divorciaros, dar carta de repudio.
4. Mas nunca, sino por fornicación, es el repudio lícito.
5. Y, diciéndole algunos que era entonces preferible el celibato, dijo Jesús: Los que puedan castrarse por el reino de los cielos tendrán gracia.
6. Y unas madres le trajeron unos niños para que les impusiese la mano.
7. Y como los apóstoles lo prohibiesen, los reprendió Jesús. Y les dijo que de tales como aquéllos era el reino de los cielos.
8. Entonces le contaron cómo Pilatos había mezclado con sus sacrificios la sangre de unos galileos.
9. Y dijo Jesús: ¿Creéis por ello que son más pecadores que los demás?
l0. ¿Ni que eran más pecadores que los otros los doce que aplastóla torre de Siloé?
11. Y les contó la parábola del padre de familia que quiso cortar la higuera que no daba fruto, a pesar de pedirle el vendimiador que aún no la cortase.
12. Y, enseñando un sábado en la Sinagoga, vino una mujer que hacía dieciocho años tenía demonio y la sanó.
13. Y enojóse el príncipe de la Sinagoga, y le dijo que no hiciese aquello en sábado.
14. Respondió Cristo: Cada uno desata su buey en sábado y lo lleva a beber.
15. Y a esta hija de Abraham, que hacía dieciocho años estaba ligada al demonio, convino librarla hoy de sus ligaduras.
16. Y así avergonzaba a los fariseos.
17. Y le dijeron: Vete, porque Herodes te quiere matar.
18. Mas contestó Jesús, que conoció su perfidia: Id y decid a ese zorro: Hoy y mañana expulso demonios, y hago salud, y al tercer día consumado soy.
Nuevas enseñanzas y parábolas
X 1. Y Jesús conocía la malevolencia de ellos.
2. Mas, al llegar la fiesta de los Tabernáculos, fue a Jerusalén.
3. Y las gentes hablaban de él de distintas maneras.
4. Porque unos creían bueno lo que Jesús predicaba, mas decían otros que era un impostor.
5. Y, alzándose, Jesús repuso: No es mía mi doctrina, sino del Padre, que me envió.
6. Y se admiraban al oírlo de que supiera letras, sin haberlas aprendido.
7. Y, dentro de sí, querían sus enemigos ajusticiarlo.
8. Y mandaron a prenderlo, mas ninguno le puso mano encima, porque aún no había llegado su hora.
9. Y vino a Jesús un hombre para que dijese a su hermano que repartiesen la herencia.
10. Mas Jesús le contestó que no le competía juicio de tal clase.
11. Y, aconsejando a las gentes que huyesen de la avaricia, les expuso la parábola del que, cuando había juntado mucho, vinieron en la noche por su alma.
12. Y, hablando otra vez en el templo, como dijese a los judíos que eran hijos del diablo, y no de Abraham, quisieron apedrearlo.
13. Y lo llamaban endemoniado y samaritano.
14. Y curó luego a un ciego de nacimiento, que mendigaba.
15. Y, llegando a Jesús un mancebo, le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para conseguir la vida eterna?
16. Mas Jesús le dijo que nadie era bueno, sino Dios.
17. Y añadió, viendo que el mancebo le aseguraba que cumplía los preceptos, que sólo le faltaba vender sus bienes y darlos a los pobres. Y él se fue contrito, porque era rico.
18. Y dijo Jesús: En verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos.
19. Y Pedro dijo a Cristo que ellos lo habían abandonado todo por él y él les prometió que les sería dado ciento por uno.
20. Propúsoles entonces la parábola del rico y de Lázaro el pobre.
21. Lázaro había pasado en la vida hambre y dolores, y deseaba recoger las migajas de la mesa del rico. Mas cuando fueron muertos, vio el rico, desde el infierno, donde sufría penas acerbísimas, a Lázaro en el seno de Abraham.
22. Y les habló de la parábola del administrador deshonesto, que, por granjearse el apoyo de los administrados de su señor, les rebajó sus cuentas, cuando fue despedido, y a quien, a pesar de ello, alabó el señor.
23. Igualmente les habló del cabeza de familia, que, para trabajar en su viña, contrató en distintas horas a varios operarios y luego les pagó lo mismo a todos.
24. Y, entrando un sábado en casa de un fariseo, curó a un hidrópico.
25. Y entonces habló de que quien era invitado a comer no sea el primero en sentarse, por si hubiera otros de más honor.
26. Y que, cuando se hiciese, se convidase a los desgraciados, para obtener recompensa en la resurrección de los justos.
Jesús en Jerusalén y en Bethania. Profecías hechas a los discípulos sobre su suerte futura
XI 1. Y a fines de año se celebraba la fiesta de la Dedicación.
2. Y Jesús andaba por el portal de Salomón, en el templo.
3. Y lo rodearon los judíos y exigían que les dijese si era el Cristo.
4. Y respondió Jesús: Ya os lo he dicho, y mis obras lo atestiguan.
5. Porque el Padre y yo somos una misma cosa.
6. Y agarraron piedras para lapidarlo, mas él huyó, y se fue.
7. Y estaba tras el Jordán, cuando vinieron a avisarle que Lázaro había muerto.
8. Y dijo a sus discípulos que Lázaro dormía, significándoles así su defunción.
9. Y, viniendo a Bethania, halló que Lázaro llevaba sepultado hacía cuatro días.
10. Y a los que estaban dijo: Yo soy la resurrección y la vida.
11. Porque el muerto vivirá, si cree en mí, y quien crea en mí no morirá eternamente.
12. E hizo salir a Lázaro del sepulcro en que llevaba cuatro días.
13. Y muchos judíos entonces creyeron en él.
14. Y los fariseos juntaron consejo, porque veían que Jesús hacía muchos signos.
15. Y Caifás, el pontífice, lo sentenció, y todos buscaban cómo prenderlo.
16. Y por esto el Señor fuese a Efraim, junto al desierto, y se estaba allí, con sus discípulos.
17. Y, yendo después a Jerusalén, pasaba por Galilea y por Samaria.
18. Y vio venir de lejos a diez leprosos, y los curé, y los envió a los sacerdotes.
19. Mas, no habiendo sido admitidos en una ciudad Samaritana, Juan y Jacobo le pidieron que se vengase, haciendo bajar sobre ella fuego del cielo, como Elías.
20. Y él les advirtió: No tenéis el espíritu del cielo, que es benignidad, y mansedumbre, y paciencia.
21. Y les dijo en secreto: He aquí que subimos a Jerusalén.
22. Para que el Hijo del hombre sea entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y para que sea condenado y azotado y llevado a la cruz.
23. Y al tercer día resucitará de entre los muertos.
24. Y la madre de los hijos de Zebedeo vino a pedirle que ellos tuvieran un primer lugar en el reino del cielo.
25. Y Jesús les habló entonces del cáliz que había de beber, y de la pena de cruz.
26. Y los aconsejó según su ejemplo, que ponía su vida por los demás.
Nuevos viajes a Jerusalén
XII 1. Camino de Jerusalén, pasaba Jesús por Jericó.
2. Y el publicano Zaqueo le ofreció devolver cuanto debiese, cuadruplicado, y dar la mitad de sus bienes a los pobres, y Jesús paró en su casa.
3. Porque decía: En verdad que él también es hijo de Abraham.
4. Y llegándose ciegos a él, a grandes voces pedían que los sanase y los curó.
5. Y parando en Bethania en casa de Simón el leproso, vino Marta a servir.
6. Y su hermana María quebró un vaso de alabastro lleno de ungüento precioso sobre la cabeza del Señor, para ungirlo.
7. Y los discípulos murmuraban de aquel dispendio, que podía haberse dado a los pobres.
8. Y dijo Jesús: Siempre tendréis pobres entre vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
9. Dejad a esta mujer, que ha guardado esto para mi sepultura.
10. Y llegando a Bethfagé, mandó Jesús tomar un pollino para entrar sobre él en Jerusalén.
11. Y muchos niños y gentes lo recibían con aclamaciones, y lo saludaban con ramas de árbol.
12. Diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel!
13. Y llegando a la ciudad, lloró sobre ella.
14. Porque sabía que sería destruida por los romanos Vespasiano y Tito.
15. Y entrando en Jerusalén, decían: ¿Quién es éste que llega así?
16. Y, yendo al templo, echó fuera a los que negociaban allí.
17. Y devolvió la vista a muchos ciegos y curó a muchos cojos.
18. Y dijo a los judíos que él derribaría y restauraría en tres días el templo.
19. Y viendo Jesús a una viuda pobre echar dos monedas pequeñas en el gazofilacio, dijo que aquella ofrenda era la mayor.
20. Entonces contó a la gente la parábola del publicano humilde y del fariseo jactancioso ante Dios.
21. Y dijo que el publicano sería justificado antes que el fariseo.
22. Y como era tarde, fuese a Bethania.
23. Y Nicodemo fue a verlo de noche, y hablaron de los secretos celestiales.
24. Y dijo Jesús que quien creyera que él era el Cristo no perecería, sino que tendría vida eterna.
25. Y volviendo a Jerusalén, tuvo hambre.
26. Y llegándose a una higuera, y hallando que no tenía frutos, la maldijo.
27. Y la higuera se secó.
28. Y estando en el templo, trajeron los escribas fariseos una mujer tomada en adulterio,
29. Y Jesús, absolviéndola, dijo que él no había venido a abrogar la ley de Moisés.
30. Mas que, siendo todos pecadores, no había de aplicarse la ley a una sola infeliz.
31. Y, llegando unos gentiles, pidieron a Andrés y a Felipe que les enseñase a Jesús.
32. Y dijo Jesús: He aquí que llega la hora en que será glorificado el Hijo del hombre.
33. Y se volvió a Bethania.
34. Y, viendo los discípulos la higuera seca, sintieron gran admiración.
35. Mas el Señor les dijo que conseguirían todo lo que pidiesen con fe y con perseverancia.
36. Y a este propósito les contó la parábola del juez injusto.
37. Que no temía a Dios ni a los hombres, mas siendo muy insistido por una viuda, le hizo justicia, por librarse de ella.
38. Y, viniendo al templo, le dijeron los sacerdotes: ¿Con qué autoridad enseñas?
39. Y Jesús les contestó preguntándoles: El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres?
40. Y, al referirles que los publicanos y las meretrices serían preferidos a los incrédulos, les relató la parábola del padre que mandó a sus dos hijos a trabajar en la viña.
41. Y uno dijo: No quiero y fue. Y otro dijo: Iré y no fue.
42. Después contó la parábola del hombre que envió a cobrar a los colonos los frutos de su viña.
43. Y, habiendo matado a los que envió, fue y condenó a los colonos.
44. Porque la piedra que rechazaron los que edificaban quedó por cabeza de esquina.
45. Y quien sobre ella cayere será quebrantado.
46. Y también les contó la parábola del rey que celebró las bodas de su hijo.
47. Y querían los judíos ver de encontrarlo en algún error.
48. Y, sobornando los fariseos a unos discípulos, fueron con unos herodianos, para preguntarle si había de darse tributo al César.
49. Y él, viendo la inscripción de la moneda que le presentaban, dijo que la pagasen al César, pues suya era, y a Dios lo que se le ha de pagar.
50. Vinieron después unos saduceos, que no creen en la resurrección, y le presentaron argumentos.
51. Y dijo: El Dios de Abraham, e Isaac, y Jacob no es Dios de muertos, mas de vivos.
52. Y los doctores de la Ley le preguntaron cuál era el mandamiento primero, y dijo que amar al prójimo, después de Dios.
53. Y contó la parábola del hombre herido de ladrones, que abandonaron un levita y un sacerdote, mas del que tuvo caridad un samaritano.
54. Y, habiendo mandado los judíos prenderlo, no lo hicieron los ministriles, porque nunca habían a hombre alguno oído hablar como a él.
55. Y decía Jesús: Me buscaréis, y no me encontraréis.
56. Y muchos de la multitud creyeron en que Jesús era profeta y el Cristo.
57. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea? ¿No ha de venir de la casa de David, de la aldea de Bethlehem?
58. Mas Jesús preguntó a los fariseos: ¿De quién es hijo el Cristo?
59. Y le dijeron: De David.
60. Y él les hizo ver que entonces era absurdo que David, en los salmos, llamase Señor a su hijo.
61. Y entonces dijo Jesús a las gentes que, sobre la ley que Dios dio a Moisés, se habían sentado los escribas y los fariseos.
62. Porque cargaban a los hombres con pesos que ellos no llevaban.
63. Y amaban ser llamados maestros, no habiendo más maestro que el Padre que está en los cielos.
64. Y dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, que cerráis el reino de los cielos ante los hombres!
65. Porque andáis mar y tierra para hacer un prosélito, y meterlo en vuestras supersticiones.
66. He aquí a los ciegos que quieren ser guías de los ciegos.
67. Porque vertisteis la sangre de los profetas y los apóstoles.
Anuncio del juicio final
XIII 1. Saliendo Jesús del templo, mostrábanselo sus discípulos con admiración.
2. Y él exclamó: En verdad os digo que piedra sobre piedra no ha de quedar.
3. Y congregando a sus discípulos en el monte de los Olivos, les anunció el Anticristo.
4. Que vendría con guerras, y pestes, y hambres, y terremotos, según el vaticinio de David.
5. Mas que ni un cabello de sus cabezas perecería.
6. Y que habría portentos en el cielo, y en el mar, y en la luna, y en el sol, y en las estrellas.
7. Y que huyeran de la crápula, y del desorden, y de la ebriedad, para que el día no los sorprendiera desprevenidos, como el Diluvio halló a los hombres comiendo y bebiendo, mientras Noé se refugiaba en el arca.
8. Porque no se sabía cuándo vendría él con los ángeles en la luz del cielo.
9. Y les puso el ejemplo de los dos siervos, que uno veló y otro se descuidó mientras estaba fuera el amo de la casa.
10. Y añadió la parábola de las vírgenes, que unas tenían aceite en las lámparas, y otras no, para esperar al esposo.
11. También les habló del siervo inútil, que guardó lo que le dio su señor, sin ponerlo a producir.
12. Y de cómo serían separados los malos de los justos, como el pastor separa las ovejas de los carneros, para que fuesen los malos llevados al fuego y los justos llamados al reino celeste.
La última cena. Detención y condena de Jesús
XIV 1. Y los sacerdotes reunieron consejo para condenarlo y ofrecieron dinero a Judas para que se lo entregara.
2. Y el primer día de la fiesta, fue Jesús a comer en la ciudad la Pascua con los discípulos.
3. Y les lavó los pies, para darles ejemplo de modestia.
4. Y, tomando el pan, dijo: Comed, éste es mi cuerpo.
5. Y, dándoles vino, dijo: Bebed, ésta es mi sangre.
6. Y como les anunciase que sería entregado y muerto, dijo Pedro que lo seguiría a la cárcel y a la muerte.
7. Mas Jesús le predijo que lo negaría tres veces.
8. Y mandó que se amaran mutuamente, según él los había amado.
9. Y dijo: No os turbéis.
10. Porque yo voy a preparar lugar en que recibiros.
11. El que guarde mis mandamientos tendrá vida eterna y Dios os enviará el Espíritu consolador.
12. Mas el que en mí sea estéril será como pámpano sin fruto, que se echa a las llamas.
13. No he sido elegido de vosotros, sino yo os elegí.
14. Y el mundo os aborrecerá, para que se cumpla la profecía: Sin causa me aborrecieron.
15. Si a mí me persiguieron, a vosotros os perseguirán, porque no es el discípulo más que su maestro.
16. Mas cuando venga el Espíritu de consuelo acusará al mundo.
17. Y si antes tuvisteis tristeza, entonces tendréis gozo.
18. Y dio paz Jesús a sus discípulos y les prometió que, siguiendo su ejemplo, vencerían al mundo.
19. Y alzando los ojos al Padre, pidió que lo glorificase, y que hiciese a los discípulos unos con él, como él era uno con el Padre.
20. Y tras de haber entonado el himno, fueron a Getsemaní, tras el arroyo de los Cedros. Y Judas sabía el lugar.
21. Y tomó a Pedro y a los hijos de Zebedeo y empezó a angustiarse.
22. Y su alma estaba triste hasta la muerte, y se alejó y oró.
23. Y pidió a su Padre que apartase aquel cáliz, si era posible; mas si no, que se hiciese su voluntad.
24. Y yendo a sus discípulos, los halló dormidos, y les recomendó velar y orar, para no caer en la tentación.
25. Porque el espíritu estaba presto, mas la carne era frágil.
26. Y en su angustia, sudaba como sangre.
27. Mas una voz del cielo lo confortó.
28. Y sobrevino Judas con una tropa de ministriles de los pontífices y los fariseos.
29. Y dijo Jesús a los discípulos: Dormid ya y descansad.
30. Y preguntando a quién buscaban, y diciendo que a Jesús Nazareno, repuso: Yo soy.
31. Y cayeron por tierra. Mas, acercándose ludas, lo llamó maestro y lo besó.
32. Y éste era el signo convenido con los judíos.
33. Y entonces, lo apresaron y ataron.
34. Y Pedro, que tenía espada, hirió a Malco, criado del Pontífice, y le cortó la oreja derecha.
35. Mas Jesús se la sanó, y dijo a Pedro que quien a hierro mata a hierro ha de morir.
36. Y preguntó a los que lo prendieron que por qué iban a él armados, como si fuese ladrón, a pesar de que siempre estaba en el templo enseñando públicamente.
37. Mas que aquella era su hora y la de las potencias de las tinieblas.
38. Y los discípulos se salvaron huyendo, y los esbirros llevaron a Jesús ante Anás, suegro del Sumo Pontífice Caifás.
39. Y entonces le preguntaron de sus discípulos y de su doctrina, mas él dijo: Preguntad a los que la oyen.
40. Y un criado del Pontífice le dijo que cómo contestaba así y lo abofeteó.
41. Empero replicó Jesús: Si he hablado mal, testimóniamelo. Y si bien, ¿por qué me hieres?
42. Y lo llevaron ante Caifás, y presentaban falsos testigos, mas no se concertaban sus testimonios.
43. Y dijo el Pontífice: ¿Eres el Cristo?
44. Contestó Jesús: Tú lo has dicho.
45. Y aun os digo que veréis al Hijo del hombre viniendo en las nubes del cielo.
46. Entonces el Pontífice rasgó sus vestiduras y Jesús fue condenado a muerte.
47. Y le taparon la cabeza, y lo escupían, y le pegaban, diciéndole: Profetiza quién te dio.
48. Y, estando Pedro en el patio de Anás, le preguntaron si era de sus discípulos y lo negó.
49. Y dos veces volvió a negarlo en el patio de Caifás.
50. Y cantó entonces el gallo y Pedro recordó las palabras de Jesús.
51. Y salió afuera y lloraba.
Jesús en el Pretorio
XV 1. Y llevaron los judíos a Jesús al Pretorio, mas no entraban, por no contaminarse antes de comer la Pascua.
2. Y viendo Judas que lo condenaban, arrojó en el templo los treinta dineros.
3. Y por ser precio de sangre, compróse con ello un campo para sepultar a los forasteros.
4. Y habiéndole llevado a Pilatos, acusaban los judíos a Jesús.
5. Y decían que subvertía al pueblo y que prohibía dar tributo al César.
6. Y oyendo Pilatos a Jesús en secreto, no halló culpa en él y quiso absolverlo.
7. Y, enterado de que Jesús predicaba en Galilea, lo envió a Herodes el tetrarca, que estaba en Jerusalén, por ser de su jurisdicción.
8. Y Herodes, con sus gentes, se burló de él y le mandó poner, por escarnio, una veste blanca y lo devolvió a Pilatos.
9. Y, por ser costumbre perdonar a un culpado en la Pascua, quiso Pilatos perdonar a Jesús.
10. Mas, habiendo indicado su Proyecto a los judíos, ellos le pidieron que librase a Barrabás, que era homicida.
11. Y decían que crucificase al Cristo.
12. Y los soldados de la guardia lo desnudaron, y lo azotaron, y lo golpearon, y lo hirieron y, por burla, lo llamaban rey de los judíos.
13. Y Pilatos salió a éstos, y les dijo que Jesús estaba ya muy castigado y que tuviesen piedad de él. Porque también su mujer había soñado con Jesús.
14. Mas los judíos pedían que lo crucificase, y que si no, era enemigo del César.
15. Y Pilatos se lavó las manos, para quedar limpio de aquella sangre.
16. Y lleváronse a Jesús para crucificarlo.
Jesús en el Calvario
XVI 1. Y lo sentenciaron a ser ejecutado entre dos ladrones.
2. Y Simón Cirineo le llevaba la cruz.
3. Mas iba tras él mucha gente y mujeres que lloraban.
4. Y dijo Jesús que no llorasen sobre él.
5. Sino sobre Jerusalén, porque vendría hora en que fuesen felices las estériles.
6. Y lo crucificaron en el Calvario, entre los dos ladrones.
7. Y uno, acudiendo a Jesús, le pidió que se acordase de él cuando estuviese en su reino.
8. Y Jesús le prometió que estaría con él en el Paraíso.
9. Y Pilatos había mandado poner a Jesús un cartel que repugnaba a los judíos.
10. Porque decía en latín, y en griego, y en hebreo:
Jesús Nazareno, rey de los judíos.
11. Y los soldados repartieron sus vestiduras, según la profecía.
12. Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre María y su discípulo Juan.
13. Y él dijo: Mujer, he ahí a tu hijo. Y a Juan: He ahí a tu madre.
14. Y luego clamó: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?
15. Y oyéndolo gritar, le ofrecieron una esponja con vinagre.
16. Y Jesús, inclinando la cabeza sobre el pecho, exclamó: En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu. Y expiró, dando una gran voz.
Prodigios que acompañaron la muerte del Crucificado. Su sepultura
XVII 1. Su muerte fue seguida de prodigios. Porque el sol se oscureció, las estrellas temblaron, y se rasgó el velo del templo.
2. Y se quebraron las piedras, y se abrieron los sepulcros, y hubo resurrecciones.
3. Y el centurión que había allí dijo: Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios.
4. Y los judíos rogaron a Pilatos que mandase sepultar a los condenados, porque sus cuerpos no estuviesen el sábado en la cruz.
5. Y quebraron las piernas a los ladrones. Mas, como Jesús se hallaba ya exánime, le dieron una lanzada, y salió sangre y agua.
6. Y el decurión José pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús para darle sepultura.
7. Y él y Nicodemo lo ungieron y lo perfumaron con más de cien libras de mirra y de áloe.
Resurrección y ascensión de Jesús
XVIII 1. Vinieron los judíos a Pilatos, pidiéndole poner guardias en el sepulcro y tapar la puerta y sellarla.
2. Para que no vinieran los discípulos y robaran el cuerpo y dijeran que había resucitado.
3. Mas al tercer día hubo como un gran terremoto, y el Señor resucitó, y dos ángeles refulgentes apareciéronse ante los guardias, y los guardias cayeron a tierra como muertos.
4. Mas los judíos sobornaron a los soldados para que dijesen que el cuerpo de Jesús había sido robado por la noche.
5. Y María Magdalena y Salomé iban al sepulcro para ungir y aromar el cuerpo del Señor.
6. Y hallaron la piedra de la puerta movida, y que no estaba el cuerpo del Señor.
7. Y en esto se aparecieron dos ángeles, y les dijeron que el Señor había resucitado, y que fuesen a predicar a los discípulos a Galilea.
8. Porque el Señor había predicho su muerto y su resurrección.
9. Y ellas lo dijeron a los discípulos, que no les creyeron.
10. Mas yendo Pedro y Juan al sepulcro, vieron que las mujeres decían verdad.
11. Y estando María Magdalena cerca del sepulcro, aparecióse a ella el Señor, por primera vez.
12. Y yendo a Emmaús, se apareció a dos de sus discípulos.
13. Y les explicó desde Moisés todas las Escrituras.
14. Y después, estando una tarde reunidos los discípulos con las puertas cerradas, se apareció Jesús y les deseó paz.
15. Y, como ellos se maravillasen, les mostró los agujeros de sus manos y de sus pies.
16. Y, porque si fuera Espíritu no comería, comió con ellos miel y pescado.
17. Y les explicó el sentido de las Escrituras, y de la Ley, y de los salmos.
18. Y les explicó cómo profetizaban al Cristo, y su muerte, y resurrección al tercer día.
19. Y les envió a predicar el Evangelio a los gentiles y la remisión de los pecados.
20. Y los discípulos sintieron grande gozo.
21. Y otra vez les dio paz, y dijo que él los enviaba a ellos, como el Padre a él.
22. Y luego les insufló el Espíritu Santo.
23. Y ocho días más tarde, estando los discípulos con las puertas cerradas, se apareció y los deseó paz.
24. Y Tomás, que dudaba, porque antes estaba ausente, vio la herida del costado de Cristo, y sus manos y pies agujereados, y creyó.
25. Y otro día, pescando los discípulos en el Tiberíades, se manifestó.
26. E hizo a Pedro confesarle tres veces su amor, y le dio orden de que apacentase sus ovejas.
27. Y luego los discípulos fueron a Galilea, a un monte que les había indicado el Señor, y lo adoraron.
28. Y les dijo que toda potestad les era dada.
29. Y que fuesen y bautizasen a los gentiles, y que anunciasen el Evangelio y el perdón de los pecados.
30. Y que echasen demonios, y curasen enfermos, y en su nombre predicasen.
31. Y he aquí que, cuando el Señor los hubo adoctrinado, se iba al cielo.
32. Y fue en él recibido y se sentó a la diestra de Dios.
33. Y los discípulos fuéronse, y andaban predicando por todas partes.
34. Y el Señor obraba con ellos y hacían señales en su nombre.
35. Y confirmaban sus palabras con las obras que se seguían.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
Diatessaron
EL EVANGELIO DE TACIANO
(Diatessaron)
Inicio [No]
Habiendo muchos intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido certísimas, como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.
El Verbo de Dios
I 1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2. Éste era en el principio con Dios.
3. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que es hecho fue hecho.
4. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5. Y la luz en las tinieblas resplandece. Mas las tinieblas no la comprendieron.
El sacerdocio de Zacarías
II 1. Hubo, en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abdías, y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Isabel.
2. Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.
3. Y no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en días.
4. Y aconteció que, ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez, conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Señor.
5. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.
6. Y se le apareció el ángel del Señor, puesto en pie, a la derecha del altar del incienso.
7. Y se turbó Zacarías al verlo y cayó temor sobre él.
8. Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.
9. Y tendrás suma alegría y muchos gozarán de su nacimiento.
10. Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra, y estará lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
11. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
12. Porque él irá delante de Él con el espíritu y la virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, y para aparejar al Señor un pueblo apercibido.
13. Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
14. Y, respondiendo, el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y que he sido enviado a hablarte, y a darte esa buena nueva.
15. Y he aquí que estarás mudo, y que no podrás hablar, hasta el día que lo por mí dicho sea hecho, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo debido.
16. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y todos se maravillaban de que se detuviese en el templo.
17. Y, saliendo, no les podía hablar. Y entendieron que había visto visión en el templo. Y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
18. Y fue que, cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa.
19. Y, después de aquellos días, concibió su mujer Isabel, y se encubrió por cinco meses, diciendo: Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres.
El ángel Gabriel habla a María
III 1. Y, al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, para que visitase a una virgen, desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. Y el nombre de la virgen era María.
2. Y, entrando el ángel adonde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo y bendita eres entre las mujeres.
3. Mas ella, cuando lo vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese aquélla.
4. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
5. Y he aquí que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. este será grande, y será llamado hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre. Y reinará, en la casa de Jacob por siempre, y de su reino no habrá fin.
6. Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo ocurrirá eso? Porque yo no conozco varón.
7. Y, respondiendo, el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra, por lo cual lo que de tu vientre nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ha concebido hijo en su vejez, y está en el sexto mes de su embarazo, ella, llamada la estéril, porque nada es imposible para Dios.
8. Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Y el ángel partió de ella.
9. En aquellos días, levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
10. Y aconteció que, como oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y ella fue llena del Espíritu Santo.
11. Y exclamó a gran voz: Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí que apenas llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
12. Entonces María dijo: Engrandezca mi alma el Señor, y mi espíritu se alegre en Dios, mi Salvador. Porque ha mirado a la bajeza de su sierva, y he aquí que, desde ahora, me llamarán bienaventurada todas las generaciones, por haberme hecho grandes cosas el Omnipotente. Y santo es su nombre, y su misericordia va de generación en generación a los que le temen. Él hizo valentía con su brazo, y esparció a los soberbios del pensamiento de su corazón, y quitó a los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes, y a los ricos envió vacíos, y recibió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como habló a Abraham y a su simiente para siempre.
13. Y se quedó María con Isabel como tres meses, y después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
IV 1. Y a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, y dio a luz un hijo.
2. Y oyeron los parientes y los vecinos que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron en grado sumo.
3. Y aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban por el nombre de su padre, Zacarías.
4. Y, respondiendo, su madre dijo: No, sino Juan será llamado.
5. Y le advirtieron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que tenga ese nombre.
6. Y hablaron por señas a su padre, para que dijese cómo lo quería llamar.
7. Y, pidiendo la tablilla, escribió en ella: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
8. Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
9. Y recayó gran temor sobre los parientes y los vecinos de ellos, y en todas las montañas de Judá fueron divulgadas aquellas cosas.
10. Y todos los que las oían las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano de Dios estaba con él.
11. Y Zacarías, su padre, fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y que alzó un cuerpo de salvación en la casa de su siervo David. Él habló por boca de sus santos profetas, que fueron desde el principio, y nos salvó de nuestros enemigos, y cargó su mano sobre todos los que nos aborrecieron. E hizo misericordia con nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, del juramento que juró a Abraham, que nos había de dar, y que, sin temor y librados de nuestros enemigos, lo serviríamos en santidad y en justicia, delante de él, todos los días nuestros. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos, dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el Oriente, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, y para encaminar nuestros pies por camino de paz.
12. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel.
Genealogía y natividad de Jesús [No versículos 1 - 33]
V1. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2. Abraham engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos.
3. Y Judá engendró de Thamar a Phares y a Zara, y Phares engendró a Esrom, y Esrom engendró a Aram.
4. Y Aram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naassón, y Naassón engendró a Salomón.
5. Y Salomón engendró de Rachâb a Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed, y Obed engendró a Jessé.
6. Y Jessé engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
7. Y Salomón engendró a Roboam, y Roboam engendró a Abia, y Abia engendró a Asa.
8. Y Asa engendró a Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró a Osías.
9. Y Osías engendró a Jostam, y Jostam engendró a Achâz, y Achâz engendró a Ezequías.
10. Y Ezequías engendró a Manasés, y Manasés engendró a Amén, y Amén engendró a Josías.
11. Y Josías engendró a Jechônias y a sus hermanos, en la transmigración de Babilonia.
12. Y. después de la transmigración de Babilonia, Jechônias engendró a Salathiel, y Salathiel engendró a Zorobabel.
13. Y Zorobabel engendró a Abiud, y Abiud engendró a Eliachim, y Eliachim engendró a Azor.
14. Y Azor engendró a Sadoc, y Sadoc engendró a Achim, y Achim engendró a Eliud.
15. Y Eliud engendró a Eleazar, y Eleazar engendró a Mathán, y Mathán engendró a Jacob.
16. Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17. De manera que todas las generaciones, desde Abraham hasta David, son catorce generaciones y, desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones y, desde la transmigración de Babilonia hasta el Cristo, catorce generaciones.
18. Y al Cristo Jesús se le creía hijo de José, que fue hijo de Elí.
19. Que fue de Mathat, que fue de Leví, que fue de Melchí, que fue de Janna, que fue de José.
20. Que fue de Mattathias, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli.
21. Que fue de Naggai, que fue de Maat, que fue de Mattathias, que fue de Semel, que fue de José, que fue de Judá.
22. Que fue de Joaana, que fue de Rhesa, que fue de Zorobabel, que fue de Salathiel.
23. Que fue de Neri, que fue de Melchi, que fue de Abdi, que fue de Cosam, que fue de Elmodan, que fue de Er.
24. Que fue de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Joreim, que fue de Mathat.
25. Que fue de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue de Eliachim.
26. Que fue de Melea, que fue de Mainán, que fue de Mattatha, que fue de Nathán.
27. Que fue de David, que fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que fue de Salmón, que fue de Naasón.
28. Que fue de Aminadab, que fue de Arám, que fue de Esrom, que fue de Phares.
29. Que fue de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Thara, que fue de Nachor.
30. Que fue de Saruch, que fue de Ragau, que fue de Phalec, que fue de Heber.
31. Que fue de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arphaxad, que fue de Noé, que fue de Lamech.
32. Que fue de Mathusala, que fue de Enoch, que fue de Jared, que fue de Maleleel.
33. Que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán, que fue de Dios.
34. Y el nacimiento de Jesucristo ocurrió así: Que, estando María, su progenitora, desposada con José, antes que cohabitasen, se encontró haber concebido del Espíritu Santo.
35. Y José, su marido, que era justo, no quiso, infamarla, y se propuso abandonarla secretamente.
36. Y, cuando en ello pensaba, he aquí que el ángel del Señor le apareció en sueños, y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a tu esposa bajo tu protección, porque lo que en ella se ha engendrado del Espíritu Santo es.
37. Y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.
38. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor al profeta, que vaticinó: He aquí que la virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que, declarado, es: Dios con nosotros.
39. Y, despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su mujer.
40. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito, al cual, conforme al mandato del ángel, puso el nombre de Jesús.
41. Por aquellos días Augusto César promulgó un edicto para que toda la tierra fuese empadronada.
42. Este empadronamiento primero se llevó a cabo en la época en que Cirino era gobernador de la Siria.
43. E iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
44. Y José, por cuanto era de la casa y familia de David, subió a la ciudad de éste, llamada Bethlehem, de Judea, desde la de Nazareth, de Galilea, llevando consigo, para ser empadronado, a María, su esposa, la cual se hallaba encinta.
45. Y, aconteció que, estando ellos allí, se cumplió el tiempo en que a María le tocaba dar a luz.
46. Y parió a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, por no haber encontrado lugar para ellos en el mesón.
Aparece el ángel a los pastores
VI 1. Y había, en aquella comarca, varios pastores, los cuales velaban y hacían centinela nocturna sobre su grey.
2. Y, de improviso, el ángel del Señor apareció ante ellos, y los cercó con un resplandor de luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.
3. Entonces el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí que vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo o Mesías, Señor Nuestro.
4. Y sírvaos de señal que hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
5. Y, al punto mismo, se dejó ver con el ángel una multitud de los ejércitos celestes, que alababa a Dios, clamando:
6. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
7. Y, luego que los ángeles se apartaron de allí, y volaron al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Vayamos a Bethlehem, y seamos testigos de este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado.
8. Y caminaron a toda prisa, y hallaron a María, a José, y al niño reclinado en el pesebre.
9. Y, viéndolo, se certificaron de todo lo que se les había dicho de aquel niño.
10. Y todos los que conocían el suceso se maravillaron igualmente de lo que los pastores les contaban.
11. María, empero, guardaba todas estas cosas dentro de sí, confiriéndolas en su corazón.
12. Y los pastores se volvieron, sin cesar de alabar y de glorificar a Dios por todas las cosas que habían visto y oído, según se les había anunciado.
Jesús es llevado por sus padres a que lo circunciden
VII 1. Y, pasados los ocho días legales para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús, nombre que el ángel le había puesto, antes que hubiese sido concebido en el vientre de su madre.
2. Y, cumplido asimismo el período de la purificación de María, conforme a la legislación mosaica, lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. Porque escrito está en su santa ley: Todo varón que naciere el primero me será consagrado.
3. Y llevaron su ofrenda de un par de tórtolas o dos palominas, como ordena también la ley del Señor.
4. Y, en aquella sazón, había en Jerusalén un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel. Y en Simeón moraba el Espíritu Santo, y éste le había revelado que no moriría sin haber visto al Cristo.
5. Inspirado por él, fue al templo. Y al entrar el niño Jesús con sus padres, para practicar lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, saca en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa, porque mis ojos han visto tu salvación, que has aparejado, en presencia de todos los pueblos, como luz para ser revelada a los gentiles, y como gloria de tu pueblo de Israel.
6. Y su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que de Jesús se decían.
7. Y Simeón bendijo a entrambos, y advirtió a María: Este niño que aquí ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser digno de contradicción. Y una espada, de ti misma salida, atravesará tu alma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
8. Vivía también entonces la profetisa Ana, hija de Phanuel, de la tribu de Aser, ida allí en edad avanzada, y que había vivido siete años con su marido desde su virginidad.
9. Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y con oraciones.
10. Ésta, pues, sobreviniendo en la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de él a todos los que, en Jerusalén, esperaban la redención de Israel.
11. Mas, cumplidas todas las cosas que la ley del Señor mandaba, María, José y Jesús regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazareth.
Los magos que llegaron de Oriente
VIII 1. Y, como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea, en días del rey Herodes, he aquí que unos magos vinieron del Oriente a Jerusalén, y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarlo.
2. Y, oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
3. Y, convocados todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, inquirió de ellos dónde había de nacer el Cristo.
4. A lo que contestaron: En Bethlehem de Judea. Porque escrito está por el profeta. Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre sus príncipes, porque de ti ha de salir un conductor, que guiará a Israel, mi pueblo.
5. Y entonces Herodes, llamando a los magos, averiguó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella.
6. Y los envió a Bethlehem y les dijo: Id allá, y preguntad con diligencia por el niño.
7. Y, después que lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también lo adore.
8. Y ellos, en oyendo al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente iba ante ellos, hasta que, llegando, se situó sobre donde estaba el niño.
9. Y, viendo la estrella, se regocijaron grandemente.
10. Y, entrando en la casa, vieron al niño con su madre María.
11. Y, prosternándose, lo adoraron, y abrieron sus tesoros, y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12. Y, habiéndoles sido dicho en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
Huida a Egipto de Jesús con sus padres José y María
IX 1. Y he aquí que cuando hubieron partido, el ángel del Señor se apareció en sueños a José.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto.
3. Y estáte allá mientras yo no te diga otra cosa, porque ha de suceder que Herodes buscará al niño para matarlo.
4. Y él despertó, y tomó al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
5. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, cuando el profeta dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Herodes ordena matar a todos los niños pequeños
X 1. Y Herodes, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho.
2. Y mandó matar a todos los niños que había en Bethlehem y en sus términos, de dos años para abajo, según había oído a los magos.
3. Y entonces se cumplió la profecía de Jeremías, que dijo:
4. Oyóse voz en Ramá, y lloros y gemidos y lamentos.
5. Y Raquel lloró a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.
Jesús vuelve de Egipto
XI 1. Y he aquí que, muerto Herodes, el ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel.
3. Porque muertos son los que querían la muerte del niño.
4. Y él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.
5. Y, oyendo que Arquelao había sucedido en Judea a Herodes, su padre, temió ir allá.
6. Mas fue amonestado en sueños, y se fue al país de Galilea.
7. Y vino, y habitó en la ciudad que llaman Nazareth.
8. Para que se cumpliese lo que habían dicho los profetas de que había de ser llamado Nazareno.
Jesús en el templo de Jerusalén
XII 1. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sapiencia.
2. Y la gracia de Dios era sobre él.
3. Y sus padres iban todos los años a Jerusalén para las fiestas de Pascua.
4. Y, cuando él tenía doce años, subieron ellos a Jerusalén, según su costumbre en las fiestas.
5. Y, pasados los días, volvieron. Y el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
6. Y, creyendo que iba con todos, anduvieron un día, y lo buscaban entre sus parientes.
7. Mas no lo hallaron, y volvieron a Jerusalén a buscarlo.
8. Y sucedió que a los tres días lo hallaron en el templo, sentado entre los doctores, oyéndolos y preguntándoles.
9. Y todos los que lo oían se pasmaban de su inteligencia y de sus contestaciones.
10. Y ellos quedaron admirados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has hecho esto?
11. He aquí que tu padre y yo te hemos buscado con tristeza.
12. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que en los asuntos de mi Padre me conviene estar?
13. Mas ellos no entendieron lo que les decía.
14. Y descendió con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sometido. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
15. Y Jesús crecía en sabiduría y en edad y en gracia para con Dios y para con los hombres.
Aparece Juan el Bautista en Israel
XIII 1. Y en el año quinto del imperio de Tiberio César, siendo Pilatos gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania, tetrarca de Abilinia, y, siendo Anás y Caifás sumos sacerdotes, llegó palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
2. Y anduvo por toda la tierra de los alrededores del Jordán, predicando el bautismo de la penitencia para la remisión de los pecados, y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado. Porque éste es aquel de que dijo el profeta Isaías: Aparejad el camino del Señor, y enderezad sus veredas. Todo valle se henchirá, se bajará todo monte y toda colina. Y los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos se verán allanados, y toda carne verá la salvación de Dios. Y el que habla vino por testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Y el que lo envió era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, y creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de voluntad divina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y vimos su gloria, que lo es del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
3. Y Juan dio testimonio de él, y clamó, diciendo: este es aquel del que yo aseguraba que, aunque venía tras de mí, existía antes que yo, y de cuya plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha. A Dios nadie lo vio jamás, y el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo declaró.
4. Y Juan andaba vestido de pelos de camello y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos. Y comía langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, en cuyo río eran bautizados todos los que confesaban sus pecados.
5. Mas, viendo él a muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, les decía: Generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos que tenéis a Abraham por padre. Pues yo os digo que puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras. Ahora, ya también la segur está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no hace buen fruto es cortado, y echado en el fuego.
6. Y las turbas lo interrogaban, diciendo: ¿Qué haremos, pues?
7. Y él les respondió: El que tenga dos túnicas dé una al que ninguna posee, y el que tenga qué comer haga lo mismo.
8. Y vinieron también los publicanos, y le preguntaron: ¿Qué haremos, maestro?
9. Y él les contestó: No exijáis más de lo que os está ordenado.
10. Y asimismo le preguntaron los soldados: Y nosotros ¿qué haremos?
11. Y él repuso: No causéis extorsión a nadie, ni calumniéis, y contentaos con vuestras pagas.
12. Y el pueblo estaba en expectación, y todos pensaban de Juan, en sus corazones, si sería el Cristo.
13. Mas los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que preguntaron a Juan: Tú, ¿quién eres?
14. Y confesó, y no negó, mas dijo: No soy el Cristo.
15. Y le preguntaron: ¿Quién eres entonces? ¿Eres Elías? Y dijo: No lo soy.
16. Y le dijeron: ¿Eres profeta? Y dijo: No.
17. Y le dijeron: ¿Quién eres entonces?
18. Porque hemos de decirlo a los que nos enviaron. ¿Qué dices tú de ti?
19. Y contestó: Yo soy la voz que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, según dijo Isaías profeta.
20. Y los enviados lo eran de los fariseos.
21. Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta?
22. Y Juan contestó, y dijo: Yo os bautizo con agua, en penitencia.
23. Mas viene en pos de mí aquel de quien no somos dignos de desatarle el calzado.
24. Y él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.
25. Porque en su mano está su aventador, y aventará su era.
26. Y guardará la paja en su hórreo, y hará arder la paja en un fuego inextinguible.
27. Y decía otras muchas cosas, y evangelizaba al pueblo.
28. Y era en Bethania, tras el Jordán, donde Juan bautizaba.
Juan bautiza a Jesús
XIV 1. Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para que Juan lo bautizase.
2. Mas Juan se resistía, diciendo: ¿Cómo he de bautizarte yo, que debo ser bautizado por ti?
3. Y Jesús le contestó, y le dijo: Sin embargo, nos conviene cumplir con toda justicia.
4. Y como todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado.
5. Y al salir del agua, oró, y vio abrirse los cielos, y el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre él.
6. Y hubo una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo directo, en quien me complazco.
7. Y Juan lo atestiguó, diciendo: Vi al Espíritu Santo, que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
8. Y yo lo desconocía, mas el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres descender y permanecer el Espíritu es quien bautiza con Espíritu Santo.
9. Y yo lo vi y atestiguo que es el Hijo de Dios.
Jesús es tentado en el desierto por el demonio
XV 1. Y entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3. Y llegó el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan.
4. Y él respondió: Escrito está que no sólo de pan vive el hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios.
5. Y el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre las cúpulas del templo.
6. Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo.
7. Porque escrito está: Él te enviará sus ángeles, y te alzarán con sus manos, para que tus pies no toquen las piedras.
8. Mas dijo Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
9. Y otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria.
10. Y le dijo: Todo esto te daré si, postrado, me adoras.
11. Y dijo Jesús: Vete, Satanás.
12. Porque está escrito: A Dios, tu Señor, adorarás, y sólo a él servirás.
13. Y, consumadas todas las tentaciones, el diablo se fue de él por algún tiempo.
14. Y los ángeles llegaron y lo servían.
Juan reconoce en Jesús al Mesías
XVI 1. Y otro día estaban allí Juan y dos de sus discípulos.
2. Y vieron a Jesús, y dijo Juan: He aquí el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
3. Y los dos discípulos, al oír hablar así a su maestro, se fueron con Jesús.
4. Y, viendo Jesús que lo seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
5. Y ellos le dijeron: Maestro, ¿dónde habitas?
6. Y les dijo: Venid, y ved.
7. Y vinieron, y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día, porque era casi la hora décima.
8. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y los dos hermanos se fueron con Jesús.
9. Y Andrés, habiendo encontrado a su hermano Simón, le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo.
10. Y lo llevó a Jesús. Y Jesús le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás.
11. Y serás llamado Cephas, que quiere decir piedra.
Felipe y Nataniel se unen a Jesús
XVII 1. Y al otro día quiso ir Jesús a Galilea.
2. Y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
3. Y Felipe era de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
4. Y Felipe encontró a Nataniel, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien Moisés habló en la ley, y de quien también hablaron los profetas.
5. Es Jesús, el hijo de José, de Nazareth.
6. Y dijo Nataniel: ¿Puede salir algo bueno de Nazareth?
7. Y Felipe le dijo: Ven y ve.
8. Y Jesús vio venir a Nataniel, y dijo: He aquí un verdadero israelita sin engaño.
9. Y Nataniel le dijo: ¿De dónde me conoces?
10. Y respondió: De antes que Nataniel te llamara; cuando estabas bajo la higuera, te vi.
11. Y Nataniel repuso: Maestro, tú eres el Hijo de Dios y el rey de Israel.
12. Y Jesús le dijo: ¿Porque te dije que te vi bajo la higuera crees? Mayores cosas verás.
13. Y añadió: En verdad, en verdad os digo que de aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios descender sobre el Hijo del hombre.
14. Y Jesús, en virtud del Espíritu, volvió a Galilea.
15. Y su fama se extendió por todas las regiones inmediatas.
16. Y enseñaba en las sinagogas, y era glorificado por todos.
Jesús lee en la Sinagoga los libros de Isaías
XVIII 1. Y vino a Nazareth, donde había sido criado.
2. Y según su costumbre, entró el sábado en la Sinagoga, y se levantó para leer.
3. Y le trajeron el libro del profeta Isaías y lo abrió.
4. Y encontró el lugar en que estaba escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí.
5. Porque me ha elegido para dar buenas nuevas a los pobres, y para sanar a los quebrantados de corazón, y para predicar la libertad de los cautivos, y para devolver la vista a los ciegos, y para anunciar el año grato del Señor.
6. Y, enrollando el libro, lo dio al ministro. Y los ojos de todos, en la Sinagoga, estaban fijos en él.
7. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
8. Y les dijo: El tiempo es llegado
9. Arrepentíos, y creed en el Evangelio, porque el reino del cielo está próximo.
Pedro, Andrés, Juan y Jacobo siguen a Jesús
XIX 1. Y junto a la mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el mar, porque eran pescadores.
2. Y les dijo Jesús: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.
3. Y ellos dejaron sus redes, y lo siguieron.
4. Y, más adelante, vio a Jacobo Zebedeo, y a Juan, su hermano, hijo del Zebedeo, y los llamó.
5. Y ellos dejaron a su padre en el barco y las redes que remendaban, y se fueron con él.
6. Y estando junto al lago de Genezareth, las gentes iban allí para oír la palabra de Dios.
7. Y vio dos barcos que estaban junto a la orilla, y los pescadores habían salido de ellos y lavaban sus redes.
8. Y entrando en uno de estos barcos, que era de Simón, le pidió que lo desviase un poco de tierra.
9. Y desde el barco adoctrinaba a las gentes.
10. Y, cuando hubo callado, dijo a Simón: Pon la proa al largo y echa las redes para pescar.
11. Y Simón, contestando, le dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado, y nada hemos recogido.
12. Mas, porque me lo dices, echaré la red.
13. Y, habiéndolo hecho, capturaron tanta cantidad de pescado, que la red se rompía.
14. Y llamaron a los compañeros del otro barco, y vinieron, y llenaron de pesca las barcas tanto, que se sumergían.
15. Y, esto viendo Simón Pedro, se prosternó ante Jesús.
16. Y decía: Sepárate de mí, Señor, que soy un pecador.
17. Porque él y toda su gente estaban temerosos por la gran pesca que habían conseguido.
18. E igualmente Jacobo y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
19. Y Jesús dijo a Simón: No temas, que desde ahora pescarás hombres.
20. Y sus discípulos creyeron en él.
21. Y condujeron a tierra los barcos, y lo dejaron todo, y lo siguieron.
Jesús llama al publicano Mateo
XX 1. Y después de estas cosas, salió. Y vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el banco de los tributos públicos.
2. Y le dijo: Sígueme.
3. Y él, dejando todas las cosas, lo siguió.
Juan contesta a los que le dicen que también bautiza Jesús
XXI 1. Y Jesús vino con sus discípulos a tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizaba.
2. Y Juan bautizaba también en Enon, junto a Salim.
3. Porque había allí abundancia de aguas, y muchos venían, y eran bautizados.
4. Y entonces Juan no había sido aún encarcelado.
5. Y entre los discípulos de Juan y los judíos hubo disputa acerca de la purificación.
6. Y fueron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo tras el Jordán, y del que diste testimonio, he aquí que bautiza, y todos van a él.
7. Y Juan contestó y dijo: Nada puede el hombre recibir, si no le fuere dado por el cielo.
8. Vosotros sois testigos de que dije: No soy el Cristo, sino el que ha de venir antes que él.
9. El que tiene la esposa es el esposo.
10. Mas el amigo del esposo, que lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo, y así este gozo mío es cumplido.
11. Él debe crecer y yo disminuir.
12. El que viene del cielo es sobre todos.
13. Y lo que vio y oyó esto testifica, y ninguno recibe su testimonio.
14. Y quien recibió su testimonio, ése signó que Dios es verdadero.
15. Porque el que Dios envió las palabras divinas habla, porque no da Dios el Espíritu por medida.
16. El Padre envió al Hijo, y todo lo puso en su mano.
17. Y quien cree en el Hijo tiene la vida eterna.
18. Mas quien no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios será sobre él.
19. Y Jesús oyó que los fariseos habían sabido que él hacía más discípulos que Juan.
20. Mas él no bautizaba, sino sus discípulos.
21. Y cuando Juan fue preso, dejó Judea y se fue a Galilea.
22. Porque entendió que Juan había sido preso.
23. Y dejó la ciudad de Nazareth, y vino y habitó en Cafarnaum, villa marítima en los confines de Zabulón y de la tierra de Nephtalim.
24. Para que se cumpliese la profecía de Isaías.
25. Que dijo: Tierra de Zabulón y de Nephtalim, camino del mar, tras el Jordán, Galilea de gentiles.
26. Y el pueblo, que erraba en tinieblas, vio una gran luz.
27. Y la luz alumbró a los que estaban en región y sombra de muerte.
Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña
XXII 1. Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba el Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama corrió por toda la Siria.
4. Y le trajeron a todos los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos de los demonios, y los curaba.
5. Y lo siguieron muchas gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén, y de Judea, y de la otra orilla del Jordán.
6. Y viendo venir a las gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó a doce discípulos, y los denominó apóstoles.
8. Y eran Simón, a quien llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe, y Bartolomé, y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12. Y Judas Jacobos y Judas Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo la boca, y elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
22. Bienaventurados cuando os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro perjuicio, a causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos y alegraos, que grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
Increpación de Jesús
XXIII 1. Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay de vosotros los hartos, porque seréis hambrientos!
3. ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!
4. ¡Ay de los que sois bendecidos, porque así hacían los padres de los hombres con los falsos profetas!
5. Yo os digo a vosotros lo que oís:
Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra
XXIV 1. Vosotros sois la sal de la tierra.
2. Y si la sal se evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque entonces no valdrá más para nada, sino que será echada fuera y hollada de los hombres.
Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo
XXV 1. Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad que está sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda una lámpara para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
4. Ilumine así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre, que está en los cielos.
5. No he venido a abolir la Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6. Porque en verdad os digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una iota ni una tilde perecerán de la Ley.
7. Y esto, hasta que se consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera uno de estos mandamientos mínimos mínimo será llamado en el reino de los cielos.
9. Mas quien los cumpliera y enseñare será llamado grande en el reino del cielo.
10. Y os digo que, si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Jesús condena la ira
XXVI 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque aquel que matase será culpado.
3. Mas yo os digo que cualquiera que se airase contra su hermano será culpado en el juicio.
4. Y quien dijese a su hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien le dijese: Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.
Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
XXVII 1. Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
2. Y entonces vuelve y ofrece tu presente.
3. Reconcíliate pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
5. Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.
Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
XXVIII 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera serte causa de escándalo, sácatelo.
4. Porque vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
5. Y si tu mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
6. Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Jesús condena el repudio
XXIX 1. Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle carta de repudio.
2. Mas yo os digo: Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación, hace que ella adultere.
3. Y quien desposare a la repudiada comete adulterio.
Jesús condena el perjurio y el juramento
XXX 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que cumplirás tus juramentos al Señor.
3. Mas yo os digo: No juréis nunca.
4. Ni por el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
5. Ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
7. Y no sea vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque lo que exceda de esto malo es.
Jesús condena la ley del talión
XXXI 1. Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo os digo: No resistáis al mal.
3. Y al que te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
5. Y al que te hiciese andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
6. Al que te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
XXXII 1. Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.
2. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
3. Bendecid a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
6. Porque si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
8. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los pecadores?
9. Y si prestáis a quien os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
10. Porque también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
12. Así que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar sin esperar nada por ello.
14. Y grande será así vuestro galardón.
15. Porque seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
16. Sed misericordiosos, porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad ser perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.
Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
XXXIII 1. No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.
2. Porque entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
3. Y cuando repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y plazas.
4. Porque lo hacen para ser honrados de los hombres.
5. Y os digo en verdad que ya recibirán su merecido.
6. De modo que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
7. Para que tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te recompensará.
La oración del perfecto cristiano
XXXIV 1. Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar, en las sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque yo os aseguro que ya tendrán su pago.
3. Tú ora en tu habitación, y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará pública recompensa.
4. No seáis extensos al orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar serán más oídos.
5. No seáis, pues, como ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis, lo que os es preciso.
6. Y los discípulos le dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
7. Y él les dijo: Cuando oréis, decid así:
8. Padre nuestro que estás en los cielos.
9. Santificado sea tu nombre.
10. Venga a nosotros tu reino.
11. Hágase tu voluntad en el cielo y en la tierra.
12. El pan que nos es necesario dánoslo hoy.
13. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14. Y no nos hagas caer en la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque si perdonáis a los hombres sus delitos, los vuestros os serán perdonados por el Padre celestial.
16. Mas si no perdonáis a los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros.
Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente
XXXV 1. Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque ellos demacran sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad, ya habrán de recibir lo que merecen.
3. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro.
4. Para no dar a entender que ayunas, más que a tu Padre, que está en secreto, y ve en lo escondido, y te recompensará.
5. Vended lo que poseáis y dad limosnas.
6. Y creaos en el cielo los tesoros que no se pierden.
Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra
XXXVI 1. No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la polilla los destruyen.
2. Cread vuestros tesoros en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque donde se encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos son las lámparas de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo será brillante.
5. Mas si tus ojos fuesen oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque si lo que es luz en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán las que lo son?
Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores
XXXVII 1. Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque amará al uno y odiará al otro, o al uno despreciará y al otro se allegará.
3. No es posible servir a Dios y a Mammón.
Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento
XXXVIII 1. Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis de comer o por lo que habéis de vestir.
2. ¿No es la vida más que la comida? ¿No es más el cuerpo que la ropa?
3. Ved los pájaros del cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro Padre celeste los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién de vosotros podrá, por más que se atormente, añadir un solo codo a su estatura?
6. ¿Por el vestido os desveláis? Ved los lirios del campo.
7. Ellos crecen y no trabajan ni hilan.
8. Y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios hace esto con las plantas del campo, que están destinadas al horno, ¿qué no hará con vosotros?
10. No tengáis, pues, cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué beberemos, y qué haremos?
11. Porque esto todos lo preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.
13. No os afanáis, pues, por el día de mañana.
14. Porque el día de mañana traerá su fatiga. Basta a cada día su propio afán.
Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados
XXXIX 1. No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque así como juzguéis, os juzgarán.
3. No condenáis y no se os condenará.
4. Perdonad y seréis perdonados.
5. Dad y se os dará. Medid bien y bien os medirán.
6. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?
7. ¿Y cómo, hipócrita, dirás a tu hermano: Deja que te quite la paja de tu ojo, si no ves la viga en el tuyo?
8. Quita primero la viga de tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja del ojo de tu hermano.
9. No echáis lo santo a los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las huellen y vuelvan y os destruyan.
Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha
XL 1. En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
3. ¿Quién de vosotros, si vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y si le piedese un pez le dará una serpiente?
5. Pues si vosotros, que sois malos, hacéis buenas dádivas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro Padre que está en los cielos?
6. ¿No dará buenas dádivas a quienes se las piden?
7. Haced, pues, a los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque así lo dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que lleva a la perdición.
10. Y los que los siguen son muchos.
Jesús da consejos contra los falsos profetas
XLI 1. Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque se os acercarán vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus frutos los conoceréis. Porque no es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
4. El hombre bueno del tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia habla su boca.
6. Todo árbol que no ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque así, por sus obras los conoceréis.
Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos
XLII 1. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
2. Sino el que cumpliese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No profetizamos en tu nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5. Y entonces les diré que nunca los conocí.
6. Apartaos de mí, hacedores de iniquidades.
Parábola del hombre que edificó sobre arena
XLIII 1. A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
2. Y cayó lluvia, y vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre piedra.
3. Y al que me oye y no me cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena.
4. Y vinieron lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando Jesús acabó de decir estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.
6. Porque adoctrinaba al modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los fariseos.
Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades
XLIV 1. Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó a sus doce discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió a predicar el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de los gentiles.
5. Y no vayáis a ciudad de samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.
6. Predicad y decid: El reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos, purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues de gracia recibís el don, dadlo de gracia.
9. No recojáis oro ni otro metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis alforjas, ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque el que trabaja merece su alimento.
12. En cualquier ciudad o aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella, y permaneced en su casa.
13. Curad los enfermos que haya allí.
14. Y entrando, saludad, diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los de la casa fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si no fuesen dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde no os recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio.
19. Porque os digo en verdad que el día del juicio el castigo será más pesado para ellos que para los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí que os envío como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos de los hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán en sus sinagogas.
23. Y aun os llevarán los gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando os lleven a las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis por lo que habéis de decir.
25. Porque en aquel momento os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en vosotros.
27. Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los hijos es rebelarán contra los padres y los harán morir.
29. Y todos os odiarán por causa mia.
30. Mas quien persevere hasta el fin será salvado.
31. Y cuando os persiguiera en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque os digo en verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
33. El discípulo no es más que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta al discípulo imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al padre de la familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han de llamar a los de su casa?
36. No los temáis, pues. Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído predicadlo desde las azoteas.
38. Porque yo os digo, amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque no pueden matar las almas.
40. Mas temed a quien puede perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros pueden venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.
42. Porque hasta vuestros cabellos están contados. No temáis, pues, porque más valéis vosotros que los pájaros.
43. A todo el que se me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre, que está en los cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que me negare ante los hombres, en esta generación adúltera y pecadora.
45. Yo lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo del hombre lo confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre con sus ángeles.
47. Porque no he venido a poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré los hombres y las casas.
49. He venido a hacer a los hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de sus madres.
50. Y a las nueras de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien ama a sus padres más que a mí no es digno de mí.
52. Y quien no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser mi discípulo.
53. Quien ganare su vkja la perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien a vosotros os recibe a mí me recibe.
55. Y quien me recibe recibe al que me envió.
56. El que recibe profeta en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que recibe justo en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera que a uno de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría os digo que no dejará de ser recompensado.
59. Y cuando Jesús hubo adoctrinado así a sus discípulos, se fue a predicar y a enseñar en las ciudades.
60. Y sus discípulos predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios, y ungían, y sanaban.
Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea
XLV 1. Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de Galilea.
2. Y la madre de Jesús estaba allí.
3. Y Jesús y sus discípulos fueron convidados también a la boda.
4. Y como faltaba vino, la madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen vino.
5. Y dijo Jesús: ¿A qué vienes, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
6. Y su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había allí seis recipientes de piedra para agua, según la costumbre de purificación de los judíos.
8. Y hacían cada uno como tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos de agua.
9. Y llenáronlos hasta arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste gustó el agua, que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó al esposo, y le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor cuando los asistentes están embriagados.
12. Mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
13. Y así manifestó primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.
Jesús cura a un leproso
XLVI 1. Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso se llegó, y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús dijo: Quiero, sé puro.
4. Y la lepra se fue de él y quedó limpio.
5. Y Jesús dijo: No cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y ofrenda lo que Moisés preceptúa, en testimonio.
6. Mas cuando marchó, comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad.
7. Sino que había de estar en lugares desiertos, pero de todas partes venían a él.
Jesús cura al siervo del centurión
XLVII 1. Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y le rogó, diciendo:
2. Señor, un siervo mío yace en casa paralítico.
3. Y dijo Jesús: Yo iré y lo curará.
4. Y contestó el centurión: Señor, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo.
5. Sino que basta tu palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque, aunque yo soy un hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis soldados obedezcan.
7. Y si digo: Id, van, y si digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús lo oyó admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta fe en Israel.
9. Y digo que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.
10. Y quienes son hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
11. Y dijo Jesús al centurión: Vete, y será hecho, puesto que tú has creído.
12. Y el centurión volvió a su casa, y su siervo fue curado.
Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro
XLVIII 1. Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía con fiebre.
2. Y él extendió su mano y la fiebre desapareció.
3. Y ella se levantó y los atendía.
Jesús resucita a un difunto
XLIX 1. Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban con él sus discípulos y gran muchedumbre.
3. Y cerca de la puerta de la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo único de su madre, que era viuda, y con ella venía mucha gente de la ciudad.
5. Y el Señor, cuando la vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6. Y se acercó al ataúd y se pararon los que lo portaban.
7. Y dijo: Mancebo, levántate.
8. Y se levantó el que había muerto, y principió a hablar.
9. Y todos tuvieron gran temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama de esto corrió por toda Judea y por las comarcas cercanas.
Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías
L 1. Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó a los demonios con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías:
4. Él recibió nuestras enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5. Y viendo Jesús muchas gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.
Un escriba se acerca a Cristo
LI 1. Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde fueres.
2. Y dijo Jesús: Las zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo nidos.
3. Mas el Hijo del hombre no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4. Y dijo a los demás: Seguidme.
5. Y uno le contestó: Señor, permíteme primero ir a enterrar a mi padre.
6. Y contestó Jesús: Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro le dijo: Señor, te seguiré si antes me permites renunciar a lo que hay en mi casa.
8. Y Jesús dijo: Ninguno que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.
Jesús manda a las olas y a la tempestad
LII 1. Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo en el mar un gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él dormía. Y sus discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole: Señor, sálvanos, que perecemos.
5. Y él les dijo: ¿Por qué temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose, mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el mar se tranquilizó.
8. Y los hombres se admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien obedecen el mar y el viento?
Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos
LIII 1. Y llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los gergesenos.
2. Y cuando salieron a tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban de los sepulcros.
3. Y tenían un aspecto espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4. Y estaban endemoniados hacía mucho tiempo.
5. Y no tenían casa, ni ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie los podía atar, ni aun con cadenas.
7. Porque muchas veces habían sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos rompían grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día y noche andaban por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos, e hiriéndose con las piedras.
10. Y viendo a Jesús de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando una gran voz, dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús dijo: Espíritus inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué nombres tenéis?
14. Y contestaron: Legión.
15. Porque habían entrado en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron que no los echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca de allí había muchos puercos pastando.
18. Y los demonios dijeron: Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús les dijo: Id.
20. Y ellos salieron y entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron en el mar.
21. Y en el mar se ahogaron unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron a la ciudad, y contaron lo que había ocurrido con los demonios en el campo.
23. Y salieron los ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho Jesús.
24. Y llegaron, y vieron a los que habían estado poseídos, sentados y vestidos, y en su juicio cabal, y temieron.
25. Y le rogaron que saliese de su territorio.
26. Y cuando Jesús entraba en la embarcación, los que habían estado poseídos le rogaron que los dejase ir con él.
27. Mas él no lo permitió, y les dijo:
28. Id a vuestra casa, con los vuestros.
29. Y contad lo que ha hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha tenido.
30. Y se fueron a Decápolis, y empezaron a pregonar lo que Jesús había hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús cruzó las olas, y se fue a su ciudad.
Curación de un paralítico
LIV 1. Y he aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían ponerlo ante Jesús.
3. Mas no podían, por la gente que lo rodeaba.
4. Y subieron a un tejado, y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque tus pecados te son perdonados.
7. Y los escribas y fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque quién más que Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús conoció sus pensamientos.
10. Y contestando a ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué es más fácil de decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda?
12. Y para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados, digo al paralítico:
13. Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico se levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando a Dios.
15. Y todos fueron maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían gran temor, y decían: Gran milagro vimos hoy.
17. Y alababan a Dios, que tal potestad dio a los hombres.
Jesús cura a un ausente
LV 1. Y después de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí donde había convertido el agua en vino.
3. Y estaba allí un régulo, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea.
5. Y fue a él, y le rogó que bajase y sanase a su hijo, porque estaba en la agonía.
6. Y dijo Jesús: Si no veis signos y prodigios, no creéis.
7. Y el régulo le dijo: Señor, ven antes que mi hijo muera.
8. Y Jesús le dijo: Vete.
9. Porque tu hijo vive.
10. Y el hombre creyó en la palabra de Jesús, y se fue.
11. Y cuando llegaba, sus siervos llegaron a él, y le dijeron: Tu hijo vive.
12. Y él preguntó a qué hora se puso mejor.
13. Y le dijeron: Ayer, a la hora séptima, remitió la fiebre.
14. Y el padre comprobó que era aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive.
15. Y creyó él y todos los de su casa.
Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos
LVI 1. Y vino Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando sentado a su mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores.
3. Y comían y bebían con Jesús y con sus discípulos.
4. Porque eran muchos los que lo seguían.
5. Y viendo los escribas y fariseos que comía y bebía con pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo es que vuestro maestro bebe y come con pecadores y con publicanos?
7. Y Jesús oyó, y dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
8. Misericordia quiero y no sacrificio.
9. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
10. Y ellos le dijeron: Los discípulos ayunaban y hacían oblaciones, como los fariseos.
11. ¿Cómo es que tus discípulos no ayunan?
12. Y dijo Jesús: ¿Pueden los convidados a una boda, cuando el esposo está con ellos, ayunar?
13. No pueden ayunar mientras el esposo está con ellos.
14. Mas ya vendrán días en que no esté el esposo, y ayunarán.
15. Y les hizo esta otra comparación:
16. Nadie remienda ropa vieja con paño nuevo.
17. Porque el remiendo tiraría de lo viejo y sería mayor la rotura.
18. Nadie pone vino nuevo en odres viejos.
19. Porque el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el vino nuevo en odres nuevos ha de guardarse.
Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder
LVII 1. Y los escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos ver un signo tuyo.
3. Y él respondió, y les dijo: Mala y adulterina es la generación que pide señal.
4. Mas no le será dado otro signo, sino el del profeta Jonás.
5. Porque así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
6. Y los hombres de Nínive se levantarán en el día del juicio, y condenarán a esta generación.
7. Porque ellos se arrepintieron cuando les predicó Jonás.
8. Y he aquí a quien es más que Jonás.
9. La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación.
10. Porque vino del confín de la tierra para oír la sabiduría de Salomón.
11. Y aquí hay quien es más que Salomón.
12. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por sitios secos, buscando reposo, y no lo halla.
13. Y dice: Me volveré a mi casa, de la que salí.
14. Y vuelve, y la halla vacante, barrida y adornada.
15. Y entonces toma otros siete espíritus aún peores, y entran, y habitan allí.
16. Y las cosas últimas del hombre son peores que las primeras, y así ha de ocurrir a esta generación perversa.
Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús
LVIII 1. Y cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía: Bendito sea el vientre que te llevó, y los pechos en que mamaste.
3. Y él contestó: Benditos más bien los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen.
Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver
LIX 1. Y cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos estaban fuera, y le querían hablar.
2. Y uno le dijo: Ahí están tu madre y tus hermanos, y quieren verte.
3. Y él contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
4. Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.
5. Porque todo el que hiciese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, y mi hermano, y mi hermana, y
mi madre.
Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga
LX 1. Y, cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga, que se llamaba Saivo.
2. Y lo adoró, y le dijo: Mi hija va a morir.
3. Ven y pon las manos sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús salió con él y con sus discípulos.
5. Y he aquí que vino una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años.
6. Y había ido a muchos médicos, y ninguno la podía curar.
7. Sino que había gastado cuanto tenía y cada vez estaba peor.
8. Y llegó por detrás de Jesús y tocó su vestido.
9. Porque decía: Con sólo tocar su vestido seré sanada.
10. Y el flujo de sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba libre de aquella plaga.
11. Y Jesús sintió la virtud que había salido de él.
12. Y dijo: ¿Quién me ha tocado?
13. Y todos lo negaron, y Pedro dijo: Maestro, la turba te oprime, y tú preguntas: ¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús contestó: Alguien me ha tocado.
15. Porque he sentido salir fuerza de mi.
16. Y miraba alrededor para ver quién había sido.
17. Y entonces la mujer, temiendo, se puso a sus pies, y dijo lo que había hecho, y que había sido sanada.
18. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sana de tu dolencia.
19. Aún estaba hablando, cuando vinieron al príncipe de la sinagoga y le dijeron: Tu hija ha muerto ya; no molestes más al maestro.
20. Y Jesús, oyendo esto, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree, y será salvada.
22. Y no permitió que fuesen con él más que Pedro, y Jacobo, y Juan, hermano de Jacobo.
23. Y llegó a casa del príncipe de la sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando les dijo: ¿Por qué lloráis?
25. La muchacha no ha muerto, sino duerme.
26. Y ellos se reían, diciendo que sí estaba muerta.
27. Y él hizo salir a todos, y sólo dejó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él.
28. Y entró donde estaba la muchacha, y dijo: Talitha, cuni, que quiere decir: Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha resucitó y anduvo. Y tenía doce años.
30. Y todos sintieron el más grande asombro; mas él les encargó que nadie lo supiese. Y pidió de comer.
Jesús cura a dos ciegos
LXI 1. Y dos ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor misericordioso, hijo de David.
3. Y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo haceros ver?
4. Y ellos dijeron: Creemos, Señor.
5. Y él los tocó, diciendo: Hágase lo que creéis.
6. Y sus ojos fueron abiertos.
7. Y Jesús les dijo: Ved de no decir esto.
8. Mas ellos lo publicaron por todas partes.
9. Y le presentaron a un mudo, que estaba poseído de un demonio.
10. Y arrojó al demonio que estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente se admiró, y decía: Nunca se vio esto en Israel.
12. Sin duda que éste es hijo de David.
Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo
LXII 1. Mas los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.
2. Mas él los entendió, y les dijo: Si algún reino está dividido, no puede subsistir.
3. Y si Satanás se dividiese contra sí mismo, no podría subsistir.
4. Nadie puede saquear al valiente entrando en su casa, a no ser que antes ate al valiente y entonces entre en su casa.
5. Quien no está conmigo está contra mi.
6. Y yo os digo que todos los pecados y blasfemias les serán perdonados a los hombres.
7. Mas no las blasfemias contra el Espíritu Santo.
8. Y será perdonado quien blasfeme contra el Hijo del hombre.
9. Mas quien blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro.
10. O haced bueno el árbol y buenos los frutos, o haced malo el árbol y malos los frutos.
11. Porque por los frutos conoceréis el árbol.
12. Generación de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, si sois malos?
13. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
14. El hombre bueno aprovecha bien el buen tesoro.
15. Mas el hombre malo usa mal el mal tesoro.
16. Porque os digo en verdad que de toda palabra inútil que hablen los hombres les será exigida cuenta en el día del juicio.
17. Y tus palabras te justificarán o tus palabras te condenarán.
Marta recibe a Jesús en su casa
LVIII 1. Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
2. Y tenía una hermana llamada María.
3. Y María se sentaba a los pies de Jesús, y oía su palabra.
4. Y Marta, mientras tanto, se ocupaba en muchas faenas.
5. Y vino y dijo: Señor, ¿no ves cómo mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo el Señor: Marta, muy ocupada estás, y con tus muchos quehaceres estás turbada.
7. Mas una cosa sola es necesaria, y María eligió la parte que no le será quitada.
Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús
LXIV 1. Y Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros que hacía Jesús.
2. Y le envió dos de sus discípulos, diciendo: ¿Eres tú el que había de venir?
3. ¿O hemos de esperar a otro?
4. Porque curaba muchos enfermos, y daba vista a los ciegos, y expulsaba espíritus malos.
5. Y él contestando les dijo: Decid a Juan lo que veis y oís.
6. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos son resucitados, y les es anunciado a los pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.
9. Y cuando se fueron, Jesús empezó a hablar de Juan a las gentes:
10. ¿Qué fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11. ¿Qué fuisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido?
12. Mas los que llevan vestidos preciosos están en casa de los reyes.
13. ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
14. Pues yo os digo que más que un profeta.
15. Porque de éste es de quien está escrito: Yo envío ante ti mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no hubo otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el que es el menor en el reino de los cielos, es mayor que él.
18. Desde el tiempo de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los violentos lo arrebatan.
19. Porque todos los profetas, y la Ley, hasta Juan, profetizaron.
20. Si queréis recibir, éste es Elías, el que había de venir.
21. Y quien tenga oídos que oiga.
22. Mas, ¿a qué compararé esta generación?
23. Semejantes son a niños que se sientan en las plazas.
24. Y gritan a sus compañeros: Os tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos, y no os lamentasteis.
25. Vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino el Hijo del hombre que come y bebe.
27. Y dicen: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
28. Mas la sabiduría está justificada por sus hijos.
Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros
LXV 1. Y entonces empezó a reprender a las ciudades en que había hecho milagros.
2. Porque no se había arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay de ti, Chorazaim! ¡Ay de ti, Bethsaida!
4. Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los prodigios que se han hecho en vosotras, cilicios y ceniza hubieran hecho penitencia.
5. Os digo en verdad que Tiro y Sidón serán más perdonadas, en el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú, Cafarnaum, que hasta el cielo fuiste exaltada, ¿hasta qué infierno serás descendida?
7. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hubiera permanecido hasta ahora.
8. Digo, en verdad, que la tierra de los sodomitas será más perdonada, en el día del juicio, que tú.
Jesús elige otros setenta y dos discípulos
LXVII 1. Y el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba delante de sí, de dos en dos, a toda ciudad o lugar a que había de ir.
3. Y les decía: Quien os oye me oye. Quien os recibe me recibe.
4. Y aquel que os rechaza me rechaza.
5. Y volvieron con júbilo, diciendo: Señor, hemos expulsado demonios en nombre tuyo.
6. Y él les dijo: Yo veía a Satán como un rayo cayendo del cielo.
7. Yo os doy potestad de pisar las serpientes y los escorpiones.
8. Y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe.
9. No os gocéis con que los espíritus os estén sometidos.
10. Antes regocijaos de que vuestro nombre esté escrito en el reino de los cielos.
11. Y en esta hora se exaltó el Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te alabo, Padre y Señor del cielo y de la tierra.
13. Porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los ignorantes.
14. Porque así, Padre, te plugo.
15. Todo me es entregado de mi Padre.
16. Y nadie sabe quién es el Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién es el Padre, más que el Hijo.
18. Y aquel a quien el Hijo se lo quisiese revelar.
19. Y se volvió a sus discípulos y les dijo:
20. Venid a mí todos los que trabajáis y yo os aliviará.
21. Tomad mi yugo sobre vuestras almas con corazón humilde.
22. Porque mi yugo es leve.
23. Y quien venga a mí, y no haya dejado a sus padres y a sus hijos y a sus hermanos, no puede ser mi discípulo.
24. Porque quien no cargue con su cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que no renuncie a cuanto posee no puede ser mi discípulo.
Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús
LXVIII 1. Y un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos arrancaban espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2. Y algunos fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?
3. Y Jesús les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que lo acompañaban tuvieron hambre?
4. Porque entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición.
5. Y él y los que lo acompañaban comieron lo que sólo era lícito comer a los sacerdotes.
6. Y les dijo: El Hijo del hombre es Señor del sábado.
7. ¿No habéis leído en la Ley que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado y no tienen delito?
8. Pues yo os digo que algo mayor que el templo está aquí.
9. El sábado se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.
Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca
LXIX 1. Y otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
3. Y los escribas y fariseos miraban a Jesús.
4. Por ver si curaba en sábado y poder acusarlo.
5. Mas Jesús conoció lo que maquinaban y dijo al hombre que tenía la mano seca:
6. Levántate y sal aquí en medio. Y él lo hizo.
7. Y Jesús dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar una vida o perderla?
9. Y miró a todos y dijo al hombre: Extiende tu mano.
10. Y él la extendió y su mano quedó curada.
11. Y Jesús dijo a los fariseos: ¿Qué hombre de vosotros, que tenga una oveja, y en sábado le cayera en un pozo, no la sacará? ¿No es mejor un hombre que una oveja?
12. Lícito es, en sábado, hacer el bien.
13. Y ellos tuvieron gran ira, y dialogaban sobre lo que podrían hacer con Jesús.
14. Y Jesús lo sabía y se apartó de allí.
15. Y lo seguían muchos y los curaba.
16. Y les decía que no lo relatasen.
17. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías, cuando dijo:
18. He aquí mi siervo predilecto, el que he escogido, para que en él se recree mi espíritu.
19. Él anunciará el juicio a los gentiles.
20. Mas no discutirá, ni clamará, ni se oirá por las calles su voz.
21. La caña cascada no quebrará y el pabilo humeante no apagará.
22. Hasta que no salga con victoria del juicio.
23. Y en su nombre tendrán esperanza las gentes.
Jesús sube al monte a hacer oración
LXX 1. Y cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda la noche estuvo elevando oraciones a Dios.
3. Y cuando lo hubo efectuado, llamó a sus discípulos.
4. Y saliendo de casa, fueron junto al mar.
5. Y había congregadas muchas gentes. Y Jesús entró en una barca, y les habló en parábola, diciendo:
Parábola del sembrador
LXXI 1. He aquí que el sembrador salió a sembrar.
2. Y parte de la simiente cayó en el sendero y fue pisada.
3. Y las aves del cielo vinieron y la devoraron.
4. Y otra parte cayó en sitios pedregosos, donde había poca tierra.
5. Y ésta brotó en seguida, por la poca profundidad que tenía de tierra.
6. Más salió el sol y se agosté, porque no tenía raíz.
7. Y otra parte cayó entre espinos y los espinos la ahogaron:
8. Mas otra parte cayó en buena tierra.
9. Y dio fruto, al ciento por uno, y al sesenta por uno, y al treinta por uno.
10. Y clamó diciendo: Quien tenga oídos, que oiga.
Parábola del trigo y la cizaña
LXXII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino de los cielos es semejante al hombre que sembró buena simiente en su campo.
3. Mas cuando dormían los hombres, vino su enemigo
4. Y sembró cizaña entre el trigo y se fue.
5. Y cuando creció la hierba y fructificó, surgió también la cizaña.
6. Y los siervos del padre de la familia llegaron y dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente? ¿Cómo es, pues, que tiene cizaña?
7. Y él les dijo: Un hombre enemigo nuestro ha hecho esto.
8. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la quitemos?
9. Y él les dijo: No, no sea que arrancando la cizafla arranquéis también el trigo.
10. Mas dejadlo crecer todo y, cuando llegue la siega, yo diré a los segadores:
11. Recoged primero la cizaña y atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged el trigo en el granero.
Parábola del grano de mostaza
LXXIII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de los cielos es como un grano de mostaza, que un hombre sembró en su huerto.
2. Y es el más pequeño entre todos los granos de simiente.
3. Mas cuando crece, se hace tan grande, que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas.
Parábola de la levadura
LXXIV 1. Y aún les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado.
2. Y Jesús habló así por parábolas a las gentes.
3. Y no les hablaba sin parábolas.
4. Para que se cumpliese lo que vaticinó el profeta, que dijo: Abriré mi boca con parábolas, y diré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
5. Y los discípulos llegaron y le dijeron: ¿Qué nos has querido decir en parábolas?
6. Y él les respondió: El misterio del reino de los cielos os es dado a vosotros, pero no a los demás.
7. Y a ellos les hablo en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
8. Para que se cumpla la profecía de Isaías: Oyendo no oísteis y viendo no visteis.
9. Dichosos vuestros ojos que ven, y vuestos oídos que oyen.
10. Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos, pudiendo ver, no vieron, y pudiendo oír, no oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
LXXV 1. Habéis oído la parábola del sembrador.
2. El que oye y no ve es el de junto al camino.
3. Y el diablo viene y quita lo que fue sembrado en su corazon.
4. Y el que oyó con gozo es la simiente que cayó en un pedregal.
5. Y como no tenía raíces, cedió a las tribulaciones y persecuciones.
6. Y la que cayó entre espinas son los que oyeron, mas son solicitados de los cuidados del siglo y fue en ellos sofocada la palabra.
7. Mas la que cayó en buena tierra es la que oyó y entendió la palabra, y perseveré, y obtuvo ciento por uno, y sesenta por uno, y treinta por uno.
Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
LXXVI 1. Porque el reino de Dios es así:
2. Si se siembra bien, y se vigila constantemente, primero germina el grano.
3. Y crece la hierba, y luego la espiga, y al fin ésta se llena de fruto.
4. Y, despedidas las gentes, Jesús vino a casa.
5. Y sus discípulos le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
6. Y él les contestó: Quien siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
7. Y el campo es el mundo y la buena simiente son los hijos del reino de los cielos.
8. Y la cizaña son los hijos del malo y el que la sembró es el diablo.
9. Y la siega es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles.
10. Y el Hijo del hombre enviará sus ángeles, y tomarán de su reino todos los escándalos.
11. Y los pondrán en el camino ardiente y allí será el crujir de dientes y el lloro.
12. Y los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
13. El que tenga oídos para oír que oiga.
Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red
LXXVII 1. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo.
2. Y cuando un hombre lo halla, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
3. Y es semejante al mercader que busca buenas perlas.
4. Y hallando una perla preciosa, vendió cuanto tenía y la compró.
5. Y es igualmente el reino de los cielos como la red que, lanzada al mar, recoge toda clase de pescados.
6. Y cuando está llena, la saca, y se eligen los peces buenos, y se echan fuera los malos.
7. Y esto pasará en la consumación de los siglos.
8. Porque vendrán los ángeles y apartarán a los malos de los justos.
9. Y los pondrán en el lugar del fuego y allí será el llanto y el rechinar de dientes.
10. Y les preguntó: ¿Entendéis? Y ellos dijeron: Entendemos.
11. Y él les dijo: Por eso es que todo escriba docto en el reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
12. Y cuando Jesús hubo dicho estas parábolas, se fue de allí.
Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él
LXXVIII 1. Y vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían: ¿Dónde adquirió esta sapiencia y los prodigios que obra?
3. ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?
4. ¿Y no es su padre José, y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón, y Judas?
5. Y ¿no están sus hermanos con nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
6. Y se escandalizaban de él.
7. Y él les dijo: Sin duda que me diréis: Médico, cúrate a ti mismo.
8. Haz aquí, en tu tierra, alguna de las cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaum.
9. Mas os digo en verdad que nadie es profeta en su patria, ni en su casa.
10. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
11. Y les dijo: Os digo en verdad que muchas viudas había en Israel en los días de Elías.
12. Cuando el cielo fue cerrado por espacio de tres años y medio, y hubo gran hambre en toda la tierra.
13. Mas a ninguna fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta de Sidón.
14. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno fue limpio, sino el sirio Naaman.
16. Y cuantos estaban en la sinagoga se llenaron de ira.
17. Y se levantaron y lo sacaron de la ciudad.
18. Y lo llevaron a la cumbre del monte en que está edificada la ciudad, porque querían despeñarlo.
19. Mas él pasó por entre ellos y se fue.
Herodes hace degollar a Juan
LXXIX 1. Y en aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a Juan.
2. A causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, que él tenía consigo.
3. Porque Juan había dicho a Herodes: No te es lícito tenerla.
4. Y Herodes quería matar a Juan.
5. Mas no podía, porque temía al pueblo, que consideraba profeta a Juan.
6. Y así Herodes, queriendo matarlo, temía, y lo sabía varón justo y santo, y lo oía con agrado.
7. Mas celebrándose el natalicio de Herodes, estaban con él los príncipes y tribunos, y otros notables de Galilea.
8. Y entró la hija de Herodías, y danzó, y agradó a todos.
9. Y dijo Herodes a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
10. Y aun le juró: Porque te daré lo que me pidas, hasta medio reino mío.
11. Y ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pedirá?
12. Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.
13. Y la muchacha entró y dijo: Quiero que me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey se contristó por el juramento y por los que estaban en la mesa.
15. Mas hizo degollar a Juan en la cárcel, y trajeron la cabeza en un plato, y la dieron a la muchacha, y ella la llevó a su madre.
16. Y sabiéndolo sus discípulos, recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron a decírselo a Jesús.
18. Y Herodes oyó la fama de Jesús.
19. Porque unos decían que era Juan el Bautista, y por eso obraba milagros.
20. Y otros que era Elías, o alguno de los profetas antiguos, que había resucitado.
21. Y Herodes dijo: A Juan Bautista lo degollé yo. ¿Quién será éste que hace tales cosas? Y quería verlo.
22. Y Jesús, cuando lo oyó, embarcó en una lancha, y se fue a un sitio desierto.
23. Y muchas gentes fueron allí e iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús tenía misericordia y curaba a los que estaban enfermos.
Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces
LXXX 1. Y cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le dijeron:
2. Despide a las gentes, para que vayan a comer a las aldeas cercanas, porque aquí estamos en un lugar desierto.
3. Y dijo Jesús: No necesitan irse; dadles de comer vosotros.
4. Y Felipe contestó: Ni aun doscientos denarios de pan bastarían para darles de comer.
5. Y Jesús dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: Cinco panes y dos peces tiene un niño que está aquí. ¿Cómo los vamos a repartir entre tantos?
7. Y dijo Jesús: Haced recontar la gente. Y se colocaron por partidas de ciento y de cincuenta.
8. Y Jesús miró al cielo, y tomó los panes y los peces y los bendijo.
9. Y los distribuían a los discípulos y los discípulos los distribuían a las gentes.
10. Y todos comieron hasta quedar hartos.
11. Y con los restos se llenaron doce canastos. Y los que comieron fueron en número de cinco mil, aparte de las mujeres y los niños.
12. Y mandó a sus discípulos que lo precedieran, yendo en el barco a Bethsaida, mientras él despedía a las gentes.
13. Y aquellos hombres, viendo la señal que Jesús había dado, decían: En verdad, éste es el profeta que había de venir al mundo.
14. Y entendiendo Jesús que iban a venir para arrebatarlo y hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió a la gente y huyó a un monte, solitario, para orar.
Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía
LXXXI 1. Y cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra y la barca en medio de la mar.
2. Y los vientos eran contrarios. Y viendo fatigados a sus discípulos, que bogaban, a cosa de la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, porque quería precederlos.
3. Y viéndolo que andaba sobre la mar, ellos fueron turbados y clamaban, diciendo: Fantasma es.
4. Mas él dijo: Tened confianza. No temáis, porque soy yo.
5. Mas Pedro le dijo; Señor, sí eres tú, haz que yo vaya a ti sobre las aguas.
6. Y él le dijo: Ven.
7. Y bajando Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
8. Mas viendo la fuerza del viento, temió. Y empezó a hundirse.
9. Y dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
10. Y Jesús extendió la mano, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
11. Y cuando llegaron a la embarcación, cesó el viento, y la nave se acercó a la tierra a que iban.
12. Y los que estaban en el barco vinieron y lo adoraron, diciendo: En verdad eres el Hijo de Dios.
Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos
LXXXII 1. Y llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.
2. Y empezaron a recorrer las comarcas, y de todas partes le traían enfermos.
3. Y a todos los que tocaba quedaban curados.
4. Y al otro día, la gente que estaba a la otra orilla, como vio que no había allí más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella, sino que sus discípulos se habían ido solos.
5. Y que otras embarcaciones habían llegado a Tiberíades, hasta el sitio en que habían comido los panes después de dar gracias al Señor, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaum buscando a Jesús.
6. Y encontrándolo allí dijeron: Rabí, ¿cómo viniste?
7. Y Jesús les dijo: Os digo en verdad que no me buscáis por los signos que visteis, sino por el pan que comisteis y lo hartos que os quedasteis.
8. No trabajéis por la vida perecedera, sino por la que permanece y que el Hijo del hombre os dará, porque para eso lo señaló Dios.
9. Y dijéronle: ¿Cómo haremos las obras de Dios?
10. Y Jesús contestó: Creed en el que Dios ha enviado.
11. Y le dijeron: ¿Qué obras y signos haces tú para que creamos en ti?
12. Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito.
13. Pan del cielo les dio a comer.
14. Y Jesús les replicó: De cierto os digo que Moisés no os dio a comer el pan del cielo.
15. Sino que es mi Padre el que el pan del cielo os da.
16. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
17. Y ellos dijeron: Señor, danos siempre ese pan.
18. Y Jesús dijo: Yo soy el pan de vida, y quien viene a mí no tendrá hambre, y quien cree en mí no tendrá sed jamás.
19. Mas yo os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
20. Cuanto el Padre da a mí viene. Y al que viene a mi no lo rechazo.
21. No he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
22. Y ésta es la voluntad de mi Padre, que me envió.
23. Que todo el que vea al Hijo y tenga fe en él goce vida eterna.
24. Y yo lo resucitará en el último día.
25. Y murmuraban entre sí los judíos, diciendo: ¿Cómo ha dicho que es el pan que desciende del cielo?
26. Y decían: ¿No es éste el hijo de José, cuyos padres nosotros conocemos?
27. ¿Cómo dice entonces que desciende del cielo?
28. Mas respondió Jesús: No murmuréis.
29. Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no lo acercare.
30. Y yo lo resucitará en el último día.
31. Porque está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios.
32. Con que todo el que al Padre oyó y aprendió viene a mi.
33. Nadie ha visto al Padre, sino el que viene de Dios.
34. Os digo en verdad que el que cree en mí tendrá vida eterna.
35. Porque yo soy el pan de vida.
36. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y están muertos.
37. Mas este pan que desciende del cielo será para que no muera el que lo coma.
38. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo y quien coma este pan vivirá eternamente.
39. Y este pan que yo doy es mi carne, que daré por la vida del mundo.
40. Y los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede darnos éste su carne a comer?
41. Y Jesús dijo: Os digo en verdad que, si no comierais la carne del Hijo del hombre y no bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros.
42. Mas quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitará en el postrero día.
43. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
44. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
45. Porque como yo vivo por el Padre, el que me coma vivirá por mí.
46. este es el pan descendido del cielo.
47. Y no como el maná que vuestros padres comieron. Y están muertos.
48. Mas quien coma este pan vivirá eternamente.
49. Esto dijo Jesús en la sinagoga, enseñando en Cafarnaum.
50. Y muchos discípulos que lo oían dijeron: Duras son esas palabras, ¿quién puede oírlas?
51. Y sabiendo Jesús que sus discípulos murmuraban, dijo: ¿Por qué esto os escandaliza?
52. ¿Y si vieseis al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes?
53. El espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha nada.
54. Las palabras que, os he dicho son espíritu y vida. Mas hay entre vosotros quienes no creen.
55. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran creyentes y quiénes serían traidores.
56. Y dijo: Os he dicho por eso que ninguno puede venir a mí si no le fuese concedido por el Padre.
57. Desde entonces, muchos de sus discípulos se retractaron y ya no iban con él.
58. Y Jesús dijo a los doce: ¿Queréis también iros vosotros?
59. Y dijo Simón Pedro: ¿A quién hemos de ir, Señor?
60. Porque tus palabras son de vida eterna.
61. Y nosotros sabemos y creemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
62. Mas Jesús le contestó: ¿No he elegido yo doce y aun hay un diablo entre ellos?
63. Y hablaba de Judas Simón Iscariote, el que lo había de entregar y que era uno de los doce.
Un fariseo se asombra de que Jesús no se lava antes de comer
LXXXIII 1. Y un fariseo le rogó que comiese con él y Jesús entró.
2. Y el fariseo meditó entre sí cómo Jesús no se lavaba antes de la comida.
3. Mas el Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, el exterior del plato y del vaso limpiáis.
4. Mas vuestro interior está lleno de iniquidad.
5. ¡Oh, necios! ¿Quién hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
6. Mas dad limosnas y todo os será limpio.
Los fariseos se escandalizan viendo comer a los apóstoles sin lavarse las manos
LXXXIV 1. Y estando en Jerusalén, varios escribas y fariseos vieron que los discípulos comían pan sin antes lavarse las manos.
2. Y dijeron a Jesús: ¿Cómo es que tus discípulos transgreden las tradiciones?
3. Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
4. Mas Jesús, contestando, les dijo: ¿Y por qué vosotros transgredís el mandato de Dios con vuestra tradición?
5. Porque Jesús dijo: Honra padre o madre y muera quien los maldiga.
6. Mas vosotros decís: Quinquiera que dijese al padre o la madre: es ofrenda mía ante Dios aquello con que pudiera valerte, no viene obligar a honrar a sus padres, ni conocerlos.
7. Y así habéis violado el mandato de Dios con vuestra tradición.
8. Porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan mucho las manos antes, no comen.
9. Y cuando vienen de la calle, no comen si no se lavan.
10. Y lavan asimismo los vasos, y los jarros, y los lechos.
11. ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías.
12. Cuando dijo: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está lejos de mí.
13. Y en vano me honran enseñando doctrinas y mandamientos humanos.
14. Porque con la tradición humana habéis invalidado los mandamientos divinos.
15. Y llamó a sí a las gentes, y dijo: Oíd y entended.
16. No lo que entra en la boca contamina al hombre.
17. Y sus discípulos llegaron y le dijeron: Los fariseos se han ofendido oyendo tus frases.
18. Mas él contestó: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Déjalos.
19. Porque son ciegos que guían a otros ciegos. Y todos caerán en el hoyo.
20. Y Pedro le pidió: Explícanos esta parábola.
21. Y Jesús contestó: ¿No entendéis vosotros tampoco?
22. Que cuanto entra en la boca va al vientre y es expulsado.
23. Mas lo que sale de la boca sale del corazón y esto sí contamina al hombre.
24. Porque del corazón salen los malos pensamientos y las muertes.
25. Y los adulterios y fornicaciones, y los robos, y las blasfemias, y los falsos testimonios.
26. Y esto es lo que contamina al hombre.
27. Mas comer pan sin lavarse las manos no contamina.
Jesús atiende a una mujer sirio fenicia
LXXXV 1. Y fue Jesús de allí a Tiro y Sidón.
2. Y una mujer cananea, que era gentil, y de raza sirofenicia, clamaba, diciendo:
3. Señor, hijo de David, ten piedad de mí.
4. Porque mi hija está poseída de un demonio.
5. Mas él no contestó. Y llegando sus discípulos, le dijeron: Despídela.
6. Porque viene clamando detrás de nosotros.
7. Y él contestó, y dijo: Yo no soy enviado sino para las ovejas descarriadas del predio de Israel.
8. Mas ella vino y le adoró, diciendo: Señor, óyeme.
9. Y él dijo: No está bien quitar el pan de los hijos para dárselo a los perros.
10. Mas ella contestó: Señor, los perros comen de las migas que caen de la mesa de sus amos.
11. Y Jesús contestó: Mujer, grande es tu fe. Hágase como lo pides.
12. Y su hija quedó curada en aquel instante.
Jesús cura a un sordomudo
LXXXVI 1. Y dejando los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, en mitad de las tierras de Decópolis.
2. Y le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiese la mano.
3. Y lo separó de las gentes y le puso los dedos en los oídos, y escupió, y tocó su lengua.
4. Y mirando al cielo, dijo: Ephatha, que significa: Ábrete.
5. Y se abrieron sus oídos y se soltó su lengua y hablaba.
6. Y le dijo que no lo contasen, mas cuanto más lo decía, lo publicaban más.
7. Y decían admirados: Todo lo hace bien.
8. Porque hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Jesús y la samaritana
LXXXVII 1. Y Jesús vino a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar.
2. Y Jesús se sentó junto a la fuente de Jacob, que está en la posesión que dio Jacob a su hijo José.
3. Porque estaba cansado del camino. Y era como la hora sexta.
4. Y una mujer de Samaria vino a sacar agua. Y Jesús dijo: Dame de beber.
5. Y dijo la samaritana: ¿Cómo siendo tú judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?
6. Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
7. Y Jesús respondió, y le dijo: Si tuvieses el don de Dios y supieses quién es el que te dice dame de beber, tú pedirías de él el agua viva.
8. Y la mujer dijo: Señor, hondo es el pozo, y tú no tienes con qué sacar. ¿En dónde, pues, tienes el agua viva?
9. ¿Eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
10. Respondió Jesús y dijo: Todo el que bebe esta agua volverá a tener sed.
11. Mas quien beba el agua que yo doy no tendrá sed nunca.
12. Porque el agua que yo le dé será un agua que brote eternamente.
13. Y le dijo la mujer: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
14. Y dijo Jesús: Ve, busca a tu esposo y ven con él.
15. Y la mujer contestó: No tengo esposo.
16. Mas dijo Jesús: Bien dijiste. Porque cinco esposos has tenido y el que ahora tienes no es tu esposo.
17. Y dijo la mujer: Señor, me pareces profeta.
18. Nuestros padres adoraron en este monte y los judíos dicen que es en Jerusalén donde hay que orar.
19. Y dijo Jesús: Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
20. Vosotros adoráis lo que no sabéis y nosotros lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos.
21. Mas viene la hora de adorar al Padre en espíritu y en verdad.
22. Porque así quiere el Padre que lo adoren.
23. Dios es Espíritu, y los que lo adoran en espíritu y verdad es preciso que lo adoren.
24. Mas dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, que dicen el Cristo.
25. Y cuando venga nos aclarará todas las cosas.
26. Y le dijo Jesús: Yo lo soy, que te hablo.
27. Y en esto llegaron sus discípulos, y se asombraron de verlo hablando con una mujer.
28. Mas ninguno le dijo: ¿Qué hablas con ella?
29. Y la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
30. Venid y veréis un hombre que me ha dicho cuanto he hecho.
31. ¿No será éste el Cristo?
32. Y salieron de la ciudad y vinieron a él.
33. Mientras tanto, los discípulos le decían: Maestro, come.
34. Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer que vosotros ignoráis.
35. Y los discípulos se decían: ¿Le habrá traído alguien de comer?
36. Mas Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y ejecute su obra.
37. ¿No decís vosotros: cuatro meses faltan para la siega?
38. Pues yo os digo: Alzad los ojos y ved las regiones que ya están a punto para la siega.
39. Y el que siega cobra salario y recoge fruto para vida eterna.
40. Y para que gocen el que siembra y el que siega.
41. Porque en esto no miente el dicho: Que uno siembra y otro recoge.
42. Yo os envío a segar lo que no labrasteis.
43. Porque otros labraron y vosotros vais a entrar en sus labrantíos.
44. Y muchos de la ciudad creyeron en él, por la palabra de la mujer, que decía: Me ha dicho cuanto he hecho.
45. Y vinieron los samaritanos, y le pidieron que se quedase allí, y estuvo otros días.
46. Y muchos otros creyeron por su palabra.
47. Y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho.
48. Sino porque lo hemos oído, y sabemos que es en verdad el Cristo, salvador del mundo.
Jesús cura en Jerusalén a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años
LXXXVIII 1. Y llegadas las fiestas de los judíos, fue Jesús a Jerusalén.
2. Y allí hay una piscina que se llama Bethsaida y que tiene cinco pórticos.
3. Y en ellos había muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban esperando el movimiento del agua.
4. Porque un ángel del Señor descendía cada cierto tiempo y movía el agua.
5. Y el primero que entraba en el agua, después que se movía, quedaba curado de la enfermedad que padeciese.
6. Y había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
7. Y Jesús lo vio tumbado y supo que hacía mucho que estaba enfermo.
8. Y le dijo: ¿Quieres curar?
9. Mas él le contestó: Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando el agua se revuelva.
10. Y antes que yo llegue, otro ha entrado.
11. Mas Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
12. Y el hombre se alzó, y tomó su lecho, y se fue curado. Y era aquel día sábado.
13. Y los judíos dijeron a aquel hombre: Es sábado, no te es lícito llevar esa carga.
14. Y dijo él: Quien me curó me dijo: Toma tu lecho, y anda.
15. Y ellos le preguntaron: ¿Quién te dijo: Toma tu lecho, y anda?
16. Mas él no sabía quién fuese, porque Jesús se había separado de allí.
17. Y luego lo encontró Jesús en el templo, y le dijo: Sanado eres.
18. Pero no peques más, no te ocurra algo peor.
19. Y el hombre fue y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había curado.
20. Y los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
21. Y Jesús les contestó: Yo obro cuando obra mi Padre.
22. Y los judíos lo persiguieron más entonces.
23. Porque quebrantaba el sábado y llamaba a Dios su Padre, igualándose a él.
24. Mas Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo que nada puede el Hijo hacer, si no es lo que viese hacer al Padre.
25. Y todo lo que él hace, lo hace el Hijo también.
26. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra cuanto hace, y más obras le mostrará, para que os maravilléis.
27. Y así como el Padre vivifica a quienes quiere, así el Hijo también a los que quiere da vida.
28. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.
29. Para que los hombres honren al Hijo como habían de honrar al Padre.
30. Y quien no honra al Hijo, no honra al Padre, que lo envió.
31. Y en verdad os digo que quien oye mi verbo y cree tiene vida eterna.
32. Y no será condenado, sino que pasará de la muerte a la vida.
33. Porque ésta es la hora en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que oigan vivirán.
34. Y así como el Padre tiene vida en sí mismo, dio poder al Hijo de tener en sí mismo vida.
35. Y le dio potestad de juzgar, en cuanto es el Hijo del hombre.
36. Mas no os asombréis, porque viene la hora en que los que están en las tumbas oirán su voz.
37. Y los que obraren bien resucitarán en la vida y los que no resucitarán a la condenación.
38. Nada hago por mí: Como oigo, juzgo.
39. Y mi juicio es justo, porque no es según mi voluntad, sino según la voluntad de mi Padre.
40. Si yo testimoniase de mí, mi testimonio no sería verdadero.
41. Mas otro testimonia de mí y su testimonio verdadero es.
42. Porque enviasteis a Juan y atestiguó la verdad.
43. Mas yo no tomo testimonio del hombre.
44. Sino que os digo esto para que os salváis.
45. Porque él era antorcha ardiente que alumbraba.
46. Pero yo tengo testimonio mayor que el de Juan.
47. Porque las obras que el Padre me dio para que cumpliere atestiguan que el Padre me ha enviado.
48. Y quien me envió me testimonia.
49. Nunca oísteis su voz ni visto su parecer.
50. Ni tenéis su palabra en vosotros, porque no creéis a su enviado.
51. Investigad las Escrituras.
52. Porque en ellas creéis tener la vida eterna y ellas dan testimonio de mí.
53. Y si no queréis venir a mí, no tendréis vida.
54. Mas no recibo gloria de los hombres, porque os conozco y sé que no amáis a Dios.
55. Porque he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis.
56. Y si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis.
57. ¿Cómo podáis creer? Porque aceptáis la gloria humana y no buscáis la que viene de Dios.
58. No he de acusaros ante el Padre. Porque os acusará Moisés, en quien esperáis.
59. Pues si creyeseis en Moisés, creeríais en mí.
60. Porque yo soy de quien él escribió.
61. Y pues que no creéis en sus escritos, ¿cómo habéis de creer en mis palabras?
Nuevo milagro de los panes y los peces. Jesús aconseja a sus discípulos guardarse de la mala levadura de los fariseos
LXXXVIX 1. Y otra vez llegáronse a él muchas gentes.
2. Y Jesús reunió a sus discípulos, y dijo: Me da lástima esta gente que me sigue con perseverancia hace tres días.
3. Porque no tienen qué comer y no quiero despedirlos en ayunas, para que no desmayen en el camino.
4. Y dijeron los discípulos: ¿De dónde sacaremos, pues que estamos en el desierto, pan para hartar a tanta multitud?
5. Y Jesús preguntó: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y ellos contestaron: Siete, y unos pocos pececillos.
7. Mas Jesús mandó a las gentes recostarse en tierra.
8. Y tomó los panes y los peces, y dio gracias, y los repartió a sus discípulos, y ellos a la gente.
9. Y todos comieron y se hartaron, y aún sobraron siete espuertas llenas.
10. Y eran los que comieron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
11. Y los despidió, y embarcó, y vino a tierra de Magdalá.
12. Y sus discípulos se habían olvidado de coger panes, y no tenían más que un pan en la barca.
13. Y él les dijo: Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
14. Mas ellos disputaban entre sí y decían: No tenemos pan.
15. Y Jesús los oyó y les dijo: ¿Por qué decís que no tenéis pan?
16. ¿Aún está tan endurecido vuestro corazón que no ven vuestros ojos ni oyen vuestros oídos?
17. ¿Acaso no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos sobraron? Y ellos dijeron: Doce.
18. Y cuando fueron siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sobraron? Y ellos dijeron: Siete.
19. Y él les dijo: ¿Cómo no entendáis que no os hablaba de pan, sino de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
20. Y entonces comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina de los saduceos y fariseos.
Jesús interroga a sus apóstoles
XC 1. Y Jesús vino a la comarca de Cesárea Filipense.
2. Y allí interrogó a los discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
3. Y unos dijeron: Juan el Bautista.
4. Y otros: Elías. Y otros: Jeremías, o alguno de los profetas.
5. Y él les dijo: ¿Quién decís vosotros que soy yo?
6. Y contestó Simón Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
7. Y Jesús dijo: Bienaventurado eres, Simón Barjona.
8. Porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre, que está en los cielos.
9. Y te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia.
10. Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
11. Y te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates y desates en la tierra será atado y desatado en el cielo.
12. Y mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
13. Y entonces comenzó a decirles que le convenía ir a Jerusalén.
14. Y padecer de los ancianos y de los príncipes de los sacerdotes y ser muerto, y resucitar al tercer día.
15. Y Pedro le llamó aparte, y le increpó, diciéndole: Señor, ten compasión de ti, y que esto no te acontezca.
16. Mas Jesús se volvió a Pedro y le dijo: Vete de mí, Satanás, no me escandalices.
17. Porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
18. Y convocando a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
19. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, y quien la pierda por mi causa la hallará.
20. Porque, ¿de qué sirve al hombre conseguir todo el mundo y perder su alma?
21. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?
22. Porque el Hijo del hombre vendrá con los ángeles en la gloria de su Padre, y dará a cada uno según sus obras.
Transfiguración de Jesús
XCI 1. Os digo en verdad que algunos de los que aquí están no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre venir en su reino.
2. Y después de seis días, Jesús llevó a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, su hermano, y los condujo a lo alto de un monte.
3. Y se transfiguró ante ellos, y su rostro se hizo resplandeciente como el sol, y sus vestidos tan blancos como nadie en la tierra los puede hacer.
4. Y he aquí que Moisés y Elías se aparecieron, y hablaban con él.
5. Y Pedro dijo: Señor, bien será que elevemos aquí tres tabernáculos.
6. Uno para ti, y uno para Moisés, y otro para Elías.
7. Y aún hablaba cuando he aquí que una nube de luz les cubrió.
8. Y una voz del cielo dijo: Este es mi hijo dilecto, en el que me complazco; oídio.
9. Y los discípulos, oyendo esto, cayeron de bruces, con gran temor.
10. Mas Jesús, llegando, les dijo: Levantaos, y no temáis.
11. Y levantando sus ojos, no vieron a nadie, más que a Jesús.
12. Y descendiendo del monte les dijo Jesús: No digáis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
13. Y los discípulos preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que es preciso que Elías venga primero?
14. Y respondiendo Jesús, les dijo: En verdad, Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas.
15. Mas yo os digo que Elías vino ya, y no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto les plugo.
16. Así también el Hijo del hombre padecerá de ellos.
17. Y los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan Bautista.
18. Y llegándose a las gentes, vio que unos escribas disputaban con ellos.
19. Y viendo la gente a Jesús, se espantó, mas corrió a saludarle.
20. Y Jesús les preguntó: ¿De qué disputabais?
Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya. Curación de un lunático
XCII 1. Y los fariseos llegaron a Jesús, diciéndole: Vete, porque Herodes quiere matarte. Mas él dijo: Es menester que hoy y mañana y pasado camine, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
2. Y un hombre llegó en esto y se le arrodillé.
3. Y clamaba, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo único, que es lunático.
4. Y padece mucho, y unas veces cae en el fuego, y otras en el agua.
5. Y lo he llevado a tus discípulos y no lo han podido curar.
6. Y Jesús exclamó: Generación infiel y perversa, ¿hasta cuándo te sufriré? Traédmelo.
7. Y lo trajeron, y el espíritu al ver a Jesús se conturbó.
8. Y cayó por tierra echando espumarajos.
9. Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuándo le ocurrió esto? Y dijo el padre: Desde niño.
10. Y muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para perderlo.
11. Mas, si algo puedes, ten misericordia, y socórrenos.
12. Y dijo Jesús: Si puedes creer, todo al que cree le es posible.
13. Y el padre clamó: Creo.
14. Mas ayúdame en mi incredulidad.
15. Y viendo Jesús que la gente se amontonaba, conminó al espíritu inmundo.
16. Y le dijo: Espíritu mudo y sordo, sal y no vuelvas a él.
17. Y el espíritu salió, clamando. Y él quedó como muerto, y muchos lo creían muerto.
18. Mas Jesús, tomándole la mano, lo hizo levantar.
19. Y el mozo fue curado y volvió con su padre.
20. Y todos admiraron la grandeza de Dios.
21. Mas los discípulos lo llamaron aparte, y le preguntaron: ¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros? Y él les dijo: Por vuestra incredulidad.
22. Porque en verdad os digo que, si tuvieseis fe, aunque no fuese mayor que un grano de mostaza, diríais a un monte: Muévete, y se movería, y nada os sería imposible.
23. Mas este género de demonios sólo sale con oración y ayuno.
Los exactores exigen a Jesús el tributo de las dos dracmas
XCIII 1. Y estando en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del hombre en manos de los hombres será entregado.
2. Y será muerto y resucitará al día tercero.
3. Y ellos no comprendían estas palabras.
4. Mas tenían miedo de preguntarle y se entristecían.
5. Y viniendo a Cafarnaum, los que cobraban las dos dracmas llegaron a Pedro.
6. Y le dijeron: ¿Vuestro maestro no paga las dos dracmas? Mas él dijo: Sí.
7. Y entrando en casa, les dijo Jesús: ¿Qué te parece, Simón?
8. Los reyes de la tierra ¿de quién cobraban los tributos: de sus hijos o de los extraños?
9. Y dijo Pedro: De los extraños. Y dijo Jesús: Luego los hijos son libres.
10. Mas, por no escandalizarlos, ve al mar y echa el anzuelo.
11. Y agarra el primer pez que veas, y abre su boca y hallarás un estatero.
12. Y dáselo por ti y por mí.
Jesús dice a sus discípulos quién es mayor en el reino de los cielos
XCIV 1. Y Jesús preguntó a sus discípulos: ¿De qué hablabais?
2. Porque yendo de camino disputaban sobre quién era entre ellos el mayor.
3. Y llegaron a Jesús y le dijeron: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
4. Y Jesús llamó a un niño y lo puso entre ellos.
5. Y dijo: En verdad os declaro que, si no fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
6. Quien se humille como este niño es el mayor en el reino de los cielos.
7. Y quien quisiere ser el mayor será, en el último día, el más pequeño.
8. Y quien reciba en mi nombre a un niño así a mí me recibe.
9. Mas quien escandalizase a uno de estos niños que creen en mí más le valdría colgarse al cuello una piedra de amolar y hundirse en lo profundo de los mares.
Jesús aconseja no impedir a los que hagan milagros en su nombre
XCV 1. Ydijo Juan: Maestro: ¿Qué haremos con los que en tu nombre expulsen demonios? ¿Se lo prohibiremos?
2. Mas dijo Jesús: No se lo prohibáis.
3. Porque quien haga milagros en mi nombre no puede hacer mal, si habla de mí.
4. Quien no es contra nosotros está con nosotros.
5. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque es preciso que vengan escándalos, mas ¡ay de aquel por quien vienen!
6. Por eso, si tu mano o tu pie te son ocasión de escándalo, córtatelos.
7. Porque preferible es entrar cojo o manco en la vida que ir con manos y pies al fuego eterno.
8. Y si por tu ojo te pudieres escandalizar, sácalo.
9. Porque mejor te es entrar tuerto en la vida, que ir con tus ojos a la gehenna ardiente.
10. Allí donde el fuego no se apaga, ni muere el gusano.
Parábola del pecador arrepentido y de los noventa y nueve justos
XCVI 1. Mirad de no despreciar a uno de estos pequeños.
2. Porque os digo que los ángeles de los cielos ven siempre la faz de mi Padre, que está en los cielos.
3. ¿Qué os parece? Si un hombre tuviese cien ovejas, y se le perdiese una, ¿no iría, dejando las noventa y nueve, por montes y desiertos, a buscar a la extraviada?
4. Y si la hallase, se congratularía.
5. Y juntaría a sus vecinos y amigos, diciendo: Felicitadme, que mi oveja perdida ha sido encontrada.
6. Porque en verdad os digo que más se goza de encontrar aquélla que de las noventa y nueve que no se extraviaron.
7. Y es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que ni uno solo de estos pequeños se pierda.
8. Y ¿qué mujer que teniendo diez dracmas perdiese una sola no encendería luces y la buscaría?
9. Y en hallándola, llamaría a sus amigas y vecinas, diciéndoles: Felicitadme, porque he hallado la dracma que había perdido.
10. En verdad os digo que hay más gozo en el cielo por un solo pecador que hace penitencia, que por· noventa y nueve justos que no la hacen.
Parábola del hijo pródigo
XCVII 1. Y díjoles: Un hombre tenía dos hijos.
2. Y el más pequeño dijo a su padre: Padre, dame la parte de hacienda que me pertenece. Y él les repartió la hacienda.
3. Y el hijo menor juntó todo, y se fue a una comarca lejana.
4. Y allí malgastó su hacienda viviendo viciosamente.
5. Y cuando todo lo hubo consumido, vino una gran hambre en aquella provincia, y se encontró falto de todo.
6. Y fue a un ciudadano de aquella tierra, y él lo envió a que apacentase los puercos.
7. Y quería comer de las algarrobas de los puercos, mas no se las daban.
8. Y dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen sobra de pan, mientras yo aquí estoy hambriento!
9. Iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
10. Y no soy digno de ser llamado tu hijo, mas hazme como uno de tus jornaleros.
11. Y vino a su padre. Y su padre lo vio de lejos, y movido a misericordia, corrió a él, y lo abrazó y besó.
12. Pero el hijo le dijo: Padre, yo he pecado contra el cielo y contra ti, y soy indigno de ser tu hijo.
13. Entonces el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidlo.
14. Poned en sus manos anillos, y calzado en sus pies.
15. Y traed el becerro grande, y matadlo. Y hagamos comida, y fiesta.
16. Porque mi hijo, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
17. Y empezarán a festejar. Y viniendo cerca de casa el hijo mayor, que estaba en el campo, oyó música y ruido de danzas.
18. Y preguntó a un siervo que qué era aquello, y él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro grande, porque ha llegado salvo.
19. Y se incomodó, y no quería entrar. Mas su padre salió, y le rogaba que viniese.
20. Y él decía a su padre: He aquí que te sirvo hace tantos años, y nunca he desobedecido tus mandatos.
21. Y nunca me has dado un cabrito para solazarme con mis amigos.
22. Mas viene este tu hijo, que ha gastado su hacienda con mujerzuelas, y has matado para él el becerro grande.
23. Y el padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
24. Mas hoy era preciso hacer fiesta y regocijarnos.
25. Porque tu hermano muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Jesús aconseja perdonar los pecados setenta veces siete veces
XCVIII 1. Si tu hermano pecare contra ti, ve y repréndelo, pero a solas.
2. Porque si te oyese, habrás ganado a tu hermano. Mas si no te oyese, toma uno o dos para que te sean testigos.
3. Y si aún no te oyese, acude a la iglesia, y si aún no oyese a la iglesia, tenlo por pecador y publicano.
4. Yo os digo en verdad que cuanto atéis en la tierra será atado en el cielo.
5. Y que cuanto desatáis en la tierra será desatado en el cielo.
6. Os digo, además, que si dos de vosotros se acordasen en la tierra, todo lo que pidiesen les será concedido por mi Padre, que está en los cielos.
7. Y Pedro, llegándosele, dijo: Señor, ¿hasta cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Hasta siete?
8. Y dijo Jesús: No siete veces, sino setenta veces siete veces.
Parábola del rey que hizo cuentas con sus siervos
XCIX 1. El reino de los cielos es semejante a un hombre que era rey, e hizo cuentas con sus siervos.
2. Y le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
3. Mas no pudiendo pagar, mandó el rey venderlo, y a su mujer, y a sus hijos, con cuanto poseía, para cobrarle.
4. Y el siervo, de rodillas, le rogó, diciendo: Señor, ten paciencia y yo te lo pagará todo.
5. Y el señor tuvo misericordia, y soltó a aquel siervo, y le perdonó la deuda.
6. Mas saliendo este siervo, halló a un consiervo suyo, que le adeudaba cien denarios.
7. Y agarrándolo, lo apretaba, diciéndole: Págame lo que me debes.
8. Y el consiervo, postrándose, le rogaba: Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.
9. Mas él no quiso y lo puso en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
10. Y los demás consiervos se entristecieron, y fueron al señor y le contaron lo que pasaba.
11. Y llamándolo su señor, le dijo: Siervo malvado: toda tu deuda te perdoné, porque me suplicaste.
12. ¿Por qué no tuviste misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?
13. Y lo entregó a los verdugos, hasta que pagase cuanto debía.
14. Y así hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis en vuestros corazones las ofensas de vuestros hermanos.
Jesús habla del matrimonio y de la castidad
C 1. Y Jesús se marchó de Galilea y vino a Judea, al otro lado del Jordán.
2. Y muchos lo seguían y los curaba.
3. Y los fariseos llegaron y le decían, para tentarlo:
4. ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
5. Mas él les contestó: ¿No habéis leído que quien los creó en el principio varón y hembra los creó?
6. Y dijo: El hombre dejará padre y madre, y serán dos en una carne sola.
7. Lo que Dios unió no puede el hombre separarlo.
8. Y dijéronle: ¿Por qué entonces mandó Moisés dar carta de repudio, y divorciarse?
9. Y él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, mas en el principio no fue así.
10. Y os digo que el que repudiase a su mujer, no siendo por causa de fornicación, si se casase con otra, adultera.
11. Y el que se casare con la repudiada, adultera.
12. Y dijéronle los discípulos: Si esto es así, no conviene casarse.
13. Y él les contestó: No es dado a todos comprender estas palabras.
14. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre.
15. Y eunucos que son hechos por el hombre.
16. Y hay quienes a sí mismos se castraron, por el reino de los cielos.
17. Quien sea capaz de serlo así, séalo.
Los fariseos murmuran de que Jesús reciba a publicanos y pecadores
CI 1. Y le fueron llevados muchos niños, para que les impusiese las manos y orase sobre ellos.
2. Y como los discípulos reprendiesen a quienes los llevaban, dijo Jesús: Dejad que los niños vengan a mí.
3. Porque de ellos es el reino de los cielos.
4. Y les impuso las manos, y oró.
5. Y muchos publicanos y pecadores se le acercaban y lo oían.
6. Y murmuraban los fariseos y escribas, diciendo: recibe a los pecadores y publicanos y come con ellos.
7. Y después de esto, Jesús se fue y andaba por Galilea.
8. Y no quería ir por Judea, porque sabía que los judios intentaban ajusticiarlo.
Parábola del viñador
CII 1. Y algunos que había por allí, le contaron de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos en sus sacrificios.
2. Y dijo Jesús: ¿Pensáis que porque esos galileos hayan sufrido esas cosas serán más pecadores que todos los galileos?
3. No; mas antes si no os arrepintieseis, pareceréis todos igual.
4. ¿Creéis que los dieciocho sobre los que cayó la torre, en Siloé, eran más pecadores que los demás de Jerusalén?
5. No; y si no hicieseis penitencia, pereceréis lo mismo.
6. Y dijo esta parábola: Un hombre tenía en su viña plantada una higuera. Y vino por sus frutos y no los tenía.
7. Y dijo al viñador: Tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro nunca.
8. Córtala; pues ¿por qué ha de ocupar la tierra?
9. Mas dijo el viñador: Señor, déjala este alio, hasta que la trabaje y la abone.
10. Y si hace fruto, la dejas, y si no, la cortas luego.
Jesús cura en la Sinagoga a una mujer enferma
CIII 1. Y un sábado enseñaba en la Sinagoga.
2. Y he aquí que una mujer hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad.
3. Y andaba inclinada y no se podía enderezar.
4. Y como Jesús la vio, la llamó, y dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad.
5. Y le impuso las manos, y ella se enderezó, y alababa a Dios.
6. Y el archisinagogo se enojó y dijo: Seis días hay para trabajar.
7. En éstos, y no en sábado, venid para que os curen.
8. Mas Jesús le contestó: Hipócrita, ¿no lleváis todos los sábados vuestras reses a beber, desatándolas del pesebre?
9. Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado hacía dieciocho años, ¿no fue bien librarla hoy de sus ataduras?
10. Y sus adversarios se escandalizaban, mas el pueblo se alegraba de las cosas gloriosas que hacía.
Jesús va a Jerusalén, a la fiesta de los Tabernáculos
CIV 1. Y se acercó la fiesta de los Tabernáculos.
2. Y dijeron sus hermanos: Vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
3. Porque quien quiere ser claro, no hace nada a escondidas. Si esas cosas haces, manifiéstate.
4. Y era que ni aún sus hermanos creían en él.
5. Y les dijo Jesús: Mi tiempo aún no ha venido y el vuestro siempre está a punto.
6. El mundo no puede odiaros a vosotros, mas sí a mí.
7. Porque yo atestiguo que sus obras son malas.
8. Id vosotros a esa fiesta; yo no voy a ella.
9. Porque aún mi tiempo no se ha cumplido.
10. Y esto dicho, quedóse en Galilea.
11. Mas cuando sus hermanos se fueron, él fue también, en secreto.
12. Y lo buscaban en la fiesta los judíos, diciendo: ¿Dónde está ése?
13. Y discutían de él, diciendo unos: Es bueno, y otros: No, sino que seduce a las gentes.
14. Mas nadie hablaba de él con franqueza, porque temían a los judíos.
15. Y en medio de las fiestas, Jesús entró en el templo, y enseñaba.
16. Y se admiraban los judíos y decían: ¿Cómo es que sabe letras, si no las aprendió?
17. Y Jesús contestó: No es mía mi doctrina, sino de quien me ha enviado.
18. Y el que quiera hacer su voluntad entenderá si esta doctrina viene de Dios, o si hablo por mí mismo.
19. Porque quien habla por sí, su gloria busca.
20. Mas quien busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero y en él no hay injusticia.
21. ¿No os dio Moisés la Ley y ninguno la cumplís? ¿Por qué me queréis matar?
22. Y la gente contestó: Tú tienes demonio. ¿Quién te quiere matar?
23. Jesús les dijo: Una obra hice y os maravilláis.
24. Mas Moisés ordenó la circuncisión y en sábado circuncidáis.
25. Y si el hombre es circunciso en sábado para no quebrantar la ley de Moisés,
26. ¿Cómo os enojáis contra mí porque en sábado hice sano a un hombre completo?
27. No juzguéis por las apariencias, sino según justo juicio.
28. Y decían unos de Jerusalén: ¿No es éste al que buscan para matarlo? ¿Cómo, pues, habla públicamente?
29. ¿O habrán entendido los príncipes que es el Cristo?
30. Pero éste sabemos de dónde es y cuando venga el Cristo no sabremos de dónde viene.
31. Entonces Jesús daba voces en el templo.
32. Y enseñaba y decía: A mí no me conocéis y sabéis de dónde soy. Pero el que me envió es verdadero y no lo conocéis.
33. Pero yo lo conozco, porque de él soy, y él me envió.
34. Y yo mentiría si os dijera que no lo conozco.
35. Y quisieron prenderlo, mas nadie puso mano sobre él, porque su hora aún no había llegado.
36. Y muchos creyeron en él.
37. Porque, decían: Cuando el Cristo venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
Parábola del hombre rico
CV 1. Y uno se le acercó, y le dijo:
2. Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
3. Mas él replicó: Hombre, ¿quién me hizo juez o distributor entre vosotros?
4. Guardaos de toda avaricia, porque la vida humana no consiste en poseer muchos bienes.
5. Y dijo: Un hombre rico tenía mucho.
6. Y decía dentro de sí: ¿Qué haré, que no tengo dónde guardar mis frutos?
7. Mas tiraré mis graneros, y los haré mayores, y allí reunirá cuanto poseo.
8. Y diré a mi alma: Alma, bienes tienes para muchos años.
9. Descansa, pues, come, bebe, huélgate.
10. Y díjole Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma, y cuanto has guardado, ¿de quién será?
11. Así pasa al que atesora y no es rico en Dios.
Jesús anuncia que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos
CVI 1. Y uno se le llegó, y prosternándose, le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para tener la vida eterna?
2. Mas él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino Dios.
3. Mas si quieres lograr la vida eterna, cumple lo que está mandado.
4. Y dijo el hombre: ¿Qué es?
5. Dijo Jesús: No mates, no adulteres, no robes, no alces falso testimonio.
6. Honra a tus padres y ama al prójimo como a ti mismo.
7. Y dijo el hombre: Todo eso he cumplido en mi juventud. ¿Qué más debo hacer?
8. Y Jesús, oyéndolo, le tuvo amor, y le dijo: Una cosa te falta, si quieres seguirme y tener el reino de los cielos.
9. Vende cuanto posees y dalo a los pobres.
10. Mas el joven, al oírlo, se fue, triste, porque era rico y tenía muchas propiedades.
11. Y Jesús se entristeció, y dijo a sus discípulos: ¡Cómo es difícil que quien tine riquezas entre en el reino de los cielos!
12. ¡En verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos!
13. Y los discípulos le dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
14. Y Jesús dijo: Lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios.
15. Y dijo Pedro: ¿Y nosotros, que lo hemos dejado todo para seguirte?
16. Mas Jesús, respondiendo, dijo: Os digo en verdad que vosotros que me seguís seréis en la majestad del Hijo del hombre.
17. Y que os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
18. Y que recibirá ciento por uno quien por mí y por el Evangelio deje padres, y hermanos, y propiedades.
19. Y en el siglo venidero tendrá la vida eterna el que deje por mí sus familias y sufra persecuciones.
20. Y los fariseos eran avaros y lo oían, y se burlaban de él. Y les dijo: Vosotros sois justos ante los hombres, mas no ante Dios.
21. Ensalzados sois de los hombres, mas abominadores de Dios.
Parábola de Lázaro y Abraham
CVII 1. Y les dijo: Había un hombre rico, que estaba vestido de lino y púrpura.
2. Y tenía cada día un banquete espléndido.
3. Y a su puerta estaba acostado un mendigo llamado Lázaro.
4. Y estaba lleno de llagas, y hambriento, y deseaba comer las migajas del rico.
5. Y aun los perros venían y le lamían las llagas.
6. Y ocurrió que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
7. Y murió el rico, y fue sepultado, y llevado al infierno.
8. Y estando en los tormentos, alzó sus ojos y vio a Lázaro, a lo lejos, en el seno de Abraham.
9. Y clamó: Padre Abraham, ten misericordia de mí y envíame a Lázaro.
10. Para que humedezca un dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy torturado de llamas.
11. Mas dijo Abraham: Hijo, acuérdate de los bienes que tuviste en vida y de los males de Lázaro.
12. Y éste ahora es consolado y atormentado tú.
13. Un gran abismo hay entre nosotros, y de aquí no se puede ir ahí, ni de ahí aquí.
14. Y dijo el hombre: Ruégote, padre, que lo envíes a casa de mi padre.
15. Porque cinco hermanos tengo y quiero que les dé testimonio.
16. Para que no vengan como yo a los tormentos de este sitio.
17. Mas dijo Abraham: A Moisés y a los profetas tienen; que los oigan.
18. Y él dijo: No, padre Abraham, mas sí se arrepentirían si a ellos va alguno de los muertos.
19. Y Abraham le contestó: Si no entienden a Moisés ni a los profetas, tampoco oirán, aunque uno se alzase de entre los muertos.
Parábola del mayordomo infiel
CVIII 1. Y dijo Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo.
2. Y lo acusaron de disipar sus bienes, y le llamó y le dijo: ¿Qué me cuentan de ti?
3. Rinde cuentas, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.
4. Y el mayordomo pensó: ¿Qué haré?
5. Porque no puedo cavar y me avergüenza el pedir limosna.
6. Mas ya sé lo que haré para que cuando me quiten el empleo me reciban en sus casas.
7. Y llamó a los deudores de su señor.
8. Y dijo al primero: ¿Qué debes? Y él contestó: Cien barriles de aceite.
9. Y le dijo: Ten la caución y escribe cincuenta.
10. Y dijo a otro: ¿Qué debes? Y contestó: Cien coros de trigo.
11. Y le dijo: Toma la caución y escribe ochenta.
12. Y el señor alabó la prudencia del mal mayordomo.
13. Porque los hijos de este siglo son en su generación más hábiles que los hijos de luz.
14. Y os digo: Haceos amigos de las riquezas y, cuando faltasen, recibiros han en los tabernáculos eternos.
15. El que es fiel en lo poco, fiel es en lo mucho, y el injusto en lo menos es injusto en lo más.
16. Porque si en las malas riquezas fuisteis infieles, ¿quién os confiará las verdaderas?
17. Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
18. El siervo que conociendo la voluntad de su dueño no la cumplió fue muy azotado.
19. Mas quien no la cumplió porque no la conocía fue poco azotado.
Parábola del hombre que contrató operarios para su viña
CIX 1. El reino de los cielos es comparable a un padre de familia que salió a la mañana y contrató jornaleros para trabajar en su viña.
2. Y se concertó con ellos en un denario diario y los envió a su viña.
3. Y salió a la hora de tercia, y vio a unos que holgaban, y les dijo: Id también a mi viña y os daré lo que fuese justo. Y fueron.
4. Y salió a las horas sexta y nona e hizo lo mismo.
5. Y saliendo a la hora undécima, vio otros que estaban ociosos.
6. Y dijo: ¿Por qué no trabajáis? Y dijeron: Porque nadie nos ha contratado.
7. Y les dijo: Id también a la viña y os daré lo que fuese justo.
8. Y cuando fue la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo:
9. Llama a los operarios y págales el jornal, desde los últimos hasta los primeros.
10. Y viniendo los que habían ido a la hora undécima, cobró cada uno un denario.
11. Y viniendo los primeros, pensaban que cobrarían mas, pero sólo recibieron un denario.
12. Y lo tomaron, mas murmuraban: Los últimos han trabajado una hora y han cobrado como nosotros, que hemos trabajado y sufrido el calor de todo el día.
13. Mas él, contestando, les dijo: Amigos, ¿en qué os agravio? ¿No fue en un denario en lo que os concertasteis conmigo?
14. Tomad lo vuestro e idos. Porque quiero a los últimos dar como a vosotros.
15. ¿No puedo hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es que tu ojo es malo porque yo soy bueno?
16. Y así los últimos serán primeros y los primeros últimos.
17. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Jesús cura a un hidrópico en casa de un fariseo
CX 1. Y entrando un sábado en casa de un príncipe de los fariseos a comer pan, era observado de ellos.
2. Y un hombre hidrópico estaba frente a él.
3. Y Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado?
4. Y como ellos callasen, él lo curó y lo despidió.
5. Y contestándoles, dijo: ¿Quién de vosotros no sacará un asno o su buey, si se le cae a un pozo un sábado?
6. Y no podían contestarle a estas cosas.
7. Y viendo cómo elegían los primeros asientos en la mesa, les dijo: Cuando te convidasen, no tomes el primer puesto.
8. Porque pudiera ser que otro con más honor que tú esté convidado.
9. Y viniendo el que invitó te diga: Déjale el sitio.
10. Sino que cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que el que te convidó te diga: Sube aquí, y seas ensalzado ante los que están en la mesa.
11. Porque todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla será ensalzado.
12. Y dijo al que lo invitaba: Cuando convides, no sea a tus hermanos, ni amigos, ni parientes.
13. Porque ellos no vuelvan a convidarte y te compensen.
14. Mas convida a los pobres, y a los débiles, y a los lisiados y ciegos.
15. Y serás bienaventurado, porque no te pueden remunerar, mas tendrás compensación cuando resuciten los justos.
16. Y uno que estaba allí dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de los cielos.
Jesús cura a diez leprosos
CXI 1. Y llegaba la Pascua de los judíos.
2. Y yendo a Jerusalén pasaba por Samaria de Galilea.
3. Y entrando en una aldea, paráronse a lo lejos diez hombres que estaban leprosos.
4. Y alzaron sus voces, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros.
5. Y él les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y yendo quedaron limpios.
6. Y uno, al sentirse limpio, glorificó a Dios con gran clamor.
7. Y se tendió sobre su rostro y le daba gracias. Y era samaritano.
8. Y dijo Jesús: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Dónde están los demás?
9. ¿Ninguno hubo que volviese para alabar a Dios, sino este extranjero?
10. Y le dijo: Álzate y vete.
11. Porque tu fe te ha salvado.
Jesús habla a los discípulos de su pasión, y la madre de los hijos de Zebedeo le ruega por sus hijos
CXII 1. Y Jesús dijo a los doce: He aquí que subimos a Jerusalén y serán cumplidas las cosas que escribieron los profetas del Hijo del hombre.
2. Porque será entregado, e injuriado, y escarnecido.
3. Y cuando lo hubiesen azotado, será enterrado, mas al día tercero resucitará.
4. Y llegando la madre de los dos hijos de Zebedeo, lo adoró, y dijo: Señor, sienta a mis dos hijos, uno a tu diestra y otro a tu siniestra en tu reino.
5. Y Jesús contestó: No sabes lo que pides.
6. ¿Podéis beber en el cáliz en que yo beba, y bautizar con el bautismo con que bautizo yo? Y ellos dijeron: Podemos.
7. Y él les dijo: En el cáliz en que yo beba beberéis, y con el bautismo con que yo bautizo seréis bautizados.
8. Y sentados estaréis a mi derecha y a mi izquierda, como yo con mi Padre.
9. Y oyéndolo los discípulos, se airaron contra los dos hermanos.
10. Y Jesús los llamó, y les dijo: ¿Sabéis que entre los príncipes de los hombres quienes mayores son más autoridad ejercen? Pues no es así entre vosotros.
11. Porque el que entre vosotros quiera ser el mayor será el más pequeño, y quien quiera ser el primero será siervo de los demás.
12. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos.
Los discípulos preguntan a Jesús si son muchos los que se salvarán
CXIII 1. Y uno de ellos le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan?
2. Y él les dijo: Procurad entrar por la puerta estrecha, porque muchos querrán entrar y no podrán.
3. Porque allí será el decir: Señor, ábrenos.
4. Y yo les diré: No os conozco.
5. Y me dirán: Comíamos contigo y bebíamos contigo.
6. Y les diré: No os conozco, hacedores de iniquidades.
7. Id al fuego eterno, donde es el llanto y el rechinar de dientes.
8. Y cuando veáis entrar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a todos los profetas, en el reino de los cielos, vosotros seréis echados fuera.
9. Y de Oriente y de Occidente, y del aquilón y el austro, vendrán al reino de Dios.
10. Mas los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Zaqueo, el publicano
CXIV 1. Y Jesús había entrado en Jericó.
2. Y un varón llamado Zaqueo era principal entre los publicanos, porque era rico.
3. Y quería ver a Jesús, mas no le dejaba verlo la gente, porque era pequeño de estatura.
4. Y echando a correr se subió a un sicomoro, por donde tenía que pasar.
5. Y llegando, Jesús le miró, y le dijo: Baja luego, Zaqueo, que hoy descansé en tu casa.
6. Y él bajó a prisa y lo recibió con gozo.
7. Y viendo tal, murmuraban todos, diciendo que iba a casa de un pecador.
8. Y Zaqueo dijo a Jesús: Señor, de lo que tengo, la mitad daré a los pobres.
9. Y si en algo he defraudado a alguno, se lo devolveré cuadruplicado.
10. Y dijo Jesús: Hoy ha venido la salvación a esta casa.
11. Porque también él es hijo de Abraham.
12. Y el Hijo del hombre vino a salvar y buscar lo que se había perdido.
Jesús cura a dos ciegos
CXV 1. Y saliendo Jesús de Jericó, lo seguían muchas gentes.
2. Y he aquí que dos ciegos estaban sentados en el camino y uno era Bastimeo, hijo de Timeo.
3. Y oyendo que Jesús el Nazareno pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
4. Y les dijo Jesús: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos dijeron: Señor, abre nuestros ojos.
5. Y Jesús tuvo misericordia y les tocó los ojos.
6. Y vieron, y lo siguieron, alabando a Dios.
7. Y toda la gente alababa a Dios.
Jesús, sobre un asno, entra en Jerusalén
CXVI 1. Y acercándose a Jerusalén, y llegando a Bethfagé, en el Monte de los Olivos, Jesús dijo a dos de sus discipulos:
2. Id a esa aldea que hay enfrente y hallaréis atado un pollino en el que ningún hombre se ha sentado nunca: desatadlo y traédmelo.
3. Y si alguien os preguntase: ¿Por qué lo desatáis? Decid: El Señor lo necesita. Y os lo dejará.
4. Y fueron, y hallaron el pollino, y desatándolo, le dijeron sus dueños: ¿Por qué lo desatáis?
5. Y dijeron: Porque el Señor lo ha menester. Y se lo dejaron.
6. Y llevaron el asno a Jesús, y pusieron sobre él sus vestiduras, y lo sentaron encima.
7. Para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí tu rey, que viene manso, a ti, sentado sobre un pollino, que es hijo de animal de yugo.
8. Y esto no lo conocieron sus discípulos entonces, sino cuando fue glorificado Jesús, que entonces comprendieron que se había escrito de él.
9. Y muchas gentes tendían sus mantos por el camino, y otras venían con ramos de olivo.
10. Y cuando llegaban al Monte Olivete, llegaron muchos más, alabando a Dios con grandes voces.
11. Y los que lo seguían y los que iban delante iban diciendo:
12. ¡Hosanna! ¡Bendito el Hijo de David, bendito el rey que viene en nombre del Señor!
13. Paz en el cielo y gloria en las alturas. Bendito el que nos trae el reino de nuestro padre David. Gloria en lo alto.
14. Y otros muchos trajeron ramos de palma y acompañaban a Jesús, diciendo:
15. ¡Hosanna! Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel.
16. Mas algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron:
17. Maestro, haz callar a tus discípulos.
18. Mas él repuso: Os digo en verdad que, si ellos callan, clamarán las piedras.
19. Y llegando a Jerusalén, lloró sobre ella.
20. Diciendo: ¡Oh, si tú conocieses en este tu día lo que conviene a tu paz!
21. Mas ello está ahora oculto a tus ojos.
22. Porque días vendrán en que te sitiarán tus enemigos, y por todas partes te cercarán.
23. Y te derribarán, con todos tus hijos, en tierra y no quedará piedra sobre piedra de ti.
24. Porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús echa del templo a los mercaderes
CXVII 1. Y entrando en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y dijo: ¿Quién es éste?
2. Y otros del pueblo decían: Es un profeta de Nazareth de Galilea.
3. Y entrando Jesús en el templo, hizo un azote de cuerdas, y echó con él a todos los que allí vendían ovejas, y bueyes, y palomas, y derramó las monedas de los cambistas, y revolvió las mesas.
4. Y dijo: No hagáis de la casa de mi Padre casa de negociación.
5. Porque está escrito que ésta sea casa de oración y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
6. Y sus discípulos recordaron que está escrito: El celo de tu casa me comió.
7. Y los ciegos y mancos que había en el templo se llegaron a él y los sanaba.
8. Y viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas los milagros que hacía,
9. Y que los niños clamaban en el templo: ¡Hosanna, Hijo de David!,
10. Fueron muy indignados, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen?
11. Mas Jesús contestó: ¿Nunca leísteis que en la boca de los niños y de los que maman está la alabanza perfecta?
12. Y los judíos le dijeron: ¿Qué signo nos presentas de que está bien lo que haces?
13. Y Jesús repuso: Derribad este templo y en tres días lo reedificaré.
14. Y ellos dijeron: Cuarenta y seis años costó edificarlo.
15. ¿Y tú en tres días lo restaurarás?
18. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Parábola del publicano y el fariseo
CXVIII 1. Y vio Jesús cómo las gentes ricas echaban sus ofrendas en el garogilacio.
2. Y llegando una viuda pobre, no puso más que dos cuadrantes.
3. Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que esa pobre ha hecho mayor ofrenda que los demás.
4. Porque los demás ofrendaron a Dios de lo que les sobra.
5. Mas ella ofreció la pobreza que para su sustento tenía.
6. Y les dijo esta parábola: Dos hombres subieron a orar al templo.
7. Y el uno era fariseo y el otro era publicano.
8. Y el fariseo oraba diciendo: Gracias te doy, Señor.
9. Porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.
10. Y ayuno los sábados y doy diezmos de cuanto poseo.
11. Y el publicano, sin osar alzar los ojos al cielo, se golpeaba el pecho y decía: Dios, séme propicio a mí, pecador.
12. Y yo os digo que éste será más justificado.
13. Porque aquel que se ensalza será humillado y aquel que se humilla será ensalzado.
14. Y los dejó y salió de la ciudad, y fue a Bethania, y descansó allí.
15. Y las gentes lo seguían y curaba a los que necesitaban ser sanos.
Nicodemo viene a Jesús por la noche
CXIX 1. Y había un varón llamado Nicodemo, que era príncipe de los judíos.
2. Y vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que Dios te ha enviado por Maestro.
3. Porque si Dios no fuese contigo, no darías los signos que das.
4. Mas dijo Jesús: En verdad te digo que quien no vuelva a nacer no verá el reino de Dios.
5. Y contestó Nicodemo: ¿Cómo el viejo puede otra vez nacer?
6. ¿0 es que otra vez puede entrar para nacer en el vientre de su madre?
7. Mas Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que quien no naciese de agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios.
8. Lo que nace de carne carne es, y lo que de Espíritu nace es espíritu.
9. No te maravilles de que te haya dicho que otra vez hay que nacer.
10. Porque el viento sopla de donde quiere y oyes su soplo, mas no sabes adónde va ni de dónde viene.
11. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.
12. Mas Nicodemo contestó y dijo: ¿Cómo puede ser esto?
13. Contestó Jesús: ¿Y tú, que eres maestro de Israel, lo ignoras?
14. En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y de lo que hemos visto atestiguamos, pero no aceptáis nuestro testimonio.
15. Si no creéis en las cosas terrenales que os digo, ¿cómo habéis de creer en las celestiales?
16. Nadie subió al cielo, sino el que del cielo descendió, que es el Hijo del hombre, que está en el cielo.
17. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así ha de ser alzado el Hijo del hombre.
18. Para que no se pierda quien creyese en él, sino que logre vida eterna.
19. Porque para esto ha dado Dios al mundo, porque lo ama, a su Hijo único.
20. Dios no envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino para darle salvación.
21. Y quien en él cree no es condenado, mas quien en él no cree sí es condenado.
22. Porque no creyó en el nombre del Hijo, unigénito de Dios.
23. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
24. Y cuantos hacen el mal no vienen a la luz, para no ser acusados de sus pecados.
25. Mas el que obra con verdad viene a la luz, para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios.
26. Y Jesús se fue al monte de los Olivos, y a la mañana vino al templo, y la gente se llegó a él.
27. Y se sentó y enseñaba.
Los judíos presentan a Jesús una mujer sorprendida en adulterio
CXX 1. Y los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio.
2. Y poniéndola en medio, dijeron: Maestro, esta mujer ha sido encontrada en flagrante adulterio.
3. Moisés, en la Ley, nos mandó apedrearla. ¿Qué dices tú? Y le hablaban por tentarlo, para poderlo acusar.
4. Mas Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo.
5. Mas como le siguiesen preguntando, se levantó.
6. Y dijo: Quien entre vosotros no tenga pecado arroje contra ella la primera piedra.
7. Y volviéndose a inclinar, escribía en tierra.
8. Y oyéndolo, todos salieron, desde los viejos hasta los adolescentes.
9. Y se levantó Jesús y no halló más que a la mujer.
10. Y dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿No te ha condenado ninguno?
11. Y dijo ella: Ninguno, Señor.
12. Y dijo Jesús: Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.
Jesús maldice a la higuera
CXXI 1. Y otra mañana, yendo a la ciudad, tuvo hambre.
2. Y viendo una higuera junto al camino, fue a ella, mas halló que sólo tenía hojas.
3. Porque aún no era tiempo de higos. Mas él dijo: Que nunca más nazca fruto de ti. Y se secó la higuera.
4. Y los discípulos, maravillados, decían: ¿Cómo se secó la higuera?
5. Y a la tarde salían de la ciudad, y pasando junto a la higuera seca, dijo Pedro: Señor, ésta es la higuera que tú maldijiste.
6. Y Jesús le dijo: Os digo, en verdad, que si tuvieseis fe, no sólo haríais esto vosotros.
7. Sino que si a este monte le dijereis: Échate al mar, se echaría.
8. Y dijeron los apóstoles: Señor, infúndenos fe.
9. Y dijo Jesús: Cuanto pidáis orando, si creéis, se os dará.
10. Y en la oración perdonad a vuestros enemigos, para que vuestro Padre, que está en los cielos, perdone vuestros pecados.
Parábola del juez duro y de la viuda
CXXII 1. Y propuso otra parábola a sus discípulos, a propósito de que siempre conviene orar.
2. Y dijo: Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3. Y había en aquella ciudad una viuda y vino y le dijo: Hazme justicia de mi enemigo.
4. Y muchas veces volvía, hasta que el juez dijo entre sí: No temo a Dios ni respeto a los hombres, pero si hago justicia a esta viuda ya no volverá más a molestarme.
5. Oíd lo que dijo el juez injusto.
6. ¿Y no ha de hacer justicia Dios a sus elegidos, que le impetran día y noche y esperan en él?
7. Yo os digo que él os hará justicia. Porque el Hijo del hombre ha venido a traer la fe a la tierra.
Los judíos preguntan a Jesús con qué autoridad obra. Parábola de los hijos del vendimiador
CXXIII 1. Y como vino al templo, evangelizaba al pueblo.
2. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se le llegaron y le decían: ¿Quién te dio potestad para hacer esto?
3. Mas Jesús contestó: Yo os diré con qué autoridad lo hago, si vosotros me contestáis otra pregunta.
4. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres?
5. Y ellos meditaron entre sí y decían: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Por qué no lo creísteis?
6. Mas si decimos que de los hombres, ofenderemos al pueblo.
7. Porque tiene a Juan por profeta.
8. Y a Jesús, en respuesta, le dijeron: No sabemos.
9. Y él les dijo: Ni yo os digo qué potestad tengo para hacer esto.
10. Un hombre tenía dos hijos. Y se llegó al primero y le dijo: Hijo, ve a trabajar en mi viña.
11. Y él contestó: No quiero. Mas se arrepintió y fue.
12. Y al otro le dijo lo mismo y contestó: Sí, señor; mas no fue.
13. ¿Quién de los dos obedeció a su padre? Y contestaron: El primero.
14. Y les dijo Jesús: En verdad os digo que los publicanos y meretrices irán antes que vosotros al reino de Dios.
15. Porque os vino Juan y no le creísteis, y los publicanos y rameras sí le creyeron.
16. Y aún vosotros no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola del hombre que plantó una viña
CXXIV 1. Escuchad otra parábola: Un hombre, que era padre de familia, plantó una viña.
2. Y la valló, y cavó un lagar, y construyó una casa.
3. Y la dio en renta a unos labradores, y se fue.
4. Y al tiempo de los frutos, envió a sus siervos para que cobrasen la renta.
5. Mas los labradores hirieron a un siervo, y mataron a otro, y apedrearon a los demás.
6. Y envió otros siervos, mas con ellos hicieron lo mismo.
7. Y al fin les envió su hijo, pensando que a él le tendrian respeto.
8. Mas viendo los labradores al hijo, dijéronse: Este es el heredero.
9. Matémoslo y tomemos su heredad.
10. Y lo echaron fuera de la viña, y lo mataron.
11. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña cuando viniese, a aquellos labradores?
12. Y le dijeron: Destruirá a los malos, y dará la viña en renta a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
13. Dijo Jesús: ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que desecharon los que construían quedó para cabeza de los ángulos?
14. Por el Señor fue hecho esto y es cosa milagrosa ante nuestros ojos.
15. Os digo que el reino de Dios os será quitado y dado a gente que tenga frutos de él.
16. Y que a quien sobre esta piedra cayese será quebrantado y quien cayese sobre ella la desmenuzará.
17. Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos estas parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
18. Y querían prenderlo, mas temían a la gente.
19. Porque lo tenían por profeta.
20. Y Jesús les dijo esta otra parábola:
Parábola del rey que celebró las bodas de un hijo suyo
CXXV 1. El reino de los cielos es como un hombre que era rey y, celebrando las bodas de su hijo, convidó a muchos.
2. Y a la hora de la cena eni.dó sus siervos a llamar a los convidados.
3. Y todos comenzaron a excusarse.
4. El primero dijo: He comprado una heredad y he de ir a verla: excúsame.
5. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos: excúsame.
6. Y otro dijo: Hoy me he casado y no puedo ir.
7. Y el rey mandó a otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí que la comida está preparada, porque los toros y animales cebados han sido muertos, y todo está a punto. Venid a las bodas.
8. Mas ellos no se curaron de él, y unos fueron a su labranza, y otros a sus negocios.
9. Y otros afrentaron a sus siervos y los mataron.
10. Y enojándose el rey, envió a sus tropas y mataron a los homicidas, e incendiaron su ciudad.
11. Y dijo a sus siervos: Preparadas están las bodas, pero los invitados no eran dignos.
12. Salid, pues, a la calle, y traed a los pobres, y mancos, y cojos, y ciegos.
13. Y dijo el siervo: Señor: hecho está lo que mandaste; mas aún sobra sitio.
14. Y dijo el señor: Ve por las calles y caminos y obliga a todos a entrar en mi casa.
15. Porque ninguno de los que fueron invitados gustará mi cena.
16. Y saliendo los siervos a los caminos, reunieron a todos los que hallaron, malos y buenos, y las bodas estuvieron llenas de convidados.
17. Y el rey vio que uno de ellos no traía vestido de boda.
18. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí si no tenías vestido de boda?
19. Mas él calló. Y el rey dijo a los servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas exteriores. Y allí será el llorar y el crujir de dientes.
20. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Los judíos preguntan a Jesús qué se ha de dar a Dios y qué se ha de dar al César
CXXVI 1. Entonces los fariseos se consultaron sobre cómo lo sorprenderían en alguna palabra.
2. Y le enviaron los discípulos que ellos tenían, con los herodianos.
3. Y le dijeron: Maestro, sabemos que amas la verdad y que el verdadero camino de Dios enseñas.
4. Mas dinos: ¿Es o no lícito dar tributo a César?
5. Y Jesús comprendió su malicia y dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
6. Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
7. Y preguntó: ¿De quién es esta figura y lo que está escrito sobre ella?
8. Y le dijeron: Del César.
9. Y él dijo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
10. Y oyéndolo, se maravillaron y se fueron.
Los saduceos, que no creen en la resurrección, interrogan a Jesús sobre la mujer de los siete maridos
CXX VII 1. Aquel día se llegaron a él los saduceos, que no creen en la resurrección, y le preguntaron:
2. Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriese sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y hará simiente a su hermano.
3. He aquí siete hermanos. Y el primero se casó y murió y, al no tener generación, quedó su mujer a su hermano.
4. Y al segundo pasó igual y al tercero, hasta los siete.
5. Y después murió la mujer. Mas ¿de quién será mujer en la resurrección, pues que todos la tuvieron?
6. Pero dijo Jesús: Erráis, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios.
7. Porque en la resurrección ni los hombres tomarán mujer, ni las mujeres marido.
8. Sino que serán como los ángeles en el cielo.
9. ¿Y no habéis leído lo que dice Dios?
10. Yo soy el Dios de Abraham, y el de Isaac, y el de Jacob.
11. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
12. Y las gentes se admiraban de su doctrina.
13. Y algunos, contestando, dijeron: Bien hablaste, maestro.
Los escribas preguntan a Jesús cuál es el mandamiento mayor
CXXVIII 1. Y viendo los fariseos que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.
2. Y un doctor de la Ley, le preguntó diciéndole: Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?
3. Y dijo Jesús: Amarás al Señor con todo tu corazón, y toda tu alma, y toda tu mente.
4. Y éste es el primero y mayor de los mandamientos.
5. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
6. Y de estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.
7. Y un escriba le dijo: Bien hablaste, maestro.
8. Porque ha de amarse a Dios de todo corazón, y toda el alma, y toda la inteligencia.
9. Y se ha de amar al prójimo como a uno mismo.
10. Y Jesús, oyendo lo bien que le respondía, dijo: Rectamente contestas. Hazlo asi.
11. Pero queriendo ellos justificarse, dijeron a Jesús: ¿Quién es nuestro prójimo?
12. Y Jesús contestó: Iba un hombre a Jerusalén, y los ladrones lo atacaron y lo robaron e hirieron.
13. Y pasando de camino un sacerdote, lo vio herido, mas se fue a un lado y lo dejó.
14. Y pasando un levita, lo vio y lo dejó.
15. Y pasó un samaritano, y tuvo piedad de él, y lo alivió y ungió.
16. Y lo puso en su jumento y lo llevó a la posada.
17. Y pagó dos denarios al posadero, y le dijo: Cuídalo, y lo pagaré lo que sea al volver.
18. De estos tres, ¿quién fue el prójimo del herido por los ladrones?
19. Y le dijeron: Quien le tuvo misericordia.
20. Y Jesús dijo: Haced, pues, como él.
Los fariseos intentan prender a Jesús
CXXIX 1. Y Jesús enseñaba a diario en el templos
2. Y los príncipes de los sacerdotes, y los del pueblo, así como los escribas, querían prenderlo.
3. Mas no sabían cómo hacerlo, porque el pueblo se asombraba oyéndolo.
4. Y los fariseos murmuraban cómo lo harían.
5. Y los príncipes y fariseos enviaron hombres para prenderlo.
6. Mas dijo Jesús: Aún estaré algún tiempo entre vosotros, e iré al que me envió. Y tiempo vedrá en que me buscaréis y no me hallaréis.
7. Y donde yo esté no podréis venir.
8. Y dijéronse los judíos: ¿Dónde estará que no podamos ir?
9. ¿Qué es esto de que lo buscaremos y no lo encontraremos, y que donde esté no podremos ir?
10. Y en el último día grande de las fiestas, Jesús clamaba y decía:
11. Quien tenga sed venga a mí y beba.
12. Porque quien crea en mí, ríos de agua viva correrán de su vientre, como dice la Escritura.
13. Y esto dijo del Espíritu que recibirían los que en él creyesen.
14. Porque aún no había sido Jesús glorificado.
15. Y la gente, oyéndolo, decía: este es el Cristo.
16. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea?
17. ¿No está escrito que es de simiente de David y del pueblo de Bethlehem de donde vendrá el Cristo?
18. Y la gente discutía sobre él.
19. Y los pontífices y fariseos vinieron a los ministriles y dijeron: ¿Cómo no lo trajisteis?
20. Mas ellos contestaron: Nunca hombre alguno habló como este hombre.
21. Y dijeron los fariseos: ¿También fuisteis vosotros seducidos?
22. ¿Cree en él alguno de los príncipes o de los fariseos?
23. Porque los de la plebe, que no saben la Ley, malditos son.
24. Y dijo Nicodemo, el que había ido a él de noche: ¿Juzga nuestra Ley sin antes oír?
25. Mas le dijeron: ¿También eres tú galileo?
26. ¿Cuándo se vio que de Galilea saliera profeta?
Los fariseos son preguntados por Jesús
CXXX 1. Y los fariseos fueron preguntados por Jesús y dijo: ¿De quién decís que el Cristo es hijo? Y dijeron: De David.
2. Mas dijo Jesús: ¿Cómo, entonces, en sus salmos lo llama su Señor?
3. Cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
4. Llamándolo David Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
5. Y no supieron responderle.
Jesús se presenta como la luz del mundo
CXXXI 1. Y dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo.
2. Y quien me sigue no anda en tinieblas, mas tiene luz en su vida.
3. Y dijeron los fariseos: Tú de ti mismo atestiguas: tu testimonio no es válido.
4. Y dijo Jesús: Yo atestiguo de mí mismo, porque sé de dónde vengo y adónde voy.
5. Mas vosotros ignoráis de dónde vengo y adónde voy.
6. Vosotros juzgáis según la carne, mas si yo juzgo, verdadero es mi juicio, porque juzgo según el Padre.
7. Y en vuestra ley está escrito: El testimonio de dos es válido.
8. Yo testimonio por mí, y por mí testimonia mi Padre.
9. Mas ellos le dijeron: ¿Quién es tu Padre?
10. Y dijo Jesús: No me conocéis a mí, ni a mi Padre.
11. Mas yo voy y vosotros moriréis en vuestro pecado.
12. Y donde yo voy, vosotros no podéis ir.
13. Y decían los judíos: ¿Irá a matarse él mismo, que dice que donde irá no lo podremos seguir?
14. Y él dijo: Vosotros sois del mundo y yo no soy del mundo.
15. Y os digo que moriréis en vuestro pecado.
16. Porque si no creyerais quien yo soy, moriréis en vuestro pecado.
17. Y ellos dijeron: ¿Pues quién eres?
18. Y él contestó: Quien os he dicho al principio.
19. Mucho he de juzgar de vosotros, mas mi Padre, que me envió, es verdadero, y lo que yo he oído a él os hablé.
20. Mas ellos no entendieron que el Padre de que les hablaba era Dios.
21. Y dijo Jesús: Cuando creáis al Hijo del hombre, entonces comprenderéis quién yo soy.
22. Y que nada hago de mí mismo, sino que hablo como el Padre me enseñó.
23. Porque el que me envió está conmigo.
24. Que no me ha dejado el Padre solo, porque yo hago lo que a él le agrada.
25. Y diciendo estas cosas, muchos creyeron en él y él decía a los que creían:
26. Si vosotros perseveráis en mi palabra, seréis verdaderos discípulos míos.
27. Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
28. Y le dijeron: Somos simiente de Abraham.
29. Y no servimos a nadie; ¿cómo nos vas a hacer libres?
30. Jesús les contestó: Os digo en verdad que aquel que peca es siervo del pecado.
31. Y el siervo no está en casa siempre, mas sí el hijo.
32. Y si el Hijo os libertare, seréis libres de verdad.
33. Sé que sois semilla de Abraham, pero procuráis matarme.
34. Porque en vosotros no cabe mi palabra.
35. Yo hablo de lo que he visto al Padre y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre.
36. Dijéronle: Nuestro padre es Abraham.
37. Y él les contestó: Si fuerais hijos de Abraham, sus obras haríais.
38. Mas queréis matarme, porque os digo la palabra que he oído de Dios.
39. Y no hizo así Abraham.
40. Porque hacéis las obras de vuestro padre.
41. Mas le dijeron: Nacidos somos fuera de fornicación. Un padre tenemos y es Dios.
42. Y dijo Jesús: Si fuerais hijos de Dios, me amaríais.
43. Porque yo soy enviado por él y no vengo de mí mismo.
44. Y no reconocéis mi lenguaje, porque no podéis oír mi palabra.
45. Porque del diablo sois y su voluntad queréis hacer.
46. Y él fue homicida desde el principio y no perseveró en la verdad.
47. Porque no hay verdad en él y habla mentira, porque padre es de mentira.
48. Y porque os digo verdad, no me creéis.
49. ¿Quién me acusa de pecado? Porque si digo verdad, ¿cómo no me creéis?
50. El que es de Dios sus palabras oye. Mas vosotros no las oís, porque no sois de Dios.
51. Y dijeron los judíos, contestándole: ¿No acertamos nosotros en decir que eres samaritano y tienes demonio?
52. Mas Jesús contestó: Yo no tengo demonio.
53. Sino que honro a mi Padre y vosotros me deshonrais.
54. Mas no busco mi gloria, porque hay quien la busque y la juzgue.
55. En verdad os digo que el que guarde mi palabra no verá la muerte eterna.
56. Y dijeron los judíos: Ya vemos que sí tienes demonio.
57. Porque murió Abraham, y los profetas, y tú dices: Quien guarde mi palabra no gustará la muerte eterna.
58. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió, o que los profetas, que murieron? Pues ¿quién crees tu ser?
59. Les respondió Jesús: Mi gloria no es nada: es mi Padre quien me glorifica.
60. Y mi Padre es el que vosotros llamáis vuestro Dios.
61. Y no lo conocéis, mas yo lo conozco y persevero en su palabra, y si no os lo dijera, sería embustero, como vosotros.
62. Vuestro padre Abraham vio mi día y se gozó en él.
63. Mas dijeron los judíos: ¿Cómo dices que has visto a Abraham? Por que tú no tienes aún cincuenta años.
64. Y dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy antes que Abraham fuese.
65. Y ellos agarraron piedras para tirarle.
66. Mas Jesús se escondió y salió del templo.
Jesús cura con lodo a un ciego de nacimiento
CXXXII 1. Y pasando, vio Jesús un ciego de nacimiento.
2. Y preguntaron sus discípulos: Maestro, ¿y pecó él o pecaron sus padres? Porque ha nacido ciego.
3. Y contestó Jesús: No pecó él ni sus padres.
4. Mas es ciego para que las obras de Dios se patenticen en él.
5. Aún dura el día y he de hacer las obras del que me envió.
6. Porque en la noche nadie puede obrar.
7. Porque mientras esté en el mundo, soy su luz.
8. Y escupió en tierra, e hizo barro con la saliva, y untó con él los ojos del ciego.
9. Y le dijo: Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado).
10. Y el ciego se lavó y vio la luz.
11. Y los que sabían que era ciego decían: ¿No estaba éste ciego y mendigaba? Y él dijo: Yo soy.
12. Y le preguntaron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
13. Y dijo: El hombre que llaman Jesús hizo barro, y me untó los ojos, y me envió al Siloé, y me lavé, y soy curado.
14. Y le dijeron: ¿Dónde está ése? Mas él dijo: No sé.
15. Y presentaron ante los fariseos al que había sido ciego.
16. Y cuando Jesús hizo lodo y lo curó, era sábado.
17. Y preguntándole los fariseos cómo había sido curado, dijo: Me puso barro en los ojos, y me lavé, y sané.
18. Y dijo un fariseo: Este hombre no es de Dios. Porque no guarda el sábado.
19. Y decían los demás: ¿Cómo puede hacer un pecador estas señales? Y discutían.
20. Y preguntaron al ciego: ¿Qué dices del que te abrió los ojos?
21. Y él dijo: Que es profeta.
22. Mas no creyendo los judíos que hubiese sido ciego, llamaron a sus padres.
23. Y les preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo? Porque, si nació ciego, ¿cómo ve ahora?
24. Mas los padres dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
25. Mas no sabemos cómo ve ahora; preguntadle a él que edad tiene.
26. Y esto dijeron los padres por miedo de los judíos.
27. Porque éstos habían acordado que, si alguno dijese ser el Cristo, fuese echado de la sinagoga.
28. Y volviendo a llamar al que había sido ciego, le dijeron: Alaba a Dios.
29. Porque nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
30. Mas él dijo: No sé si es pecador.
31. Pero sé que no veía, y veo.
32. Y le dijeron otra vez: ¿Qué hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
33. Mas él contestó: Ya os lo dije, y no me atendisteis. ¿Es que también vosotros queréis ser sus discípulos?
34. Mas ellos lo vejaron y le dijeron: Tú serás su discípulo, mas no nosotros.
35. Porque somos discípulos de Moisés.
36. Y sabemos que Dios habló a Moisés, mas no sabemos éste de dónde es.
37. Y él contestó: Es extraño que no lo sepáis, porque me abrió los ojos.
38. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores, mas sí a los que hacen su voluntad.
39. Porque no se oyó en el cielo que nadie curase a quien nació ciego. Y si éste no fuera de Dios, nada podría hacer.
40. Mas contestándole, le dijeron: Tú pecador naciste, ¿y aún nos enseñas? Y lo echaron de allí.
Jesús contiende con los fariseos
CXXXIII 1. Oyó Jesús que lo habían echado fuera y, viniendo, le dijo: ¿Crees en el Hijo de Dios?
2. Y contestó: Señor, ¿quién es? Para que yo crea en él.
3. Y dijo Jesús: Ya lo has visto.
4. Porque es el que habla contigo. Y él dijo: Creo, Señor. Y lo adoró.
5. Y dijo Jesús: Para juicio he venido a este mundo.
6. Para que vean los que no ven y para que los que ven sean ciegos.
7. Y algunos fariseos lo oyeron y dijeron: ¿Somos ciegos también nosotros?
8. Mas les dijo Jesús: Si ciegos fuerais, no tuvierais pecado.
9. Mas porque decís: Vemos, vuestro pecado sigue.
10. En verdad, en verdad os digo: Ladrón es quien no entra por la puerta en la cuadra de las ovejas.
11. Porque el que entra por la puerta es el pastor.
12. Y a éste le abre el portero, y él llama a las ovejas, y ellas conocen su voz y salen.
13. Mas no seguirán al extraño, porque no conocen su voz.
14. Y no entendiendo ellos esta parábola, Volvió Jesús a decir:
15. En verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas.
16. Y quienes antes vinieron ladrones son.
17. Mas no los oyeron las ovejas. Porque yo soy la puerta y quien entre por mí será salvo.
18. Porque el ladrón viene a hurtar y matar y destruir.
19. Mas yo he venido para que tengan vida.
20. Y soy el buen pastor, que da su vida por las ovejas.
21. Mas el que a salario está, viendo venir al lobo, huye y el lobo las arrebata.
22. Mas yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y me conocen.
23. Y el Padre me conoce y yo conozco al Padre.
24. Y yo pongo mi vida por las ovejas.
25. Mas tengo otras ovejas que no son de este redil.
26. Y ellas oirán mi voz y tendrán pastor.
27. Y mi Padre me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla.
28. No me la quita nadie, sino que yo la pongo. Porque tengo poder para ponerla y para tomarla.
29. Y este mandato recibí de mi Padre.
30. Y otra vez discutieron los judíos. Y unos decían: Demonio tiene, ¿por qué lo oís?
31. Mas otros decían: No son de endemoniado estas palabras.
32. ¿Puede abrir el demonio los ojos de los ciegos?
Los judíos piden a Jesús que diga si es Cristo
CXXXIV 1. Y se hizo la fiesta de la Dedicación en Jerusalén y era invierno.
2. Y Jesús andaba por el pórtico de Salomón, en el templo.
3. Y los judíos vinieron y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de conturbar la vida?
4. Si eres el Cristo, dínoslo claramente.
5. Mas Jesús contestó: Os lo he dicho y no creéis.
6. Mas las obras que yo hago dan testimonio de mi.
7. Y no creéis, porque no sois de mis ovejas. Porque ellas conocen mi voz y me siguen.
8. Porque les doy vida eterna y nadie me las quitará.
9. Y mi Padre, que me las dio, más grande que todos es y nadie las quitará de mi Padre.
10. Y el Padre y yo somos una misma cosa.
11. Entonces agarraron los judíos piedras para lapidarlo.
12. Y dijo Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado en nombre de mi Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis?
13. Y dijeron los judíos: No te apedreamos por tus buenas obras.
14. Sino porque siendo hombre te haces Dios y blasfemas.
15. Jesús les contestó: ¿No está escrito en la Ley? Yo dije: Dioses sois.
16. Y se refería a quien le fue dada palabra de Dios.
17. ¿Cómo decís que blasfemo porque dije que soy Hijo de Dios?
18. No me creáis si no hago obras de mi Padre, mas si las hago, creed a las obras.
19. Para que conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre.
20. Y quisieron prenderlo, mas él se fue de ellos.
21. Y vino tras el Jordán, allí donde había bautizado Juan.
22. Y muchos decían: Juan no dio señal ninguna, mas cuanto dijo de éste es verdad.
23. Y muchos creyeron en él.
Resurrección de Lázaro
CXXXV 1. Y enfermó Lázaro, de la aldea de Bethania, y era hermano de Marta y María.
2. Y era María la que ungió al Señor con ungüento y lavó con sus cabellos sus pies.
3. Y enviáronle sus hermanas a decir: Señor, Lázaro está enfermo.
4. Y dijo Jesús: No es esta enfermedad para muerte, sino para gloria de Dios, y para glorificación del Hijo de Dios.
5. Porque Jesús amaba a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
6. Y quedóse dos días en donde estaba y dijo Luego a sus discípulos: Vamos a Judea.
7. Dijeron los discípulos: Maestro, ¿no querían los judíos apedrearte? ¿Por qué vuelves?
8. Y les dijo Jesús: El que anda de día no tropieza, porque ve la luz.
9. Mas el que anda de noche, sí tropieza, porque no hay luz.
10. Lázaro, nuestro amigo, duerme y voy a despertarlo de su sueño.
11. Mas los discípulos le dijeron: Señor, si duerme, salvo será.
12. Porque Jesús hablaba de su muerte y ellos creían que del sueño.
13. Y entonces dijo Jesús: Lázaro ha muerto.
14. Y me congratulo de no haber estado allí, para que creáis.
15. Dijo Tomás el Dídimo a los otros: Vamos también, para morir con él.
16. Y cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba cuatro días en la tumba.
17. Y Bethania estaba a quince estadios de Jerusalén.
18. Y muchos judíos habían venido para consolar a Marta y a María.
19. Y Marta vino a encontrar a Jesús y María se quedó en casa.
20. Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado, no habría mi hermano muerto.
21. Mas sé que cuanto pidas te concederá Dios.
22. Y Jesús contestó: Tu hermano resucitará. Y dijo Marta: Yo sé que resucitará en el último día.
23. Mas Jesús dijo: Yo soy resurrección y vida.
24. Y el que cree en mí vivirá, aunque haya muerto.
25. Todo el que vive y cree en mí vivirá eternamente. ¿Lo crees?
26. Y dijo Marta: Señor, creo que eres el Mesías, Hijo de Dios, que has venido al mundo.
27. Y buscando a su hermana, le dijo: El Maestro te llama.
28. Y oyéndolo ella, fue a Jesús, que estaba donde Marta lo había hallado.
29. Y los judíos siguieron a María, pensando que iba a orar a la sepultura.
30. Y María, llegando a Jesús, dijo: Señor, si estuvieses aquí, no habría muerto mi hermano.
31. Y Jesús, viéndola llorar, y a los judíos que iban con ella, se conmovió y turbó.
32. Y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Y dijeron: Señor, ven y ve.
33. Y lloró Jesús y dijeron los judíos: Ved cómo lo amaba.
34. Y dijeron algunos: Éste, que dio vista al ciego, ¿no pudo hacer que Lázaro no muriera?
35. Mas Jesús vino al sepulcro; y era una cueva, con una piedra encima.
36. Y ordenó Jesús: Quitad la piedra. Y Marta le dijo: Señor, hiede, porque es de cuatro días.
37. Y Jesús contestó: Te he dicho que si crees verás la gloria de Dios.
38. Y quitaron la piedra. Y Jesús, alzando los ojos, dijo: Gracias, Padre, porque me has escuchado.
39. Mas aunque sé que me oyes, lo he dicho por los que me rodean, para que conozcan que tú me has enviado.
40. Y dando una gran voz, clamó: Lázaro, sal.
41. Y el que había estado muerto, salió, con las manos y pies atados con vendas y envuelta la cabeza en un sudario.
42. Y dijo Jesús: Desatadlo y dejadlo ir.
43. Entonces muchos judíos creyeron en él.
44. Mas algunos fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús.
45. Y los pontífices y fariseos tuvieron consejo.
46. Y decían: ¿Qué haremos? Porque este hombre da muchos signos.
47. Y si lo dejamos, todos creerán en él.
48. Y vendrán los romanos y nos quitarán la nación.
49. Y Caifás era aquel año Sumo Pontífice.
50. Y dijo: Nada sabéis. Porque no comprendéis que conviene que un solo hombre muera por todo el pueblo, para que todo el pueblo no se pierda.
51. Mas esto no lo dijo por sí mismo, sino que, como era aquel año Sumo Pontífice, profetizó que Jesús moriría por los hombres.
52. Y no sólo por los judíos, sino para congregar a todos los hijos de Dios que estaban dispersos.
53. Y desde entonces se consultaban sobre cómo lo matarían.
54. Y Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos.
55. Sino que fue a Efraim, junto al desierto, y allí moraba con sus discípulos.
56. Y llegando la Pascua de los judíos, muchos de aquella tierra fueron a Jerusalén a purificarse.
57. Y buscaban a Jesús en el templo y decían: ¿Creéis que no vendrá a la fiesta?
58. Porque los pontífices y fariseos habían mandado que, si alguien supiese de él, avisase, para prenderlo.
Juan y Jacobo piden a Jesús que haga bajar fuego sobre una ciudad
CXXXVI 1. Y yendo a Jerusalén, pasó por una ciudad de Samaria, y envió mensajeros que lo precediesen.
2. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir.
3. Y Juan y Jacobo dijeron: Señor, haz que baje sobre ellos fuego del cielo y los consuma.
4. Mas Jesús los reprendió, diciéndoles: No conocéis el espíritu.
5. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder, sino a salvar. Y fueron a otra aldea.
Jesús llega a Bethania
CXXXVII 1. Y Jesús, seis días antes de la Pascua, fue a Bethania, donde estaba Lázaro, el que había resucitado de entre los muertos.
2. Y estaban en casa de Simón, el leproso.
3. Y muchos judíos vinieron no sólo por ver a Jesús, mas a Lázaro, que había resucitado.
4. Y dijéronse los fariseos: He aquí que nada conseguimos.
5. Porque toda la gente va tras él.
6. Y los príncipes de los sacerdotes pensaron en matar también a Lázaro, porque muchos por él creían en Jesús.
7. E hicieron cena, y Marta servía, y Lázaro estaba a la mesa.
María unge con nardo la cabeza de Jesús
CXXXVIII 1. Y María tenía un recipiente de alabastro con ungüento de nardo precioso y, rompiéndolo, ungió la cabeza
y los pies de Jesús, y le lavó los pies con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento.
2. Y Judas Iscariote, el que lo había de entregar, dijo: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento, que vale trescientos denarios, para darlos a los pobres?
3. Mas lo decía porque era él quien llevaba la bolsa. Y era ladrón.
4. Y Otros se irritaron dentro de sí, diciendo: ¿A qué este despilfarro?
5. Mas Jesús dijo: No la incomodéis. Porque buena obra me ha hecho.
6. Porque siempre tendréis pobres con vosotros y podréis hacerles bien, pero a mí no me tendréis siempre.
7. Y ella ha ungido mi cuerpo para la sepultura.
8. Os digo en verdad que en el Evangelio que se predique en el mundo se dirá también lo que ha hecho esta mujer.
9. Mas viendo esto los fariseos, dijeron entre sí: Si éste fuese profeta, conocería que esta mujer es pecadora.
10. Y respondiendo Jesús, contestó: Simón, tengo algo que decirte. Y él dijo: Di, maestro.
11. Un acreedor tenía dos deudores. Y uno le debía quinientos denarios, y otro cincuenta.
12. Y no pudiendo pagarle, perdonó a los dos.
13. Mas ¿quién de ellos lo ha de amar más?
14. Y dijo Simón: Aquel a quien más perdonó. Y él dijo: Bien has opinado.
15. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer?
16. Entré en tu casa y no trajiste agua para mis pies, mas ella con sus lágrimas los ha regado, y con sus cabellos los secó.
17. No me besaste, mas ella, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
18. No ungiste mi cabeza, mas ella me ungió los pies.
19. Y te digo que mucho se le perdona, porque mucho amó.
20. Y poco se perdona al que amó poco.
21. Y le dijo: Todos tus pecados te son perdonados.
22. Y los que allí estaban dijeron entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
23. Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.
24. Y luego subió a Jerusalén.
Los griegos quieren ver a Jesús
CXXXIX 1. Y llegaron unos griegos, que habían venido a adorar a Jerusalén.
2. Y dijeron a Felipe, que era de Bethsaida de Galilea: Señor, queremos ver a Jesús.
3. Y Felipe lo dijo a Andrés y ambos lo dijeron a Jesús.
4. Y contestó Jesús: Llega la hora en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado.
5. Porque si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, solo queda; mas si muriere, lleva mucho fruto.
6. El que ama su vida la perderá, y el que la aborrece la ganará.
7. El que me sirva, sígame, y él estará donde yo esté.
8. Y al que me sirviese mi Padre lo honrará.
9. Padre, sálvame de esta hora, he de decir.
10. Mas para esto he venido.
11. Padre, glorifica tu nombre.
12. Y vino una voz del cielo, que decía: Lo he glorificado y lo glorificaré.
13. Y los que estaban decían: Ha sido trueno. Y otros: Ha hablado un ángel.
14. Y dijo Jesús: No vino esta voz por mí, sino por vosotros.
15. Ahora es el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será echado fuera.
16. Y seré elevado de la tierra y a todos atraeré.
17. Y así indicaba cómo había de morir.
18. Mas dijo la gente: De la Ley hemos oído que el Cristo permanecerá.
19. ¿Cómo dices, pues, que el Hijo del hombre será ensalzado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
20. Y les dijo Jesús: La luz estará aún algún tiempo con vosotros.
21. Andad mientras haya luz, para que no os sorprendan las tinieblas e ignoréis adónde vais.
22. Y mientras haya luz, creed en ella, para que seáis hijos de luz.
Los fariseos preguntan a Jesús cuándo vendrá el reino de Dios
CXL 1. Preguntaron los fariseos: ¿Cuándo vendrá el reino de Dios?
2. Y contestó Jesús: El reino de Dios no dará signo de cuándo viene.
3. Y de día enseñaba en el templo y a la noche iba al monte Olivete.
4. Y el pueblo venía para oírlo.
Jesús habla de los escribas y fariseos a los discípulos y a las turbas
CXLI 1. Y habló Jesús a las gentes y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado escribas y fariseos.
2. Cuanto digan, hacedlo, mas no sus obras, porque dicen y no hacen.
3. Porque ponen sobre los hombros de los hombres cargas pesadas, mas ni aun con el dedo las quieren mover.
4. Y hacen sus obras para ser vistos de los hombres.
5. Y aman los primeros sitios en las cenas y en las sinagogas.
6. Y los saludos de los hombres, y que los llamen Rabí.
7. No queráis vosotros ser llamados Rabí.
8. Porque todos sois hermanos y vuestro maestro es el Cristo.
9. No llaméis padre en la tierra, porque vuestro Padre está en los cielos.
10. No os llamáis maestros, porque vuestro maestro es el Cristo.
11. El mayor de vosotros será vuestro siervo.
12. Será humillado el que se ensalce y ensalzado el que se humille.
13. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
14. Porque cerráis el reino de los cielos y no entráis ni dejáis entrar.
15. Porque comáis en las casas de la viudas y hacéis oración.
16. ¡Ay de vosotros, guías ciegos! Porque decís: Quien jure por el templo no debe nada; mas quien jure por el oro del templo es deudor.
17. ¿Qué es mayor? ¿El templo o el oro santificado por el templo?
18. Y decís: Jurar por el altar no es nada; más debe quien jura por la ofrenda que está sobre el altar.
19. Necios y ciegos: ¿Es más la ofrenda o el altar?
20. Porque quien jura por el templo o el altar jura por cuanto hay en él.
21. Y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y por quien hay sobre él.
22. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
23. Porque diezmáis las hortalizas, mas dejáis lo que es preciso hacer, que es la fe y la misericordia.
24. Guías ciegos: dejáis el mosquito y tragáis el camello.
25. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
26. Porque limpiáis lo de fuera, mas no lo de dentro.
27. Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y por dentro llenos de huesos y de suciedad.
28. Así vosotros sois justos por fuera y por dentro sois hipócritas e inicuos.
29. Y un doctor de la Ley le dijo: Maestro, nos afrentas.
30. Mas él dijo: ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que cargáis a los hombres con cargas insoportables y vosotros no las tocáis ni con el dedo!
31. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y los justos.
32. Y decís: No hubiéramos acompañado a nuestros padres en la sangre de los profetas.
33. Mas así atestiguáis que sois hijos de quienes mataron a los profetas.
34. Llenad la medida de vuestros padres. Serpientes, generación de víboras, ¿cómo huiréis al juicio de la gehenna?
35. Por eso dijo Dios: Os enviará profetas, y sabios, y escribas, y los mataréis, y crucificaréis, y azotaréis en vuestras sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad.
36. Para que caiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado desde la de Abel hasta la de Zacarías, hijo de Barachías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
37. Y os digo en verdad que esto vendrá sobre esta generación.
Lamentación de Jesús sobre Jerusalén
CXLII 1. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados!
2. ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gaIlma los pollos, bajo el ala, y no quisiste!
3. Mas he aquí que vuestra casa se os deja desierta.
4. Y no me veréis hasta que digáis: Bendito sea el que viene en nombre del Señor.
Los príncipes de los sacerdotes que creen en Jesús no se atreven a confesarlo
CXLIII 1. Y muchos príncipes creyeron en él, mas no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga.
2. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
3. Y he aquí que Jesús clamaba, diciendo: Quien cree en mí no cree en mí, sino en el que me envió.
4. Yo soy la luz del mundo, y quien cree en mí no estará en tinieblas.
5. Y a quien oiga y no siga mis palabras yo no lo juzgo.
6. Porque no he venido a juzgar, sino a salvar.
7. Mas quien no acepte mi palabra será juzgado en el día postrero.
8. Porque no hablo por mí mismo, sino porque mi Padre me ha mandado hablar.
9. Y quien me conozca vida eterna tendrá. Porque yo hablo lo que me dijo mi Padre.
10. Y Jesús salió y se escondió. Porque, aunque había dado tantos signos, no creían en él.
11. Para que se cumpliera lo que profetizó Isaías: Señor, ¿creerán que Dios es revelado?
Los discípulos muestran a Jesús las piedras del templo
CXLIV 1. Y saliendo Jesús del templo, le dijeron los discípulos: Maestro, mira qué piedras y qué edificaciones.
2. Y dijo Jesús: ¿Veis todos estos edificios?
3. En verdad os digo que vendrá día que no quedará de ellos piedra que no sea derribada.
Jesús habla a sus discípulos en el Monte de los Olivos
CXLV 1. Y sentándose en el monte de los Olivos, vinieron los discípulos a decirle:
2. Señor, ¿qué signos habrá cuando venga tu reino?
3. Y él dijo: Habrá día en que querréis ver al Hijo del hombre y no lo veréis.
4. Mas cuidad que no os engañen. Porque en mi nombre vendrán diciendo: Yo soy el Cristo y engañarán a muchos.
5. Mas cuando veáis sediciones y hablen de guerras, no os turbéis.
6. Porque esto vendrá antes del fin.
7. Lucharán naciones contra naciones, y reinos contra reinos, y habrá grandes signos y espantos.
8. Entonces os odiarán y os matarán.
9. Mas no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
10. Porque en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
11. No pongáis en vuestros corazones contestación a lo que os pregunten.
12. Porque yo os daré voz y sabiduría, con las que no podrán contender vuestros enemigos.
13. Y habrá muchos escándalos, y odios, y traiciones.
14. Y surgirán muchos falsos profetas y a muchos seducirán.
15. Y la mucha malicia enfriará la caridad en muchos. Mas el que persevere, será salvo.
16. Y será predicado este Evangelio en todo el mundo, para testimonio de los gentiles; y vendrá el fin.
17. Y cuando viereis abominaciones y desolaciones, que profetizó Daniel, que está en sitio santo, el que lea entienda.
18. Y veréis a Jerusalén cercada de ejércitos.
19. Y los que están en Judea huirán a los montes.
20. Y quienes están en sus comarcas no vengan a ella.
21. Porque estos son días de venganza, para que se cumpla cuanto está escrito.
22. ¡Ay de las que entonces críen o estén preñadas!
23. Porque todos caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos, y Jerusalén será hollada hasta que todos los tiempos se cumplan.
24. Orad para que vuestra huida no sea en sábado.
25. Y será una gran tribulación y habrá signos en el sol, y la luna, y las estrellas.
26. Y los hombres se angustiarán y habrá confusión de ruidos del mar y de las olas.
27. Y si estos días no fueren abreviados, nada quedaría salvo, mas que los elegidos, que lo serán.
28. Y si alguno os dijere entonces: He aquí el Cristo, no le creáis.
29. Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales, y aun engañarán a los elegidos.
30. Y si os dijeren: Helo en el desierto, no lo creáis.
31. Entonces serán los días de la gran tribulación.
32. Porque el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz.
33. Y las estrellas caerán del cielo y las virtudes del cielo perecerán. Y habrá signos del Hijo del hombre y se lamentarán todas las tribus de la tierra.
34. Y veréis al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con gran majestad.
35. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, para juntar a sus elegidos desde los cuatro extremos.
36. Y cuando esto empiece a ser, mirad.
37. Porque está cerca vuestra redención.
Parábola de la higuera
CXLVI 1. Aprended la parábola de la higuera, que, cuando sus ramas brotan, está cerca el verano.
2. Así, cuando viereis que esto llega, sabed que el fin está cercano.
3. De cierto os digo que no pasará esta generación sin que ocurran estas cosas.
4. Pasará el cielo y la tierra, mas mis palabras no pasaran.
5. Cuidad que vuestros corazones no estén cargados de crápula y embriaguez y venga de pronto aquel día.
6. Velad y orad siempre, para que seáis tenidos por dignos de evitar lo que ha de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre.
7. Porque nadie sabrá cuándo llega ese tiempo.
8. Porque no lo saben ni el Hijo, ni los ángeles del cielo, mas sólo el Padre.
Jesús continúa hablando en el Monte de los Olivos
CXLVII 1. Como los días de Noé serán los del advenimiento del Hijo del hombre.
2. Porque como en los días del diluvio, comían y bebían y se casaban, hasta que entró en el arca Noé.
3. Y no conocieron nada hasta que el diluvio los arrastró.
4. Y así será la venida del Hijo del hombre.
5. Como los días de Lot serán, que comían y bebían, y comerciaban, y plantaban, y edificaban, hasta que Lot salió de Sodoma.
6. Y entonces llovió fuego del cielo.
7. Quienes estén en Judea huyan a los montes; quienes estén en la calle no entren en su casa; quienes estén en el campo no vuelvan por sus vestiduras.
8. Acordaos de la mujer de Lot.
9. Dos estarán en el campo: uno será tomado y otro dejado.
10. Dos estarán moliendo: uno será tomado y otro dejado.
11. Dos estarán en un lecho: uno será tomado y otro dejado.
12. Y le dijeron, contestando: ¿Dónde, Señor?
13. Y él dijo: Donde estuviere el cuerpo se juntarán las águilas.
14. Un hombre deja dos siervos al cuidado de su casa.
15. Velad, para que cuando vuestro Señor venga, a cualquier hora, no os halle durmiendo.
16. Porque si el padre de familia supiese a qué hora viene el ladrón, a esa hora velaría.
17. Estad preparados, porque ignoráis la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
18. Y dijo Pedro: Señor, sólo a nosotros dices parábolas.
19. Mas Jesús dijo: Cuando a vosotros hablo, a todos hablo.
20. ¿Quién es el siervo prudente al que el Señor encomendó su familia?
21. Bienaventurado el siervo que está en su deber cuando llega el señor.
22. Porque sobre todos sus bienes le pondrá.
23. Mas el mal siervo dirá en su corazón: Mi señor tarda.
24. Y pegará a sus consiervos, y comerá y beberá con los ebrios, y el señor vendrá cuando no lo espere.
25. Y el señor lo hendirá, y lo pondrá con los hipócritas, y allí será el llorar y el crujir de dientes.
Parábolas de las diez vírgenes
CXLVIII 1. Y entonces será el reino de los cielos como diez vírgenes que, tomando sus lámparas, fueron a recibir al esposo.
2. Y cinco eran prudentes y cinco necias.
3. Y las necias llevaron sus lámparas, mas no aceite.
4. Y las prudentes llevaban aceite, con sus lámparas.
5. Y tardando el esposo, se durmieron.
6. Y a la medianoche oyeron decir: He aquí al esposo, salid a recibirlo.
7. Y las vírgenes se levantaron y tomaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.
8. Mas las prudentes respondieron: Id a comprarlo, porque si no, nos faltará a nosotras también.
9. Y mientras lo iban a comprar, llegó el esposo.
10. Y las que estaban preparadas, entraron con él a las nupcias y se cerró la puerta.
11. Y vinieron después las otras vírgenes y decían: Señor, ábrenos.
12. Mas él contestó: En verdad os digo que no os conozco.
13. Velad, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
Parábola de los tres siervos
CXLIX 1. El reino de los cielos es como un hombre que partió de viaje.
2. Y llamando a sus siervos, les entregó sus bienes.
3. Y dio a cada uno, según su virtud: cinco talentos a uno, dos a otro, y uno al tercero.
4. Y quien recibió cinco talentos, comerció con ellos, e hizo otros cinco.
5. E igualmente el que recibió dos ganó otros dos.
6. Mas el que sólo recibió uno escondió en la tierra el dinero de su señor.
7. Y pasando mucho tiempo, volvió el hombre e hizo cuentas con sus siervos.
8. Y el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco, y dijo: Señor, cinco talentos me entregastes y he ganado otros cinco más.
9. Y dijo el señor: Bien obraste, siervo fiel; entra en el gozo de tu señor.
10. Y el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste y otros dos gané.
11. Y dijo el señor: Bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu señor.
12. Y llegando el que había recibido un talento, dijo: Señor, sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
13. Y temí y escondí tu talento en la tierra. Helo aquí.
14. Contestó el señor: Mal siervo, pues que sabías que siego donde no sembré y recojo donde no esparcí, te convenía dar mi dinero en la banca.
15. Para que ahora yo recibiese con usura lo mío.
16. Quitadle el talento y dadlo al que tiene diez, porque al que tuviese le será dado y aún más.
17. Mas al que no tuviese, aun lo que tiene le será quitado.
18. Echad al siervo inútil a las tinieblas de afuera.
19. Y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
Parábola de los siervos vigilantes
CL 1. Sed semejantes a hombres que esperaban con las lámparas encendidas que su señor viniese a las bodas para abrirle las puertas cuando llamara.
2. Dichosos los que velan cuando llegue el Señor.
3. Porque si no viene en la segunda vigilia, vendrá en la tercera, y cuando llegue, bienaventurados los siervos que lo aguarden.
Parábola de los diez siervos y las diez minas
CLI 1. Y dijo: Un hombre noble partió a un país lejano para tomar un reino y volver.
2. Y llamando a diez siervos, les dio diez minas y les dijo: Comerciad mientras estoy fuera.
3. Y sus ciudadanos lo aborrecían y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
4. Y cuando volvió, ya tomado el reino, llamó a los diez siervos, para ver cómo habían negociado su dinero.
5. Y el primero dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
6. Y él dijo: Buen siervo, pues que en lo poco has sido fiel, te daré autoridad sobre diez ciudades.
7. Y otro dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas.
8. Y él dijo: Tú tendrás potestad sobre cinco ciudades.
9. Y otro dijo: Señor, toma tu mina, que la he tenido guardada en el pañuelo.
10. Porque temí de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste.
11. Y él dijo: Mal siervo, con tu boca te juzgo.
12. Porque si sabías que soy hombre severo, que tomo lo que no puse, y siego lo que no sembré, debiste dar tu mina a los banqueros, para que yo tuviera sus réditos.
13. Y dijo: Quitadle su mina y dádsela al que tiene diez.
14. Y le dijeron: Señor, tiene diez minas.
15. Pues os digo que al que tuviese le será dado, y al que no, aun lo que tiene se le quitará.
16. Y a los que querían reinar sobre mí traedlos y ante mí degolladlos.
Jesús explica cómo juzgará el Hijo del hombre
CLII 1. Y el Hijo del hombre vendrá en su gloria con los ángeles y se sentará en el trono de su gloria.
2. Y serán reunidas ante él todas las gentes.
3. Y él las separará, como separa el pastor las ovejas de los cabritos.
4. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
5. Y dirá a los que están a su derecha:
6. Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
7. Porque tuve hambre y me disteis de comer, y tuve sed y me disteis de beber.
8. Fui huésped y me acogisteis; estuve desnudo y me disteis ropa.
9. Y estuve en la cárcel y vinisteis a mi.
10. Mas los justos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos? O ¿cuándo sediento y te dimos de beber?
11. ¿Cuándo te vimos huésped y te acogimos? ¿Cuándo desnudo y te tapamos?
12. ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y vinimos a ti?
13. Y les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a estos mis hermanos mínimos, a mí me lo hicisteis.
14. Y a los de la izquierda dirá: Quitad, malditos, e id al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y sus ángeles.
15. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, y sed y no me disteis de beber.
16. Huésped fui y no me acogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel y no me vinisteis a ver.
17. Y ellos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o preso, y no te servimos?
18. Y le responderá, diciendo: Os digo en verdad que lo que a estos mínimos no hicisteis, no me hicisteis a mí.
19. Y los echará al eterno tormento, y a los justos, a la vida eterna.
Judas concierta con los príncipes de los judíos entregarle a Jesús
CLIII 1. Y cuando acabó estas palabras, dijo Jesús a sus discípulos:
2. Sabéis que dentro de dos días es la Pascua.
3. Y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
4. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos se congregaron en el atrio del pontífice Caifás.
5. Y consultaron cómo prender a Jesús y matarlo.
6. Mas decían: En día de fiesta no, porque no haya tumulto entre el pueblo.
7. Y entonces uno de los discípulos, llamado Judas Iscariote, llegó a los príncipes y magistrados.
8. Y les dijo: ¿Qué me daréis si os lo entrego?
9. Y ellos le ofrecieron treinta dineros de plata.
10. Y desde entonces buscaba ocasión para entregarlo.
Jesús lava los pies a sus discípulos
CLIV 1. Antes de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de que pasase de este mundo al Padre, amó a sus discípulos hasta el fin.
2. Y el diablo había ya puesto en el corazón de Judas el designio de entregarlo.
3. Y acabada la cena, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos, y que había salido de Dios e iba a él,
4. Levantóse de la mesa, y se quitó su vestidura, y se ciñó con una toalla.
5. Y puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla.
6. Y llegó a Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7. Y dijo Jesús: Tú no entiendes por qué lo hago, mas ya lo entenderás.
8. Mas Pedro dijo: No me lavarás los pies. Y dijo Jesús: Si no te lavo, no participarás conmigo.
9. Y dijo Simón Pedro: Señor, no ya los pies, mas las manos y la cabeza.
10. Y dijo Jesús: Quien está limpio, sólo necesita lavar los pies.
11. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
12. Porque sabía quién lo había de entregar.
13. Y cuando les lavó los pies, tomó su ropa y se sentó a la mesa y les preguntó: ¿Sabéis lo que he hecho?
14. Vosotros me llamáis Señor, y Maestro, y decís bien.
15. Pues si yo he lavado vuestros pies, vosotros tambien debéis lavároslos los unos a los otros.
16. Porque os he dado ejemplo para que lo sigáis.
17. El siervo no es más que su señor, ni el apóstol más que quien lo envió.
18. Bienaventurados seréis si hacéis estas cosas.
19. No hablo de todos, porque sé los que he elegido, y se cumplirá la Escritura:
20. El que come pan conmigo levantó su talón contra mí.
21. Y os lo digo antes que ocurra, para que creáis.
22. En verdad, en verdad os digo: El que recibe a mi enviado me recibe, y el que me recibe recibe al que me envio.
Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo entregará
CLV 1. Y el primer día de Pascua llegaron los discípulos a Jesús.
2. Y dijeron: ¿Dónde quieres que te preparemos comida?
3. Y él dijo: Cuando entréis en la ciudad, hallaréis un hombre que lleva un jarro de agua.
4. Seguidle hasta donde entre y decid al dueño de la casa: ¿Dónde está el aposento en que ha de comer la Pascua el Maestro con sus discípulos?
5. Y él os mostrará un comedor preparado.
6. Y ellos fueron, y hallaron lo que había dicho, y prepararon la Pascua.
7. Y a la tarde vino y comió con los doce discípulos.
8. Y les dijo: Mucho he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes de padecer.
9. Porque no comeré más de ella hasta que se cumpla el reino de Dios.
10. Y diciendo esto, fue turbado en su espíritu, y dijo:
11. En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar.
12. Y muy entristecidos, dijeron: ¿Soy yo, Señor?
13. Mas él contestó: El que mete conmigo la mano en el plato me ha de entregar.
14. Mas ¡ay del que entregará al Hijo del hombre!
15. Porque mejor le fuera no haber nacido.
16. Y los discípulos se miraban, porque no sabían quién fuera.
17. Y uno de los discípulos, a quien amaba Jesús, estaba recostado en su seno.
18. Y Simón Pedro le hizo señas, y él se recostó sobre el pecho de Jesús, y dijo: Señor, ¿quién es?
19. Y dijo Jesús: Aquel a quien yo diese el pan mojado.
20. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, y el diablo entró en él.
21. Y Jesús dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
22. Mas no entendieron por qué el dijo esto.
23. Porque como Judas tenía la bolsa, creían que le encargaba hacer compras para la fiesta, o dar limosnas.
24. Mas Judas contestó: ¿Soy yo, Rabí? Y Jesús contestó: Tú lo has dicho.
25. Y él, como tomó el bocado, salió y era ya noche.
26. Y cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios glorificado en él.
27. Y si Dios es glorificado en él, Dios lo glorificará en sí mismo.
Jesús da a sus discípulos el sacramento del cuerpo y de la sangre
CLVI 1. Y Jesús tomó el pan y lo bendijo.
2. Y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed.
3. Porque éste es mi cuerpo, que se os da.
4. Y tomando el cáliz, dio gracias y lo ofreció a sus discípulos.
5. Y dijo: Tomad y bebed. Porque ésta es mi sangre, que va a ser vertida en la remisión de los pecados.
6. Y desde ahora no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre.
7. Haced esto en mi conmemoración.
8. Y he aquí, Simón, que Satanás os pide para aventaros como trigo.
9. Mas yo he rogado por ti, para que no te falta la fe.
10. Y cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
11. Hijos: algún tiempo aún estaré con vosotros.
12. Me buscaréis, mas como dije a los judíos, donde yo voy no podréis venir ahora.
13. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
14. En el amor que os tendréis conocerán todos que sois mis discíptilos.
15. Y dijo Simón Pedro: Señor, ¿dónde vas?
16. Mas Jesús respondió: Donde yo voy no puedes seguirme ahora, mas ya me seguirás después.
17. Porque todos os escandalizaréis en mí esta noche.
18. Escrito está: Perseguirán al pastor y serán dispersadas las ovejas.
19. Mas cuando haya resucitado, iré ante vosotros a Galilea.
20. Y dijo Pedro: Si todos se escandalizan en ti, yo no me escandalizaré.
21. Porque estoy preparado a ir por ti a la cárcel o a la muerte.
22. Y mi vida doy por la tuya.
23. Y Jesús le contestó: ¿Das tu vida por la mía?
24. En verdad te digo que en esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
25. Mas Pedro decía: Si es preciso, moriré por ti y no te negaré.
26. Y los demás discípulos decían igual.
Jesús sigue enseñando a sus discípulos
CLVII 1. No se turbe vuestro corazón.
2. Creed en Dios, mas creed también en mí.
3. Muchas mansiones hay en casa de mi Padre.
4. Y voy a preparar sitio para vosotros.
5. Y cuando lo prepare, vendré otra vez y os tomaré.
6. Para que estéis vosotros donde yo estoy.
7. Y de donde yo voy, ya conocéis el camino.
8. Y dijo Tomás: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo hemos de saber el camino?
9. Y Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
10. Y pues que me conocéis, a mi Padre conocéis desde ahora.
11. Y dijo Felipe: Señor, muéstranos al Padre, que nos basta.
12. Mas Jesús le contestó: En el tiempo que estoy con vosotros, ¿aún no me has conocido?
13. Porque el que me ha visto ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices que te lo enseñe?
14. ¿No crees que soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que os hablo no son de mi, mas del Padre.
15. Y el Padre, que está en mí, hace las obras.
16. Creedme que soy en el Padre y el Padre en mi. Y creedme por las obras que hago.
17. Porque quien las creyere, él las hará, porque yo voy al Padre.
18. Y cuanto al Padre pidáis en mi nombre, os lo concederá, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
19. Mas, si me amáis, cumplid mis mandamientos.
20. Y yo rogaré al Padre y él os dará otro Paracleto, que está siempre con vosotros.
21. Y el espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni conoce, estará con vosotros.
22. Y no os dejaré huérfanos, sino que vendrá a vosotros.
23. Y cuando el mundo no me vea más, aún vosotros me veréis, y yo vivirá, y vosotros.
24. Y entonces conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
25. Y el que guarde mis mandamientos, será amado de mi Padre, y yo me manifestará a él.
26. Dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿por qué a nosotros y no al mundo te manifiestas?
27. Y dijo Jesús: El que me ame, mi palabra guardará, y mi Padre le amará, y vendremos a morar con él.
28. Mas el que no me ama no guarda mis palabras.
29. Y la palabra que os hablo no es mía, sino del que me envió.
30. Éste os ha hablado estando con vosotros.
31. Mas el Paracleto, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en nombre mío, os enseñará todas las cosas.
32. Mi paz os doy, y en ello os dejo, mas no os la doy como la da el mundo.
33. No se turbe vuestro corazón: no temáis.
34. Os he dicho: Voy y vengo a vosotros.
35. Y si me amarais de cierto, os gozaríais.
36. Porque yo voy al Padre y el Padre es mayor que yo.
37. Y os lo digo antes que sea, para que cuando sea creáis.
38. Y ya no os hablaré mucho más, porque llegan los príncipes de este mundo.
39. Mas hago así para que el mundo conozca que amo al Padre y cumplo el mandamiento de mi Padre.
Jesús pide espadas a sus discípulos
CLVIII 1. Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, ¿algo os faltó? Y ellos dijeron: Señor, nada.
2. Y les dijo: Pues ahora, el que tenga bolsa llévela, así como la alforja.
3. Y el que no tenga espada venda el manto y cómprela.
4. Y ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y dijo Jesús: Basta. Salid, vamos de aquí.
5. Y cuando dijeron el himno, fue al monte de los Olivos, según acostumbraba.
6. Y sus discípulos iban con él.
Jesús adoctrina por última vez a sus discípulos
CLIX 1. Y les dijo: Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.
2. Y él quitará todo pámpano que no lleve mi fruto.
3. Mas el que sí lo lleve, lo limpiará, para que más fruto tenga.
4. Porque vosotros ya sois limpios por la palabra que os he hablado.
5. Estad en mí y yo estaré en vosotros.
6. Porque el pámpano no puede tener fruto si no está en la vid.
7. Mas yo soy la vid, y vosotros los pámpanos, y aquel que está en mí lleva mucho fruto.
8. Porque quien no estuviera en mí será quitado como pámpano inútil y echado al fuego para que arda.
9. Y mi Padre es glorificado en que lleváis mucho fruto.
10. Yo os he amado como me ama mi Padre; permaneced en mi amor.
11. Y si guardáis mis preceptos, estaréis en mi amor, como yo estoy en el de mi Padre, porque he guardado sus preceptos.
12. Y esto os hablo, para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo se cumpla.
13. Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.
14. No hay mayor amor que el del que da su vida por sus amigos.
15. Y vosotros sois mis amigos, si hacéis las cosas que os mando.
16. Y no os llamaré siervos mas.
17. Porque el siervo no sabe lo que hace su señor, mas vosotros sois mis amigos, porque os he dicho cuanto of de mi Padre.
18. No me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros.
19. Para que tengáis fruto y que cuanto pidáis del Padre os sea concedido.
20. Os mando que os améis los unos a los otros.
21. Mas si el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a mí.
22. Porque si fuerais del mundo, os amaría, mas os odia porque no lo sois.
23. Mas acordaos de que os dije: No es el siervo más grande que su señor.
24. Y si me han perseguido, os perseguirán; mas si mi palabra guardan, guardarán la vuestra.
25. Y lo harán por mi nombre, porque no conocen al que me envía.
26. Y no tendrían pecado si yo no hubiera venido, mas ahora lo tienen.
27. Y el que me odia odia a mi Padre.
28. No tendrían pecado si yo no hubiese hecho obras. Mas las he hecho, y me odian, y a mi Padre.
29. Para que se cumpla lo que está escrito en la Ley: Me aborrecieron sin causa.
30. Mas cuando venga el Paracleto, el Espíritu de verdad que viene del Padre dará testimonio de mí.
31. Y vosotros también, porque estáis conmigo desde el principio.
32. Y os he dicho estas cosas para que no os escandalicéis.
33. Porque os arrojarán de las sinagogas y aun el que os mate pensará hacer servicio de Dios.
34. Porque no conocen al Padre ni a mí.
35. Y cuando viniere la hora, acordaos de que os lo había dicho. Y no os lo dije al principio, porque no estaba con vosotros.
36. Ahora voy al que me envió. Y ninguno me dice: ¿Adónde vas?
37. Y porque antes os he dicho estas cosas, vuestro corazón se ha henchido de tristeza.
38. Mas es necesario que vaya, porque, si yo no fuese, no podría venir el Paracleto.
39. Y cuando venga, acusará al mundo de pecado y de justicia y de juicio.
40. De pecado, porque no cree en mí, y de justicia, porque voy al Padre y no me veréis más, y de juicio, porque el príncipe de este mundo es juzgado.
41. Y más cosas tengo que deciros; mas cuando el Espíritu de verdad viniese, él os guiará a la verdad.
42. Porque no hablará por sí mismo, sino por lo que oyere, y os anunciará las cosas que han de venir.
43. Y me glorificará, porque tomará de lo mío.
44. Porque cuanto tiene el Padre es mío.
45. Un poco y no me veréis; otro poco y me veréis. Porque voy al Padre.
46. Mas decíanse los discípulos: No lo entendemos.
47. Y Jesús vio que querían preguntarle y dijo: ¿Habláis entre vosotros de lo que os dije?
48. En verdad os digo que vosotros os lamentaréis y el mundo se regocijará. Mas vuestra tristeza se convertirá en gozo.
49. Porque la mujer se entristece cuando pare, porque llega su hora.
50. Mas luego se regocija, porque ha nacido un hombre en el mundo.
51. Y ahora estáis con tristeza, mas otra vez os veré y os gozaréis en vuestro corazón. Y no me preguntaréis nada.
52. En verdad os digo que cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará.
53. Nada hasta ahora pedisteis. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
54. Os he hablado en parábolas, mas llega la hora en que claramente os hablaré del Padre.
55. Y aquel día pediréis en mi nombre y yo rogará al Padre por vosotros.
56. El Padre os ama, porque me amasteis y creísteis que he salido de Dios.
57. Salí del Padre y vine al mundo. Mas ahora dejo el mundo y voy al Padre.
58. Y dijeron los discípulos: He aquí que ya hablas claramente y sin parábola.
59. Ahora vemos que sabes todas las cosas, sin que nadie te pregunte, y en esto creemos que has salido de Dios.
60. Mas dijo Jesús: ¿Ahora creéis?
61. He aquí que ha venido la hora en que seréis dispersos y me dejaréis solo.
62. Empero no estaré solo, porque el Padre está conmigo.
63. Y os he hablado estas cosas para que tengáis paz en mí. Porque en el mundo tendréis aflicción.
64. Mas confiad, porque yo he venido al mundo.
65. Estas cosas dijo Jesús y, alzando los ojos al cielo, dijo:
66. Padre, ha llegado la hora.
67. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.
68. Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a los que le diste.
69. Mas la vida eterna es que te conozcan como al único Dios verdadero, y a Jesucristo, al que has enviado.
70. Porque te he glorificado en la tierra y he cumplido la misión que me encargaste.
71. Glorifícame, Padre, con la gloria que tuve junto a ti antes de que fuese el mundo.
72. Y he dado su nombre a los que me diste y guardaron tu palabra. Porque han conocido que tuyas son las cosas que me diste.
73. Porque recibieron las palabras que me diste y les he dado, y han conocido que salí de ti, y han creído que me enviaste.
74. Yo ruego por ellos, no por el mundo.
75. Sino por lo que me diste, porque tuyos son.
76. Y tus cosas son mis cosas, y mis cosas son tus cosas, y en ellas he sido glorificado.
77. Y no estoy ya en el mundo, mas éstos sí, y a ti vengo.
78. Padre santo, guarda por tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros somos uno.
79. Cuando con ellos estuve en el mundo, yo los guardaba en tu nombre.
80. Y ninguno se perdió, más que el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.
81. Mas ahora vengo a ti, y hablo en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
82. Yo les he dado tu palabra y el mundo los odió, porque no son del mundo, como yo no lo soy tampoco.
83. No los quites del mundo, mas guárdalos del mal.
84. Santifícalos en tu verdad, porque tu palabra es verdad.
85. Y como tú me pusiste en el mundo, yo los he puesto en el mundo.
86. Y por ellos me santifico, para que ellos en verdad sean santificados.
87. No ruego sólo por éstos, sino por quienes por su palabra crean en mi.
88. Para que todos ellos sean unos, como tú en mí y yo en ti, ¡oh Padre!
89. Y que sean unos con nosotros, para que el mundo crea que me enviaste.
90. Porque yo les di la gloria que me diste, para que sean una sola cosa, como nosotros somos una sola cosa.
91. Y sea yo en ellos y tú en mí y ellos sean consumados en uno.
92. Para que el mundo conozca que me enviaste y que lo has amado, como a mí me has amado.
93. Padre: que donde yo esté estén ellos conmigo.
94. Para que vean la gloria que me has dado, porque me amaste desde la creación del mundo.
95. Porque el mundo no te conoce, ¡oh Padre justo! Mas yo sí te he conocido y éstos han conocido que tú me enviaste.
96. Y yo les he manifestado tu nombre, para que el amor con que me amas sea en ellos y yo con ellos.
Jesús en Gethsemaní
CLX 1. Y Jesús vino al sitio que llaman Gethsemaní, tras el arroyo Cedrón.
2. Y había allí un huerto y entraron Jesús y sus discfpulos.
3. Y Judas sabía también de aquel lugar.
4. Y llegando, dijo Jesús: Orad, para no ser tentados.
5. Y llevando a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a sentir gran tristeza y angustia.
6. Y les dijo: Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.
7. Y se apartó de ellos como un tiro de piedra y se postró sobre el rostro y oró.
8. Y dijo: Padre, para quien todo es posible. Aparta, si es posible, este cáliz de mí. Mas no porque yo lo quiera, sino si lo quieres tú.
9. Y acabando de orar, fue a sus discípulos y los halló durmiendo.
10. Y les dijo: ¿Os dormisteis? ¿No pudisteis velar conmigo una hora? Velad y orad para no entrar en tentación.
11. Porque el espíritu está pronto, pero doliente la carne.
12. Y otra vez se apartó y oró con las mismas palabras.
13. Y un ángel del cielo se le apareció y lo confortaba.
14. Y estando en la agonía, oraba mucho, diciendo: Padre: si este cáliz no puede serme apartado, hágase tu voluntad.
15. Y su sudor era como grandes gotas de sangre, que caían en tierra.
16. Y acabada su oración, vino a sus discípulos y los halló durmiendo, por la tristeza.
17. Y sus ojos estaban cargados y no sabían qué responderle.
18. Y, apartándose, oró por tercera vez.
19. Y llegóse a sus discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad.
20. Porque llega la hora en que el Hijo del hombre será entregado a manos pecadoras.
21. Vamos, levantaos, porque ya llega el que me traiciona.
Judas entrega a Jesús
CLXI 1. Y hablando aún, llegó Judas, uno de los doce, con mucha gente armada de espadas y palos, que traían antorchas y linternas, y venían de parte de los escribas, y ancianos, y sacerdotes.
2. Y el que lo había entregado, había dicho: Aquel a quien yo bese, ése es. Llevadlo.
3. Y llegándose a Jesús, dijo: Salud, Rabí. Y lo besó.
4. Y Jesús dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
5. Y Jesús preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno.
6. Y dijo: Yo soy.
7. Y al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron por tierra.
8. Y otra vez preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno.
9. Y dijo Jesús: Ya os digo que yo soy. Dejad ir a éstos.
10. Para que se cumpliese la Escritura: De los que me diste, ninguno perdí.
11. Y entonces pusieron mano en él y lo prendieron.
12. Y los que estaban con él dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
13. Y Simón Pedro, que tenía espada, hirió a un siervo del pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
14. Y dijo Jesús a Pedro: ¿No he de beber el cáliz que me da mi Padre? Vuelve esa espada a su vaina.
15. Porque todo el que emplea espada a espada perecerá.
16. ¿Piensas que no puedo rogar a mi Padre para que me envíe más de doce legiones de ángeles? Mas ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Conviene que esto suceda.
17. Y dijo Jesús a las gentes: ¿Por qué salisteis a prenderme con espadas y palos, como a un ladrón?
18. ¿Por qué enseñando cada día en el templo no me prendisteis? Mas ésta es vuestra hora y la de los poderes de las tinieblas.
19. Para que se cumplan las Escrituras. Y sus discípulos, entonces, huyeron.
20. Y entonces la cohorte, y los tribunos, y los ministriles de los judíos, prendieron a Jesús, y lo ataron.
21. Y lo llevaron ante Anás, suegro de Caifás, que era pontífice aquel año.
22. Y Caifás era quien aconsejó que un hombre debía morir por todo el pueblo.
Un mancebo sigue a Jesús
CLXII 1. Y un adolescente, que iba sólo cubierto de una sábana, seguía a Jesús.
2. Mas quisieron prenderlo y, dejando la sábana, huyó.
3. Y Simón Pedro y otros discípulos seguían de lejos a Jesús hasta el atrio del sumo sacerdote.
4. Y uno de los discípulos era conocido del pontífice y entró con Jesús en el patio.
5. Y Pedro quedó a la puerta. Mas saliendo el que era conocido del pontífice le habló a la portera y entró Pedro al atrio.
6. Y al verlo un sirviente sentado al fuego, dijo: ¿No eres tú discípulo de ese hombre?
7. Y él contestó: Mujer, no sé qué dices, porque no lo conozco.
8. Y Pedro estaba allí calentándose, para ver en qué paraba toda aquello.
Los príncipes de los sacerdotes interrogan a Jesús
CLXIII 1. Y el pontífice interrogó a Jesús sobre los discípulos y su doctrina.
2. Y Jesús contestó: Claramente he hablado al mundo.
3. Porque siempre enseñé en el templo y en la sinagoga y nada hice a escondidas.
4. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído.
5. Y uno de los criados dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al pontífice?
6. Y Jesús contestó: Si he hablado mal, muéstrame en qué. Y si bien, ¿por qué me hieres?
7. Y Anás lo envió atado a Caifás, pontífice.
8. Y Pedro se calentaba en el atrio y le dijeron: ¿No estabas tú con el Nazareno?
9. Y diciéndole otros: Sí, porque hasta en su habla manifiesta que es galileo. Pedro lo negó con juramento.
10. Y otro de los siervos, que era cuñado de aquel a quien Pedro había cortado una oreja, dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
11. Y Pedro lo juró, con muchas increpaciones y juramentos.
12. Y decía: No lo conozco. Y en esto el gallo cantó.
13. Y acordándose Pedro de que el Señor le había dicho: Antes que cante el gallo tres veces me negarás, salió afuera y lloró amargamente.
Se presentan testigos falsos contra Jesús
CLXIV 1. Y los príncipes de los sacerdotes, y ancianos, y escribas celebraron consejo.
2. Y queriendo culpar de muerte a Jesús, trajeron muchos falsos testigos, pero sus testimonios no concordaban.
3. Y al final vinieron dos testigos falsos y dijeron: Nosotros hemos oído decir a Jesús que él derribaría el templo y lo reedificaría en tres días.
4. Y alzándose en medio el pontífice, dijo: ¿Nada respondes a este testigo? Pero Jesús callaba.
Los príncipes de los sacerdotes exigen a Jesús que les declare si es el Cristo
CLXV 1. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro, por Dios vivo, que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios bendito.
2. Y Jesús le contestó: Tú lo has dicho.
3. Porque si yo os lo dijera, no lo creeríais.
4. Y os digo en verdad que veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra dal Padre y viniendo en las nubes del cielo.
5. Y el príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestiduras y dijo: Ha blasfemado. ¿Qué testigos necesitamos?
6. Y entonces lo escupieron en la cara, y muchos lo golpeaban, teniéndole el rostro tapado, y le decían: Cristo, profetiza quién te hirió. Y otros lo injuriaban.
Jesús es llevado a Pilatos
CLXVI 1. Y lo llevaron al Pretorio, al prefecto Poncio Pilatos. Mas ellos no entraron en el Pretorio, por no ser contaminados antes de comer la Pascua.
2. Y Judas, viendo que lo condenaban, se arrepintió, y devolvió a los príncipes los treinta dineros, diciendo: He pecado entregando sangre inocente.
3. Y ellos contestaron: ¿Y qué a nosotros?
4. Mas él, tirando las monedas en el suelo, fue y se ahorcó.
5. Y ellos, tomando la plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.
6. Y tenido consejo, compraron con ello el campo del alfarero, para dedicarlo a sepultura de forasteros.
7. A fin de que se cumpliese el dicho de Jeremías: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del que fue apreciado por los hijos de Israel, y las dieron para el campo del alfarero, según me ordenó el Señor.
Jesús va de Pilatos a Herodes
CLXVII 1. Y Pilatos preguntó: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
2. Mas ellos contestaron: Si no fuera malhechor, no te lo traeríamos.
3. Porque anda subvirtiendo a las gentes, y dice que no ha de darse tributo al César, y que es rey y Cristo.
4. Y dijo Pilatos: Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley.
5. Y ellos repusieron: No nos es lícito matar a nadie. Y esto era por haber él significado de qué muerte moriría.
6. Y habiéndolo llevado al Pretorio, preguntóle Pilatos: ¿Eres el rey de los judíos? Y Jesús contestó: ¿Lo dices por ti o te lo han dicho?
7. Pilatos contestó: ¿Soy yo judío? Los pontífices te han traído a mí. ¿Qué has hecho?
8. Y Jesús contestó: Mi reino no es de este mundo.
9. Porque de serlo, mis vasallos pelearían por mí. Mas mi reino no es de este mundo.
10. Y le dijo Pílatos: ¿Luego eres rey? Y Jesús contesté: Tú lo has dicho.
11. Porque para esto he nacido y he venido a dar testimonio de la verdad. Porque el que es de la verdad oye mi voz.
13. Y saliendo a los judíos, les dijo: Ningún crimen hallo en él.
14. Mas ellos decían: Revuelve al pueblo, enseñando por todas partes, desde Galilea hasta aquí.
15. Y oyendo Pilatos lo de Galilea, preguntó si era galileo y, viendo que era de la jurisdicción de Herodes, lo envió a Herodes.
16. El cual estaba en Jerusalén por aquellos días.
17. Y Herodes se holgó en gran manera de ver a Jesús, porque había oído hablar mucho de él.
18. Y le dirigió muchas palabras, mas él no contestó nada.
19. Y los escribas y los príncipes de los sacerdotes lo acusaban mucho.
20. Y Herodes, con su séquito, lo menospreció y lo hizo revestir de una túnica blanca, y lo envió a Pilatos.
21. Y Herodes y Pilatos, que estaban enojados, aquel día se hicieron amigos.
22. Y, llamando Pilatos a los magistrados, y a los príncipes de los sacerdotes, y al pueblo, dijo: Me habéis traído a éste por hombre que revuelve al pueblo.
23. Mas le he hecho algunas preguntas y no hallo en él ninguna de las culpas de que lo acusáis.
24. Ni tampoco Herodes, porque nada ha hecho que merezca la muerte. Por lo cual lo soltaré, después de castigarlo.
25. Mas el gentío exclamaba: ¡Crucifícalo! ¡Cruficícalo!
26. Y dijo Pilatos: Crucificadlo vosotros, porque yo no hallo culpa en él.
27. Y dijéronle los judíos: Ley tenemos y, según ella, debe morir quien se haga Hijo de Dios.
28. Y Pilatos temió más, y entró en el Pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres? Mas Jesús no contestó nada.
29. Y dijo Pilatos: ¿No sabes que puedo librarte y que te puedo crucificar?
30. Mas dijo Jesús: Ninguna autoridad tendrías si no te fuere dada de lo alto. Quien me entrega a ti tiene más pecado que tú.
31. Y Pilatos quería soltarlo, mas los judíos clamaban diciendo: Si lo sueltas, no eres amigo del César.
32. Porque quien se hace rey, al César contradice.
33. Y oyendo esto Pilatos, sacó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha.
34. Y era la víspera de la Pascua y la hora sexta.
35. Y dijo a los judíos: He aquí a vuestro rey.
36. Mas ellos clamaban: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
37. Y dijo Pilatos: ¿He de crucificar a vuestro rey? Mas ellos contestaron: No tenemos más rey que el César.
38. Y los sacerdotes lo acusaban, mas Jesús nada respondía.
39. Y le dijo Pilatos: ¿No oyes cuánto te acusan? Mas él no contestó nada y Pilatos se admiró más aún.
40. Y en cada fiesta habría de soltar un acusado y, habiendo un famoso malhechor llamado Barrabás, dijo Pilatos:
41. A uno os he de soltar por la Pascua: ¿Queréis que perdone a Barrabás o al que se dice el Cristo?
42. Porque él sabía que por envidia lo habían entregado.
Pilatos se lava las manos
CLXVIII 1. Y estando en el tribunal, le envió recado su mujer, diciéndole: No condenes a ese justo, porque en sueños he sufrido mucho por él.
2. Y los príncipes de los sacerdotes persuadieron al pueblo de que pidiese el perdón de Barrabás.
3. Y preguntando Pilatos: ¿A cuál de los dos os suelto?, dijeron: A Barrabás. Y Barrabás era ladrón.
4. Y estaba en la cárcel por una sedición y un homicidio.
5. Y preguntó Pilatos: ¿Qué hago de Jesús, que se dice el Cristo? Y ellos contestaron: ¡Crucifícalo!
6. Pilatos opuso: Nada de malo hallo en él. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícalo!
7. Y, viendo Pilatos que crecía el tumulto, y que nada conseguía, tomó agua, y se lavó las manos ante el pueblo.
8. Y dijo: Inocente soy de la sangre de este justo: Vedlo vosotros.
9. Mas el pueblo contestó: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
Pilatos perdona a Barrabás y entrega a Jesús para ser crucificado
CLXIX 1. Y entonces Pilatos soltó a Barrabás, y mandó azotar a Jesus, y lo entregó para ser crucificado.
2. Y los soldados lo llevaron al Pretorio, y juntóse la cohorte, y lo vistieron de púrpura y, coronándolo de espinas, lo escarnecían.
3. Y le decían, burlándose: Salve, rey de los judíos.
4. Y lo herían con una caña y lo escupían.
5. Y le quitaron la clámide, y le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo.
6. Y hallando a un cirineo llamado Simón, que era padre de Rufo y de Alejandro, le cargaron con la cruz.
7. Y muchos lo seguían y las mujeres se lamentaban y lloraban.
8. Y volviéndose Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y vuestros hijos.
9. Porque llegarán días en que dirán: Dichosas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no lactaron.
10. Y entonces dirán a los montes y a los collados: Caed sobre vosotros y cubridnos.
11. Porque si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán con el seco?
Jesús es crucificado entre dos ladrones
CLXX 1. Y lo llevaron al sitio llamado Gólgota, que significa lugar de la calavera.
2. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, mas no lo tomó.
3. Y decía Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
4. Y, no bien lo crucificaron, los soldados se repartieron sus ropas y echaron a suertes sobre su túnica.
5. Para que se cumpliese la Escritura: Repartiéronse mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes.
6. Y Pilatos hizo poner un cartel sobre su cabeza, que decía: Este es Jesús Nazareno, rey de los judíos.
7. Y muchos judíos vinieron de la ciudad, y leyendo el letrero, que estaba en hebreo, y en griego, y en latín, dijeron a Pilatos: No pongas que es rey de los judíos. Mas Pilatos contestó: Lo escrito escrito está.
8. Y lo crucificaron entre dos ladrones.
9. Y los que estaban allí blasfemaban de él, diciendo: Pues que ibas a reedificar el templo en tres días, sálvate a ti mismo y desciende de la cruz.
10. Y los príncipes de los sacerdotes decían: Salva a todos y no puede salvarse a sí mismo.
11. Si eres rey de Israel, desciende de la cruz y creeremos en ti.
12. Y uno de los ladrones blasfemaba, diciendo: Si eres el Cristo, sálvate y sálvanos.
13. Mas el otro le increpó, diciendo: ¿Ni aun en el suplicio temes a Dios?
14. Porque nosotros con justicia sufrimos. Mas éste no hizo nada.
15. Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
16. Y Jesús dijo: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso.
17. Y junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
18. Y viendo Jesús a su madre y a un discípulo a quien amaba, dijo: Mujer, he ahí a tu hijo. Y le dijo a él: He ahí a tu madre.
19. Y el discípulo la recibió consigo.
20. Y a la hora de sexta hiciéronse tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora de nona.
21. Y cerca de la hora nona, Jesús dio una gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabacthani?
22. Que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
23. Y los que lo escucharon, decían: A Elías llama.
24. Y viendo Jesús que ya todo se consumaba, y que se cumplia la Escritura, dijo: Tengo sed.
25. Y mojaron una esponja en vinagre, y se la dieron a beber.
26. Y cuando probó el vinagre, dijo Jesús: Todo se ha consumado.
27. Y le decían: Veamos si viene Elías a libertarte.
28. Mas Jesús, dando una gran voz, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
29. E inclinando la cabeza, rindió el alma.
30. Y he aquí que el velo del templo se rasgó de arriba abajo.
31. Y la tierra tembló, y las piedras se hendieron, y se abrieron los sepulcros, y muchos resucitaron, y vinieron a la ciudad, y se aparecieron a muchos.
32. Y el centurión y los que allí estaban temieron y glorificaron a Dios, diciendo: En verdad que este hombre era el Hijo de Dios.
33. Y los que estaban allí, viendo aquello, se golpeaban el pecho.
34. Y había allí mujeres mirando de lejos, y estaban María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, que habían venido con él de Galilea.
35. Y siendo víspera de Pascua, porque los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, pidieron ios judíos a Pilatos que les quebrasen las piernas y los quitasen.
36. Y viniendo los soldados, quebraron las piernas a los que habían sido crucificados con Jesús, mas no a él, porque ya estaba muerto.
37. Mas un soldado le hirió el costado con una lanza, y salió sangre y agua.
38. Y el que lo vio da testimonio verdadero, para que todos creáis.
39. Porque esto fue para que se cumpliese la Escritura: No quebrantaréis sus huesos.
40. Y otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
José y Nicodemo sepultan a Jesús
CLXXI 1. Y un hombre noble llamado José de Arimatea, ciudad de Judea, y que era justo y esperaba el reino de Dios en secreto, por temor a los judíos, y no dio su voto en el consejo, vino a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús.
2. Y Pilatos se admiró de que hubiese ya muerto y, enterado el centurión, le dio el cuerpo.
3. Y José y Nicodemo, que fue el que vino a Jesús en la noche, tomaron el cuerpo, y le pusieron cien libras de mirra y áloe y lo enterraron en un lienzo con aromas, según uso de los judíos.
4. Y allí donde había sido crucificado había un huerto con un sepulcro nuevo y lo pusieron allí, y José colocó una piedra en la puerta.
5. Y María Magdalena y la otra María miraban dónde era puesto.
6. Y compraron drogas perfumadas para venir a ungirlo en pasando el sábado.
Los judíos sellan el sepulcro
CLXXII 1. Y al otro día llegaron a Pilatos los fariseos y los príncipes de los sacerdotes.
2. Y le dijeron: Como ha dicho que resucitará al tercer día, pon guardias en el sepulcro, para que no roben el cuerpo los discípulos.
3. Porque dirían que resucitó y habría un más grave error en el pueblo.
4. Y dijo Pilatos: Ponedle una guardia.
5. Y ellos sellaron la piedra, con la guardia.
Resurrección de Jesús
CLXXIII 1. Y al otro día del sábado, llegaron María Magdalena, y la otra María, y Salomé, siendo aún de noche, al sepulcro, con perfumes.
2. Y según salía el sol, iban diciendo: ¿Quién nos quitará la piedra del sepulcro?
3. Y he aquí que sobrevino un gran terremoto y llegaron ángeles del cielo y removieron la lápida.
4. Y llegando vieron movida la lápida y al ángel del Señor sentado sobre ella.
5. Y su aspecto era como un relámpago y blanco su vestido como la nieve.
6. Y de temor, los guardias quedaron como muertos.
7. Y dijo el ángel a las mujeres: No temáis.
8. Porque Jesús ha resucitado de entre los muertos. Ved el lugar en que fue puesto el Señor.
9. Y he aquí que dos varones con fulgentes vestiduras se aparecieron.
10. Y ellas, temiendo, bajaban el rostro a tierra. Y ellos dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
11. Porque ha resucitado, según os habló en Galilea.
12. Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos pecadoras, y crucificado, y que resucite al día tercero.
13. Id a decir a los discípulos que ha resucitado y que va ante ellos a Galilea.
14. Y saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, lo fueron a decir a los discípulos.
15. Y llegando a Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, dijeron: Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde está.
16. Y los dos corrieron al sepulcro, mas el otro corría más y llegó primero.
17. Y llegando, vio echado los lienzos, mas no entró.
18. Y llegó Simón Pedro, y entré, y vio los lienzos echados, y el sudario aparte.
19. Y entrando el otro discípulo, vio y creyó.
20. Porque aún no sabían las Escrituras, que había de resucitar de entre los muertos.
21. Y volvieron a los demás, mas María Magdalena, de quien expulsó él siete demonios, estaba junto al monumento llorando.
22. Y en esto vio dos ángeles, vestidos de blanco, uno a los pies y otro a la cabecera de donde había estado Jesús.
23. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras?
24. Y contestó: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
25. Y volviéndose, vio a Jesús, mas no sabía quién era.
26. Y creyendo que era el hortelano, dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo lo recoja.
27. Mas dijo Jesús: ¡María! Y ella, volviéndose, dijo: ¡Rabboni!, que significa: Maestro.
28. Y dijo Jesús: No mo toques, porque aún no he ascendido a mi Padre.
29. Mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Los guardias del sepulcro anuncian a los sacerdotes la resurrección del Cristo
CLXXIV 1. Y los guardias del sepulcro vinieron a la ciudad y anunciaron a los sacerdotes lo que había ocurrido.
2. Y congregándose, ofrecieron dinero a los soldados, diciéndoles: Decid que mientras dormíais, por la noche, lo robaron los discípulos, y os aseguraremos del prefecto.
3. Y aceptaron los soldados, y divulgándolo así, y aun hoy es corriente entre los judíos.
Jesús aparece a las mujeres y las saluda
CLXXV 1. Y he aquí que Jesús apareció a las mujeres y las saludó.
2. Y ellas se le llegaron y adoraron sus pies.
3. Y él dijo: No temáis, mas anunciad a mis hermanos que voy a Galilea, para que me vean.
4. Y ellas lo anunciaron a los once, y a los demás, pero no las creían.
5. Porque les parecían palabras de delirio.
Jesús aparece a dos discípulos en el camino de Emmaús
CLXXVI 1. Y he aquí que dos discípulos iban a un lugar llamado Emmaús, que está a sesenta estadios de Jerusalén.
2. Y mientras caminaban hablando de lo que ocurriera, Jesús se aproximó, e iba con ellos.
3. Mas sus ojos estaban oscurecidos, para que no lo conociesen.
4. Y les dijo: ¿De qué habláis, andando, y por qué estáis tristes?
5. Y respondiendo uno que se llamaba Cleofás, dijo: ¿Eres tú forastero en Jerusalén, que no sabes las cosas que han sucedido?
6. Y él preguntó: ¿De qué? Y dijeron:
7. De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra ante Dios y el pueblo.
8. A quien entregaron los príncipes a pena de muerte, y lo crucificaron.
9. Mas nosotros esperábamos que él redimiese a Israel.
10. Y unas mujeres nos han espantado, porque fueron al sepulcro y vieron que no estaba su cuerpo.
11. Y dicen que vieron ángeles que dijeron que él vive.
12. Y los que fueron al sepulcro hallaron lo que las mujeres decían, mas no lo vieron.
13. Dijo Jesús: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en lo que han dicho los profetas!
14. ¿No era necesario que esto padeciera el Cristo y que entrase en su gloria?
15. Y desde Moisés y los profetas, les declaró cuanto decían de él las Escrituras.
16. Y llegando adonde iban, él hizo como que seguía; mas ellos lo hicieron quedar.
17. Diciéndole: Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
18. Y estando sentados a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió, y les dio.
19. Y entonces se abrieron sus ojos y lo reconocieron; mas él desapareció de su vista.
20. Y ellos se decían: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando por el camino nos explicaba las Escrituras?
21. Y volviendo a Jerusalén, hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos.
22. Que decían: El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
23. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo conocieron al partir el pan.
Nueva aparición de Jesús a sus discípulos
CLXXVII 1. Mas ellos no lo creían. Y he aquí que el primer día de la semana, estando los discípulos congregados, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos, Jesús vino entre ellos, y dijo: Paz a vosotros. Yo soy, no temals.
2. Mas ellos se conturbaban, pensando que era espíritu.
3. Y les dijo: ¿Qué pensamientos suben a vuestros corazones?
4. Ved mis pies y mis manos, y palpadlos.
5. Porque el espíritu no tiene huesos ni carne, como yo.
6. Y les tendía las manos y los pies.
7. Y como no lo creían aún, por lo asombrados que estaban, les dijo: ¿Tenéis algo que comer?
8. Y le dieron miel y un trozo de pescado asado, y lo comió ante ellos, y les dio las sobras.
9. Y les dijo: Esto es lo que os hablé: Que era aún preciso que se cumpliese de mí cuanto está escrito en la Ley, y los profetas, y en los salmos.
10. Y entonces les abrió el sentido, para que comprendiesen las Escrituras.
11. Porque está escrito que el Cristo padezca y al tercer dia resucite de entre los muertos.
12. Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todos los pueblos, empezando en Jerusalén.
13. Y vosotros sois testigos de estas cosas.
14. Y enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre.
15. Y los discípulos gozáronse viendo al Señor.
16. Y él dijo: Paz a vosotros.
17. Porque como me envió mi Padre, así yo os envío.
18. E insufló y dijo: Recibid el Espíritu Santo.
19. A quienes remitáis los pecados les serán remitidos.
20. Mas a quienes se los retengáis les serán retenidos.
Jesús aparece a Tomás
CLXXVIII 1. Y Tomás, llamado el Dídimo, no estaba cuando se apareció Jesús.
2. Y le dijeron los discípulos: Vimos al Señor.
3. Y él dijo: Si en su mano no viese la señal de los clavos, y pusiese mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré.
4. Y ocho días después, estaban los discípulos con Tomás.
5. Y estando las puertas cerradas, apareció Jesús en medio, y dijo: Paz a vosotros.
6. Y dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y pon tu mano en mi costado.
7. Y no seas incrédulo, sino fiel.
8. Y Tomás contestó diciendo: ¡Señor mío y Dios mío!
9. Le contestó Jesús: Porque me viste creíste.
10. Bienaventurados los que no vieron y creyeron.
11. Y Jesús hizo otras muchas señales que no están escritas en este libro.
12. Mas éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Jesús aparece en el mar de Tiberíades
CLXXIX 1. Otra vez se manifestó Jesús en el lago de Tiberíades.
2. Y estaban juntos Simón Pedro y Tomás el Dídimo, y Nataniel, de Canaam de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos.
3. Porque dijo Simón: Voy a pescar. Y dijeron: Vamos contigo.
4. Y entrando en una barca, no pescaron nada aqueIla noche.
5. Y a la otra mañana, Jesús estaba en la costa, mas no lo conocieron.
6. Y les preguntó: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Mas ellos dijeron: No.
7. Y les dijo: Echad la red a la derecha y pescaréis.
8. Y echándola, no la podían sacar, por los muchos peces.
9. Y el discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: Es el Señor.
10. Y Pedro, que estaba desnudo, creyendo que era el Señor, se ciñó la ropa y se echó al mar.
11. Y los demás vinieron con el barco, porque estaban a doscientos codos de tierra, y traían la red.
12. Y llegando a tierra, vieron ascuas. puestas y un pez encima y pan.
13. Y les dijo Jesús: Traed los peces que recogisteis.
14. Y Simón Pedro trajo la red a tierra, mas había ciento cincuenta y tres peces grandes, y la red se rompió.
15. Y dijo Jesús: Venid a comer.
16. Y ninguno se atrevía a preguntarle, porque sabían que era el Señor.
17. Y Jesús les dio del pan y del pez.
18. Y ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos, después que resucitó de entre los muertos.
Jesús pregunta a Pedro si lo ama
CLXXX 1. Y cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro:
2. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
3. Y él contestó: Señor, ya sabes que te amo. Y dijo Jesús: Apacienta mis corderos.
4. Y díjole segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y él contestó: Sí, Señor. Ya sabes que te amo. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.
5. Y preguntándole por vez tercera: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?, se entristeció Pedro, y dijo: Señor, tú sabes que te amo.
6. Porque tú lo sabes todo. Y dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.
7. En verdad te digo que cuando eras joven te ceñías e ibas a todas partes.
8. Mas cuando seas viejo, extenderás la mano y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras.
9. Y dijo esto para significar con qué muerte había de dar gloria a Dios. Y le dijo: Sígueme.
10. Y Pedro, volviéndose, vio al discípulo que amaba Jesús, que en la casa se había recostado sobre su pecho para preguntarle quién lo había de entregar.
11. Y dijo Pedro: ¿Y éste, Señor?
12. Y dijo Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Sígueme tú.
13. Y entonces originóse dicho entre los hermanos de que aquél no moriría, mas Jesús no había dicho: No morirá, sino: Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?
14. Y este discípulo es quien escribió y atestigua estas cosas, y sabemos que su testimonio es verdadero.
15. Y aún hizo otras muchas cosas Jesús, que, de escribirlas, no cabrían en el mundo los libros que las contaran.
Jesús habla por última vez a sus discípulos y sube al cielo
CLXXXI 1. Y los once discípulos fueron a Galilea al monte que Jesús les había ordenado.
2. Y viéndolo, lo adoraron, mas algunos dudaban.
3. Y él censuró su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a quienes lo vieron resucitado.
4. Y les dijo: Toda potestad sobre el cielo y la tierra me ha sido otorgada.
5. Id por todo el orbe y predicad el Evangelio a todas las criaturas.
6. Enseñad a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
7. Para que guarden cuanto os he mandado.
8. Y estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos.
9. Quien se bautice y crea se salvará. Mas aquel que no crea se condenara.
10. Y estas señales darán los que en mí crean:
11. Hablarán nuevas lenguas y echarán, demonios.
12. Quitarán serpientes y no serán dañados si beben veneno.
13. Y curarán a los enfermos poniendo sobre ellos sus manos.
14. Asentaos en la ciudad hasta que os sea dado poder de lo alto.
15. Y llevándolos a Bethania, extendió las manos y los bendijo.
16. Y bendiciéndolos, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
17. Y ellos lo adoraron y fueron con gran gozo a Jerusalén. Y estaban siempre en el templo, orando y bendiciendo a Dios.
18. Y con la ayuda de Dios predicaron por todas partes, confirmando sus palabras con los signos que hacían.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
(Diatessaron)
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Habiendo muchos intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido certísimas, como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.
El Verbo de Dios
I 1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2. Éste era en el principio con Dios.
3. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que es hecho fue hecho.
4. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5. Y la luz en las tinieblas resplandece. Mas las tinieblas no la comprendieron.
El sacerdocio de Zacarías
II 1. Hubo, en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abdías, y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Isabel.
2. Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.
3. Y no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en días.
4. Y aconteció que, ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez, conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Señor.
5. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.
6. Y se le apareció el ángel del Señor, puesto en pie, a la derecha del altar del incienso.
7. Y se turbó Zacarías al verlo y cayó temor sobre él.
8. Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.
9. Y tendrás suma alegría y muchos gozarán de su nacimiento.
10. Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra, y estará lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
11. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
12. Porque él irá delante de Él con el espíritu y la virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, y para aparejar al Señor un pueblo apercibido.
13. Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
14. Y, respondiendo, el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y que he sido enviado a hablarte, y a darte esa buena nueva.
15. Y he aquí que estarás mudo, y que no podrás hablar, hasta el día que lo por mí dicho sea hecho, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo debido.
16. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y todos se maravillaban de que se detuviese en el templo.
17. Y, saliendo, no les podía hablar. Y entendieron que había visto visión en el templo. Y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
18. Y fue que, cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa.
19. Y, después de aquellos días, concibió su mujer Isabel, y se encubrió por cinco meses, diciendo: Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres.
El ángel Gabriel habla a María
III 1. Y, al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, para que visitase a una virgen, desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. Y el nombre de la virgen era María.
2. Y, entrando el ángel adonde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo y bendita eres entre las mujeres.
3. Mas ella, cuando lo vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese aquélla.
4. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
5. Y he aquí que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. este será grande, y será llamado hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre. Y reinará, en la casa de Jacob por siempre, y de su reino no habrá fin.
6. Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo ocurrirá eso? Porque yo no conozco varón.
7. Y, respondiendo, el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra, por lo cual lo que de tu vientre nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ha concebido hijo en su vejez, y está en el sexto mes de su embarazo, ella, llamada la estéril, porque nada es imposible para Dios.
8. Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Y el ángel partió de ella.
9. En aquellos días, levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
10. Y aconteció que, como oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y ella fue llena del Espíritu Santo.
11. Y exclamó a gran voz: Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí que apenas llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
12. Entonces María dijo: Engrandezca mi alma el Señor, y mi espíritu se alegre en Dios, mi Salvador. Porque ha mirado a la bajeza de su sierva, y he aquí que, desde ahora, me llamarán bienaventurada todas las generaciones, por haberme hecho grandes cosas el Omnipotente. Y santo es su nombre, y su misericordia va de generación en generación a los que le temen. Él hizo valentía con su brazo, y esparció a los soberbios del pensamiento de su corazón, y quitó a los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes, y a los ricos envió vacíos, y recibió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como habló a Abraham y a su simiente para siempre.
13. Y se quedó María con Isabel como tres meses, y después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
IV 1. Y a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, y dio a luz un hijo.
2. Y oyeron los parientes y los vecinos que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron en grado sumo.
3. Y aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban por el nombre de su padre, Zacarías.
4. Y, respondiendo, su madre dijo: No, sino Juan será llamado.
5. Y le advirtieron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que tenga ese nombre.
6. Y hablaron por señas a su padre, para que dijese cómo lo quería llamar.
7. Y, pidiendo la tablilla, escribió en ella: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
8. Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
9. Y recayó gran temor sobre los parientes y los vecinos de ellos, y en todas las montañas de Judá fueron divulgadas aquellas cosas.
10. Y todos los que las oían las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano de Dios estaba con él.
11. Y Zacarías, su padre, fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y que alzó un cuerpo de salvación en la casa de su siervo David. Él habló por boca de sus santos profetas, que fueron desde el principio, y nos salvó de nuestros enemigos, y cargó su mano sobre todos los que nos aborrecieron. E hizo misericordia con nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, del juramento que juró a Abraham, que nos había de dar, y que, sin temor y librados de nuestros enemigos, lo serviríamos en santidad y en justicia, delante de él, todos los días nuestros. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos, dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el Oriente, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, y para encaminar nuestros pies por camino de paz.
12. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel.
Genealogía y natividad de Jesús [No versículos 1 - 33]
V1. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2. Abraham engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos.
3. Y Judá engendró de Thamar a Phares y a Zara, y Phares engendró a Esrom, y Esrom engendró a Aram.
4. Y Aram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naassón, y Naassón engendró a Salomón.
5. Y Salomón engendró de Rachâb a Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed, y Obed engendró a Jessé.
6. Y Jessé engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
7. Y Salomón engendró a Roboam, y Roboam engendró a Abia, y Abia engendró a Asa.
8. Y Asa engendró a Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró a Osías.
9. Y Osías engendró a Jostam, y Jostam engendró a Achâz, y Achâz engendró a Ezequías.
10. Y Ezequías engendró a Manasés, y Manasés engendró a Amén, y Amén engendró a Josías.
11. Y Josías engendró a Jechônias y a sus hermanos, en la transmigración de Babilonia.
12. Y. después de la transmigración de Babilonia, Jechônias engendró a Salathiel, y Salathiel engendró a Zorobabel.
13. Y Zorobabel engendró a Abiud, y Abiud engendró a Eliachim, y Eliachim engendró a Azor.
14. Y Azor engendró a Sadoc, y Sadoc engendró a Achim, y Achim engendró a Eliud.
15. Y Eliud engendró a Eleazar, y Eleazar engendró a Mathán, y Mathán engendró a Jacob.
16. Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17. De manera que todas las generaciones, desde Abraham hasta David, son catorce generaciones y, desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones y, desde la transmigración de Babilonia hasta el Cristo, catorce generaciones.
18. Y al Cristo Jesús se le creía hijo de José, que fue hijo de Elí.
19. Que fue de Mathat, que fue de Leví, que fue de Melchí, que fue de Janna, que fue de José.
20. Que fue de Mattathias, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli.
21. Que fue de Naggai, que fue de Maat, que fue de Mattathias, que fue de Semel, que fue de José, que fue de Judá.
22. Que fue de Joaana, que fue de Rhesa, que fue de Zorobabel, que fue de Salathiel.
23. Que fue de Neri, que fue de Melchi, que fue de Abdi, que fue de Cosam, que fue de Elmodan, que fue de Er.
24. Que fue de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Joreim, que fue de Mathat.
25. Que fue de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue de Eliachim.
26. Que fue de Melea, que fue de Mainán, que fue de Mattatha, que fue de Nathán.
27. Que fue de David, que fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que fue de Salmón, que fue de Naasón.
28. Que fue de Aminadab, que fue de Arám, que fue de Esrom, que fue de Phares.
29. Que fue de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Thara, que fue de Nachor.
30. Que fue de Saruch, que fue de Ragau, que fue de Phalec, que fue de Heber.
31. Que fue de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arphaxad, que fue de Noé, que fue de Lamech.
32. Que fue de Mathusala, que fue de Enoch, que fue de Jared, que fue de Maleleel.
33. Que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán, que fue de Dios.
34. Y el nacimiento de Jesucristo ocurrió así: Que, estando María, su progenitora, desposada con José, antes que cohabitasen, se encontró haber concebido del Espíritu Santo.
35. Y José, su marido, que era justo, no quiso, infamarla, y se propuso abandonarla secretamente.
36. Y, cuando en ello pensaba, he aquí que el ángel del Señor le apareció en sueños, y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a tu esposa bajo tu protección, porque lo que en ella se ha engendrado del Espíritu Santo es.
37. Y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.
38. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor al profeta, que vaticinó: He aquí que la virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que, declarado, es: Dios con nosotros.
39. Y, despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su mujer.
40. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito, al cual, conforme al mandato del ángel, puso el nombre de Jesús.
41. Por aquellos días Augusto César promulgó un edicto para que toda la tierra fuese empadronada.
42. Este empadronamiento primero se llevó a cabo en la época en que Cirino era gobernador de la Siria.
43. E iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
44. Y José, por cuanto era de la casa y familia de David, subió a la ciudad de éste, llamada Bethlehem, de Judea, desde la de Nazareth, de Galilea, llevando consigo, para ser empadronado, a María, su esposa, la cual se hallaba encinta.
45. Y, aconteció que, estando ellos allí, se cumplió el tiempo en que a María le tocaba dar a luz.
46. Y parió a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, por no haber encontrado lugar para ellos en el mesón.
Aparece el ángel a los pastores
VI 1. Y había, en aquella comarca, varios pastores, los cuales velaban y hacían centinela nocturna sobre su grey.
2. Y, de improviso, el ángel del Señor apareció ante ellos, y los cercó con un resplandor de luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.
3. Entonces el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí que vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo o Mesías, Señor Nuestro.
4. Y sírvaos de señal que hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
5. Y, al punto mismo, se dejó ver con el ángel una multitud de los ejércitos celestes, que alababa a Dios, clamando:
6. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
7. Y, luego que los ángeles se apartaron de allí, y volaron al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Vayamos a Bethlehem, y seamos testigos de este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado.
8. Y caminaron a toda prisa, y hallaron a María, a José, y al niño reclinado en el pesebre.
9. Y, viéndolo, se certificaron de todo lo que se les había dicho de aquel niño.
10. Y todos los que conocían el suceso se maravillaron igualmente de lo que los pastores les contaban.
11. María, empero, guardaba todas estas cosas dentro de sí, confiriéndolas en su corazón.
12. Y los pastores se volvieron, sin cesar de alabar y de glorificar a Dios por todas las cosas que habían visto y oído, según se les había anunciado.
Jesús es llevado por sus padres a que lo circunciden
VII 1. Y, pasados los ocho días legales para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús, nombre que el ángel le había puesto, antes que hubiese sido concebido en el vientre de su madre.
2. Y, cumplido asimismo el período de la purificación de María, conforme a la legislación mosaica, lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. Porque escrito está en su santa ley: Todo varón que naciere el primero me será consagrado.
3. Y llevaron su ofrenda de un par de tórtolas o dos palominas, como ordena también la ley del Señor.
4. Y, en aquella sazón, había en Jerusalén un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel. Y en Simeón moraba el Espíritu Santo, y éste le había revelado que no moriría sin haber visto al Cristo.
5. Inspirado por él, fue al templo. Y al entrar el niño Jesús con sus padres, para practicar lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, saca en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa, porque mis ojos han visto tu salvación, que has aparejado, en presencia de todos los pueblos, como luz para ser revelada a los gentiles, y como gloria de tu pueblo de Israel.
6. Y su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que de Jesús se decían.
7. Y Simeón bendijo a entrambos, y advirtió a María: Este niño que aquí ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser digno de contradicción. Y una espada, de ti misma salida, atravesará tu alma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
8. Vivía también entonces la profetisa Ana, hija de Phanuel, de la tribu de Aser, ida allí en edad avanzada, y que había vivido siete años con su marido desde su virginidad.
9. Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y con oraciones.
10. Ésta, pues, sobreviniendo en la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de él a todos los que, en Jerusalén, esperaban la redención de Israel.
11. Mas, cumplidas todas las cosas que la ley del Señor mandaba, María, José y Jesús regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazareth.
Los magos que llegaron de Oriente
VIII 1. Y, como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea, en días del rey Herodes, he aquí que unos magos vinieron del Oriente a Jerusalén, y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarlo.
2. Y, oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
3. Y, convocados todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, inquirió de ellos dónde había de nacer el Cristo.
4. A lo que contestaron: En Bethlehem de Judea. Porque escrito está por el profeta. Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre sus príncipes, porque de ti ha de salir un conductor, que guiará a Israel, mi pueblo.
5. Y entonces Herodes, llamando a los magos, averiguó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella.
6. Y los envió a Bethlehem y les dijo: Id allá, y preguntad con diligencia por el niño.
7. Y, después que lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también lo adore.
8. Y ellos, en oyendo al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente iba ante ellos, hasta que, llegando, se situó sobre donde estaba el niño.
9. Y, viendo la estrella, se regocijaron grandemente.
10. Y, entrando en la casa, vieron al niño con su madre María.
11. Y, prosternándose, lo adoraron, y abrieron sus tesoros, y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12. Y, habiéndoles sido dicho en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
Huida a Egipto de Jesús con sus padres José y María
IX 1. Y he aquí que cuando hubieron partido, el ángel del Señor se apareció en sueños a José.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto.
3. Y estáte allá mientras yo no te diga otra cosa, porque ha de suceder que Herodes buscará al niño para matarlo.
4. Y él despertó, y tomó al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
5. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, cuando el profeta dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Herodes ordena matar a todos los niños pequeños
X 1. Y Herodes, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho.
2. Y mandó matar a todos los niños que había en Bethlehem y en sus términos, de dos años para abajo, según había oído a los magos.
3. Y entonces se cumplió la profecía de Jeremías, que dijo:
4. Oyóse voz en Ramá, y lloros y gemidos y lamentos.
5. Y Raquel lloró a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.
Jesús vuelve de Egipto
XI 1. Y he aquí que, muerto Herodes, el ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel.
3. Porque muertos son los que querían la muerte del niño.
4. Y él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.
5. Y, oyendo que Arquelao había sucedido en Judea a Herodes, su padre, temió ir allá.
6. Mas fue amonestado en sueños, y se fue al país de Galilea.
7. Y vino, y habitó en la ciudad que llaman Nazareth.
8. Para que se cumpliese lo que habían dicho los profetas de que había de ser llamado Nazareno.
Jesús en el templo de Jerusalén
XII 1. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sapiencia.
2. Y la gracia de Dios era sobre él.
3. Y sus padres iban todos los años a Jerusalén para las fiestas de Pascua.
4. Y, cuando él tenía doce años, subieron ellos a Jerusalén, según su costumbre en las fiestas.
5. Y, pasados los días, volvieron. Y el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
6. Y, creyendo que iba con todos, anduvieron un día, y lo buscaban entre sus parientes.
7. Mas no lo hallaron, y volvieron a Jerusalén a buscarlo.
8. Y sucedió que a los tres días lo hallaron en el templo, sentado entre los doctores, oyéndolos y preguntándoles.
9. Y todos los que lo oían se pasmaban de su inteligencia y de sus contestaciones.
10. Y ellos quedaron admirados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has hecho esto?
11. He aquí que tu padre y yo te hemos buscado con tristeza.
12. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que en los asuntos de mi Padre me conviene estar?
13. Mas ellos no entendieron lo que les decía.
14. Y descendió con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sometido. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
15. Y Jesús crecía en sabiduría y en edad y en gracia para con Dios y para con los hombres.
Aparece Juan el Bautista en Israel
XIII 1. Y en el año quinto del imperio de Tiberio César, siendo Pilatos gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania, tetrarca de Abilinia, y, siendo Anás y Caifás sumos sacerdotes, llegó palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
2. Y anduvo por toda la tierra de los alrededores del Jordán, predicando el bautismo de la penitencia para la remisión de los pecados, y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado. Porque éste es aquel de que dijo el profeta Isaías: Aparejad el camino del Señor, y enderezad sus veredas. Todo valle se henchirá, se bajará todo monte y toda colina. Y los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos se verán allanados, y toda carne verá la salvación de Dios. Y el que habla vino por testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Y el que lo envió era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, y creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de voluntad divina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y vimos su gloria, que lo es del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
3. Y Juan dio testimonio de él, y clamó, diciendo: este es aquel del que yo aseguraba que, aunque venía tras de mí, existía antes que yo, y de cuya plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha. A Dios nadie lo vio jamás, y el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo declaró.
4. Y Juan andaba vestido de pelos de camello y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos. Y comía langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, en cuyo río eran bautizados todos los que confesaban sus pecados.
5. Mas, viendo él a muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, les decía: Generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos que tenéis a Abraham por padre. Pues yo os digo que puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras. Ahora, ya también la segur está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no hace buen fruto es cortado, y echado en el fuego.
6. Y las turbas lo interrogaban, diciendo: ¿Qué haremos, pues?
7. Y él les respondió: El que tenga dos túnicas dé una al que ninguna posee, y el que tenga qué comer haga lo mismo.
8. Y vinieron también los publicanos, y le preguntaron: ¿Qué haremos, maestro?
9. Y él les contestó: No exijáis más de lo que os está ordenado.
10. Y asimismo le preguntaron los soldados: Y nosotros ¿qué haremos?
11. Y él repuso: No causéis extorsión a nadie, ni calumniéis, y contentaos con vuestras pagas.
12. Y el pueblo estaba en expectación, y todos pensaban de Juan, en sus corazones, si sería el Cristo.
13. Mas los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que preguntaron a Juan: Tú, ¿quién eres?
14. Y confesó, y no negó, mas dijo: No soy el Cristo.
15. Y le preguntaron: ¿Quién eres entonces? ¿Eres Elías? Y dijo: No lo soy.
16. Y le dijeron: ¿Eres profeta? Y dijo: No.
17. Y le dijeron: ¿Quién eres entonces?
18. Porque hemos de decirlo a los que nos enviaron. ¿Qué dices tú de ti?
19. Y contestó: Yo soy la voz que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, según dijo Isaías profeta.
20. Y los enviados lo eran de los fariseos.
21. Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta?
22. Y Juan contestó, y dijo: Yo os bautizo con agua, en penitencia.
23. Mas viene en pos de mí aquel de quien no somos dignos de desatarle el calzado.
24. Y él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.
25. Porque en su mano está su aventador, y aventará su era.
26. Y guardará la paja en su hórreo, y hará arder la paja en un fuego inextinguible.
27. Y decía otras muchas cosas, y evangelizaba al pueblo.
28. Y era en Bethania, tras el Jordán, donde Juan bautizaba.
Juan bautiza a Jesús
XIV 1. Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para que Juan lo bautizase.
2. Mas Juan se resistía, diciendo: ¿Cómo he de bautizarte yo, que debo ser bautizado por ti?
3. Y Jesús le contestó, y le dijo: Sin embargo, nos conviene cumplir con toda justicia.
4. Y como todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado.
5. Y al salir del agua, oró, y vio abrirse los cielos, y el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre él.
6. Y hubo una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo directo, en quien me complazco.
7. Y Juan lo atestiguó, diciendo: Vi al Espíritu Santo, que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
8. Y yo lo desconocía, mas el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres descender y permanecer el Espíritu es quien bautiza con Espíritu Santo.
9. Y yo lo vi y atestiguo que es el Hijo de Dios.
Jesús es tentado en el desierto por el demonio
XV 1. Y entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3. Y llegó el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan.
4. Y él respondió: Escrito está que no sólo de pan vive el hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios.
5. Y el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre las cúpulas del templo.
6. Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo.
7. Porque escrito está: Él te enviará sus ángeles, y te alzarán con sus manos, para que tus pies no toquen las piedras.
8. Mas dijo Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
9. Y otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria.
10. Y le dijo: Todo esto te daré si, postrado, me adoras.
11. Y dijo Jesús: Vete, Satanás.
12. Porque está escrito: A Dios, tu Señor, adorarás, y sólo a él servirás.
13. Y, consumadas todas las tentaciones, el diablo se fue de él por algún tiempo.
14. Y los ángeles llegaron y lo servían.
Juan reconoce en Jesús al Mesías
XVI 1. Y otro día estaban allí Juan y dos de sus discípulos.
2. Y vieron a Jesús, y dijo Juan: He aquí el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
3. Y los dos discípulos, al oír hablar así a su maestro, se fueron con Jesús.
4. Y, viendo Jesús que lo seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
5. Y ellos le dijeron: Maestro, ¿dónde habitas?
6. Y les dijo: Venid, y ved.
7. Y vinieron, y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día, porque era casi la hora décima.
8. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y los dos hermanos se fueron con Jesús.
9. Y Andrés, habiendo encontrado a su hermano Simón, le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo.
10. Y lo llevó a Jesús. Y Jesús le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás.
11. Y serás llamado Cephas, que quiere decir piedra.
Felipe y Nataniel se unen a Jesús
XVII 1. Y al otro día quiso ir Jesús a Galilea.
2. Y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
3. Y Felipe era de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
4. Y Felipe encontró a Nataniel, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien Moisés habló en la ley, y de quien también hablaron los profetas.
5. Es Jesús, el hijo de José, de Nazareth.
6. Y dijo Nataniel: ¿Puede salir algo bueno de Nazareth?
7. Y Felipe le dijo: Ven y ve.
8. Y Jesús vio venir a Nataniel, y dijo: He aquí un verdadero israelita sin engaño.
9. Y Nataniel le dijo: ¿De dónde me conoces?
10. Y respondió: De antes que Nataniel te llamara; cuando estabas bajo la higuera, te vi.
11. Y Nataniel repuso: Maestro, tú eres el Hijo de Dios y el rey de Israel.
12. Y Jesús le dijo: ¿Porque te dije que te vi bajo la higuera crees? Mayores cosas verás.
13. Y añadió: En verdad, en verdad os digo que de aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios descender sobre el Hijo del hombre.
14. Y Jesús, en virtud del Espíritu, volvió a Galilea.
15. Y su fama se extendió por todas las regiones inmediatas.
16. Y enseñaba en las sinagogas, y era glorificado por todos.
Jesús lee en la Sinagoga los libros de Isaías
XVIII 1. Y vino a Nazareth, donde había sido criado.
2. Y según su costumbre, entró el sábado en la Sinagoga, y se levantó para leer.
3. Y le trajeron el libro del profeta Isaías y lo abrió.
4. Y encontró el lugar en que estaba escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí.
5. Porque me ha elegido para dar buenas nuevas a los pobres, y para sanar a los quebrantados de corazón, y para predicar la libertad de los cautivos, y para devolver la vista a los ciegos, y para anunciar el año grato del Señor.
6. Y, enrollando el libro, lo dio al ministro. Y los ojos de todos, en la Sinagoga, estaban fijos en él.
7. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
8. Y les dijo: El tiempo es llegado
9. Arrepentíos, y creed en el Evangelio, porque el reino del cielo está próximo.
Pedro, Andrés, Juan y Jacobo siguen a Jesús
XIX 1. Y junto a la mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el mar, porque eran pescadores.
2. Y les dijo Jesús: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.
3. Y ellos dejaron sus redes, y lo siguieron.
4. Y, más adelante, vio a Jacobo Zebedeo, y a Juan, su hermano, hijo del Zebedeo, y los llamó.
5. Y ellos dejaron a su padre en el barco y las redes que remendaban, y se fueron con él.
6. Y estando junto al lago de Genezareth, las gentes iban allí para oír la palabra de Dios.
7. Y vio dos barcos que estaban junto a la orilla, y los pescadores habían salido de ellos y lavaban sus redes.
8. Y entrando en uno de estos barcos, que era de Simón, le pidió que lo desviase un poco de tierra.
9. Y desde el barco adoctrinaba a las gentes.
10. Y, cuando hubo callado, dijo a Simón: Pon la proa al largo y echa las redes para pescar.
11. Y Simón, contestando, le dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado, y nada hemos recogido.
12. Mas, porque me lo dices, echaré la red.
13. Y, habiéndolo hecho, capturaron tanta cantidad de pescado, que la red se rompía.
14. Y llamaron a los compañeros del otro barco, y vinieron, y llenaron de pesca las barcas tanto, que se sumergían.
15. Y, esto viendo Simón Pedro, se prosternó ante Jesús.
16. Y decía: Sepárate de mí, Señor, que soy un pecador.
17. Porque él y toda su gente estaban temerosos por la gran pesca que habían conseguido.
18. E igualmente Jacobo y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
19. Y Jesús dijo a Simón: No temas, que desde ahora pescarás hombres.
20. Y sus discípulos creyeron en él.
21. Y condujeron a tierra los barcos, y lo dejaron todo, y lo siguieron.
Jesús llama al publicano Mateo
XX 1. Y después de estas cosas, salió. Y vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el banco de los tributos públicos.
2. Y le dijo: Sígueme.
3. Y él, dejando todas las cosas, lo siguió.
Juan contesta a los que le dicen que también bautiza Jesús
XXI 1. Y Jesús vino con sus discípulos a tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizaba.
2. Y Juan bautizaba también en Enon, junto a Salim.
3. Porque había allí abundancia de aguas, y muchos venían, y eran bautizados.
4. Y entonces Juan no había sido aún encarcelado.
5. Y entre los discípulos de Juan y los judíos hubo disputa acerca de la purificación.
6. Y fueron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo tras el Jordán, y del que diste testimonio, he aquí que bautiza, y todos van a él.
7. Y Juan contestó y dijo: Nada puede el hombre recibir, si no le fuere dado por el cielo.
8. Vosotros sois testigos de que dije: No soy el Cristo, sino el que ha de venir antes que él.
9. El que tiene la esposa es el esposo.
10. Mas el amigo del esposo, que lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo, y así este gozo mío es cumplido.
11. Él debe crecer y yo disminuir.
12. El que viene del cielo es sobre todos.
13. Y lo que vio y oyó esto testifica, y ninguno recibe su testimonio.
14. Y quien recibió su testimonio, ése signó que Dios es verdadero.
15. Porque el que Dios envió las palabras divinas habla, porque no da Dios el Espíritu por medida.
16. El Padre envió al Hijo, y todo lo puso en su mano.
17. Y quien cree en el Hijo tiene la vida eterna.
18. Mas quien no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios será sobre él.
19. Y Jesús oyó que los fariseos habían sabido que él hacía más discípulos que Juan.
20. Mas él no bautizaba, sino sus discípulos.
21. Y cuando Juan fue preso, dejó Judea y se fue a Galilea.
22. Porque entendió que Juan había sido preso.
23. Y dejó la ciudad de Nazareth, y vino y habitó en Cafarnaum, villa marítima en los confines de Zabulón y de la tierra de Nephtalim.
24. Para que se cumpliese la profecía de Isaías.
25. Que dijo: Tierra de Zabulón y de Nephtalim, camino del mar, tras el Jordán, Galilea de gentiles.
26. Y el pueblo, que erraba en tinieblas, vio una gran luz.
27. Y la luz alumbró a los que estaban en región y sombra de muerte.
Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña
XXII 1. Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba el Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama corrió por toda la Siria.
4. Y le trajeron a todos los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos de los demonios, y los curaba.
5. Y lo siguieron muchas gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén, y de Judea, y de la otra orilla del Jordán.
6. Y viendo venir a las gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó a doce discípulos, y los denominó apóstoles.
8. Y eran Simón, a quien llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe, y Bartolomé, y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12. Y Judas Jacobos y Judas Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo la boca, y elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
22. Bienaventurados cuando os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro perjuicio, a causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos y alegraos, que grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
Increpación de Jesús
XXIII 1. Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay de vosotros los hartos, porque seréis hambrientos!
3. ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!
4. ¡Ay de los que sois bendecidos, porque así hacían los padres de los hombres con los falsos profetas!
5. Yo os digo a vosotros lo que oís:
Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra
XXIV 1. Vosotros sois la sal de la tierra.
2. Y si la sal se evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque entonces no valdrá más para nada, sino que será echada fuera y hollada de los hombres.
Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo
XXV 1. Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad que está sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda una lámpara para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
4. Ilumine así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre, que está en los cielos.
5. No he venido a abolir la Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6. Porque en verdad os digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una iota ni una tilde perecerán de la Ley.
7. Y esto, hasta que se consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera uno de estos mandamientos mínimos mínimo será llamado en el reino de los cielos.
9. Mas quien los cumpliera y enseñare será llamado grande en el reino del cielo.
10. Y os digo que, si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Jesús condena la ira
XXVI 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque aquel que matase será culpado.
3. Mas yo os digo que cualquiera que se airase contra su hermano será culpado en el juicio.
4. Y quien dijese a su hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien le dijese: Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.
Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
XXVII 1. Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
2. Y entonces vuelve y ofrece tu presente.
3. Reconcíliate pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
5. Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.
Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
XXVIII 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera serte causa de escándalo, sácatelo.
4. Porque vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
5. Y si tu mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
6. Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Jesús condena el repudio
XXIX 1. Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle carta de repudio.
2. Mas yo os digo: Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación, hace que ella adultere.
3. Y quien desposare a la repudiada comete adulterio.
Jesús condena el perjurio y el juramento
XXX 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que cumplirás tus juramentos al Señor.
3. Mas yo os digo: No juréis nunca.
4. Ni por el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
5. Ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
7. Y no sea vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque lo que exceda de esto malo es.
Jesús condena la ley del talión
XXXI 1. Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo os digo: No resistáis al mal.
3. Y al que te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
5. Y al que te hiciese andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
6. Al que te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
XXXII 1. Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.
2. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
3. Bendecid a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
6. Porque si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
8. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los pecadores?
9. Y si prestáis a quien os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
10. Porque también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
12. Así que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar sin esperar nada por ello.
14. Y grande será así vuestro galardón.
15. Porque seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
16. Sed misericordiosos, porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad ser perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.
Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
XXXIII 1. No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.
2. Porque entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
3. Y cuando repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y plazas.
4. Porque lo hacen para ser honrados de los hombres.
5. Y os digo en verdad que ya recibirán su merecido.
6. De modo que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
7. Para que tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te recompensará.
La oración del perfecto cristiano
XXXIV 1. Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar, en las sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque yo os aseguro que ya tendrán su pago.
3. Tú ora en tu habitación, y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará pública recompensa.
4. No seáis extensos al orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar serán más oídos.
5. No seáis, pues, como ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis, lo que os es preciso.
6. Y los discípulos le dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
7. Y él les dijo: Cuando oréis, decid así:
8. Padre nuestro que estás en los cielos.
9. Santificado sea tu nombre.
10. Venga a nosotros tu reino.
11. Hágase tu voluntad en el cielo y en la tierra.
12. El pan que nos es necesario dánoslo hoy.
13. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14. Y no nos hagas caer en la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque si perdonáis a los hombres sus delitos, los vuestros os serán perdonados por el Padre celestial.
16. Mas si no perdonáis a los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros.
Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente
XXXV 1. Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque ellos demacran sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad, ya habrán de recibir lo que merecen.
3. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro.
4. Para no dar a entender que ayunas, más que a tu Padre, que está en secreto, y ve en lo escondido, y te recompensará.
5. Vended lo que poseáis y dad limosnas.
6. Y creaos en el cielo los tesoros que no se pierden.
Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra
XXXVI 1. No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la polilla los destruyen.
2. Cread vuestros tesoros en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque donde se encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos son las lámparas de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo será brillante.
5. Mas si tus ojos fuesen oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque si lo que es luz en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán las que lo son?
Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores
XXXVII 1. Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque amará al uno y odiará al otro, o al uno despreciará y al otro se allegará.
3. No es posible servir a Dios y a Mammón.
Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento
XXXVIII 1. Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis de comer o por lo que habéis de vestir.
2. ¿No es la vida más que la comida? ¿No es más el cuerpo que la ropa?
3. Ved los pájaros del cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro Padre celeste los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién de vosotros podrá, por más que se atormente, añadir un solo codo a su estatura?
6. ¿Por el vestido os desveláis? Ved los lirios del campo.
7. Ellos crecen y no trabajan ni hilan.
8. Y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios hace esto con las plantas del campo, que están destinadas al horno, ¿qué no hará con vosotros?
10. No tengáis, pues, cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué beberemos, y qué haremos?
11. Porque esto todos lo preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.
13. No os afanáis, pues, por el día de mañana.
14. Porque el día de mañana traerá su fatiga. Basta a cada día su propio afán.
Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados
XXXIX 1. No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque así como juzguéis, os juzgarán.
3. No condenáis y no se os condenará.
4. Perdonad y seréis perdonados.
5. Dad y se os dará. Medid bien y bien os medirán.
6. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?
7. ¿Y cómo, hipócrita, dirás a tu hermano: Deja que te quite la paja de tu ojo, si no ves la viga en el tuyo?
8. Quita primero la viga de tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja del ojo de tu hermano.
9. No echáis lo santo a los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las huellen y vuelvan y os destruyan.
Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha
XL 1. En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
3. ¿Quién de vosotros, si vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y si le piedese un pez le dará una serpiente?
5. Pues si vosotros, que sois malos, hacéis buenas dádivas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro Padre que está en los cielos?
6. ¿No dará buenas dádivas a quienes se las piden?
7. Haced, pues, a los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque así lo dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que lleva a la perdición.
10. Y los que los siguen son muchos.
Jesús da consejos contra los falsos profetas
XLI 1. Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque se os acercarán vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus frutos los conoceréis. Porque no es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
4. El hombre bueno del tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia habla su boca.
6. Todo árbol que no ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque así, por sus obras los conoceréis.
Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos
XLII 1. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
2. Sino el que cumpliese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No profetizamos en tu nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5. Y entonces les diré que nunca los conocí.
6. Apartaos de mí, hacedores de iniquidades.
Parábola del hombre que edificó sobre arena
XLIII 1. A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
2. Y cayó lluvia, y vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre piedra.
3. Y al que me oye y no me cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena.
4. Y vinieron lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando Jesús acabó de decir estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.
6. Porque adoctrinaba al modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los fariseos.
Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades
XLIV 1. Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó a sus doce discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió a predicar el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de los gentiles.
5. Y no vayáis a ciudad de samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.
6. Predicad y decid: El reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos, purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues de gracia recibís el don, dadlo de gracia.
9. No recojáis oro ni otro metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis alforjas, ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque el que trabaja merece su alimento.
12. En cualquier ciudad o aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella, y permaneced en su casa.
13. Curad los enfermos que haya allí.
14. Y entrando, saludad, diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los de la casa fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si no fuesen dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde no os recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio.
19. Porque os digo en verdad que el día del juicio el castigo será más pesado para ellos que para los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí que os envío como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos de los hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán en sus sinagogas.
23. Y aun os llevarán los gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando os lleven a las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis por lo que habéis de decir.
25. Porque en aquel momento os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en vosotros.
27. Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los hijos es rebelarán contra los padres y los harán morir.
29. Y todos os odiarán por causa mia.
30. Mas quien persevere hasta el fin será salvado.
31. Y cuando os persiguiera en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque os digo en verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
33. El discípulo no es más que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta al discípulo imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al padre de la familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han de llamar a los de su casa?
36. No los temáis, pues. Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído predicadlo desde las azoteas.
38. Porque yo os digo, amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque no pueden matar las almas.
40. Mas temed a quien puede perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros pueden venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.
42. Porque hasta vuestros cabellos están contados. No temáis, pues, porque más valéis vosotros que los pájaros.
43. A todo el que se me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre, que está en los cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que me negare ante los hombres, en esta generación adúltera y pecadora.
45. Yo lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo del hombre lo confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre con sus ángeles.
47. Porque no he venido a poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré los hombres y las casas.
49. He venido a hacer a los hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de sus madres.
50. Y a las nueras de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien ama a sus padres más que a mí no es digno de mí.
52. Y quien no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser mi discípulo.
53. Quien ganare su vkja la perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien a vosotros os recibe a mí me recibe.
55. Y quien me recibe recibe al que me envió.
56. El que recibe profeta en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que recibe justo en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera que a uno de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría os digo que no dejará de ser recompensado.
59. Y cuando Jesús hubo adoctrinado así a sus discípulos, se fue a predicar y a enseñar en las ciudades.
60. Y sus discípulos predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios, y ungían, y sanaban.
Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea
XLV 1. Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de Galilea.
2. Y la madre de Jesús estaba allí.
3. Y Jesús y sus discípulos fueron convidados también a la boda.
4. Y como faltaba vino, la madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen vino.
5. Y dijo Jesús: ¿A qué vienes, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
6. Y su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había allí seis recipientes de piedra para agua, según la costumbre de purificación de los judíos.
8. Y hacían cada uno como tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos de agua.
9. Y llenáronlos hasta arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste gustó el agua, que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó al esposo, y le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor cuando los asistentes están embriagados.
12. Mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
13. Y así manifestó primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.
Jesús cura a un leproso
XLVI 1. Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso se llegó, y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús dijo: Quiero, sé puro.
4. Y la lepra se fue de él y quedó limpio.
5. Y Jesús dijo: No cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y ofrenda lo que Moisés preceptúa, en testimonio.
6. Mas cuando marchó, comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad.
7. Sino que había de estar en lugares desiertos, pero de todas partes venían a él.
Jesús cura al siervo del centurión
XLVII 1. Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y le rogó, diciendo:
2. Señor, un siervo mío yace en casa paralítico.
3. Y dijo Jesús: Yo iré y lo curará.
4. Y contestó el centurión: Señor, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo.
5. Sino que basta tu palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque, aunque yo soy un hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis soldados obedezcan.
7. Y si digo: Id, van, y si digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús lo oyó admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta fe en Israel.
9. Y digo que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.
10. Y quienes son hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
11. Y dijo Jesús al centurión: Vete, y será hecho, puesto que tú has creído.
12. Y el centurión volvió a su casa, y su siervo fue curado.
Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro
XLVIII 1. Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía con fiebre.
2. Y él extendió su mano y la fiebre desapareció.
3. Y ella se levantó y los atendía.
Jesús resucita a un difunto
XLIX 1. Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban con él sus discípulos y gran muchedumbre.
3. Y cerca de la puerta de la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo único de su madre, que era viuda, y con ella venía mucha gente de la ciudad.
5. Y el Señor, cuando la vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6. Y se acercó al ataúd y se pararon los que lo portaban.
7. Y dijo: Mancebo, levántate.
8. Y se levantó el que había muerto, y principió a hablar.
9. Y todos tuvieron gran temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama de esto corrió por toda Judea y por las comarcas cercanas.
Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías
L 1. Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó a los demonios con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías:
4. Él recibió nuestras enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5. Y viendo Jesús muchas gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.
Un escriba se acerca a Cristo
LI 1. Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde fueres.
2. Y dijo Jesús: Las zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo nidos.
3. Mas el Hijo del hombre no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4. Y dijo a los demás: Seguidme.
5. Y uno le contestó: Señor, permíteme primero ir a enterrar a mi padre.
6. Y contestó Jesús: Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro le dijo: Señor, te seguiré si antes me permites renunciar a lo que hay en mi casa.
8. Y Jesús dijo: Ninguno que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.
Jesús manda a las olas y a la tempestad
LII 1. Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo en el mar un gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él dormía. Y sus discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole: Señor, sálvanos, que perecemos.
5. Y él les dijo: ¿Por qué temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose, mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el mar se tranquilizó.
8. Y los hombres se admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien obedecen el mar y el viento?
Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos
LIII 1. Y llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los gergesenos.
2. Y cuando salieron a tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban de los sepulcros.
3. Y tenían un aspecto espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4. Y estaban endemoniados hacía mucho tiempo.
5. Y no tenían casa, ni ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie los podía atar, ni aun con cadenas.
7. Porque muchas veces habían sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos rompían grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día y noche andaban por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos, e hiriéndose con las piedras.
10. Y viendo a Jesús de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando una gran voz, dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús dijo: Espíritus inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué nombres tenéis?
14. Y contestaron: Legión.
15. Porque habían entrado en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron que no los echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca de allí había muchos puercos pastando.
18. Y los demonios dijeron: Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús les dijo: Id.
20. Y ellos salieron y entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron en el mar.
21. Y en el mar se ahogaron unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron a la ciudad, y contaron lo que había ocurrido con los demonios en el campo.
23. Y salieron los ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho Jesús.
24. Y llegaron, y vieron a los que habían estado poseídos, sentados y vestidos, y en su juicio cabal, y temieron.
25. Y le rogaron que saliese de su territorio.
26. Y cuando Jesús entraba en la embarcación, los que habían estado poseídos le rogaron que los dejase ir con él.
27. Mas él no lo permitió, y les dijo:
28. Id a vuestra casa, con los vuestros.
29. Y contad lo que ha hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha tenido.
30. Y se fueron a Decápolis, y empezaron a pregonar lo que Jesús había hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús cruzó las olas, y se fue a su ciudad.
Curación de un paralítico
LIV 1. Y he aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían ponerlo ante Jesús.
3. Mas no podían, por la gente que lo rodeaba.
4. Y subieron a un tejado, y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque tus pecados te son perdonados.
7. Y los escribas y fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque quién más que Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús conoció sus pensamientos.
10. Y contestando a ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué es más fácil de decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda?
12. Y para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados, digo al paralítico:
13. Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico se levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando a Dios.
15. Y todos fueron maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían gran temor, y decían: Gran milagro vimos hoy.
17. Y alababan a Dios, que tal potestad dio a los hombres.
Jesús cura a un ausente
LV 1. Y después de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí donde había convertido el agua en vino.
3. Y estaba allí un régulo, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea.
5. Y fue a él, y le rogó que bajase y sanase a su hijo, porque estaba en la agonía.
6. Y dijo Jesús: Si no veis signos y prodigios, no creéis.
7. Y el régulo le dijo: Señor, ven antes que mi hijo muera.
8. Y Jesús le dijo: Vete.
9. Porque tu hijo vive.
10. Y el hombre creyó en la palabra de Jesús, y se fue.
11. Y cuando llegaba, sus siervos llegaron a él, y le dijeron: Tu hijo vive.
12. Y él preguntó a qué hora se puso mejor.
13. Y le dijeron: Ayer, a la hora séptima, remitió la fiebre.
14. Y el padre comprobó que era aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive.
15. Y creyó él y todos los de su casa.
Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos
LVI 1. Y vino Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando sentado a su mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores.
3. Y comían y bebían con Jesús y con sus discípulos.
4. Porque eran muchos los que lo seguían.
5. Y viendo los escribas y fariseos que comía y bebía con pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo es que vuestro maestro bebe y come con pecadores y con publicanos?
7. Y Jesús oyó, y dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
8. Misericordia quiero y no sacrificio.
9. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
10. Y ellos le dijeron: Los discípulos ayunaban y hacían oblaciones, como los fariseos.
11. ¿Cómo es que tus discípulos no ayunan?
12. Y dijo Jesús: ¿Pueden los convidados a una boda, cuando el esposo está con ellos, ayunar?
13. No pueden ayunar mientras el esposo está con ellos.
14. Mas ya vendrán días en que no esté el esposo, y ayunarán.
15. Y les hizo esta otra comparación:
16. Nadie remienda ropa vieja con paño nuevo.
17. Porque el remiendo tiraría de lo viejo y sería mayor la rotura.
18. Nadie pone vino nuevo en odres viejos.
19. Porque el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el vino nuevo en odres nuevos ha de guardarse.
Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder
LVII 1. Y los escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos ver un signo tuyo.
3. Y él respondió, y les dijo: Mala y adulterina es la generación que pide señal.
4. Mas no le será dado otro signo, sino el del profeta Jonás.
5. Porque así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
6. Y los hombres de Nínive se levantarán en el día del juicio, y condenarán a esta generación.
7. Porque ellos se arrepintieron cuando les predicó Jonás.
8. Y he aquí a quien es más que Jonás.
9. La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación.
10. Porque vino del confín de la tierra para oír la sabiduría de Salomón.
11. Y aquí hay quien es más que Salomón.
12. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por sitios secos, buscando reposo, y no lo halla.
13. Y dice: Me volveré a mi casa, de la que salí.
14. Y vuelve, y la halla vacante, barrida y adornada.
15. Y entonces toma otros siete espíritus aún peores, y entran, y habitan allí.
16. Y las cosas últimas del hombre son peores que las primeras, y así ha de ocurrir a esta generación perversa.
Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús
LVIII 1. Y cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía: Bendito sea el vientre que te llevó, y los pechos en que mamaste.
3. Y él contestó: Benditos más bien los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen.
Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver
LIX 1. Y cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos estaban fuera, y le querían hablar.
2. Y uno le dijo: Ahí están tu madre y tus hermanos, y quieren verte.
3. Y él contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
4. Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.
5. Porque todo el que hiciese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, y mi hermano, y mi hermana, y
mi madre.
Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga
LX 1. Y, cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga, que se llamaba Saivo.
2. Y lo adoró, y le dijo: Mi hija va a morir.
3. Ven y pon las manos sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús salió con él y con sus discípulos.
5. Y he aquí que vino una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años.
6. Y había ido a muchos médicos, y ninguno la podía curar.
7. Sino que había gastado cuanto tenía y cada vez estaba peor.
8. Y llegó por detrás de Jesús y tocó su vestido.
9. Porque decía: Con sólo tocar su vestido seré sanada.
10. Y el flujo de sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba libre de aquella plaga.
11. Y Jesús sintió la virtud que había salido de él.
12. Y dijo: ¿Quién me ha tocado?
13. Y todos lo negaron, y Pedro dijo: Maestro, la turba te oprime, y tú preguntas: ¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús contestó: Alguien me ha tocado.
15. Porque he sentido salir fuerza de mi.
16. Y miraba alrededor para ver quién había sido.
17. Y entonces la mujer, temiendo, se puso a sus pies, y dijo lo que había hecho, y que había sido sanada.
18. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sana de tu dolencia.
19. Aún estaba hablando, cuando vinieron al príncipe de la sinagoga y le dijeron: Tu hija ha muerto ya; no molestes más al maestro.
20. Y Jesús, oyendo esto, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree, y será salvada.
22. Y no permitió que fuesen con él más que Pedro, y Jacobo, y Juan, hermano de Jacobo.
23. Y llegó a casa del príncipe de la sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando les dijo: ¿Por qué lloráis?
25. La muchacha no ha muerto, sino duerme.
26. Y ellos se reían, diciendo que sí estaba muerta.
27. Y él hizo salir a todos, y sólo dejó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él.
28. Y entró donde estaba la muchacha, y dijo: Talitha, cuni, que quiere decir: Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha resucitó y anduvo. Y tenía doce años.
30. Y todos sintieron el más grande asombro; mas él les encargó que nadie lo supiese. Y pidió de comer.
Jesús cura a dos ciegos
LXI 1. Y dos ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor misericordioso, hijo de David.
3. Y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo haceros ver?
4. Y ellos dijeron: Creemos, Señor.
5. Y él los tocó, diciendo: Hágase lo que creéis.
6. Y sus ojos fueron abiertos.
7. Y Jesús les dijo: Ved de no decir esto.
8. Mas ellos lo publicaron por todas partes.
9. Y le presentaron a un mudo, que estaba poseído de un demonio.
10. Y arrojó al demonio que estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente se admiró, y decía: Nunca se vio esto en Israel.
12. Sin duda que éste es hijo de David.
Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo
LXII 1. Mas los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.
2. Mas él los entendió, y les dijo: Si algún reino está dividido, no puede subsistir.
3. Y si Satanás se dividiese contra sí mismo, no podría subsistir.
4. Nadie puede saquear al valiente entrando en su casa, a no ser que antes ate al valiente y entonces entre en su casa.
5. Quien no está conmigo está contra mi.
6. Y yo os digo que todos los pecados y blasfemias les serán perdonados a los hombres.
7. Mas no las blasfemias contra el Espíritu Santo.
8. Y será perdonado quien blasfeme contra el Hijo del hombre.
9. Mas quien blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro.
10. O haced bueno el árbol y buenos los frutos, o haced malo el árbol y malos los frutos.
11. Porque por los frutos conoceréis el árbol.
12. Generación de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, si sois malos?
13. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
14. El hombre bueno aprovecha bien el buen tesoro.
15. Mas el hombre malo usa mal el mal tesoro.
16. Porque os digo en verdad que de toda palabra inútil que hablen los hombres les será exigida cuenta en el día del juicio.
17. Y tus palabras te justificarán o tus palabras te condenarán.
Marta recibe a Jesús en su casa
LVIII 1. Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
2. Y tenía una hermana llamada María.
3. Y María se sentaba a los pies de Jesús, y oía su palabra.
4. Y Marta, mientras tanto, se ocupaba en muchas faenas.
5. Y vino y dijo: Señor, ¿no ves cómo mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo el Señor: Marta, muy ocupada estás, y con tus muchos quehaceres estás turbada.
7. Mas una cosa sola es necesaria, y María eligió la parte que no le será quitada.
Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús
LXIV 1. Y Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros que hacía Jesús.
2. Y le envió dos de sus discípulos, diciendo: ¿Eres tú el que había de venir?
3. ¿O hemos de esperar a otro?
4. Porque curaba muchos enfermos, y daba vista a los ciegos, y expulsaba espíritus malos.
5. Y él contestando les dijo: Decid a Juan lo que veis y oís.
6. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos son resucitados, y les es anunciado a los pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.
9. Y cuando se fueron, Jesús empezó a hablar de Juan a las gentes:
10. ¿Qué fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11. ¿Qué fuisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido?
12. Mas los que llevan vestidos preciosos están en casa de los reyes.
13. ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
14. Pues yo os digo que más que un profeta.
15. Porque de éste es de quien está escrito: Yo envío ante ti mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no hubo otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el que es el menor en el reino de los cielos, es mayor que él.
18. Desde el tiempo de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los violentos lo arrebatan.
19. Porque todos los profetas, y la Ley, hasta Juan, profetizaron.
20. Si queréis recibir, éste es Elías, el que había de venir.
21. Y quien tenga oídos que oiga.
22. Mas, ¿a qué compararé esta generación?
23. Semejantes son a niños que se sientan en las plazas.
24. Y gritan a sus compañeros: Os tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos, y no os lamentasteis.
25. Vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino el Hijo del hombre que come y bebe.
27. Y dicen: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
28. Mas la sabiduría está justificada por sus hijos.
Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros
LXV 1. Y entonces empezó a reprender a las ciudades en que había hecho milagros.
2. Porque no se había arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay de ti, Chorazaim! ¡Ay de ti, Bethsaida!
4. Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los prodigios que se han hecho en vosotras, cilicios y ceniza hubieran hecho penitencia.
5. Os digo en verdad que Tiro y Sidón serán más perdonadas, en el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú, Cafarnaum, que hasta el cielo fuiste exaltada, ¿hasta qué infierno serás descendida?
7. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hubiera permanecido hasta ahora.
8. Digo, en verdad, que la tierra de los sodomitas será más perdonada, en el día del juicio, que tú.
Jesús elige otros setenta y dos discípulos
LXVII 1. Y el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba delante de sí, de dos en dos, a toda ciudad o lugar a que había de ir.
3. Y les decía: Quien os oye me oye. Quien os recibe me recibe.
4. Y aquel que os rechaza me rechaza.
5. Y volvieron con júbilo, diciendo: Señor, hemos expulsado demonios en nombre tuyo.
6. Y él les dijo: Yo veía a Satán como un rayo cayendo del cielo.
7. Yo os doy potestad de pisar las serpientes y los escorpiones.
8. Y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe.
9. No os gocéis con que los espíritus os estén sometidos.
10. Antes regocijaos de que vuestro nombre esté escrito en el reino de los cielos.
11. Y en esta hora se exaltó el Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te alabo, Padre y Señor del cielo y de la tierra.
13. Porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los ignorantes.
14. Porque así, Padre, te plugo.
15. Todo me es entregado de mi Padre.
16. Y nadie sabe quién es el Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién es el Padre, más que el Hijo.
18. Y aquel a quien el Hijo se lo quisiese revelar.
19. Y se volvió a sus discípulos y les dijo:
20. Venid a mí todos los que trabajáis y yo os aliviará.
21. Tomad mi yugo sobre vuestras almas con corazón humilde.
22. Porque mi yugo es leve.
23. Y quien venga a mí, y no haya dejado a sus padres y a sus hijos y a sus hermanos, no puede ser mi discípulo.
24. Porque quien no cargue con su cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que no renuncie a cuanto posee no puede ser mi discípulo.
Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús
LXVIII 1. Y un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos arrancaban espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2. Y algunos fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?
3. Y Jesús les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que lo acompañaban tuvieron hambre?
4. Porque entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición.
5. Y él y los que lo acompañaban comieron lo que sólo era lícito comer a los sacerdotes.
6. Y les dijo: El Hijo del hombre es Señor del sábado.
7. ¿No habéis leído en la Ley que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado y no tienen delito?
8. Pues yo os digo que algo mayor que el templo está aquí.
9. El sábado se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.
Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca
LXIX 1. Y otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
3. Y los escribas y fariseos miraban a Jesús.
4. Por ver si curaba en sábado y poder acusarlo.
5. Mas Jesús conoció lo que maquinaban y dijo al hombre que tenía la mano seca:
6. Levántate y sal aquí en medio. Y él lo hizo.
7. Y Jesús dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar una vida o perderla?
9. Y miró a todos y dijo al hombre: Extiende tu mano.
10. Y él la extendió y su mano quedó curada.
11. Y Jesús dijo a los fariseos: ¿Qué hombre de vosotros, que tenga una oveja, y en sábado le cayera en un pozo, no la sacará? ¿No es mejor un hombre que una oveja?
12. Lícito es, en sábado, hacer el bien.
13. Y ellos tuvieron gran ira, y dialogaban sobre lo que podrían hacer con Jesús.
14. Y Jesús lo sabía y se apartó de allí.
15. Y lo seguían muchos y los curaba.
16. Y les decía que no lo relatasen.
17. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías, cuando dijo:
18. He aquí mi siervo predilecto, el que he escogido, para que en él se recree mi espíritu.
19. Él anunciará el juicio a los gentiles.
20. Mas no discutirá, ni clamará, ni se oirá por las calles su voz.
21. La caña cascada no quebrará y el pabilo humeante no apagará.
22. Hasta que no salga con victoria del juicio.
23. Y en su nombre tendrán esperanza las gentes.
Jesús sube al monte a hacer oración
LXX 1. Y cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda la noche estuvo elevando oraciones a Dios.
3. Y cuando lo hubo efectuado, llamó a sus discípulos.
4. Y saliendo de casa, fueron junto al mar.
5. Y había congregadas muchas gentes. Y Jesús entró en una barca, y les habló en parábola, diciendo:
Parábola del sembrador
LXXI 1. He aquí que el sembrador salió a sembrar.
2. Y parte de la simiente cayó en el sendero y fue pisada.
3. Y las aves del cielo vinieron y la devoraron.
4. Y otra parte cayó en sitios pedregosos, donde había poca tierra.
5. Y ésta brotó en seguida, por la poca profundidad que tenía de tierra.
6. Más salió el sol y se agosté, porque no tenía raíz.
7. Y otra parte cayó entre espinos y los espinos la ahogaron:
8. Mas otra parte cayó en buena tierra.
9. Y dio fruto, al ciento por uno, y al sesenta por uno, y al treinta por uno.
10. Y clamó diciendo: Quien tenga oídos, que oiga.
Parábola del trigo y la cizaña
LXXII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino de los cielos es semejante al hombre que sembró buena simiente en su campo.
3. Mas cuando dormían los hombres, vino su enemigo
4. Y sembró cizaña entre el trigo y se fue.
5. Y cuando creció la hierba y fructificó, surgió también la cizaña.
6. Y los siervos del padre de la familia llegaron y dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente? ¿Cómo es, pues, que tiene cizaña?
7. Y él les dijo: Un hombre enemigo nuestro ha hecho esto.
8. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la quitemos?
9. Y él les dijo: No, no sea que arrancando la cizafla arranquéis también el trigo.
10. Mas dejadlo crecer todo y, cuando llegue la siega, yo diré a los segadores:
11. Recoged primero la cizaña y atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged el trigo en el granero.
Parábola del grano de mostaza
LXXIII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de los cielos es como un grano de mostaza, que un hombre sembró en su huerto.
2. Y es el más pequeño entre todos los granos de simiente.
3. Mas cuando crece, se hace tan grande, que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas.
Parábola de la levadura
LXXIV 1. Y aún les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado.
2. Y Jesús habló así por parábolas a las gentes.
3. Y no les hablaba sin parábolas.
4. Para que se cumpliese lo que vaticinó el profeta, que dijo: Abriré mi boca con parábolas, y diré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
5. Y los discípulos llegaron y le dijeron: ¿Qué nos has querido decir en parábolas?
6. Y él les respondió: El misterio del reino de los cielos os es dado a vosotros, pero no a los demás.
7. Y a ellos les hablo en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
8. Para que se cumpla la profecía de Isaías: Oyendo no oísteis y viendo no visteis.
9. Dichosos vuestros ojos que ven, y vuestos oídos que oyen.
10. Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos, pudiendo ver, no vieron, y pudiendo oír, no oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
LXXV 1. Habéis oído la parábola del sembrador.
2. El que oye y no ve es el de junto al camino.
3. Y el diablo viene y quita lo que fue sembrado en su corazon.
4. Y el que oyó con gozo es la simiente que cayó en un pedregal.
5. Y como no tenía raíces, cedió a las tribulaciones y persecuciones.
6. Y la que cayó entre espinas son los que oyeron, mas son solicitados de los cuidados del siglo y fue en ellos sofocada la palabra.
7. Mas la que cayó en buena tierra es la que oyó y entendió la palabra, y perseveré, y obtuvo ciento por uno, y sesenta por uno, y treinta por uno.
Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
LXXVI 1. Porque el reino de Dios es así:
2. Si se siembra bien, y se vigila constantemente, primero germina el grano.
3. Y crece la hierba, y luego la espiga, y al fin ésta se llena de fruto.
4. Y, despedidas las gentes, Jesús vino a casa.
5. Y sus discípulos le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
6. Y él les contestó: Quien siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
7. Y el campo es el mundo y la buena simiente son los hijos del reino de los cielos.
8. Y la cizaña son los hijos del malo y el que la sembró es el diablo.
9. Y la siega es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles.
10. Y el Hijo del hombre enviará sus ángeles, y tomarán de su reino todos los escándalos.
11. Y los pondrán en el camino ardiente y allí será el crujir de dientes y el lloro.
12. Y los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
13. El que tenga oídos para oír que oiga.
Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red
LXXVII 1. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo.
2. Y cuando un hombre lo halla, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
3. Y es semejante al mercader que busca buenas perlas.
4. Y hallando una perla preciosa, vendió cuanto tenía y la compró.
5. Y es igualmente el reino de los cielos como la red que, lanzada al mar, recoge toda clase de pescados.
6. Y cuando está llena, la saca, y se eligen los peces buenos, y se echan fuera los malos.
7. Y esto pasará en la consumación de los siglos.
8. Porque vendrán los ángeles y apartarán a los malos de los justos.
9. Y los pondrán en el lugar del fuego y allí será el llanto y el rechinar de dientes.
10. Y les preguntó: ¿Entendéis? Y ellos dijeron: Entendemos.
11. Y él les dijo: Por eso es que todo escriba docto en el reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
12. Y cuando Jesús hubo dicho estas parábolas, se fue de allí.
Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él
LXXVIII 1. Y vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían: ¿Dónde adquirió esta sapiencia y los prodigios que obra?
3. ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?
4. ¿Y no es su padre José, y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón, y Judas?
5. Y ¿no están sus hermanos con nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
6. Y se escandalizaban de él.
7. Y él les dijo: Sin duda que me diréis: Médico, cúrate a ti mismo.
8. Haz aquí, en tu tierra, alguna de las cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaum.
9. Mas os digo en verdad que nadie es profeta en su patria, ni en su casa.
10. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
11. Y les dijo: Os digo en verdad que muchas viudas había en Israel en los días de Elías.
12. Cuando el cielo fue cerrado por espacio de tres años y medio, y hubo gran hambre en toda la tierra.
13. Mas a ninguna fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta de Sidón.
14. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno fue limpio, sino el sirio Naaman.
16. Y cuantos estaban en la sinagoga se llenaron de ira.
17. Y se levantaron y lo sacaron de la ciudad.
18. Y lo llevaron a la cumbre del monte en que está edificada la ciudad, porque querían despeñarlo.
19. Mas él pasó por entre ellos y se fue.
Herodes hace degollar a Juan
LXXIX 1. Y en aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a Juan.
2. A causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, que él tenía consigo.
3. Porque Juan había dicho a Herodes: No te es lícito tenerla.
4. Y Herodes quería matar a Juan.
5. Mas no podía, porque temía al pueblo, que consideraba profeta a Juan.
6. Y así Herodes, queriendo matarlo, temía, y lo sabía varón justo y santo, y lo oía con agrado.
7. Mas celebrándose el natalicio de Herodes, estaban con él los príncipes y tribunos, y otros notables de Galilea.
8. Y entró la hija de Herodías, y danzó, y agradó a todos.
9. Y dijo Herodes a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
10. Y aun le juró: Porque te daré lo que me pidas, hasta medio reino mío.
11. Y ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pedirá?
12. Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.
13. Y la muchacha entró y dijo: Quiero que me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey se contristó por el juramento y por los que estaban en la mesa.
15. Mas hizo degollar a Juan en la cárcel, y trajeron la cabeza en un plato, y la dieron a la muchacha, y ella la llevó a su madre.
16. Y sabiéndolo sus discípulos, recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron a decírselo a Jesús.
18. Y Herodes oyó la fama de Jesús.
19. Porque unos decían que era Juan el Bautista, y por eso obraba milagros.
20. Y otros que era Elías, o alguno de los profetas antiguos, que había resucitado.
21. Y Herodes dijo: A Juan Bautista lo degollé yo. ¿Quién será éste que hace tales cosas? Y quería verlo.
22. Y Jesús, cuando lo oyó, embarcó en una lancha, y se fue a un sitio desierto.
23. Y muchas gentes fueron allí e iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús tenía misericordia y curaba a los que estaban enfermos.
Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces
LXXX 1. Y cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le dijeron:
2. Despide a las gentes, para que vayan a comer a las aldeas cercanas, porque aquí estamos en un lugar desierto.
3. Y dijo Jesús: No necesitan irse; dadles de comer vosotros.
4. Y Felipe contestó: Ni aun doscientos denarios de pan bastarían para darles de comer.
5. Y Jesús dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: Cinco panes y dos peces tiene un niño que está aquí. ¿Cómo los vamos a repartir entre tantos?
7. Y dijo Jesús: Haced recontar la gente. Y se colocaron por partidas de ciento y de cincuenta.
8. Y Jesús miró al cielo, y tomó los panes y los peces y los bendijo.
9. Y los distribuían a los discípulos y los discípulos los distribuían a las gentes.
10. Y todos comieron hasta quedar hartos.
11. Y con los restos se llenaron doce canastos. Y los que comieron fueron en número de cinco mil, aparte de las mujeres y los niños.
12. Y mandó a sus discípulos que lo precedieran, yendo en el barco a Bethsaida, mientras él despedía a las gentes.
13. Y aquellos hombres, viendo la señal que Jesús había dado, decían: En verdad, éste es el profeta que había de venir al mundo.
14. Y entendiendo Jesús que iban a venir para arrebatarlo y hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió a la gente y huyó a un monte, solitario, para orar.
Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía
LXXXI 1. Y cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra y la barca en medio de la mar.
2. Y los vientos eran contrarios. Y viendo fatigados a sus discípulos, que bogaban, a cosa de la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, porque quería precederlos.
3. Y viéndolo que andaba sobre la mar, ellos fueron turbados y clamaban, diciendo: Fantasma es.
4. Mas él dijo: Tened confianza. No temáis, porque soy yo.
5. Mas Pedro le dijo; Señor, sí eres tú, haz que yo vaya a ti sobre las aguas.
6. Y él le dijo: Ven.
7. Y bajando Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
8. Mas viendo la fuerza del viento, temió. Y empezó a hundirse.
9. Y dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
10. Y Jesús extendió la mano, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
11. Y cuando llegaron a la embarcación, cesó el viento, y la nave se acercó a la tierra a que iban.
12. Y los que estaban en el barco vinieron y lo adoraron, diciendo: En verdad eres el Hijo de Dios.
Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos
LXXXII 1. Y llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.
2. Y empezaron a recorrer las comarcas, y de todas partes le traían enfermos.
3. Y a todos los que tocaba quedaban curados.
4. Y al otro día, la gente que estaba a la otra orilla, como vio que no había allí más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella, sino que sus discípulos se habían ido solos.
5. Y que otras embarcaciones habían llegado a Tiberíades, hasta el sitio en que habían comido los panes después de dar gracias al Señor, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaum buscando a Jesús.
6. Y encontrándolo allí dijeron: Rabí, ¿cómo viniste?
7. Y Jesús les dijo: Os digo en verdad que no me buscáis por los signos que visteis, sino por el pan que comisteis y lo hartos que os quedasteis.
8. No trabajéis por la vida perecedera, sino por la que permanece y que el Hijo del hombre os dará, porque para eso lo señaló Dios.
9. Y dijéronle: ¿Cómo haremos las obras de Dios?
10. Y Jesús contestó: Creed en el que Dios ha enviado.
11. Y le dijeron: ¿Qué obras y signos haces tú para que creamos en ti?
12. Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito.
13. Pan del cielo les dio a comer.
14. Y Jesús les replicó: De cierto os digo que Moisés no os dio a comer el pan del cielo.
15. Sino que es mi Padre el que el pan del cielo os da.
16. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
17. Y ellos dijeron: Señor, danos siempre ese pan.
18. Y Jesús dijo: Yo soy el pan de vida, y quien viene a mí no tendrá hambre, y quien cree en mí no tendrá sed jamás.
19. Mas yo os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
20. Cuanto el Padre da a mí viene. Y al que viene a mi no lo rechazo.
21. No he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
22. Y ésta es la voluntad de mi Padre, que me envió.
23. Que todo el que vea al Hijo y tenga fe en él goce vida eterna.
24. Y yo lo resucitará en el último día.
25. Y murmuraban entre sí los judíos, diciendo: ¿Cómo ha dicho que es el pan que desciende del cielo?
26. Y decían: ¿No es éste el hijo de José, cuyos padres nosotros conocemos?
27. ¿Cómo dice entonces que desciende del cielo?
28. Mas respondió Jesús: No murmuréis.
29. Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no lo acercare.
30. Y yo lo resucitará en el último día.
31. Porque está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios.
32. Con que todo el que al Padre oyó y aprendió viene a mi.
33. Nadie ha visto al Padre, sino el que viene de Dios.
34. Os digo en verdad que el que cree en mí tendrá vida eterna.
35. Porque yo soy el pan de vida.
36. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y están muertos.
37. Mas este pan que desciende del cielo será para que no muera el que lo coma.
38. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo y quien coma este pan vivirá eternamente.
39. Y este pan que yo doy es mi carne, que daré por la vida del mundo.
40. Y los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede darnos éste su carne a comer?
41. Y Jesús dijo: Os digo en verdad que, si no comierais la carne del Hijo del hombre y no bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros.
42. Mas quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitará en el postrero día.
43. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
44. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
45. Porque como yo vivo por el Padre, el que me coma vivirá por mí.
46. este es el pan descendido del cielo.
47. Y no como el maná que vuestros padres comieron. Y están muertos.
48. Mas quien coma este pan vivirá eternamente.
49. Esto dijo Jesús en la sinagoga, enseñando en Cafarnaum.
50. Y muchos discípulos que lo oían dijeron: Duras son esas palabras, ¿quién puede oírlas?
51. Y sabiendo Jesús que sus discípulos murmuraban, dijo: ¿Por qué esto os escandaliza?
52. ¿Y si vieseis al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes?
53. El espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha nada.
54. Las palabras que, os he dicho son espíritu y vida. Mas hay entre vosotros quienes no creen.
55. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran creyentes y quiénes serían traidores.
56. Y dijo: Os he dicho por eso que ninguno puede venir a mí si no le fuese concedido por el Padre.
57. Desde entonces, muchos de sus discípulos se retractaron y ya no iban con él.
58. Y Jesús dijo a los doce: ¿Queréis también iros vosotros?
59. Y dijo Simón Pedro: ¿A quién hemos de ir, Señor?
60. Porque tus palabras son de vida eterna.
61. Y nosotros sabemos y creemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
62. Mas Jesús le contestó: ¿No he elegido yo doce y aun hay un diablo entre ellos?
63. Y hablaba de Judas Simón Iscariote, el que lo había de entregar y que era uno de los doce.
Un fariseo se asombra de que Jesús no se lava antes de comer
LXXXIII 1. Y un fariseo le rogó que comiese con él y Jesús entró.
2. Y el fariseo meditó entre sí cómo Jesús no se lavaba antes de la comida.
3. Mas el Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, el exterior del plato y del vaso limpiáis.
4. Mas vuestro interior está lleno de iniquidad.
5. ¡Oh, necios! ¿Quién hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
6. Mas dad limosnas y todo os será limpio.
Los fariseos se escandalizan viendo comer a los apóstoles sin lavarse las manos
LXXXIV 1. Y estando en Jerusalén, varios escribas y fariseos vieron que los discípulos comían pan sin antes lavarse las manos.
2. Y dijeron a Jesús: ¿Cómo es que tus discípulos transgreden las tradiciones?
3. Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
4. Mas Jesús, contestando, les dijo: ¿Y por qué vosotros transgredís el mandato de Dios con vuestra tradición?
5. Porque Jesús dijo: Honra padre o madre y muera quien los maldiga.
6. Mas vosotros decís: Quinquiera que dijese al padre o la madre: es ofrenda mía ante Dios aquello con que pudiera valerte, no viene obligar a honrar a sus padres, ni conocerlos.
7. Y así habéis violado el mandato de Dios con vuestra tradición.
8. Porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan mucho las manos antes, no comen.
9. Y cuando vienen de la calle, no comen si no se lavan.
10. Y lavan asimismo los vasos, y los jarros, y los lechos.
11. ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías.
12. Cuando dijo: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está lejos de mí.
13. Y en vano me honran enseñando doctrinas y mandamientos humanos.
14. Porque con la tradición humana habéis invalidado los mandamientos divinos.
15. Y llamó a sí a las gentes, y dijo: Oíd y entended.
16. No lo que entra en la boca contamina al hombre.
17. Y sus discípulos llegaron y le dijeron: Los fariseos se han ofendido oyendo tus frases.
18. Mas él contestó: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Déjalos.
19. Porque son ciegos que guían a otros ciegos. Y todos caerán en el hoyo.
20. Y Pedro le pidió: Explícanos esta parábola.
21. Y Jesús contestó: ¿No entendéis vosotros tampoco?
22. Que cuanto entra en la boca va al vientre y es expulsado.
23. Mas lo que sale de la boca sale del corazón y esto sí contamina al hombre.
24. Porque del corazón salen los malos pensamientos y las muertes.
25. Y los adulterios y fornicaciones, y los robos, y las blasfemias, y los falsos testimonios.
26. Y esto es lo que contamina al hombre.
27. Mas comer pan sin lavarse las manos no contamina.
Jesús atiende a una mujer sirio fenicia
LXXXV 1. Y fue Jesús de allí a Tiro y Sidón.
2. Y una mujer cananea, que era gentil, y de raza sirofenicia, clamaba, diciendo:
3. Señor, hijo de David, ten piedad de mí.
4. Porque mi hija está poseída de un demonio.
5. Mas él no contestó. Y llegando sus discípulos, le dijeron: Despídela.
6. Porque viene clamando detrás de nosotros.
7. Y él contestó, y dijo: Yo no soy enviado sino para las ovejas descarriadas del predio de Israel.
8. Mas ella vino y le adoró, diciendo: Señor, óyeme.
9. Y él dijo: No está bien quitar el pan de los hijos para dárselo a los perros.
10. Mas ella contestó: Señor, los perros comen de las migas que caen de la mesa de sus amos.
11. Y Jesús contestó: Mujer, grande es tu fe. Hágase como lo pides.
12. Y su hija quedó curada en aquel instante.
Jesús cura a un sordomudo
LXXXVI 1. Y dejando los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, en mitad de las tierras de Decópolis.
2. Y le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiese la mano.
3. Y lo separó de las gentes y le puso los dedos en los oídos, y escupió, y tocó su lengua.
4. Y mirando al cielo, dijo: Ephatha, que significa: Ábrete.
5. Y se abrieron sus oídos y se soltó su lengua y hablaba.
6. Y le dijo que no lo contasen, mas cuanto más lo decía, lo publicaban más.
7. Y decían admirados: Todo lo hace bien.
8. Porque hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Jesús y la samaritana
LXXXVII 1. Y Jesús vino a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar.
2. Y Jesús se sentó junto a la fuente de Jacob, que está en la posesión que dio Jacob a su hijo José.
3. Porque estaba cansado del camino. Y era como la hora sexta.
4. Y una mujer de Samaria vino a sacar agua. Y Jesús dijo: Dame de beber.
5. Y dijo la samaritana: ¿Cómo siendo tú judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?
6. Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
7. Y Jesús respondió, y le dijo: Si tuvieses el don de Dios y supieses quién es el que te dice dame de beber, tú pedirías de él el agua viva.
8. Y la mujer dijo: Señor, hondo es el pozo, y tú no tienes con qué sacar. ¿En dónde, pues, tienes el agua viva?
9. ¿Eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
10. Respondió Jesús y dijo: Todo el que bebe esta agua volverá a tener sed.
11. Mas quien beba el agua que yo doy no tendrá sed nunca.
12. Porque el agua que yo le dé será un agua que brote eternamente.
13. Y le dijo la mujer: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
14. Y dijo Jesús: Ve, busca a tu esposo y ven con él.
15. Y la mujer contestó: No tengo esposo.
16. Mas dijo Jesús: Bien dijiste. Porque cinco esposos has tenido y el que ahora tienes no es tu esposo.
17. Y dijo la mujer: Señor, me pareces profeta.
18. Nuestros padres adoraron en este monte y los judíos dicen que es en Jerusalén donde hay que orar.
19. Y dijo Jesús: Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
20. Vosotros adoráis lo que no sabéis y nosotros lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos.
21. Mas viene la hora de adorar al Padre en espíritu y en verdad.
22. Porque así quiere el Padre que lo adoren.
23. Dios es Espíritu, y los que lo adoran en espíritu y verdad es preciso que lo adoren.
24. Mas dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, que dicen el Cristo.
25. Y cuando venga nos aclarará todas las cosas.
26. Y le dijo Jesús: Yo lo soy, que te hablo.
27. Y en esto llegaron sus discípulos, y se asombraron de verlo hablando con una mujer.
28. Mas ninguno le dijo: ¿Qué hablas con ella?
29. Y la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
30. Venid y veréis un hombre que me ha dicho cuanto he hecho.
31. ¿No será éste el Cristo?
32. Y salieron de la ciudad y vinieron a él.
33. Mientras tanto, los discípulos le decían: Maestro, come.
34. Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer que vosotros ignoráis.
35. Y los discípulos se decían: ¿Le habrá traído alguien de comer?
36. Mas Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y ejecute su obra.
37. ¿No decís vosotros: cuatro meses faltan para la siega?
38. Pues yo os digo: Alzad los ojos y ved las regiones que ya están a punto para la siega.
39. Y el que siega cobra salario y recoge fruto para vida eterna.
40. Y para que gocen el que siembra y el que siega.
41. Porque en esto no miente el dicho: Que uno siembra y otro recoge.
42. Yo os envío a segar lo que no labrasteis.
43. Porque otros labraron y vosotros vais a entrar en sus labrantíos.
44. Y muchos de la ciudad creyeron en él, por la palabra de la mujer, que decía: Me ha dicho cuanto he hecho.
45. Y vinieron los samaritanos, y le pidieron que se quedase allí, y estuvo otros días.
46. Y muchos otros creyeron por su palabra.
47. Y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho.
48. Sino porque lo hemos oído, y sabemos que es en verdad el Cristo, salvador del mundo.
Jesús cura en Jerusalén a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años
LXXXVIII 1. Y llegadas las fiestas de los judíos, fue Jesús a Jerusalén.
2. Y allí hay una piscina que se llama Bethsaida y que tiene cinco pórticos.
3. Y en ellos había muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban esperando el movimiento del agua.
4. Porque un ángel del Señor descendía cada cierto tiempo y movía el agua.
5. Y el primero que entraba en el agua, después que se movía, quedaba curado de la enfermedad que padeciese.
6. Y había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
7. Y Jesús lo vio tumbado y supo que hacía mucho que estaba enfermo.
8. Y le dijo: ¿Quieres curar?
9. Mas él le contestó: Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando el agua se revuelva.
10. Y antes que yo llegue, otro ha entrado.
11. Mas Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
12. Y el hombre se alzó, y tomó su lecho, y se fue curado. Y era aquel día sábado.
13. Y los judíos dijeron a aquel hombre: Es sábado, no te es lícito llevar esa carga.
14. Y dijo él: Quien me curó me dijo: Toma tu lecho, y anda.
15. Y ellos le preguntaron: ¿Quién te dijo: Toma tu lecho, y anda?
16. Mas él no sabía quién fuese, porque Jesús se había separado de allí.
17. Y luego lo encontró Jesús en el templo, y le dijo: Sanado eres.
18. Pero no peques más, no te ocurra algo peor.
19. Y el hombre fue y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había curado.
20. Y los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
21. Y Jesús les contestó: Yo obro cuando obra mi Padre.
22. Y los judíos lo persiguieron más entonces.
23. Porque quebrantaba el sábado y llamaba a Dios su Padre, igualándose a él.
24. Mas Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo que nada puede el Hijo hacer, si no es lo que viese hacer al Padre.
25. Y todo lo que él hace, lo hace el Hijo también.
26. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra cuanto hace, y más obras le mostrará, para que os maravilléis.
27. Y así como el Padre vivifica a quienes quiere, así el Hijo también a los que quiere da vida.
28. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.
29. Para que los hombres honren al Hijo como habían de honrar al Padre.
30. Y quien no honra al Hijo, no honra al Padre, que lo envió.
31. Y en verdad os digo que quien oye mi verbo y cree tiene vida eterna.
32. Y no será condenado, sino que pasará de la muerte a la vida.
33. Porque ésta es la hora en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que oigan vivirán.
34. Y así como el Padre tiene vida en sí mismo, dio poder al Hijo de tener en sí mismo vida.
35. Y le dio potestad de juzgar, en cuanto es el Hijo del hombre.
36. Mas no os asombréis, porque viene la hora en que los que están en las tumbas oirán su voz.
37. Y los que obraren bien resucitarán en la vida y los que no resucitarán a la condenación.
38. Nada hago por mí: Como oigo, juzgo.
39. Y mi juicio es justo, porque no es según mi voluntad, sino según la voluntad de mi Padre.
40. Si yo testimoniase de mí, mi testimonio no sería verdadero.
41. Mas otro testimonia de mí y su testimonio verdadero es.
42. Porque enviasteis a Juan y atestiguó la verdad.
43. Mas yo no tomo testimonio del hombre.
44. Sino que os digo esto para que os salváis.
45. Porque él era antorcha ardiente que alumbraba.
46. Pero yo tengo testimonio mayor que el de Juan.
47. Porque las obras que el Padre me dio para que cumpliere atestiguan que el Padre me ha enviado.
48. Y quien me envió me testimonia.
49. Nunca oísteis su voz ni visto su parecer.
50. Ni tenéis su palabra en vosotros, porque no creéis a su enviado.
51. Investigad las Escrituras.
52. Porque en ellas creéis tener la vida eterna y ellas dan testimonio de mí.
53. Y si no queréis venir a mí, no tendréis vida.
54. Mas no recibo gloria de los hombres, porque os conozco y sé que no amáis a Dios.
55. Porque he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis.
56. Y si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis.
57. ¿Cómo podáis creer? Porque aceptáis la gloria humana y no buscáis la que viene de Dios.
58. No he de acusaros ante el Padre. Porque os acusará Moisés, en quien esperáis.
59. Pues si creyeseis en Moisés, creeríais en mí.
60. Porque yo soy de quien él escribió.
61. Y pues que no creéis en sus escritos, ¿cómo habéis de creer en mis palabras?
Nuevo milagro de los panes y los peces. Jesús aconseja a sus discípulos guardarse de la mala levadura de los fariseos
LXXXVIX 1. Y otra vez llegáronse a él muchas gentes.
2. Y Jesús reunió a sus discípulos, y dijo: Me da lástima esta gente que me sigue con perseverancia hace tres días.
3. Porque no tienen qué comer y no quiero despedirlos en ayunas, para que no desmayen en el camino.
4. Y dijeron los discípulos: ¿De dónde sacaremos, pues que estamos en el desierto, pan para hartar a tanta multitud?
5. Y Jesús preguntó: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y ellos contestaron: Siete, y unos pocos pececillos.
7. Mas Jesús mandó a las gentes recostarse en tierra.
8. Y tomó los panes y los peces, y dio gracias, y los repartió a sus discípulos, y ellos a la gente.
9. Y todos comieron y se hartaron, y aún sobraron siete espuertas llenas.
10. Y eran los que comieron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
11. Y los despidió, y embarcó, y vino a tierra de Magdalá.
12. Y sus discípulos se habían olvidado de coger panes, y no tenían más que un pan en la barca.
13. Y él les dijo: Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
14. Mas ellos disputaban entre sí y decían: No tenemos pan.
15. Y Jesús los oyó y les dijo: ¿Por qué decís que no tenéis pan?
16. ¿Aún está tan endurecido vuestro corazón que no ven vuestros ojos ni oyen vuestros oídos?
17. ¿Acaso no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos sobraron? Y ellos dijeron: Doce.
18. Y cuando fueron siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sobraron? Y ellos dijeron: Siete.
19. Y él les dijo: ¿Cómo no entendáis que no os hablaba de pan, sino de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
20. Y entonces comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina de los saduceos y fariseos.
Jesús interroga a sus apóstoles
XC 1. Y Jesús vino a la comarca de Cesárea Filipense.
2. Y allí interrogó a los discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
3. Y unos dijeron: Juan el Bautista.
4. Y otros: Elías. Y otros: Jeremías, o alguno de los profetas.
5. Y él les dijo: ¿Quién decís vosotros que soy yo?
6. Y contestó Simón Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
7. Y Jesús dijo: Bienaventurado eres, Simón Barjona.
8. Porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre, que está en los cielos.
9. Y te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia.
10. Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
11. Y te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates y desates en la tierra será atado y desatado en el cielo.
12. Y mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
13. Y entonces comenzó a decirles que le convenía ir a Jerusalén.
14. Y padecer de los ancianos y de los príncipes de los sacerdotes y ser muerto, y resucitar al tercer día.
15. Y Pedro le llamó aparte, y le increpó, diciéndole: Señor, ten compasión de ti, y que esto no te acontezca.
16. Mas Jesús se volvió a Pedro y le dijo: Vete de mí, Satanás, no me escandalices.
17. Porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
18. Y convocando a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
19. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, y quien la pierda por mi causa la hallará.
20. Porque, ¿de qué sirve al hombre conseguir todo el mundo y perder su alma?
21. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?
22. Porque el Hijo del hombre vendrá con los ángeles en la gloria de su Padre, y dará a cada uno según sus obras.
Transfiguración de Jesús
XCI 1. Os digo en verdad que algunos de los que aquí están no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre venir en su reino.
2. Y después de seis días, Jesús llevó a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, su hermano, y los condujo a lo alto de un monte.
3. Y se transfiguró ante ellos, y su rostro se hizo resplandeciente como el sol, y sus vestidos tan blancos como nadie en la tierra los puede hacer.
4. Y he aquí que Moisés y Elías se aparecieron, y hablaban con él.
5. Y Pedro dijo: Señor, bien será que elevemos aquí tres tabernáculos.
6. Uno para ti, y uno para Moisés, y otro para Elías.
7. Y aún hablaba cuando he aquí que una nube de luz les cubrió.
8. Y una voz del cielo dijo: Este es mi hijo dilecto, en el que me complazco; oídio.
9. Y los discípulos, oyendo esto, cayeron de bruces, con gran temor.
10. Mas Jesús, llegando, les dijo: Levantaos, y no temáis.
11. Y levantando sus ojos, no vieron a nadie, más que a Jesús.
12. Y descendiendo del monte les dijo Jesús: No digáis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
13. Y los discípulos preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que es preciso que Elías venga primero?
14. Y respondiendo Jesús, les dijo: En verdad, Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas.
15. Mas yo os digo que Elías vino ya, y no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto les plugo.
16. Así también el Hijo del hombre padecerá de ellos.
17. Y los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan Bautista.
18. Y llegándose a las gentes, vio que unos escribas disputaban con ellos.
19. Y viendo la gente a Jesús, se espantó, mas corrió a saludarle.
20. Y Jesús les preguntó: ¿De qué disputabais?
Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya. Curación de un lunático
XCII 1. Y los fariseos llegaron a Jesús, diciéndole: Vete, porque Herodes quiere matarte. Mas él dijo: Es menester que hoy y mañana y pasado camine, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
2. Y un hombre llegó en esto y se le arrodillé.
3. Y clamaba, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo único, que es lunático.
4. Y padece mucho, y unas veces cae en el fuego, y otras en el agua.
5. Y lo he llevado a tus discípulos y no lo han podido curar.
6. Y Jesús exclamó: Generación infiel y perversa, ¿hasta cuándo te sufriré? Traédmelo.
7. Y lo trajeron, y el espíritu al ver a Jesús se conturbó.
8. Y cayó por tierra echando espumarajos.
9. Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuándo le ocurrió esto? Y dijo el padre: Desde niño.
10. Y muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para perderlo.
11. Mas, si algo puedes, ten misericordia, y socórrenos.
12. Y dijo Jesús: Si puedes creer, todo al que cree le es posible.
13. Y el padre clamó: Creo.
14. Mas ayúdame en mi incredulidad.
15. Y viendo Jesús que la gente se amontonaba, conminó al espíritu inmundo.
16. Y le dijo: Espíritu mudo y sordo, sal y no vuelvas a él.
17. Y el espíritu salió, clamando. Y él quedó como muerto, y muchos lo creían muerto.
18. Mas Jesús, tomándole la mano, lo hizo levantar.
19. Y el mozo fue curado y volvió con su padre.
20. Y todos admiraron la grandeza de Dios.
21. Mas los discípulos lo llamaron aparte, y le preguntaron: ¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros? Y él les dijo: Por vuestra incredulidad.
22. Porque en verdad os digo que, si tuvieseis fe, aunque no fuese mayor que un grano de mostaza, diríais a un monte: Muévete, y se movería, y nada os sería imposible.
23. Mas este género de demonios sólo sale con oración y ayuno.
Los exactores exigen a Jesús el tributo de las dos dracmas
XCIII 1. Y estando en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del hombre en manos de los hombres será entregado.
2. Y será muerto y resucitará al día tercero.
3. Y ellos no comprendían estas palabras.
4. Mas tenían miedo de preguntarle y se entristecían.
5. Y viniendo a Cafarnaum, los que cobraban las dos dracmas llegaron a Pedro.
6. Y le dijeron: ¿Vuestro maestro no paga las dos dracmas? Mas él dijo: Sí.
7. Y entrando en casa, les dijo Jesús: ¿Qué te parece, Simón?
8. Los reyes de la tierra ¿de quién cobraban los tributos: de sus hijos o de los extraños?
9. Y dijo Pedro: De los extraños. Y dijo Jesús: Luego los hijos son libres.
10. Mas, por no escandalizarlos, ve al mar y echa el anzuelo.
11. Y agarra el primer pez que veas, y abre su boca y hallarás un estatero.
12. Y dáselo por ti y por mí.
Jesús dice a sus discípulos quién es mayor en el reino de los cielos
XCIV 1. Y Jesús preguntó a sus discípulos: ¿De qué hablabais?
2. Porque yendo de camino disputaban sobre quién era entre ellos el mayor.
3. Y llegaron a Jesús y le dijeron: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
4. Y Jesús llamó a un niño y lo puso entre ellos.
5. Y dijo: En verdad os declaro que, si no fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
6. Quien se humille como este niño es el mayor en el reino de los cielos.
7. Y quien quisiere ser el mayor será, en el último día, el más pequeño.
8. Y quien reciba en mi nombre a un niño así a mí me recibe.
9. Mas quien escandalizase a uno de estos niños que creen en mí más le valdría colgarse al cuello una piedra de amolar y hundirse en lo profundo de los mares.
Jesús aconseja no impedir a los que hagan milagros en su nombre
XCV 1. Ydijo Juan: Maestro: ¿Qué haremos con los que en tu nombre expulsen demonios? ¿Se lo prohibiremos?
2. Mas dijo Jesús: No se lo prohibáis.
3. Porque quien haga milagros en mi nombre no puede hacer mal, si habla de mí.
4. Quien no es contra nosotros está con nosotros.
5. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque es preciso que vengan escándalos, mas ¡ay de aquel por quien vienen!
6. Por eso, si tu mano o tu pie te son ocasión de escándalo, córtatelos.
7. Porque preferible es entrar cojo o manco en la vida que ir con manos y pies al fuego eterno.
8. Y si por tu ojo te pudieres escandalizar, sácalo.
9. Porque mejor te es entrar tuerto en la vida, que ir con tus ojos a la gehenna ardiente.
10. Allí donde el fuego no se apaga, ni muere el gusano.
Parábola del pecador arrepentido y de los noventa y nueve justos
XCVI 1. Mirad de no despreciar a uno de estos pequeños.
2. Porque os digo que los ángeles de los cielos ven siempre la faz de mi Padre, que está en los cielos.
3. ¿Qué os parece? Si un hombre tuviese cien ovejas, y se le perdiese una, ¿no iría, dejando las noventa y nueve, por montes y desiertos, a buscar a la extraviada?
4. Y si la hallase, se congratularía.
5. Y juntaría a sus vecinos y amigos, diciendo: Felicitadme, que mi oveja perdida ha sido encontrada.
6. Porque en verdad os digo que más se goza de encontrar aquélla que de las noventa y nueve que no se extraviaron.
7. Y es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que ni uno solo de estos pequeños se pierda.
8. Y ¿qué mujer que teniendo diez dracmas perdiese una sola no encendería luces y la buscaría?
9. Y en hallándola, llamaría a sus amigas y vecinas, diciéndoles: Felicitadme, porque he hallado la dracma que había perdido.
10. En verdad os digo que hay más gozo en el cielo por un solo pecador que hace penitencia, que por· noventa y nueve justos que no la hacen.
Parábola del hijo pródigo
XCVII 1. Y díjoles: Un hombre tenía dos hijos.
2. Y el más pequeño dijo a su padre: Padre, dame la parte de hacienda que me pertenece. Y él les repartió la hacienda.
3. Y el hijo menor juntó todo, y se fue a una comarca lejana.
4. Y allí malgastó su hacienda viviendo viciosamente.
5. Y cuando todo lo hubo consumido, vino una gran hambre en aquella provincia, y se encontró falto de todo.
6. Y fue a un ciudadano de aquella tierra, y él lo envió a que apacentase los puercos.
7. Y quería comer de las algarrobas de los puercos, mas no se las daban.
8. Y dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen sobra de pan, mientras yo aquí estoy hambriento!
9. Iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
10. Y no soy digno de ser llamado tu hijo, mas hazme como uno de tus jornaleros.
11. Y vino a su padre. Y su padre lo vio de lejos, y movido a misericordia, corrió a él, y lo abrazó y besó.
12. Pero el hijo le dijo: Padre, yo he pecado contra el cielo y contra ti, y soy indigno de ser tu hijo.
13. Entonces el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidlo.
14. Poned en sus manos anillos, y calzado en sus pies.
15. Y traed el becerro grande, y matadlo. Y hagamos comida, y fiesta.
16. Porque mi hijo, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
17. Y empezarán a festejar. Y viniendo cerca de casa el hijo mayor, que estaba en el campo, oyó música y ruido de danzas.
18. Y preguntó a un siervo que qué era aquello, y él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro grande, porque ha llegado salvo.
19. Y se incomodó, y no quería entrar. Mas su padre salió, y le rogaba que viniese.
20. Y él decía a su padre: He aquí que te sirvo hace tantos años, y nunca he desobedecido tus mandatos.
21. Y nunca me has dado un cabrito para solazarme con mis amigos.
22. Mas viene este tu hijo, que ha gastado su hacienda con mujerzuelas, y has matado para él el becerro grande.
23. Y el padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
24. Mas hoy era preciso hacer fiesta y regocijarnos.
25. Porque tu hermano muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Jesús aconseja perdonar los pecados setenta veces siete veces
XCVIII 1. Si tu hermano pecare contra ti, ve y repréndelo, pero a solas.
2. Porque si te oyese, habrás ganado a tu hermano. Mas si no te oyese, toma uno o dos para que te sean testigos.
3. Y si aún no te oyese, acude a la iglesia, y si aún no oyese a la iglesia, tenlo por pecador y publicano.
4. Yo os digo en verdad que cuanto atéis en la tierra será atado en el cielo.
5. Y que cuanto desatáis en la tierra será desatado en el cielo.
6. Os digo, además, que si dos de vosotros se acordasen en la tierra, todo lo que pidiesen les será concedido por mi Padre, que está en los cielos.
7. Y Pedro, llegándosele, dijo: Señor, ¿hasta cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Hasta siete?
8. Y dijo Jesús: No siete veces, sino setenta veces siete veces.
Parábola del rey que hizo cuentas con sus siervos
XCIX 1. El reino de los cielos es semejante a un hombre que era rey, e hizo cuentas con sus siervos.
2. Y le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
3. Mas no pudiendo pagar, mandó el rey venderlo, y a su mujer, y a sus hijos, con cuanto poseía, para cobrarle.
4. Y el siervo, de rodillas, le rogó, diciendo: Señor, ten paciencia y yo te lo pagará todo.
5. Y el señor tuvo misericordia, y soltó a aquel siervo, y le perdonó la deuda.
6. Mas saliendo este siervo, halló a un consiervo suyo, que le adeudaba cien denarios.
7. Y agarrándolo, lo apretaba, diciéndole: Págame lo que me debes.
8. Y el consiervo, postrándose, le rogaba: Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.
9. Mas él no quiso y lo puso en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
10. Y los demás consiervos se entristecieron, y fueron al señor y le contaron lo que pasaba.
11. Y llamándolo su señor, le dijo: Siervo malvado: toda tu deuda te perdoné, porque me suplicaste.
12. ¿Por qué no tuviste misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?
13. Y lo entregó a los verdugos, hasta que pagase cuanto debía.
14. Y así hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis en vuestros corazones las ofensas de vuestros hermanos.
Jesús habla del matrimonio y de la castidad
C 1. Y Jesús se marchó de Galilea y vino a Judea, al otro lado del Jordán.
2. Y muchos lo seguían y los curaba.
3. Y los fariseos llegaron y le decían, para tentarlo:
4. ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
5. Mas él les contestó: ¿No habéis leído que quien los creó en el principio varón y hembra los creó?
6. Y dijo: El hombre dejará padre y madre, y serán dos en una carne sola.
7. Lo que Dios unió no puede el hombre separarlo.
8. Y dijéronle: ¿Por qué entonces mandó Moisés dar carta de repudio, y divorciarse?
9. Y él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, mas en el principio no fue así.
10. Y os digo que el que repudiase a su mujer, no siendo por causa de fornicación, si se casase con otra, adultera.
11. Y el que se casare con la repudiada, adultera.
12. Y dijéronle los discípulos: Si esto es así, no conviene casarse.
13. Y él les contestó: No es dado a todos comprender estas palabras.
14. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre.
15. Y eunucos que son hechos por el hombre.
16. Y hay quienes a sí mismos se castraron, por el reino de los cielos.
17. Quien sea capaz de serlo así, séalo.
Los fariseos murmuran de que Jesús reciba a publicanos y pecadores
CI 1. Y le fueron llevados muchos niños, para que les impusiese las manos y orase sobre ellos.
2. Y como los discípulos reprendiesen a quienes los llevaban, dijo Jesús: Dejad que los niños vengan a mí.
3. Porque de ellos es el reino de los cielos.
4. Y les impuso las manos, y oró.
5. Y muchos publicanos y pecadores se le acercaban y lo oían.
6. Y murmuraban los fariseos y escribas, diciendo: recibe a los pecadores y publicanos y come con ellos.
7. Y después de esto, Jesús se fue y andaba por Galilea.
8. Y no quería ir por Judea, porque sabía que los judios intentaban ajusticiarlo.
Parábola del viñador
CII 1. Y algunos que había por allí, le contaron de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos en sus sacrificios.
2. Y dijo Jesús: ¿Pensáis que porque esos galileos hayan sufrido esas cosas serán más pecadores que todos los galileos?
3. No; mas antes si no os arrepintieseis, pareceréis todos igual.
4. ¿Creéis que los dieciocho sobre los que cayó la torre, en Siloé, eran más pecadores que los demás de Jerusalén?
5. No; y si no hicieseis penitencia, pereceréis lo mismo.
6. Y dijo esta parábola: Un hombre tenía en su viña plantada una higuera. Y vino por sus frutos y no los tenía.
7. Y dijo al viñador: Tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro nunca.
8. Córtala; pues ¿por qué ha de ocupar la tierra?
9. Mas dijo el viñador: Señor, déjala este alio, hasta que la trabaje y la abone.
10. Y si hace fruto, la dejas, y si no, la cortas luego.
Jesús cura en la Sinagoga a una mujer enferma
CIII 1. Y un sábado enseñaba en la Sinagoga.
2. Y he aquí que una mujer hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad.
3. Y andaba inclinada y no se podía enderezar.
4. Y como Jesús la vio, la llamó, y dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad.
5. Y le impuso las manos, y ella se enderezó, y alababa a Dios.
6. Y el archisinagogo se enojó y dijo: Seis días hay para trabajar.
7. En éstos, y no en sábado, venid para que os curen.
8. Mas Jesús le contestó: Hipócrita, ¿no lleváis todos los sábados vuestras reses a beber, desatándolas del pesebre?
9. Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado hacía dieciocho años, ¿no fue bien librarla hoy de sus ataduras?
10. Y sus adversarios se escandalizaban, mas el pueblo se alegraba de las cosas gloriosas que hacía.
Jesús va a Jerusalén, a la fiesta de los Tabernáculos
CIV 1. Y se acercó la fiesta de los Tabernáculos.
2. Y dijeron sus hermanos: Vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
3. Porque quien quiere ser claro, no hace nada a escondidas. Si esas cosas haces, manifiéstate.
4. Y era que ni aún sus hermanos creían en él.
5. Y les dijo Jesús: Mi tiempo aún no ha venido y el vuestro siempre está a punto.
6. El mundo no puede odiaros a vosotros, mas sí a mí.
7. Porque yo atestiguo que sus obras son malas.
8. Id vosotros a esa fiesta; yo no voy a ella.
9. Porque aún mi tiempo no se ha cumplido.
10. Y esto dicho, quedóse en Galilea.
11. Mas cuando sus hermanos se fueron, él fue también, en secreto.
12. Y lo buscaban en la fiesta los judíos, diciendo: ¿Dónde está ése?
13. Y discutían de él, diciendo unos: Es bueno, y otros: No, sino que seduce a las gentes.
14. Mas nadie hablaba de él con franqueza, porque temían a los judíos.
15. Y en medio de las fiestas, Jesús entró en el templo, y enseñaba.
16. Y se admiraban los judíos y decían: ¿Cómo es que sabe letras, si no las aprendió?
17. Y Jesús contestó: No es mía mi doctrina, sino de quien me ha enviado.
18. Y el que quiera hacer su voluntad entenderá si esta doctrina viene de Dios, o si hablo por mí mismo.
19. Porque quien habla por sí, su gloria busca.
20. Mas quien busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero y en él no hay injusticia.
21. ¿No os dio Moisés la Ley y ninguno la cumplís? ¿Por qué me queréis matar?
22. Y la gente contestó: Tú tienes demonio. ¿Quién te quiere matar?
23. Jesús les dijo: Una obra hice y os maravilláis.
24. Mas Moisés ordenó la circuncisión y en sábado circuncidáis.
25. Y si el hombre es circunciso en sábado para no quebrantar la ley de Moisés,
26. ¿Cómo os enojáis contra mí porque en sábado hice sano a un hombre completo?
27. No juzguéis por las apariencias, sino según justo juicio.
28. Y decían unos de Jerusalén: ¿No es éste al que buscan para matarlo? ¿Cómo, pues, habla públicamente?
29. ¿O habrán entendido los príncipes que es el Cristo?
30. Pero éste sabemos de dónde es y cuando venga el Cristo no sabremos de dónde viene.
31. Entonces Jesús daba voces en el templo.
32. Y enseñaba y decía: A mí no me conocéis y sabéis de dónde soy. Pero el que me envió es verdadero y no lo conocéis.
33. Pero yo lo conozco, porque de él soy, y él me envió.
34. Y yo mentiría si os dijera que no lo conozco.
35. Y quisieron prenderlo, mas nadie puso mano sobre él, porque su hora aún no había llegado.
36. Y muchos creyeron en él.
37. Porque, decían: Cuando el Cristo venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
Parábola del hombre rico
CV 1. Y uno se le acercó, y le dijo:
2. Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
3. Mas él replicó: Hombre, ¿quién me hizo juez o distributor entre vosotros?
4. Guardaos de toda avaricia, porque la vida humana no consiste en poseer muchos bienes.
5. Y dijo: Un hombre rico tenía mucho.
6. Y decía dentro de sí: ¿Qué haré, que no tengo dónde guardar mis frutos?
7. Mas tiraré mis graneros, y los haré mayores, y allí reunirá cuanto poseo.
8. Y diré a mi alma: Alma, bienes tienes para muchos años.
9. Descansa, pues, come, bebe, huélgate.
10. Y díjole Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma, y cuanto has guardado, ¿de quién será?
11. Así pasa al que atesora y no es rico en Dios.
Jesús anuncia que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos
CVI 1. Y uno se le llegó, y prosternándose, le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para tener la vida eterna?
2. Mas él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino Dios.
3. Mas si quieres lograr la vida eterna, cumple lo que está mandado.
4. Y dijo el hombre: ¿Qué es?
5. Dijo Jesús: No mates, no adulteres, no robes, no alces falso testimonio.
6. Honra a tus padres y ama al prójimo como a ti mismo.
7. Y dijo el hombre: Todo eso he cumplido en mi juventud. ¿Qué más debo hacer?
8. Y Jesús, oyéndolo, le tuvo amor, y le dijo: Una cosa te falta, si quieres seguirme y tener el reino de los cielos.
9. Vende cuanto posees y dalo a los pobres.
10. Mas el joven, al oírlo, se fue, triste, porque era rico y tenía muchas propiedades.
11. Y Jesús se entristeció, y dijo a sus discípulos: ¡Cómo es difícil que quien tine riquezas entre en el reino de los cielos!
12. ¡En verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos!
13. Y los discípulos le dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
14. Y Jesús dijo: Lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios.
15. Y dijo Pedro: ¿Y nosotros, que lo hemos dejado todo para seguirte?
16. Mas Jesús, respondiendo, dijo: Os digo en verdad que vosotros que me seguís seréis en la majestad del Hijo del hombre.
17. Y que os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
18. Y que recibirá ciento por uno quien por mí y por el Evangelio deje padres, y hermanos, y propiedades.
19. Y en el siglo venidero tendrá la vida eterna el que deje por mí sus familias y sufra persecuciones.
20. Y los fariseos eran avaros y lo oían, y se burlaban de él. Y les dijo: Vosotros sois justos ante los hombres, mas no ante Dios.
21. Ensalzados sois de los hombres, mas abominadores de Dios.
Parábola de Lázaro y Abraham
CVII 1. Y les dijo: Había un hombre rico, que estaba vestido de lino y púrpura.
2. Y tenía cada día un banquete espléndido.
3. Y a su puerta estaba acostado un mendigo llamado Lázaro.
4. Y estaba lleno de llagas, y hambriento, y deseaba comer las migajas del rico.
5. Y aun los perros venían y le lamían las llagas.
6. Y ocurrió que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
7. Y murió el rico, y fue sepultado, y llevado al infierno.
8. Y estando en los tormentos, alzó sus ojos y vio a Lázaro, a lo lejos, en el seno de Abraham.
9. Y clamó: Padre Abraham, ten misericordia de mí y envíame a Lázaro.
10. Para que humedezca un dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy torturado de llamas.
11. Mas dijo Abraham: Hijo, acuérdate de los bienes que tuviste en vida y de los males de Lázaro.
12. Y éste ahora es consolado y atormentado tú.
13. Un gran abismo hay entre nosotros, y de aquí no se puede ir ahí, ni de ahí aquí.
14. Y dijo el hombre: Ruégote, padre, que lo envíes a casa de mi padre.
15. Porque cinco hermanos tengo y quiero que les dé testimonio.
16. Para que no vengan como yo a los tormentos de este sitio.
17. Mas dijo Abraham: A Moisés y a los profetas tienen; que los oigan.
18. Y él dijo: No, padre Abraham, mas sí se arrepentirían si a ellos va alguno de los muertos.
19. Y Abraham le contestó: Si no entienden a Moisés ni a los profetas, tampoco oirán, aunque uno se alzase de entre los muertos.
Parábola del mayordomo infiel
CVIII 1. Y dijo Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo.
2. Y lo acusaron de disipar sus bienes, y le llamó y le dijo: ¿Qué me cuentan de ti?
3. Rinde cuentas, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.
4. Y el mayordomo pensó: ¿Qué haré?
5. Porque no puedo cavar y me avergüenza el pedir limosna.
6. Mas ya sé lo que haré para que cuando me quiten el empleo me reciban en sus casas.
7. Y llamó a los deudores de su señor.
8. Y dijo al primero: ¿Qué debes? Y él contestó: Cien barriles de aceite.
9. Y le dijo: Ten la caución y escribe cincuenta.
10. Y dijo a otro: ¿Qué debes? Y contestó: Cien coros de trigo.
11. Y le dijo: Toma la caución y escribe ochenta.
12. Y el señor alabó la prudencia del mal mayordomo.
13. Porque los hijos de este siglo son en su generación más hábiles que los hijos de luz.
14. Y os digo: Haceos amigos de las riquezas y, cuando faltasen, recibiros han en los tabernáculos eternos.
15. El que es fiel en lo poco, fiel es en lo mucho, y el injusto en lo menos es injusto en lo más.
16. Porque si en las malas riquezas fuisteis infieles, ¿quién os confiará las verdaderas?
17. Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
18. El siervo que conociendo la voluntad de su dueño no la cumplió fue muy azotado.
19. Mas quien no la cumplió porque no la conocía fue poco azotado.
Parábola del hombre que contrató operarios para su viña
CIX 1. El reino de los cielos es comparable a un padre de familia que salió a la mañana y contrató jornaleros para trabajar en su viña.
2. Y se concertó con ellos en un denario diario y los envió a su viña.
3. Y salió a la hora de tercia, y vio a unos que holgaban, y les dijo: Id también a mi viña y os daré lo que fuese justo. Y fueron.
4. Y salió a las horas sexta y nona e hizo lo mismo.
5. Y saliendo a la hora undécima, vio otros que estaban ociosos.
6. Y dijo: ¿Por qué no trabajáis? Y dijeron: Porque nadie nos ha contratado.
7. Y les dijo: Id también a la viña y os daré lo que fuese justo.
8. Y cuando fue la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo:
9. Llama a los operarios y págales el jornal, desde los últimos hasta los primeros.
10. Y viniendo los que habían ido a la hora undécima, cobró cada uno un denario.
11. Y viniendo los primeros, pensaban que cobrarían mas, pero sólo recibieron un denario.
12. Y lo tomaron, mas murmuraban: Los últimos han trabajado una hora y han cobrado como nosotros, que hemos trabajado y sufrido el calor de todo el día.
13. Mas él, contestando, les dijo: Amigos, ¿en qué os agravio? ¿No fue en un denario en lo que os concertasteis conmigo?
14. Tomad lo vuestro e idos. Porque quiero a los últimos dar como a vosotros.
15. ¿No puedo hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es que tu ojo es malo porque yo soy bueno?
16. Y así los últimos serán primeros y los primeros últimos.
17. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Jesús cura a un hidrópico en casa de un fariseo
CX 1. Y entrando un sábado en casa de un príncipe de los fariseos a comer pan, era observado de ellos.
2. Y un hombre hidrópico estaba frente a él.
3. Y Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado?
4. Y como ellos callasen, él lo curó y lo despidió.
5. Y contestándoles, dijo: ¿Quién de vosotros no sacará un asno o su buey, si se le cae a un pozo un sábado?
6. Y no podían contestarle a estas cosas.
7. Y viendo cómo elegían los primeros asientos en la mesa, les dijo: Cuando te convidasen, no tomes el primer puesto.
8. Porque pudiera ser que otro con más honor que tú esté convidado.
9. Y viniendo el que invitó te diga: Déjale el sitio.
10. Sino que cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que el que te convidó te diga: Sube aquí, y seas ensalzado ante los que están en la mesa.
11. Porque todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla será ensalzado.
12. Y dijo al que lo invitaba: Cuando convides, no sea a tus hermanos, ni amigos, ni parientes.
13. Porque ellos no vuelvan a convidarte y te compensen.
14. Mas convida a los pobres, y a los débiles, y a los lisiados y ciegos.
15. Y serás bienaventurado, porque no te pueden remunerar, mas tendrás compensación cuando resuciten los justos.
16. Y uno que estaba allí dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de los cielos.
Jesús cura a diez leprosos
CXI 1. Y llegaba la Pascua de los judíos.
2. Y yendo a Jerusalén pasaba por Samaria de Galilea.
3. Y entrando en una aldea, paráronse a lo lejos diez hombres que estaban leprosos.
4. Y alzaron sus voces, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros.
5. Y él les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y yendo quedaron limpios.
6. Y uno, al sentirse limpio, glorificó a Dios con gran clamor.
7. Y se tendió sobre su rostro y le daba gracias. Y era samaritano.
8. Y dijo Jesús: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Dónde están los demás?
9. ¿Ninguno hubo que volviese para alabar a Dios, sino este extranjero?
10. Y le dijo: Álzate y vete.
11. Porque tu fe te ha salvado.
Jesús habla a los discípulos de su pasión, y la madre de los hijos de Zebedeo le ruega por sus hijos
CXII 1. Y Jesús dijo a los doce: He aquí que subimos a Jerusalén y serán cumplidas las cosas que escribieron los profetas del Hijo del hombre.
2. Porque será entregado, e injuriado, y escarnecido.
3. Y cuando lo hubiesen azotado, será enterrado, mas al día tercero resucitará.
4. Y llegando la madre de los dos hijos de Zebedeo, lo adoró, y dijo: Señor, sienta a mis dos hijos, uno a tu diestra y otro a tu siniestra en tu reino.
5. Y Jesús contestó: No sabes lo que pides.
6. ¿Podéis beber en el cáliz en que yo beba, y bautizar con el bautismo con que bautizo yo? Y ellos dijeron: Podemos.
7. Y él les dijo: En el cáliz en que yo beba beberéis, y con el bautismo con que yo bautizo seréis bautizados.
8. Y sentados estaréis a mi derecha y a mi izquierda, como yo con mi Padre.
9. Y oyéndolo los discípulos, se airaron contra los dos hermanos.
10. Y Jesús los llamó, y les dijo: ¿Sabéis que entre los príncipes de los hombres quienes mayores son más autoridad ejercen? Pues no es así entre vosotros.
11. Porque el que entre vosotros quiera ser el mayor será el más pequeño, y quien quiera ser el primero será siervo de los demás.
12. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos.
Los discípulos preguntan a Jesús si son muchos los que se salvarán
CXIII 1. Y uno de ellos le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan?
2. Y él les dijo: Procurad entrar por la puerta estrecha, porque muchos querrán entrar y no podrán.
3. Porque allí será el decir: Señor, ábrenos.
4. Y yo les diré: No os conozco.
5. Y me dirán: Comíamos contigo y bebíamos contigo.
6. Y les diré: No os conozco, hacedores de iniquidades.
7. Id al fuego eterno, donde es el llanto y el rechinar de dientes.
8. Y cuando veáis entrar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a todos los profetas, en el reino de los cielos, vosotros seréis echados fuera.
9. Y de Oriente y de Occidente, y del aquilón y el austro, vendrán al reino de Dios.
10. Mas los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Zaqueo, el publicano
CXIV 1. Y Jesús había entrado en Jericó.
2. Y un varón llamado Zaqueo era principal entre los publicanos, porque era rico.
3. Y quería ver a Jesús, mas no le dejaba verlo la gente, porque era pequeño de estatura.
4. Y echando a correr se subió a un sicomoro, por donde tenía que pasar.
5. Y llegando, Jesús le miró, y le dijo: Baja luego, Zaqueo, que hoy descansé en tu casa.
6. Y él bajó a prisa y lo recibió con gozo.
7. Y viendo tal, murmuraban todos, diciendo que iba a casa de un pecador.
8. Y Zaqueo dijo a Jesús: Señor, de lo que tengo, la mitad daré a los pobres.
9. Y si en algo he defraudado a alguno, se lo devolveré cuadruplicado.
10. Y dijo Jesús: Hoy ha venido la salvación a esta casa.
11. Porque también él es hijo de Abraham.
12. Y el Hijo del hombre vino a salvar y buscar lo que se había perdido.
Jesús cura a dos ciegos
CXV 1. Y saliendo Jesús de Jericó, lo seguían muchas gentes.
2. Y he aquí que dos ciegos estaban sentados en el camino y uno era Bastimeo, hijo de Timeo.
3. Y oyendo que Jesús el Nazareno pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
4. Y les dijo Jesús: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos dijeron: Señor, abre nuestros ojos.
5. Y Jesús tuvo misericordia y les tocó los ojos.
6. Y vieron, y lo siguieron, alabando a Dios.
7. Y toda la gente alababa a Dios.
Jesús, sobre un asno, entra en Jerusalén
CXVI 1. Y acercándose a Jerusalén, y llegando a Bethfagé, en el Monte de los Olivos, Jesús dijo a dos de sus discipulos:
2. Id a esa aldea que hay enfrente y hallaréis atado un pollino en el que ningún hombre se ha sentado nunca: desatadlo y traédmelo.
3. Y si alguien os preguntase: ¿Por qué lo desatáis? Decid: El Señor lo necesita. Y os lo dejará.
4. Y fueron, y hallaron el pollino, y desatándolo, le dijeron sus dueños: ¿Por qué lo desatáis?
5. Y dijeron: Porque el Señor lo ha menester. Y se lo dejaron.
6. Y llevaron el asno a Jesús, y pusieron sobre él sus vestiduras, y lo sentaron encima.
7. Para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí tu rey, que viene manso, a ti, sentado sobre un pollino, que es hijo de animal de yugo.
8. Y esto no lo conocieron sus discípulos entonces, sino cuando fue glorificado Jesús, que entonces comprendieron que se había escrito de él.
9. Y muchas gentes tendían sus mantos por el camino, y otras venían con ramos de olivo.
10. Y cuando llegaban al Monte Olivete, llegaron muchos más, alabando a Dios con grandes voces.
11. Y los que lo seguían y los que iban delante iban diciendo:
12. ¡Hosanna! ¡Bendito el Hijo de David, bendito el rey que viene en nombre del Señor!
13. Paz en el cielo y gloria en las alturas. Bendito el que nos trae el reino de nuestro padre David. Gloria en lo alto.
14. Y otros muchos trajeron ramos de palma y acompañaban a Jesús, diciendo:
15. ¡Hosanna! Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel.
16. Mas algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron:
17. Maestro, haz callar a tus discípulos.
18. Mas él repuso: Os digo en verdad que, si ellos callan, clamarán las piedras.
19. Y llegando a Jerusalén, lloró sobre ella.
20. Diciendo: ¡Oh, si tú conocieses en este tu día lo que conviene a tu paz!
21. Mas ello está ahora oculto a tus ojos.
22. Porque días vendrán en que te sitiarán tus enemigos, y por todas partes te cercarán.
23. Y te derribarán, con todos tus hijos, en tierra y no quedará piedra sobre piedra de ti.
24. Porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús echa del templo a los mercaderes
CXVII 1. Y entrando en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y dijo: ¿Quién es éste?
2. Y otros del pueblo decían: Es un profeta de Nazareth de Galilea.
3. Y entrando Jesús en el templo, hizo un azote de cuerdas, y echó con él a todos los que allí vendían ovejas, y bueyes, y palomas, y derramó las monedas de los cambistas, y revolvió las mesas.
4. Y dijo: No hagáis de la casa de mi Padre casa de negociación.
5. Porque está escrito que ésta sea casa de oración y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
6. Y sus discípulos recordaron que está escrito: El celo de tu casa me comió.
7. Y los ciegos y mancos que había en el templo se llegaron a él y los sanaba.
8. Y viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas los milagros que hacía,
9. Y que los niños clamaban en el templo: ¡Hosanna, Hijo de David!,
10. Fueron muy indignados, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen?
11. Mas Jesús contestó: ¿Nunca leísteis que en la boca de los niños y de los que maman está la alabanza perfecta?
12. Y los judíos le dijeron: ¿Qué signo nos presentas de que está bien lo que haces?
13. Y Jesús repuso: Derribad este templo y en tres días lo reedificaré.
14. Y ellos dijeron: Cuarenta y seis años costó edificarlo.
15. ¿Y tú en tres días lo restaurarás?
18. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Parábola del publicano y el fariseo
CXVIII 1. Y vio Jesús cómo las gentes ricas echaban sus ofrendas en el garogilacio.
2. Y llegando una viuda pobre, no puso más que dos cuadrantes.
3. Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que esa pobre ha hecho mayor ofrenda que los demás.
4. Porque los demás ofrendaron a Dios de lo que les sobra.
5. Mas ella ofreció la pobreza que para su sustento tenía.
6. Y les dijo esta parábola: Dos hombres subieron a orar al templo.
7. Y el uno era fariseo y el otro era publicano.
8. Y el fariseo oraba diciendo: Gracias te doy, Señor.
9. Porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.
10. Y ayuno los sábados y doy diezmos de cuanto poseo.
11. Y el publicano, sin osar alzar los ojos al cielo, se golpeaba el pecho y decía: Dios, séme propicio a mí, pecador.
12. Y yo os digo que éste será más justificado.
13. Porque aquel que se ensalza será humillado y aquel que se humilla será ensalzado.
14. Y los dejó y salió de la ciudad, y fue a Bethania, y descansó allí.
15. Y las gentes lo seguían y curaba a los que necesitaban ser sanos.
Nicodemo viene a Jesús por la noche
CXIX 1. Y había un varón llamado Nicodemo, que era príncipe de los judíos.
2. Y vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que Dios te ha enviado por Maestro.
3. Porque si Dios no fuese contigo, no darías los signos que das.
4. Mas dijo Jesús: En verdad te digo que quien no vuelva a nacer no verá el reino de Dios.
5. Y contestó Nicodemo: ¿Cómo el viejo puede otra vez nacer?
6. ¿0 es que otra vez puede entrar para nacer en el vientre de su madre?
7. Mas Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que quien no naciese de agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios.
8. Lo que nace de carne carne es, y lo que de Espíritu nace es espíritu.
9. No te maravilles de que te haya dicho que otra vez hay que nacer.
10. Porque el viento sopla de donde quiere y oyes su soplo, mas no sabes adónde va ni de dónde viene.
11. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.
12. Mas Nicodemo contestó y dijo: ¿Cómo puede ser esto?
13. Contestó Jesús: ¿Y tú, que eres maestro de Israel, lo ignoras?
14. En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y de lo que hemos visto atestiguamos, pero no aceptáis nuestro testimonio.
15. Si no creéis en las cosas terrenales que os digo, ¿cómo habéis de creer en las celestiales?
16. Nadie subió al cielo, sino el que del cielo descendió, que es el Hijo del hombre, que está en el cielo.
17. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así ha de ser alzado el Hijo del hombre.
18. Para que no se pierda quien creyese en él, sino que logre vida eterna.
19. Porque para esto ha dado Dios al mundo, porque lo ama, a su Hijo único.
20. Dios no envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino para darle salvación.
21. Y quien en él cree no es condenado, mas quien en él no cree sí es condenado.
22. Porque no creyó en el nombre del Hijo, unigénito de Dios.
23. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
24. Y cuantos hacen el mal no vienen a la luz, para no ser acusados de sus pecados.
25. Mas el que obra con verdad viene a la luz, para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios.
26. Y Jesús se fue al monte de los Olivos, y a la mañana vino al templo, y la gente se llegó a él.
27. Y se sentó y enseñaba.
Los judíos presentan a Jesús una mujer sorprendida en adulterio
CXX 1. Y los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio.
2. Y poniéndola en medio, dijeron: Maestro, esta mujer ha sido encontrada en flagrante adulterio.
3. Moisés, en la Ley, nos mandó apedrearla. ¿Qué dices tú? Y le hablaban por tentarlo, para poderlo acusar.
4. Mas Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo.
5. Mas como le siguiesen preguntando, se levantó.
6. Y dijo: Quien entre vosotros no tenga pecado arroje contra ella la primera piedra.
7. Y volviéndose a inclinar, escribía en tierra.
8. Y oyéndolo, todos salieron, desde los viejos hasta los adolescentes.
9. Y se levantó Jesús y no halló más que a la mujer.
10. Y dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿No te ha condenado ninguno?
11. Y dijo ella: Ninguno, Señor.
12. Y dijo Jesús: Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.
Jesús maldice a la higuera
CXXI 1. Y otra mañana, yendo a la ciudad, tuvo hambre.
2. Y viendo una higuera junto al camino, fue a ella, mas halló que sólo tenía hojas.
3. Porque aún no era tiempo de higos. Mas él dijo: Que nunca más nazca fruto de ti. Y se secó la higuera.
4. Y los discípulos, maravillados, decían: ¿Cómo se secó la higuera?
5. Y a la tarde salían de la ciudad, y pasando junto a la higuera seca, dijo Pedro: Señor, ésta es la higuera que tú maldijiste.
6. Y Jesús le dijo: Os digo, en verdad, que si tuvieseis fe, no sólo haríais esto vosotros.
7. Sino que si a este monte le dijereis: Échate al mar, se echaría.
8. Y dijeron los apóstoles: Señor, infúndenos fe.
9. Y dijo Jesús: Cuanto pidáis orando, si creéis, se os dará.
10. Y en la oración perdonad a vuestros enemigos, para que vuestro Padre, que está en los cielos, perdone vuestros pecados.
Parábola del juez duro y de la viuda
CXXII 1. Y propuso otra parábola a sus discípulos, a propósito de que siempre conviene orar.
2. Y dijo: Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3. Y había en aquella ciudad una viuda y vino y le dijo: Hazme justicia de mi enemigo.
4. Y muchas veces volvía, hasta que el juez dijo entre sí: No temo a Dios ni respeto a los hombres, pero si hago justicia a esta viuda ya no volverá más a molestarme.
5. Oíd lo que dijo el juez injusto.
6. ¿Y no ha de hacer justicia Dios a sus elegidos, que le impetran día y noche y esperan en él?
7. Yo os digo que él os hará justicia. Porque el Hijo del hombre ha venido a traer la fe a la tierra.
Los judíos preguntan a Jesús con qué autoridad obra. Parábola de los hijos del vendimiador
CXXIII 1. Y como vino al templo, evangelizaba al pueblo.
2. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se le llegaron y le decían: ¿Quién te dio potestad para hacer esto?
3. Mas Jesús contestó: Yo os diré con qué autoridad lo hago, si vosotros me contestáis otra pregunta.
4. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres?
5. Y ellos meditaron entre sí y decían: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Por qué no lo creísteis?
6. Mas si decimos que de los hombres, ofenderemos al pueblo.
7. Porque tiene a Juan por profeta.
8. Y a Jesús, en respuesta, le dijeron: No sabemos.
9. Y él les dijo: Ni yo os digo qué potestad tengo para hacer esto.
10. Un hombre tenía dos hijos. Y se llegó al primero y le dijo: Hijo, ve a trabajar en mi viña.
11. Y él contestó: No quiero. Mas se arrepintió y fue.
12. Y al otro le dijo lo mismo y contestó: Sí, señor; mas no fue.
13. ¿Quién de los dos obedeció a su padre? Y contestaron: El primero.
14. Y les dijo Jesús: En verdad os digo que los publicanos y meretrices irán antes que vosotros al reino de Dios.
15. Porque os vino Juan y no le creísteis, y los publicanos y rameras sí le creyeron.
16. Y aún vosotros no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola del hombre que plantó una viña
CXXIV 1. Escuchad otra parábola: Un hombre, que era padre de familia, plantó una viña.
2. Y la valló, y cavó un lagar, y construyó una casa.
3. Y la dio en renta a unos labradores, y se fue.
4. Y al tiempo de los frutos, envió a sus siervos para que cobrasen la renta.
5. Mas los labradores hirieron a un siervo, y mataron a otro, y apedrearon a los demás.
6. Y envió otros siervos, mas con ellos hicieron lo mismo.
7. Y al fin les envió su hijo, pensando que a él le tendrian respeto.
8. Mas viendo los labradores al hijo, dijéronse: Este es el heredero.
9. Matémoslo y tomemos su heredad.
10. Y lo echaron fuera de la viña, y lo mataron.
11. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña cuando viniese, a aquellos labradores?
12. Y le dijeron: Destruirá a los malos, y dará la viña en renta a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
13. Dijo Jesús: ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que desecharon los que construían quedó para cabeza de los ángulos?
14. Por el Señor fue hecho esto y es cosa milagrosa ante nuestros ojos.
15. Os digo que el reino de Dios os será quitado y dado a gente que tenga frutos de él.
16. Y que a quien sobre esta piedra cayese será quebrantado y quien cayese sobre ella la desmenuzará.
17. Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos estas parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
18. Y querían prenderlo, mas temían a la gente.
19. Porque lo tenían por profeta.
20. Y Jesús les dijo esta otra parábola:
Parábola del rey que celebró las bodas de un hijo suyo
CXXV 1. El reino de los cielos es como un hombre que era rey y, celebrando las bodas de su hijo, convidó a muchos.
2. Y a la hora de la cena eni.dó sus siervos a llamar a los convidados.
3. Y todos comenzaron a excusarse.
4. El primero dijo: He comprado una heredad y he de ir a verla: excúsame.
5. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos: excúsame.
6. Y otro dijo: Hoy me he casado y no puedo ir.
7. Y el rey mandó a otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí que la comida está preparada, porque los toros y animales cebados han sido muertos, y todo está a punto. Venid a las bodas.
8. Mas ellos no se curaron de él, y unos fueron a su labranza, y otros a sus negocios.
9. Y otros afrentaron a sus siervos y los mataron.
10. Y enojándose el rey, envió a sus tropas y mataron a los homicidas, e incendiaron su ciudad.
11. Y dijo a sus siervos: Preparadas están las bodas, pero los invitados no eran dignos.
12. Salid, pues, a la calle, y traed a los pobres, y mancos, y cojos, y ciegos.
13. Y dijo el siervo: Señor: hecho está lo que mandaste; mas aún sobra sitio.
14. Y dijo el señor: Ve por las calles y caminos y obliga a todos a entrar en mi casa.
15. Porque ninguno de los que fueron invitados gustará mi cena.
16. Y saliendo los siervos a los caminos, reunieron a todos los que hallaron, malos y buenos, y las bodas estuvieron llenas de convidados.
17. Y el rey vio que uno de ellos no traía vestido de boda.
18. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí si no tenías vestido de boda?
19. Mas él calló. Y el rey dijo a los servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas exteriores. Y allí será el llorar y el crujir de dientes.
20. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Los judíos preguntan a Jesús qué se ha de dar a Dios y qué se ha de dar al César
CXXVI 1. Entonces los fariseos se consultaron sobre cómo lo sorprenderían en alguna palabra.
2. Y le enviaron los discípulos que ellos tenían, con los herodianos.
3. Y le dijeron: Maestro, sabemos que amas la verdad y que el verdadero camino de Dios enseñas.
4. Mas dinos: ¿Es o no lícito dar tributo a César?
5. Y Jesús comprendió su malicia y dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
6. Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
7. Y preguntó: ¿De quién es esta figura y lo que está escrito sobre ella?
8. Y le dijeron: Del César.
9. Y él dijo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
10. Y oyéndolo, se maravillaron y se fueron.
Los saduceos, que no creen en la resurrección, interrogan a Jesús sobre la mujer de los siete maridos
CXX VII 1. Aquel día se llegaron a él los saduceos, que no creen en la resurrección, y le preguntaron:
2. Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriese sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y hará simiente a su hermano.
3. He aquí siete hermanos. Y el primero se casó y murió y, al no tener generación, quedó su mujer a su hermano.
4. Y al segundo pasó igual y al tercero, hasta los siete.
5. Y después murió la mujer. Mas ¿de quién será mujer en la resurrección, pues que todos la tuvieron?
6. Pero dijo Jesús: Erráis, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios.
7. Porque en la resurrección ni los hombres tomarán mujer, ni las mujeres marido.
8. Sino que serán como los ángeles en el cielo.
9. ¿Y no habéis leído lo que dice Dios?
10. Yo soy el Dios de Abraham, y el de Isaac, y el de Jacob.
11. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
12. Y las gentes se admiraban de su doctrina.
13. Y algunos, contestando, dijeron: Bien hablaste, maestro.
Los escribas preguntan a Jesús cuál es el mandamiento mayor
CXXVIII 1. Y viendo los fariseos que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.
2. Y un doctor de la Ley, le preguntó diciéndole: Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?
3. Y dijo Jesús: Amarás al Señor con todo tu corazón, y toda tu alma, y toda tu mente.
4. Y éste es el primero y mayor de los mandamientos.
5. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
6. Y de estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.
7. Y un escriba le dijo: Bien hablaste, maestro.
8. Porque ha de amarse a Dios de todo corazón, y toda el alma, y toda la inteligencia.
9. Y se ha de amar al prójimo como a uno mismo.
10. Y Jesús, oyendo lo bien que le respondía, dijo: Rectamente contestas. Hazlo asi.
11. Pero queriendo ellos justificarse, dijeron a Jesús: ¿Quién es nuestro prójimo?
12. Y Jesús contestó: Iba un hombre a Jerusalén, y los ladrones lo atacaron y lo robaron e hirieron.
13. Y pasando de camino un sacerdote, lo vio herido, mas se fue a un lado y lo dejó.
14. Y pasando un levita, lo vio y lo dejó.
15. Y pasó un samaritano, y tuvo piedad de él, y lo alivió y ungió.
16. Y lo puso en su jumento y lo llevó a la posada.
17. Y pagó dos denarios al posadero, y le dijo: Cuídalo, y lo pagaré lo que sea al volver.
18. De estos tres, ¿quién fue el prójimo del herido por los ladrones?
19. Y le dijeron: Quien le tuvo misericordia.
20. Y Jesús dijo: Haced, pues, como él.
Los fariseos intentan prender a Jesús
CXXIX 1. Y Jesús enseñaba a diario en el templos
2. Y los príncipes de los sacerdotes, y los del pueblo, así como los escribas, querían prenderlo.
3. Mas no sabían cómo hacerlo, porque el pueblo se asombraba oyéndolo.
4. Y los fariseos murmuraban cómo lo harían.
5. Y los príncipes y fariseos enviaron hombres para prenderlo.
6. Mas dijo Jesús: Aún estaré algún tiempo entre vosotros, e iré al que me envió. Y tiempo vedrá en que me buscaréis y no me hallaréis.
7. Y donde yo esté no podréis venir.
8. Y dijéronse los judíos: ¿Dónde estará que no podamos ir?
9. ¿Qué es esto de que lo buscaremos y no lo encontraremos, y que donde esté no podremos ir?
10. Y en el último día grande de las fiestas, Jesús clamaba y decía:
11. Quien tenga sed venga a mí y beba.
12. Porque quien crea en mí, ríos de agua viva correrán de su vientre, como dice la Escritura.
13. Y esto dijo del Espíritu que recibirían los que en él creyesen.
14. Porque aún no había sido Jesús glorificado.
15. Y la gente, oyéndolo, decía: este es el Cristo.
16. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea?
17. ¿No está escrito que es de simiente de David y del pueblo de Bethlehem de donde vendrá el Cristo?
18. Y la gente discutía sobre él.
19. Y los pontífices y fariseos vinieron a los ministriles y dijeron: ¿Cómo no lo trajisteis?
20. Mas ellos contestaron: Nunca hombre alguno habló como este hombre.
21. Y dijeron los fariseos: ¿También fuisteis vosotros seducidos?
22. ¿Cree en él alguno de los príncipes o de los fariseos?
23. Porque los de la plebe, que no saben la Ley, malditos son.
24. Y dijo Nicodemo, el que había ido a él de noche: ¿Juzga nuestra Ley sin antes oír?
25. Mas le dijeron: ¿También eres tú galileo?
26. ¿Cuándo se vio que de Galilea saliera profeta?
Los fariseos son preguntados por Jesús
CXXX 1. Y los fariseos fueron preguntados por Jesús y dijo: ¿De quién decís que el Cristo es hijo? Y dijeron: De David.
2. Mas dijo Jesús: ¿Cómo, entonces, en sus salmos lo llama su Señor?
3. Cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
4. Llamándolo David Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
5. Y no supieron responderle.
Jesús se presenta como la luz del mundo
CXXXI 1. Y dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo.
2. Y quien me sigue no anda en tinieblas, mas tiene luz en su vida.
3. Y dijeron los fariseos: Tú de ti mismo atestiguas: tu testimonio no es válido.
4. Y dijo Jesús: Yo atestiguo de mí mismo, porque sé de dónde vengo y adónde voy.
5. Mas vosotros ignoráis de dónde vengo y adónde voy.
6. Vosotros juzgáis según la carne, mas si yo juzgo, verdadero es mi juicio, porque juzgo según el Padre.
7. Y en vuestra ley está escrito: El testimonio de dos es válido.
8. Yo testimonio por mí, y por mí testimonia mi Padre.
9. Mas ellos le dijeron: ¿Quién es tu Padre?
10. Y dijo Jesús: No me conocéis a mí, ni a mi Padre.
11. Mas yo voy y vosotros moriréis en vuestro pecado.
12. Y donde yo voy, vosotros no podéis ir.
13. Y decían los judíos: ¿Irá a matarse él mismo, que dice que donde irá no lo podremos seguir?
14. Y él dijo: Vosotros sois del mundo y yo no soy del mundo.
15. Y os digo que moriréis en vuestro pecado.
16. Porque si no creyerais quien yo soy, moriréis en vuestro pecado.
17. Y ellos dijeron: ¿Pues quién eres?
18. Y él contestó: Quien os he dicho al principio.
19. Mucho he de juzgar de vosotros, mas mi Padre, que me envió, es verdadero, y lo que yo he oído a él os hablé.
20. Mas ellos no entendieron que el Padre de que les hablaba era Dios.
21. Y dijo Jesús: Cuando creáis al Hijo del hombre, entonces comprenderéis quién yo soy.
22. Y que nada hago de mí mismo, sino que hablo como el Padre me enseñó.
23. Porque el que me envió está conmigo.
24. Que no me ha dejado el Padre solo, porque yo hago lo que a él le agrada.
25. Y diciendo estas cosas, muchos creyeron en él y él decía a los que creían:
26. Si vosotros perseveráis en mi palabra, seréis verdaderos discípulos míos.
27. Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
28. Y le dijeron: Somos simiente de Abraham.
29. Y no servimos a nadie; ¿cómo nos vas a hacer libres?
30. Jesús les contestó: Os digo en verdad que aquel que peca es siervo del pecado.
31. Y el siervo no está en casa siempre, mas sí el hijo.
32. Y si el Hijo os libertare, seréis libres de verdad.
33. Sé que sois semilla de Abraham, pero procuráis matarme.
34. Porque en vosotros no cabe mi palabra.
35. Yo hablo de lo que he visto al Padre y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre.
36. Dijéronle: Nuestro padre es Abraham.
37. Y él les contestó: Si fuerais hijos de Abraham, sus obras haríais.
38. Mas queréis matarme, porque os digo la palabra que he oído de Dios.
39. Y no hizo así Abraham.
40. Porque hacéis las obras de vuestro padre.
41. Mas le dijeron: Nacidos somos fuera de fornicación. Un padre tenemos y es Dios.
42. Y dijo Jesús: Si fuerais hijos de Dios, me amaríais.
43. Porque yo soy enviado por él y no vengo de mí mismo.
44. Y no reconocéis mi lenguaje, porque no podéis oír mi palabra.
45. Porque del diablo sois y su voluntad queréis hacer.
46. Y él fue homicida desde el principio y no perseveró en la verdad.
47. Porque no hay verdad en él y habla mentira, porque padre es de mentira.
48. Y porque os digo verdad, no me creéis.
49. ¿Quién me acusa de pecado? Porque si digo verdad, ¿cómo no me creéis?
50. El que es de Dios sus palabras oye. Mas vosotros no las oís, porque no sois de Dios.
51. Y dijeron los judíos, contestándole: ¿No acertamos nosotros en decir que eres samaritano y tienes demonio?
52. Mas Jesús contestó: Yo no tengo demonio.
53. Sino que honro a mi Padre y vosotros me deshonrais.
54. Mas no busco mi gloria, porque hay quien la busque y la juzgue.
55. En verdad os digo que el que guarde mi palabra no verá la muerte eterna.
56. Y dijeron los judíos: Ya vemos que sí tienes demonio.
57. Porque murió Abraham, y los profetas, y tú dices: Quien guarde mi palabra no gustará la muerte eterna.
58. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió, o que los profetas, que murieron? Pues ¿quién crees tu ser?
59. Les respondió Jesús: Mi gloria no es nada: es mi Padre quien me glorifica.
60. Y mi Padre es el que vosotros llamáis vuestro Dios.
61. Y no lo conocéis, mas yo lo conozco y persevero en su palabra, y si no os lo dijera, sería embustero, como vosotros.
62. Vuestro padre Abraham vio mi día y se gozó en él.
63. Mas dijeron los judíos: ¿Cómo dices que has visto a Abraham? Por que tú no tienes aún cincuenta años.
64. Y dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy antes que Abraham fuese.
65. Y ellos agarraron piedras para tirarle.
66. Mas Jesús se escondió y salió del templo.
Jesús cura con lodo a un ciego de nacimiento
CXXXII 1. Y pasando, vio Jesús un ciego de nacimiento.
2. Y preguntaron sus discípulos: Maestro, ¿y pecó él o pecaron sus padres? Porque ha nacido ciego.
3. Y contestó Jesús: No pecó él ni sus padres.
4. Mas es ciego para que las obras de Dios se patenticen en él.
5. Aún dura el día y he de hacer las obras del que me envió.
6. Porque en la noche nadie puede obrar.
7. Porque mientras esté en el mundo, soy su luz.
8. Y escupió en tierra, e hizo barro con la saliva, y untó con él los ojos del ciego.
9. Y le dijo: Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado).
10. Y el ciego se lavó y vio la luz.
11. Y los que sabían que era ciego decían: ¿No estaba éste ciego y mendigaba? Y él dijo: Yo soy.
12. Y le preguntaron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
13. Y dijo: El hombre que llaman Jesús hizo barro, y me untó los ojos, y me envió al Siloé, y me lavé, y soy curado.
14. Y le dijeron: ¿Dónde está ése? Mas él dijo: No sé.
15. Y presentaron ante los fariseos al que había sido ciego.
16. Y cuando Jesús hizo lodo y lo curó, era sábado.
17. Y preguntándole los fariseos cómo había sido curado, dijo: Me puso barro en los ojos, y me lavé, y sané.
18. Y dijo un fariseo: Este hombre no es de Dios. Porque no guarda el sábado.
19. Y decían los demás: ¿Cómo puede hacer un pecador estas señales? Y discutían.
20. Y preguntaron al ciego: ¿Qué dices del que te abrió los ojos?
21. Y él dijo: Que es profeta.
22. Mas no creyendo los judíos que hubiese sido ciego, llamaron a sus padres.
23. Y les preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo? Porque, si nació ciego, ¿cómo ve ahora?
24. Mas los padres dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
25. Mas no sabemos cómo ve ahora; preguntadle a él que edad tiene.
26. Y esto dijeron los padres por miedo de los judíos.
27. Porque éstos habían acordado que, si alguno dijese ser el Cristo, fuese echado de la sinagoga.
28. Y volviendo a llamar al que había sido ciego, le dijeron: Alaba a Dios.
29. Porque nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
30. Mas él dijo: No sé si es pecador.
31. Pero sé que no veía, y veo.
32. Y le dijeron otra vez: ¿Qué hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
33. Mas él contestó: Ya os lo dije, y no me atendisteis. ¿Es que también vosotros queréis ser sus discípulos?
34. Mas ellos lo vejaron y le dijeron: Tú serás su discípulo, mas no nosotros.
35. Porque somos discípulos de Moisés.
36. Y sabemos que Dios habló a Moisés, mas no sabemos éste de dónde es.
37. Y él contestó: Es extraño que no lo sepáis, porque me abrió los ojos.
38. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores, mas sí a los que hacen su voluntad.
39. Porque no se oyó en el cielo que nadie curase a quien nació ciego. Y si éste no fuera de Dios, nada podría hacer.
40. Mas contestándole, le dijeron: Tú pecador naciste, ¿y aún nos enseñas? Y lo echaron de allí.
Jesús contiende con los fariseos
CXXXIII 1. Oyó Jesús que lo habían echado fuera y, viniendo, le dijo: ¿Crees en el Hijo de Dios?
2. Y contestó: Señor, ¿quién es? Para que yo crea en él.
3. Y dijo Jesús: Ya lo has visto.
4. Porque es el que habla contigo. Y él dijo: Creo, Señor. Y lo adoró.
5. Y dijo Jesús: Para juicio he venido a este mundo.
6. Para que vean los que no ven y para que los que ven sean ciegos.
7. Y algunos fariseos lo oyeron y dijeron: ¿Somos ciegos también nosotros?
8. Mas les dijo Jesús: Si ciegos fuerais, no tuvierais pecado.
9. Mas porque decís: Vemos, vuestro pecado sigue.
10. En verdad, en verdad os digo: Ladrón es quien no entra por la puerta en la cuadra de las ovejas.
11. Porque el que entra por la puerta es el pastor.
12. Y a éste le abre el portero, y él llama a las ovejas, y ellas conocen su voz y salen.
13. Mas no seguirán al extraño, porque no conocen su voz.
14. Y no entendiendo ellos esta parábola, Volvió Jesús a decir:
15. En verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas.
16. Y quienes antes vinieron ladrones son.
17. Mas no los oyeron las ovejas. Porque yo soy la puerta y quien entre por mí será salvo.
18. Porque el ladrón viene a hurtar y matar y destruir.
19. Mas yo he venido para que tengan vida.
20. Y soy el buen pastor, que da su vida por las ovejas.
21. Mas el que a salario está, viendo venir al lobo, huye y el lobo las arrebata.
22. Mas yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y me conocen.
23. Y el Padre me conoce y yo conozco al Padre.
24. Y yo pongo mi vida por las ovejas.
25. Mas tengo otras ovejas que no son de este redil.
26. Y ellas oirán mi voz y tendrán pastor.
27. Y mi Padre me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla.
28. No me la quita nadie, sino que yo la pongo. Porque tengo poder para ponerla y para tomarla.
29. Y este mandato recibí de mi Padre.
30. Y otra vez discutieron los judíos. Y unos decían: Demonio tiene, ¿por qué lo oís?
31. Mas otros decían: No son de endemoniado estas palabras.
32. ¿Puede abrir el demonio los ojos de los ciegos?
Los judíos piden a Jesús que diga si es Cristo
CXXXIV 1. Y se hizo la fiesta de la Dedicación en Jerusalén y era invierno.
2. Y Jesús andaba por el pórtico de Salomón, en el templo.
3. Y los judíos vinieron y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de conturbar la vida?
4. Si eres el Cristo, dínoslo claramente.
5. Mas Jesús contestó: Os lo he dicho y no creéis.
6. Mas las obras que yo hago dan testimonio de mi.
7. Y no creéis, porque no sois de mis ovejas. Porque ellas conocen mi voz y me siguen.
8. Porque les doy vida eterna y nadie me las quitará.
9. Y mi Padre, que me las dio, más grande que todos es y nadie las quitará de mi Padre.
10. Y el Padre y yo somos una misma cosa.
11. Entonces agarraron los judíos piedras para lapidarlo.
12. Y dijo Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado en nombre de mi Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis?
13. Y dijeron los judíos: No te apedreamos por tus buenas obras.
14. Sino porque siendo hombre te haces Dios y blasfemas.
15. Jesús les contestó: ¿No está escrito en la Ley? Yo dije: Dioses sois.
16. Y se refería a quien le fue dada palabra de Dios.
17. ¿Cómo decís que blasfemo porque dije que soy Hijo de Dios?
18. No me creáis si no hago obras de mi Padre, mas si las hago, creed a las obras.
19. Para que conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre.
20. Y quisieron prenderlo, mas él se fue de ellos.
21. Y vino tras el Jordán, allí donde había bautizado Juan.
22. Y muchos decían: Juan no dio señal ninguna, mas cuanto dijo de éste es verdad.
23. Y muchos creyeron en él.
Resurrección de Lázaro
CXXXV 1. Y enfermó Lázaro, de la aldea de Bethania, y era hermano de Marta y María.
2. Y era María la que ungió al Señor con ungüento y lavó con sus cabellos sus pies.
3. Y enviáronle sus hermanas a decir: Señor, Lázaro está enfermo.
4. Y dijo Jesús: No es esta enfermedad para muerte, sino para gloria de Dios, y para glorificación del Hijo de Dios.
5. Porque Jesús amaba a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
6. Y quedóse dos días en donde estaba y dijo Luego a sus discípulos: Vamos a Judea.
7. Dijeron los discípulos: Maestro, ¿no querían los judíos apedrearte? ¿Por qué vuelves?
8. Y les dijo Jesús: El que anda de día no tropieza, porque ve la luz.
9. Mas el que anda de noche, sí tropieza, porque no hay luz.
10. Lázaro, nuestro amigo, duerme y voy a despertarlo de su sueño.
11. Mas los discípulos le dijeron: Señor, si duerme, salvo será.
12. Porque Jesús hablaba de su muerte y ellos creían que del sueño.
13. Y entonces dijo Jesús: Lázaro ha muerto.
14. Y me congratulo de no haber estado allí, para que creáis.
15. Dijo Tomás el Dídimo a los otros: Vamos también, para morir con él.
16. Y cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba cuatro días en la tumba.
17. Y Bethania estaba a quince estadios de Jerusalén.
18. Y muchos judíos habían venido para consolar a Marta y a María.
19. Y Marta vino a encontrar a Jesús y María se quedó en casa.
20. Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado, no habría mi hermano muerto.
21. Mas sé que cuanto pidas te concederá Dios.
22. Y Jesús contestó: Tu hermano resucitará. Y dijo Marta: Yo sé que resucitará en el último día.
23. Mas Jesús dijo: Yo soy resurrección y vida.
24. Y el que cree en mí vivirá, aunque haya muerto.
25. Todo el que vive y cree en mí vivirá eternamente. ¿Lo crees?
26. Y dijo Marta: Señor, creo que eres el Mesías, Hijo de Dios, que has venido al mundo.
27. Y buscando a su hermana, le dijo: El Maestro te llama.
28. Y oyéndolo ella, fue a Jesús, que estaba donde Marta lo había hallado.
29. Y los judíos siguieron a María, pensando que iba a orar a la sepultura.
30. Y María, llegando a Jesús, dijo: Señor, si estuvieses aquí, no habría muerto mi hermano.
31. Y Jesús, viéndola llorar, y a los judíos que iban con ella, se conmovió y turbó.
32. Y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Y dijeron: Señor, ven y ve.
33. Y lloró Jesús y dijeron los judíos: Ved cómo lo amaba.
34. Y dijeron algunos: Éste, que dio vista al ciego, ¿no pudo hacer que Lázaro no muriera?
35. Mas Jesús vino al sepulcro; y era una cueva, con una piedra encima.
36. Y ordenó Jesús: Quitad la piedra. Y Marta le dijo: Señor, hiede, porque es de cuatro días.
37. Y Jesús contestó: Te he dicho que si crees verás la gloria de Dios.
38. Y quitaron la piedra. Y Jesús, alzando los ojos, dijo: Gracias, Padre, porque me has escuchado.
39. Mas aunque sé que me oyes, lo he dicho por los que me rodean, para que conozcan que tú me has enviado.
40. Y dando una gran voz, clamó: Lázaro, sal.
41. Y el que había estado muerto, salió, con las manos y pies atados con vendas y envuelta la cabeza en un sudario.
42. Y dijo Jesús: Desatadlo y dejadlo ir.
43. Entonces muchos judíos creyeron en él.
44. Mas algunos fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús.
45. Y los pontífices y fariseos tuvieron consejo.
46. Y decían: ¿Qué haremos? Porque este hombre da muchos signos.
47. Y si lo dejamos, todos creerán en él.
48. Y vendrán los romanos y nos quitarán la nación.
49. Y Caifás era aquel año Sumo Pontífice.
50. Y dijo: Nada sabéis. Porque no comprendéis que conviene que un solo hombre muera por todo el pueblo, para que todo el pueblo no se pierda.
51. Mas esto no lo dijo por sí mismo, sino que, como era aquel año Sumo Pontífice, profetizó que Jesús moriría por los hombres.
52. Y no sólo por los judíos, sino para congregar a todos los hijos de Dios que estaban dispersos.
53. Y desde entonces se consultaban sobre cómo lo matarían.
54. Y Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos.
55. Sino que fue a Efraim, junto al desierto, y allí moraba con sus discípulos.
56. Y llegando la Pascua de los judíos, muchos de aquella tierra fueron a Jerusalén a purificarse.
57. Y buscaban a Jesús en el templo y decían: ¿Creéis que no vendrá a la fiesta?
58. Porque los pontífices y fariseos habían mandado que, si alguien supiese de él, avisase, para prenderlo.
Juan y Jacobo piden a Jesús que haga bajar fuego sobre una ciudad
CXXXVI 1. Y yendo a Jerusalén, pasó por una ciudad de Samaria, y envió mensajeros que lo precediesen.
2. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir.
3. Y Juan y Jacobo dijeron: Señor, haz que baje sobre ellos fuego del cielo y los consuma.
4. Mas Jesús los reprendió, diciéndoles: No conocéis el espíritu.
5. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder, sino a salvar. Y fueron a otra aldea.
Jesús llega a Bethania
CXXXVII 1. Y Jesús, seis días antes de la Pascua, fue a Bethania, donde estaba Lázaro, el que había resucitado de entre los muertos.
2. Y estaban en casa de Simón, el leproso.
3. Y muchos judíos vinieron no sólo por ver a Jesús, mas a Lázaro, que había resucitado.
4. Y dijéronse los fariseos: He aquí que nada conseguimos.
5. Porque toda la gente va tras él.
6. Y los príncipes de los sacerdotes pensaron en matar también a Lázaro, porque muchos por él creían en Jesús.
7. E hicieron cena, y Marta servía, y Lázaro estaba a la mesa.
María unge con nardo la cabeza de Jesús
CXXXVIII 1. Y María tenía un recipiente de alabastro con ungüento de nardo precioso y, rompiéndolo, ungió la cabeza
y los pies de Jesús, y le lavó los pies con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento.
2. Y Judas Iscariote, el que lo había de entregar, dijo: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento, que vale trescientos denarios, para darlos a los pobres?
3. Mas lo decía porque era él quien llevaba la bolsa. Y era ladrón.
4. Y Otros se irritaron dentro de sí, diciendo: ¿A qué este despilfarro?
5. Mas Jesús dijo: No la incomodéis. Porque buena obra me ha hecho.
6. Porque siempre tendréis pobres con vosotros y podréis hacerles bien, pero a mí no me tendréis siempre.
7. Y ella ha ungido mi cuerpo para la sepultura.
8. Os digo en verdad que en el Evangelio que se predique en el mundo se dirá también lo que ha hecho esta mujer.
9. Mas viendo esto los fariseos, dijeron entre sí: Si éste fuese profeta, conocería que esta mujer es pecadora.
10. Y respondiendo Jesús, contestó: Simón, tengo algo que decirte. Y él dijo: Di, maestro.
11. Un acreedor tenía dos deudores. Y uno le debía quinientos denarios, y otro cincuenta.
12. Y no pudiendo pagarle, perdonó a los dos.
13. Mas ¿quién de ellos lo ha de amar más?
14. Y dijo Simón: Aquel a quien más perdonó. Y él dijo: Bien has opinado.
15. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer?
16. Entré en tu casa y no trajiste agua para mis pies, mas ella con sus lágrimas los ha regado, y con sus cabellos los secó.
17. No me besaste, mas ella, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
18. No ungiste mi cabeza, mas ella me ungió los pies.
19. Y te digo que mucho se le perdona, porque mucho amó.
20. Y poco se perdona al que amó poco.
21. Y le dijo: Todos tus pecados te son perdonados.
22. Y los que allí estaban dijeron entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
23. Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.
24. Y luego subió a Jerusalén.
Los griegos quieren ver a Jesús
CXXXIX 1. Y llegaron unos griegos, que habían venido a adorar a Jerusalén.
2. Y dijeron a Felipe, que era de Bethsaida de Galilea: Señor, queremos ver a Jesús.
3. Y Felipe lo dijo a Andrés y ambos lo dijeron a Jesús.
4. Y contestó Jesús: Llega la hora en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado.
5. Porque si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, solo queda; mas si muriere, lleva mucho fruto.
6. El que ama su vida la perderá, y el que la aborrece la ganará.
7. El que me sirva, sígame, y él estará donde yo esté.
8. Y al que me sirviese mi Padre lo honrará.
9. Padre, sálvame de esta hora, he de decir.
10. Mas para esto he venido.
11. Padre, glorifica tu nombre.
12. Y vino una voz del cielo, que decía: Lo he glorificado y lo glorificaré.
13. Y los que estaban decían: Ha sido trueno. Y otros: Ha hablado un ángel.
14. Y dijo Jesús: No vino esta voz por mí, sino por vosotros.
15. Ahora es el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será echado fuera.
16. Y seré elevado de la tierra y a todos atraeré.
17. Y así indicaba cómo había de morir.
18. Mas dijo la gente: De la Ley hemos oído que el Cristo permanecerá.
19. ¿Cómo dices, pues, que el Hijo del hombre será ensalzado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
20. Y les dijo Jesús: La luz estará aún algún tiempo con vosotros.
21. Andad mientras haya luz, para que no os sorprendan las tinieblas e ignoréis adónde vais.
22. Y mientras haya luz, creed en ella, para que seáis hijos de luz.
Los fariseos preguntan a Jesús cuándo vendrá el reino de Dios
CXL 1. Preguntaron los fariseos: ¿Cuándo vendrá el reino de Dios?
2. Y contestó Jesús: El reino de Dios no dará signo de cuándo viene.
3. Y de día enseñaba en el templo y a la noche iba al monte Olivete.
4. Y el pueblo venía para oírlo.
Jesús habla de los escribas y fariseos a los discípulos y a las turbas
CXLI 1. Y habló Jesús a las gentes y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado escribas y fariseos.
2. Cuanto digan, hacedlo, mas no sus obras, porque dicen y no hacen.
3. Porque ponen sobre los hombros de los hombres cargas pesadas, mas ni aun con el dedo las quieren mover.
4. Y hacen sus obras para ser vistos de los hombres.
5. Y aman los primeros sitios en las cenas y en las sinagogas.
6. Y los saludos de los hombres, y que los llamen Rabí.
7. No queráis vosotros ser llamados Rabí.
8. Porque todos sois hermanos y vuestro maestro es el Cristo.
9. No llaméis padre en la tierra, porque vuestro Padre está en los cielos.
10. No os llamáis maestros, porque vuestro maestro es el Cristo.
11. El mayor de vosotros será vuestro siervo.
12. Será humillado el que se ensalce y ensalzado el que se humille.
13. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
14. Porque cerráis el reino de los cielos y no entráis ni dejáis entrar.
15. Porque comáis en las casas de la viudas y hacéis oración.
16. ¡Ay de vosotros, guías ciegos! Porque decís: Quien jure por el templo no debe nada; mas quien jure por el oro del templo es deudor.
17. ¿Qué es mayor? ¿El templo o el oro santificado por el templo?
18. Y decís: Jurar por el altar no es nada; más debe quien jura por la ofrenda que está sobre el altar.
19. Necios y ciegos: ¿Es más la ofrenda o el altar?
20. Porque quien jura por el templo o el altar jura por cuanto hay en él.
21. Y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y por quien hay sobre él.
22. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
23. Porque diezmáis las hortalizas, mas dejáis lo que es preciso hacer, que es la fe y la misericordia.
24. Guías ciegos: dejáis el mosquito y tragáis el camello.
25. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
26. Porque limpiáis lo de fuera, mas no lo de dentro.
27. Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y por dentro llenos de huesos y de suciedad.
28. Así vosotros sois justos por fuera y por dentro sois hipócritas e inicuos.
29. Y un doctor de la Ley le dijo: Maestro, nos afrentas.
30. Mas él dijo: ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que cargáis a los hombres con cargas insoportables y vosotros no las tocáis ni con el dedo!
31. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y los justos.
32. Y decís: No hubiéramos acompañado a nuestros padres en la sangre de los profetas.
33. Mas así atestiguáis que sois hijos de quienes mataron a los profetas.
34. Llenad la medida de vuestros padres. Serpientes, generación de víboras, ¿cómo huiréis al juicio de la gehenna?
35. Por eso dijo Dios: Os enviará profetas, y sabios, y escribas, y los mataréis, y crucificaréis, y azotaréis en vuestras sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad.
36. Para que caiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado desde la de Abel hasta la de Zacarías, hijo de Barachías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
37. Y os digo en verdad que esto vendrá sobre esta generación.
Lamentación de Jesús sobre Jerusalén
CXLII 1. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados!
2. ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gaIlma los pollos, bajo el ala, y no quisiste!
3. Mas he aquí que vuestra casa se os deja desierta.
4. Y no me veréis hasta que digáis: Bendito sea el que viene en nombre del Señor.
Los príncipes de los sacerdotes que creen en Jesús no se atreven a confesarlo
CXLIII 1. Y muchos príncipes creyeron en él, mas no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga.
2. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
3. Y he aquí que Jesús clamaba, diciendo: Quien cree en mí no cree en mí, sino en el que me envió.
4. Yo soy la luz del mundo, y quien cree en mí no estará en tinieblas.
5. Y a quien oiga y no siga mis palabras yo no lo juzgo.
6. Porque no he venido a juzgar, sino a salvar.
7. Mas quien no acepte mi palabra será juzgado en el día postrero.
8. Porque no hablo por mí mismo, sino porque mi Padre me ha mandado hablar.
9. Y quien me conozca vida eterna tendrá. Porque yo hablo lo que me dijo mi Padre.
10. Y Jesús salió y se escondió. Porque, aunque había dado tantos signos, no creían en él.
11. Para que se cumpliera lo que profetizó Isaías: Señor, ¿creerán que Dios es revelado?
Los discípulos muestran a Jesús las piedras del templo
CXLIV 1. Y saliendo Jesús del templo, le dijeron los discípulos: Maestro, mira qué piedras y qué edificaciones.
2. Y dijo Jesús: ¿Veis todos estos edificios?
3. En verdad os digo que vendrá día que no quedará de ellos piedra que no sea derribada.
Jesús habla a sus discípulos en el Monte de los Olivos
CXLV 1. Y sentándose en el monte de los Olivos, vinieron los discípulos a decirle:
2. Señor, ¿qué signos habrá cuando venga tu reino?
3. Y él dijo: Habrá día en que querréis ver al Hijo del hombre y no lo veréis.
4. Mas cuidad que no os engañen. Porque en mi nombre vendrán diciendo: Yo soy el Cristo y engañarán a muchos.
5. Mas cuando veáis sediciones y hablen de guerras, no os turbéis.
6. Porque esto vendrá antes del fin.
7. Lucharán naciones contra naciones, y reinos contra reinos, y habrá grandes signos y espantos.
8. Entonces os odiarán y os matarán.
9. Mas no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
10. Porque en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
11. No pongáis en vuestros corazones contestación a lo que os pregunten.
12. Porque yo os daré voz y sabiduría, con las que no podrán contender vuestros enemigos.
13. Y habrá muchos escándalos, y odios, y traiciones.
14. Y surgirán muchos falsos profetas y a muchos seducirán.
15. Y la mucha malicia enfriará la caridad en muchos. Mas el que persevere, será salvo.
16. Y será predicado este Evangelio en todo el mundo, para testimonio de los gentiles; y vendrá el fin.
17. Y cuando viereis abominaciones y desolaciones, que profetizó Daniel, que está en sitio santo, el que lea entienda.
18. Y veréis a Jerusalén cercada de ejércitos.
19. Y los que están en Judea huirán a los montes.
20. Y quienes están en sus comarcas no vengan a ella.
21. Porque estos son días de venganza, para que se cumpla cuanto está escrito.
22. ¡Ay de las que entonces críen o estén preñadas!
23. Porque todos caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos, y Jerusalén será hollada hasta que todos los tiempos se cumplan.
24. Orad para que vuestra huida no sea en sábado.
25. Y será una gran tribulación y habrá signos en el sol, y la luna, y las estrellas.
26. Y los hombres se angustiarán y habrá confusión de ruidos del mar y de las olas.
27. Y si estos días no fueren abreviados, nada quedaría salvo, mas que los elegidos, que lo serán.
28. Y si alguno os dijere entonces: He aquí el Cristo, no le creáis.
29. Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales, y aun engañarán a los elegidos.
30. Y si os dijeren: Helo en el desierto, no lo creáis.
31. Entonces serán los días de la gran tribulación.
32. Porque el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz.
33. Y las estrellas caerán del cielo y las virtudes del cielo perecerán. Y habrá signos del Hijo del hombre y se lamentarán todas las tribus de la tierra.
34. Y veréis al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con gran majestad.
35. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, para juntar a sus elegidos desde los cuatro extremos.
36. Y cuando esto empiece a ser, mirad.
37. Porque está cerca vuestra redención.
Parábola de la higuera
CXLVI 1. Aprended la parábola de la higuera, que, cuando sus ramas brotan, está cerca el verano.
2. Así, cuando viereis que esto llega, sabed que el fin está cercano.
3. De cierto os digo que no pasará esta generación sin que ocurran estas cosas.
4. Pasará el cielo y la tierra, mas mis palabras no pasaran.
5. Cuidad que vuestros corazones no estén cargados de crápula y embriaguez y venga de pronto aquel día.
6. Velad y orad siempre, para que seáis tenidos por dignos de evitar lo que ha de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre.
7. Porque nadie sabrá cuándo llega ese tiempo.
8. Porque no lo saben ni el Hijo, ni los ángeles del cielo, mas sólo el Padre.
Jesús continúa hablando en el Monte de los Olivos
CXLVII 1. Como los días de Noé serán los del advenimiento del Hijo del hombre.
2. Porque como en los días del diluvio, comían y bebían y se casaban, hasta que entró en el arca Noé.
3. Y no conocieron nada hasta que el diluvio los arrastró.
4. Y así será la venida del Hijo del hombre.
5. Como los días de Lot serán, que comían y bebían, y comerciaban, y plantaban, y edificaban, hasta que Lot salió de Sodoma.
6. Y entonces llovió fuego del cielo.
7. Quienes estén en Judea huyan a los montes; quienes estén en la calle no entren en su casa; quienes estén en el campo no vuelvan por sus vestiduras.
8. Acordaos de la mujer de Lot.
9. Dos estarán en el campo: uno será tomado y otro dejado.
10. Dos estarán moliendo: uno será tomado y otro dejado.
11. Dos estarán en un lecho: uno será tomado y otro dejado.
12. Y le dijeron, contestando: ¿Dónde, Señor?
13. Y él dijo: Donde estuviere el cuerpo se juntarán las águilas.
14. Un hombre deja dos siervos al cuidado de su casa.
15. Velad, para que cuando vuestro Señor venga, a cualquier hora, no os halle durmiendo.
16. Porque si el padre de familia supiese a qué hora viene el ladrón, a esa hora velaría.
17. Estad preparados, porque ignoráis la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
18. Y dijo Pedro: Señor, sólo a nosotros dices parábolas.
19. Mas Jesús dijo: Cuando a vosotros hablo, a todos hablo.
20. ¿Quién es el siervo prudente al que el Señor encomendó su familia?
21. Bienaventurado el siervo que está en su deber cuando llega el señor.
22. Porque sobre todos sus bienes le pondrá.
23. Mas el mal siervo dirá en su corazón: Mi señor tarda.
24. Y pegará a sus consiervos, y comerá y beberá con los ebrios, y el señor vendrá cuando no lo espere.
25. Y el señor lo hendirá, y lo pondrá con los hipócritas, y allí será el llorar y el crujir de dientes.
Parábolas de las diez vírgenes
CXLVIII 1. Y entonces será el reino de los cielos como diez vírgenes que, tomando sus lámparas, fueron a recibir al esposo.
2. Y cinco eran prudentes y cinco necias.
3. Y las necias llevaron sus lámparas, mas no aceite.
4. Y las prudentes llevaban aceite, con sus lámparas.
5. Y tardando el esposo, se durmieron.
6. Y a la medianoche oyeron decir: He aquí al esposo, salid a recibirlo.
7. Y las vírgenes se levantaron y tomaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.
8. Mas las prudentes respondieron: Id a comprarlo, porque si no, nos faltará a nosotras también.
9. Y mientras lo iban a comprar, llegó el esposo.
10. Y las que estaban preparadas, entraron con él a las nupcias y se cerró la puerta.
11. Y vinieron después las otras vírgenes y decían: Señor, ábrenos.
12. Mas él contestó: En verdad os digo que no os conozco.
13. Velad, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
Parábola de los tres siervos
CXLIX 1. El reino de los cielos es como un hombre que partió de viaje.
2. Y llamando a sus siervos, les entregó sus bienes.
3. Y dio a cada uno, según su virtud: cinco talentos a uno, dos a otro, y uno al tercero.
4. Y quien recibió cinco talentos, comerció con ellos, e hizo otros cinco.
5. E igualmente el que recibió dos ganó otros dos.
6. Mas el que sólo recibió uno escondió en la tierra el dinero de su señor.
7. Y pasando mucho tiempo, volvió el hombre e hizo cuentas con sus siervos.
8. Y el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco, y dijo: Señor, cinco talentos me entregastes y he ganado otros cinco más.
9. Y dijo el señor: Bien obraste, siervo fiel; entra en el gozo de tu señor.
10. Y el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste y otros dos gané.
11. Y dijo el señor: Bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu señor.
12. Y llegando el que había recibido un talento, dijo: Señor, sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
13. Y temí y escondí tu talento en la tierra. Helo aquí.
14. Contestó el señor: Mal siervo, pues que sabías que siego donde no sembré y recojo donde no esparcí, te convenía dar mi dinero en la banca.
15. Para que ahora yo recibiese con usura lo mío.
16. Quitadle el talento y dadlo al que tiene diez, porque al que tuviese le será dado y aún más.
17. Mas al que no tuviese, aun lo que tiene le será quitado.
18. Echad al siervo inútil a las tinieblas de afuera.
19. Y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
Parábola de los siervos vigilantes
CL 1. Sed semejantes a hombres que esperaban con las lámparas encendidas que su señor viniese a las bodas para abrirle las puertas cuando llamara.
2. Dichosos los que velan cuando llegue el Señor.
3. Porque si no viene en la segunda vigilia, vendrá en la tercera, y cuando llegue, bienaventurados los siervos que lo aguarden.
Parábola de los diez siervos y las diez minas
CLI 1. Y dijo: Un hombre noble partió a un país lejano para tomar un reino y volver.
2. Y llamando a diez siervos, les dio diez minas y les dijo: Comerciad mientras estoy fuera.
3. Y sus ciudadanos lo aborrecían y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
4. Y cuando volvió, ya tomado el reino, llamó a los diez siervos, para ver cómo habían negociado su dinero.
5. Y el primero dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
6. Y él dijo: Buen siervo, pues que en lo poco has sido fiel, te daré autoridad sobre diez ciudades.
7. Y otro dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas.
8. Y él dijo: Tú tendrás potestad sobre cinco ciudades.
9. Y otro dijo: Señor, toma tu mina, que la he tenido guardada en el pañuelo.
10. Porque temí de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste.
11. Y él dijo: Mal siervo, con tu boca te juzgo.
12. Porque si sabías que soy hombre severo, que tomo lo que no puse, y siego lo que no sembré, debiste dar tu mina a los banqueros, para que yo tuviera sus réditos.
13. Y dijo: Quitadle su mina y dádsela al que tiene diez.
14. Y le dijeron: Señor, tiene diez minas.
15. Pues os digo que al que tuviese le será dado, y al que no, aun lo que tiene se le quitará.
16. Y a los que querían reinar sobre mí traedlos y ante mí degolladlos.
Jesús explica cómo juzgará el Hijo del hombre
CLII 1. Y el Hijo del hombre vendrá en su gloria con los ángeles y se sentará en el trono de su gloria.
2. Y serán reunidas ante él todas las gentes.
3. Y él las separará, como separa el pastor las ovejas de los cabritos.
4. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
5. Y dirá a los que están a su derecha:
6. Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
7. Porque tuve hambre y me disteis de comer, y tuve sed y me disteis de beber.
8. Fui huésped y me acogisteis; estuve desnudo y me disteis ropa.
9. Y estuve en la cárcel y vinisteis a mi.
10. Mas los justos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos? O ¿cuándo sediento y te dimos de beber?
11. ¿Cuándo te vimos huésped y te acogimos? ¿Cuándo desnudo y te tapamos?
12. ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y vinimos a ti?
13. Y les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a estos mis hermanos mínimos, a mí me lo hicisteis.
14. Y a los de la izquierda dirá: Quitad, malditos, e id al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y sus ángeles.
15. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, y sed y no me disteis de beber.
16. Huésped fui y no me acogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel y no me vinisteis a ver.
17. Y ellos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o preso, y no te servimos?
18. Y le responderá, diciendo: Os digo en verdad que lo que a estos mínimos no hicisteis, no me hicisteis a mí.
19. Y los echará al eterno tormento, y a los justos, a la vida eterna.
Judas concierta con los príncipes de los judíos entregarle a Jesús
CLIII 1. Y cuando acabó estas palabras, dijo Jesús a sus discípulos:
2. Sabéis que dentro de dos días es la Pascua.
3. Y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
4. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos se congregaron en el atrio del pontífice Caifás.
5. Y consultaron cómo prender a Jesús y matarlo.
6. Mas decían: En día de fiesta no, porque no haya tumulto entre el pueblo.
7. Y entonces uno de los discípulos, llamado Judas Iscariote, llegó a los príncipes y magistrados.
8. Y les dijo: ¿Qué me daréis si os lo entrego?
9. Y ellos le ofrecieron treinta dineros de plata.
10. Y desde entonces buscaba ocasión para entregarlo.
Jesús lava los pies a sus discípulos
CLIV 1. Antes de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de que pasase de este mundo al Padre, amó a sus discípulos hasta el fin.
2. Y el diablo había ya puesto en el corazón de Judas el designio de entregarlo.
3. Y acabada la cena, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos, y que había salido de Dios e iba a él,
4. Levantóse de la mesa, y se quitó su vestidura, y se ciñó con una toalla.
5. Y puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla.
6. Y llegó a Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7. Y dijo Jesús: Tú no entiendes por qué lo hago, mas ya lo entenderás.
8. Mas Pedro dijo: No me lavarás los pies. Y dijo Jesús: Si no te lavo, no participarás conmigo.
9. Y dijo Simón Pedro: Señor, no ya los pies, mas las manos y la cabeza.
10. Y dijo Jesús: Quien está limpio, sólo necesita lavar los pies.
11. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
12. Porque sabía quién lo había de entregar.
13. Y cuando les lavó los pies, tomó su ropa y se sentó a la mesa y les preguntó: ¿Sabéis lo que he hecho?
14. Vosotros me llamáis Señor, y Maestro, y decís bien.
15. Pues si yo he lavado vuestros pies, vosotros tambien debéis lavároslos los unos a los otros.
16. Porque os he dado ejemplo para que lo sigáis.
17. El siervo no es más que su señor, ni el apóstol más que quien lo envió.
18. Bienaventurados seréis si hacéis estas cosas.
19. No hablo de todos, porque sé los que he elegido, y se cumplirá la Escritura:
20. El que come pan conmigo levantó su talón contra mí.
21. Y os lo digo antes que ocurra, para que creáis.
22. En verdad, en verdad os digo: El que recibe a mi enviado me recibe, y el que me recibe recibe al que me envio.
Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo entregará
CLV 1. Y el primer día de Pascua llegaron los discípulos a Jesús.
2. Y dijeron: ¿Dónde quieres que te preparemos comida?
3. Y él dijo: Cuando entréis en la ciudad, hallaréis un hombre que lleva un jarro de agua.
4. Seguidle hasta donde entre y decid al dueño de la casa: ¿Dónde está el aposento en que ha de comer la Pascua el Maestro con sus discípulos?
5. Y él os mostrará un comedor preparado.
6. Y ellos fueron, y hallaron lo que había dicho, y prepararon la Pascua.
7. Y a la tarde vino y comió con los doce discípulos.
8. Y les dijo: Mucho he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes de padecer.
9. Porque no comeré más de ella hasta que se cumpla el reino de Dios.
10. Y diciendo esto, fue turbado en su espíritu, y dijo:
11. En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar.
12. Y muy entristecidos, dijeron: ¿Soy yo, Señor?
13. Mas él contestó: El que mete conmigo la mano en el plato me ha de entregar.
14. Mas ¡ay del que entregará al Hijo del hombre!
15. Porque mejor le fuera no haber nacido.
16. Y los discípulos se miraban, porque no sabían quién fuera.
17. Y uno de los discípulos, a quien amaba Jesús, estaba recostado en su seno.
18. Y Simón Pedro le hizo señas, y él se recostó sobre el pecho de Jesús, y dijo: Señor, ¿quién es?
19. Y dijo Jesús: Aquel a quien yo diese el pan mojado.
20. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, y el diablo entró en él.
21. Y Jesús dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
22. Mas no entendieron por qué el dijo esto.
23. Porque como Judas tenía la bolsa, creían que le encargaba hacer compras para la fiesta, o dar limosnas.
24. Mas Judas contestó: ¿Soy yo, Rabí? Y Jesús contestó: Tú lo has dicho.
25. Y él, como tomó el bocado, salió y era ya noche.
26. Y cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios glorificado en él.
27. Y si Dios es glorificado en él, Dios lo glorificará en sí mismo.
Jesús da a sus discípulos el sacramento del cuerpo y de la sangre
CLVI 1. Y Jesús tomó el pan y lo bendijo.
2. Y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed.
3. Porque éste es mi cuerpo, que se os da.
4. Y tomando el cáliz, dio gracias y lo ofreció a sus discípulos.
5. Y dijo: Tomad y bebed. Porque ésta es mi sangre, que va a ser vertida en la remisión de los pecados.
6. Y desde ahora no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre.
7. Haced esto en mi conmemoración.
8. Y he aquí, Simón, que Satanás os pide para aventaros como trigo.
9. Mas yo he rogado por ti, para que no te falta la fe.
10. Y cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
11. Hijos: algún tiempo aún estaré con vosotros.
12. Me buscaréis, mas como dije a los judíos, donde yo voy no podréis venir ahora.
13. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
14. En el amor que os tendréis conocerán todos que sois mis discíptilos.
15. Y dijo Simón Pedro: Señor, ¿dónde vas?
16. Mas Jesús respondió: Donde yo voy no puedes seguirme ahora, mas ya me seguirás después.
17. Porque todos os escandalizaréis en mí esta noche.
18. Escrito está: Perseguirán al pastor y serán dispersadas las ovejas.
19. Mas cuando haya resucitado, iré ante vosotros a Galilea.
20. Y dijo Pedro: Si todos se escandalizan en ti, yo no me escandalizaré.
21. Porque estoy preparado a ir por ti a la cárcel o a la muerte.
22. Y mi vida doy por la tuya.
23. Y Jesús le contestó: ¿Das tu vida por la mía?
24. En verdad te digo que en esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
25. Mas Pedro decía: Si es preciso, moriré por ti y no te negaré.
26. Y los demás discípulos decían igual.
Jesús sigue enseñando a sus discípulos
CLVII 1. No se turbe vuestro corazón.
2. Creed en Dios, mas creed también en mí.
3. Muchas mansiones hay en casa de mi Padre.
4. Y voy a preparar sitio para vosotros.
5. Y cuando lo prepare, vendré otra vez y os tomaré.
6. Para que estéis vosotros donde yo estoy.
7. Y de donde yo voy, ya conocéis el camino.
8. Y dijo Tomás: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo hemos de saber el camino?
9. Y Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
10. Y pues que me conocéis, a mi Padre conocéis desde ahora.
11. Y dijo Felipe: Señor, muéstranos al Padre, que nos basta.
12. Mas Jesús le contestó: En el tiempo que estoy con vosotros, ¿aún no me has conocido?
13. Porque el que me ha visto ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices que te lo enseñe?
14. ¿No crees que soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que os hablo no son de mi, mas del Padre.
15. Y el Padre, que está en mí, hace las obras.
16. Creedme que soy en el Padre y el Padre en mi. Y creedme por las obras que hago.
17. Porque quien las creyere, él las hará, porque yo voy al Padre.
18. Y cuanto al Padre pidáis en mi nombre, os lo concederá, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
19. Mas, si me amáis, cumplid mis mandamientos.
20. Y yo rogaré al Padre y él os dará otro Paracleto, que está siempre con vosotros.
21. Y el espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni conoce, estará con vosotros.
22. Y no os dejaré huérfanos, sino que vendrá a vosotros.
23. Y cuando el mundo no me vea más, aún vosotros me veréis, y yo vivirá, y vosotros.
24. Y entonces conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
25. Y el que guarde mis mandamientos, será amado de mi Padre, y yo me manifestará a él.
26. Dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿por qué a nosotros y no al mundo te manifiestas?
27. Y dijo Jesús: El que me ame, mi palabra guardará, y mi Padre le amará, y vendremos a morar con él.
28. Mas el que no me ama no guarda mis palabras.
29. Y la palabra que os hablo no es mía, sino del que me envió.
30. Éste os ha hablado estando con vosotros.
31. Mas el Paracleto, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en nombre mío, os enseñará todas las cosas.
32. Mi paz os doy, y en ello os dejo, mas no os la doy como la da el mundo.
33. No se turbe vuestro corazón: no temáis.
34. Os he dicho: Voy y vengo a vosotros.
35. Y si me amarais de cierto, os gozaríais.
36. Porque yo voy al Padre y el Padre es mayor que yo.
37. Y os lo digo antes que sea, para que cuando sea creáis.
38. Y ya no os hablaré mucho más, porque llegan los príncipes de este mundo.
39. Mas hago así para que el mundo conozca que amo al Padre y cumplo el mandamiento de mi Padre.
Jesús pide espadas a sus discípulos
CLVIII 1. Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, ¿algo os faltó? Y ellos dijeron: Señor, nada.
2. Y les dijo: Pues ahora, el que tenga bolsa llévela, así como la alforja.
3. Y el que no tenga espada venda el manto y cómprela.
4. Y ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y dijo Jesús: Basta. Salid, vamos de aquí.
5. Y cuando dijeron el himno, fue al monte de los Olivos, según acostumbraba.
6. Y sus discípulos iban con él.
Jesús adoctrina por última vez a sus discípulos
CLIX 1. Y les dijo: Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.
2. Y él quitará todo pámpano que no lleve mi fruto.
3. Mas el que sí lo lleve, lo limpiará, para que más fruto tenga.
4. Porque vosotros ya sois limpios por la palabra que os he hablado.
5. Estad en mí y yo estaré en vosotros.
6. Porque el pámpano no puede tener fruto si no está en la vid.
7. Mas yo soy la vid, y vosotros los pámpanos, y aquel que está en mí lleva mucho fruto.
8. Porque quien no estuviera en mí será quitado como pámpano inútil y echado al fuego para que arda.
9. Y mi Padre es glorificado en que lleváis mucho fruto.
10. Yo os he amado como me ama mi Padre; permaneced en mi amor.
11. Y si guardáis mis preceptos, estaréis en mi amor, como yo estoy en el de mi Padre, porque he guardado sus preceptos.
12. Y esto os hablo, para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo se cumpla.
13. Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.
14. No hay mayor amor que el del que da su vida por sus amigos.
15. Y vosotros sois mis amigos, si hacéis las cosas que os mando.
16. Y no os llamaré siervos mas.
17. Porque el siervo no sabe lo que hace su señor, mas vosotros sois mis amigos, porque os he dicho cuanto of de mi Padre.
18. No me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros.
19. Para que tengáis fruto y que cuanto pidáis del Padre os sea concedido.
20. Os mando que os améis los unos a los otros.
21. Mas si el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a mí.
22. Porque si fuerais del mundo, os amaría, mas os odia porque no lo sois.
23. Mas acordaos de que os dije: No es el siervo más grande que su señor.
24. Y si me han perseguido, os perseguirán; mas si mi palabra guardan, guardarán la vuestra.
25. Y lo harán por mi nombre, porque no conocen al que me envía.
26. Y no tendrían pecado si yo no hubiera venido, mas ahora lo tienen.
27. Y el que me odia odia a mi Padre.
28. No tendrían pecado si yo no hubiese hecho obras. Mas las he hecho, y me odian, y a mi Padre.
29. Para que se cumpla lo que está escrito en la Ley: Me aborrecieron sin causa.
30. Mas cuando venga el Paracleto, el Espíritu de verdad que viene del Padre dará testimonio de mí.
31. Y vosotros también, porque estáis conmigo desde el principio.
32. Y os he dicho estas cosas para que no os escandalicéis.
33. Porque os arrojarán de las sinagogas y aun el que os mate pensará hacer servicio de Dios.
34. Porque no conocen al Padre ni a mí.
35. Y cuando viniere la hora, acordaos de que os lo había dicho. Y no os lo dije al principio, porque no estaba con vosotros.
36. Ahora voy al que me envió. Y ninguno me dice: ¿Adónde vas?
37. Y porque antes os he dicho estas cosas, vuestro corazón se ha henchido de tristeza.
38. Mas es necesario que vaya, porque, si yo no fuese, no podría venir el Paracleto.
39. Y cuando venga, acusará al mundo de pecado y de justicia y de juicio.
40. De pecado, porque no cree en mí, y de justicia, porque voy al Padre y no me veréis más, y de juicio, porque el príncipe de este mundo es juzgado.
41. Y más cosas tengo que deciros; mas cuando el Espíritu de verdad viniese, él os guiará a la verdad.
42. Porque no hablará por sí mismo, sino por lo que oyere, y os anunciará las cosas que han de venir.
43. Y me glorificará, porque tomará de lo mío.
44. Porque cuanto tiene el Padre es mío.
45. Un poco y no me veréis; otro poco y me veréis. Porque voy al Padre.
46. Mas decíanse los discípulos: No lo entendemos.
47. Y Jesús vio que querían preguntarle y dijo: ¿Habláis entre vosotros de lo que os dije?
48. En verdad os digo que vosotros os lamentaréis y el mundo se regocijará. Mas vuestra tristeza se convertirá en gozo.
49. Porque la mujer se entristece cuando pare, porque llega su hora.
50. Mas luego se regocija, porque ha nacido un hombre en el mundo.
51. Y ahora estáis con tristeza, mas otra vez os veré y os gozaréis en vuestro corazón. Y no me preguntaréis nada.
52. En verdad os digo que cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará.
53. Nada hasta ahora pedisteis. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
54. Os he hablado en parábolas, mas llega la hora en que claramente os hablaré del Padre.
55. Y aquel día pediréis en mi nombre y yo rogará al Padre por vosotros.
56. El Padre os ama, porque me amasteis y creísteis que he salido de Dios.
57. Salí del Padre y vine al mundo. Mas ahora dejo el mundo y voy al Padre.
58. Y dijeron los discípulos: He aquí que ya hablas claramente y sin parábola.
59. Ahora vemos que sabes todas las cosas, sin que nadie te pregunte, y en esto creemos que has salido de Dios.
60. Mas dijo Jesús: ¿Ahora creéis?
61. He aquí que ha venido la hora en que seréis dispersos y me dejaréis solo.
62. Empero no estaré solo, porque el Padre está conmigo.
63. Y os he hablado estas cosas para que tengáis paz en mí. Porque en el mundo tendréis aflicción.
64. Mas confiad, porque yo he venido al mundo.
65. Estas cosas dijo Jesús y, alzando los ojos al cielo, dijo:
66. Padre, ha llegado la hora.
67. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.
68. Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a los que le diste.
69. Mas la vida eterna es que te conozcan como al único Dios verdadero, y a Jesucristo, al que has enviado.
70. Porque te he glorificado en la tierra y he cumplido la misión que me encargaste.
71. Glorifícame, Padre, con la gloria que tuve junto a ti antes de que fuese el mundo.
72. Y he dado su nombre a los que me diste y guardaron tu palabra. Porque han conocido que tuyas son las cosas que me diste.
73. Porque recibieron las palabras que me diste y les he dado, y han conocido que salí de ti, y han creído que me enviaste.
74. Yo ruego por ellos, no por el mundo.
75. Sino por lo que me diste, porque tuyos son.
76. Y tus cosas son mis cosas, y mis cosas son tus cosas, y en ellas he sido glorificado.
77. Y no estoy ya en el mundo, mas éstos sí, y a ti vengo.
78. Padre santo, guarda por tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros somos uno.
79. Cuando con ellos estuve en el mundo, yo los guardaba en tu nombre.
80. Y ninguno se perdió, más que el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.
81. Mas ahora vengo a ti, y hablo en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
82. Yo les he dado tu palabra y el mundo los odió, porque no son del mundo, como yo no lo soy tampoco.
83. No los quites del mundo, mas guárdalos del mal.
84. Santifícalos en tu verdad, porque tu palabra es verdad.
85. Y como tú me pusiste en el mundo, yo los he puesto en el mundo.
86. Y por ellos me santifico, para que ellos en verdad sean santificados.
87. No ruego sólo por éstos, sino por quienes por su palabra crean en mi.
88. Para que todos ellos sean unos, como tú en mí y yo en ti, ¡oh Padre!
89. Y que sean unos con nosotros, para que el mundo crea que me enviaste.
90. Porque yo les di la gloria que me diste, para que sean una sola cosa, como nosotros somos una sola cosa.
91. Y sea yo en ellos y tú en mí y ellos sean consumados en uno.
92. Para que el mundo conozca que me enviaste y que lo has amado, como a mí me has amado.
93. Padre: que donde yo esté estén ellos conmigo.
94. Para que vean la gloria que me has dado, porque me amaste desde la creación del mundo.
95. Porque el mundo no te conoce, ¡oh Padre justo! Mas yo sí te he conocido y éstos han conocido que tú me enviaste.
96. Y yo les he manifestado tu nombre, para que el amor con que me amas sea en ellos y yo con ellos.
Jesús en Gethsemaní
CLX 1. Y Jesús vino al sitio que llaman Gethsemaní, tras el arroyo Cedrón.
2. Y había allí un huerto y entraron Jesús y sus discfpulos.
3. Y Judas sabía también de aquel lugar.
4. Y llegando, dijo Jesús: Orad, para no ser tentados.
5. Y llevando a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a sentir gran tristeza y angustia.
6. Y les dijo: Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.
7. Y se apartó de ellos como un tiro de piedra y se postró sobre el rostro y oró.
8. Y dijo: Padre, para quien todo es posible. Aparta, si es posible, este cáliz de mí. Mas no porque yo lo quiera, sino si lo quieres tú.
9. Y acabando de orar, fue a sus discípulos y los halló durmiendo.
10. Y les dijo: ¿Os dormisteis? ¿No pudisteis velar conmigo una hora? Velad y orad para no entrar en tentación.
11. Porque el espíritu está pronto, pero doliente la carne.
12. Y otra vez se apartó y oró con las mismas palabras.
13. Y un ángel del cielo se le apareció y lo confortaba.
14. Y estando en la agonía, oraba mucho, diciendo: Padre: si este cáliz no puede serme apartado, hágase tu voluntad.
15. Y su sudor era como grandes gotas de sangre, que caían en tierra.
16. Y acabada su oración, vino a sus discípulos y los halló durmiendo, por la tristeza.
17. Y sus ojos estaban cargados y no sabían qué responderle.
18. Y, apartándose, oró por tercera vez.
19. Y llegóse a sus discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad.
20. Porque llega la hora en que el Hijo del hombre será entregado a manos pecadoras.
21. Vamos, levantaos, porque ya llega el que me traiciona.
Judas entrega a Jesús
CLXI 1. Y hablando aún, llegó Judas, uno de los doce, con mucha gente armada de espadas y palos, que traían antorchas y linternas, y venían de parte de los escribas, y ancianos, y sacerdotes.
2. Y el que lo había entregado, había dicho: Aquel a quien yo bese, ése es. Llevadlo.
3. Y llegándose a Jesús, dijo: Salud, Rabí. Y lo besó.
4. Y Jesús dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
5. Y Jesús preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno.
6. Y dijo: Yo soy.
7. Y al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron por tierra.
8. Y otra vez preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno.
9. Y dijo Jesús: Ya os digo que yo soy. Dejad ir a éstos.
10. Para que se cumpliese la Escritura: De los que me diste, ninguno perdí.
11. Y entonces pusieron mano en él y lo prendieron.
12. Y los que estaban con él dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
13. Y Simón Pedro, que tenía espada, hirió a un siervo del pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
14. Y dijo Jesús a Pedro: ¿No he de beber el cáliz que me da mi Padre? Vuelve esa espada a su vaina.
15. Porque todo el que emplea espada a espada perecerá.
16. ¿Piensas que no puedo rogar a mi Padre para que me envíe más de doce legiones de ángeles? Mas ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Conviene que esto suceda.
17. Y dijo Jesús a las gentes: ¿Por qué salisteis a prenderme con espadas y palos, como a un ladrón?
18. ¿Por qué enseñando cada día en el templo no me prendisteis? Mas ésta es vuestra hora y la de los poderes de las tinieblas.
19. Para que se cumplan las Escrituras. Y sus discípulos, entonces, huyeron.
20. Y entonces la cohorte, y los tribunos, y los ministriles de los judíos, prendieron a Jesús, y lo ataron.
21. Y lo llevaron ante Anás, suegro de Caifás, que era pontífice aquel año.
22. Y Caifás era quien aconsejó que un hombre debía morir por todo el pueblo.
Un mancebo sigue a Jesús
CLXII 1. Y un adolescente, que iba sólo cubierto de una sábana, seguía a Jesús.
2. Mas quisieron prenderlo y, dejando la sábana, huyó.
3. Y Simón Pedro y otros discípulos seguían de lejos a Jesús hasta el atrio del sumo sacerdote.
4. Y uno de los discípulos era conocido del pontífice y entró con Jesús en el patio.
5. Y Pedro quedó a la puerta. Mas saliendo el que era conocido del pontífice le habló a la portera y entró Pedro al atrio.
6. Y al verlo un sirviente sentado al fuego, dijo: ¿No eres tú discípulo de ese hombre?
7. Y él contestó: Mujer, no sé qué dices, porque no lo conozco.
8. Y Pedro estaba allí calentándose, para ver en qué paraba toda aquello.
Los príncipes de los sacerdotes interrogan a Jesús
CLXIII 1. Y el pontífice interrogó a Jesús sobre los discípulos y su doctrina.
2. Y Jesús contestó: Claramente he hablado al mundo.
3. Porque siempre enseñé en el templo y en la sinagoga y nada hice a escondidas.
4. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído.
5. Y uno de los criados dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al pontífice?
6. Y Jesús contestó: Si he hablado mal, muéstrame en qué. Y si bien, ¿por qué me hieres?
7. Y Anás lo envió atado a Caifás, pontífice.
8. Y Pedro se calentaba en el atrio y le dijeron: ¿No estabas tú con el Nazareno?
9. Y diciéndole otros: Sí, porque hasta en su habla manifiesta que es galileo. Pedro lo negó con juramento.
10. Y otro de los siervos, que era cuñado de aquel a quien Pedro había cortado una oreja, dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
11. Y Pedro lo juró, con muchas increpaciones y juramentos.
12. Y decía: No lo conozco. Y en esto el gallo cantó.
13. Y acordándose Pedro de que el Señor le había dicho: Antes que cante el gallo tres veces me negarás, salió afuera y lloró amargamente.
Se presentan testigos falsos contra Jesús
CLXIV 1. Y los príncipes de los sacerdotes, y ancianos, y escribas celebraron consejo.
2. Y queriendo culpar de muerte a Jesús, trajeron muchos falsos testigos, pero sus testimonios no concordaban.
3. Y al final vinieron dos testigos falsos y dijeron: Nosotros hemos oído decir a Jesús que él derribaría el templo y lo reedificaría en tres días.
4. Y alzándose en medio el pontífice, dijo: ¿Nada respondes a este testigo? Pero Jesús callaba.
Los príncipes de los sacerdotes exigen a Jesús que les declare si es el Cristo
CLXV 1. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro, por Dios vivo, que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios bendito.
2. Y Jesús le contestó: Tú lo has dicho.
3. Porque si yo os lo dijera, no lo creeríais.
4. Y os digo en verdad que veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra dal Padre y viniendo en las nubes del cielo.
5. Y el príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestiduras y dijo: Ha blasfemado. ¿Qué testigos necesitamos?
6. Y entonces lo escupieron en la cara, y muchos lo golpeaban, teniéndole el rostro tapado, y le decían: Cristo, profetiza quién te hirió. Y otros lo injuriaban.
Jesús es llevado a Pilatos
CLXVI 1. Y lo llevaron al Pretorio, al prefecto Poncio Pilatos. Mas ellos no entraron en el Pretorio, por no ser contaminados antes de comer la Pascua.
2. Y Judas, viendo que lo condenaban, se arrepintió, y devolvió a los príncipes los treinta dineros, diciendo: He pecado entregando sangre inocente.
3. Y ellos contestaron: ¿Y qué a nosotros?
4. Mas él, tirando las monedas en el suelo, fue y se ahorcó.
5. Y ellos, tomando la plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.
6. Y tenido consejo, compraron con ello el campo del alfarero, para dedicarlo a sepultura de forasteros.
7. A fin de que se cumpliese el dicho de Jeremías: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del que fue apreciado por los hijos de Israel, y las dieron para el campo del alfarero, según me ordenó el Señor.
Jesús va de Pilatos a Herodes
CLXVII 1. Y Pilatos preguntó: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
2. Mas ellos contestaron: Si no fuera malhechor, no te lo traeríamos.
3. Porque anda subvirtiendo a las gentes, y dice que no ha de darse tributo al César, y que es rey y Cristo.
4. Y dijo Pilatos: Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley.
5. Y ellos repusieron: No nos es lícito matar a nadie. Y esto era por haber él significado de qué muerte moriría.
6. Y habiéndolo llevado al Pretorio, preguntóle Pilatos: ¿Eres el rey de los judíos? Y Jesús contestó: ¿Lo dices por ti o te lo han dicho?
7. Pilatos contestó: ¿Soy yo judío? Los pontífices te han traído a mí. ¿Qué has hecho?
8. Y Jesús contestó: Mi reino no es de este mundo.
9. Porque de serlo, mis vasallos pelearían por mí. Mas mi reino no es de este mundo.
10. Y le dijo Pílatos: ¿Luego eres rey? Y Jesús contesté: Tú lo has dicho.
11. Porque para esto he nacido y he venido a dar testimonio de la verdad. Porque el que es de la verdad oye mi voz.
13. Y saliendo a los judíos, les dijo: Ningún crimen hallo en él.
14. Mas ellos decían: Revuelve al pueblo, enseñando por todas partes, desde Galilea hasta aquí.
15. Y oyendo Pilatos lo de Galilea, preguntó si era galileo y, viendo que era de la jurisdicción de Herodes, lo envió a Herodes.
16. El cual estaba en Jerusalén por aquellos días.
17. Y Herodes se holgó en gran manera de ver a Jesús, porque había oído hablar mucho de él.
18. Y le dirigió muchas palabras, mas él no contestó nada.
19. Y los escribas y los príncipes de los sacerdotes lo acusaban mucho.
20. Y Herodes, con su séquito, lo menospreció y lo hizo revestir de una túnica blanca, y lo envió a Pilatos.
21. Y Herodes y Pilatos, que estaban enojados, aquel día se hicieron amigos.
22. Y, llamando Pilatos a los magistrados, y a los príncipes de los sacerdotes, y al pueblo, dijo: Me habéis traído a éste por hombre que revuelve al pueblo.
23. Mas le he hecho algunas preguntas y no hallo en él ninguna de las culpas de que lo acusáis.
24. Ni tampoco Herodes, porque nada ha hecho que merezca la muerte. Por lo cual lo soltaré, después de castigarlo.
25. Mas el gentío exclamaba: ¡Crucifícalo! ¡Cruficícalo!
26. Y dijo Pilatos: Crucificadlo vosotros, porque yo no hallo culpa en él.
27. Y dijéronle los judíos: Ley tenemos y, según ella, debe morir quien se haga Hijo de Dios.
28. Y Pilatos temió más, y entró en el Pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres? Mas Jesús no contestó nada.
29. Y dijo Pilatos: ¿No sabes que puedo librarte y que te puedo crucificar?
30. Mas dijo Jesús: Ninguna autoridad tendrías si no te fuere dada de lo alto. Quien me entrega a ti tiene más pecado que tú.
31. Y Pilatos quería soltarlo, mas los judíos clamaban diciendo: Si lo sueltas, no eres amigo del César.
32. Porque quien se hace rey, al César contradice.
33. Y oyendo esto Pilatos, sacó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha.
34. Y era la víspera de la Pascua y la hora sexta.
35. Y dijo a los judíos: He aquí a vuestro rey.
36. Mas ellos clamaban: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
37. Y dijo Pilatos: ¿He de crucificar a vuestro rey? Mas ellos contestaron: No tenemos más rey que el César.
38. Y los sacerdotes lo acusaban, mas Jesús nada respondía.
39. Y le dijo Pilatos: ¿No oyes cuánto te acusan? Mas él no contestó nada y Pilatos se admiró más aún.
40. Y en cada fiesta habría de soltar un acusado y, habiendo un famoso malhechor llamado Barrabás, dijo Pilatos:
41. A uno os he de soltar por la Pascua: ¿Queréis que perdone a Barrabás o al que se dice el Cristo?
42. Porque él sabía que por envidia lo habían entregado.
Pilatos se lava las manos
CLXVIII 1. Y estando en el tribunal, le envió recado su mujer, diciéndole: No condenes a ese justo, porque en sueños he sufrido mucho por él.
2. Y los príncipes de los sacerdotes persuadieron al pueblo de que pidiese el perdón de Barrabás.
3. Y preguntando Pilatos: ¿A cuál de los dos os suelto?, dijeron: A Barrabás. Y Barrabás era ladrón.
4. Y estaba en la cárcel por una sedición y un homicidio.
5. Y preguntó Pilatos: ¿Qué hago de Jesús, que se dice el Cristo? Y ellos contestaron: ¡Crucifícalo!
6. Pilatos opuso: Nada de malo hallo en él. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícalo!
7. Y, viendo Pilatos que crecía el tumulto, y que nada conseguía, tomó agua, y se lavó las manos ante el pueblo.
8. Y dijo: Inocente soy de la sangre de este justo: Vedlo vosotros.
9. Mas el pueblo contestó: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
Pilatos perdona a Barrabás y entrega a Jesús para ser crucificado
CLXIX 1. Y entonces Pilatos soltó a Barrabás, y mandó azotar a Jesus, y lo entregó para ser crucificado.
2. Y los soldados lo llevaron al Pretorio, y juntóse la cohorte, y lo vistieron de púrpura y, coronándolo de espinas, lo escarnecían.
3. Y le decían, burlándose: Salve, rey de los judíos.
4. Y lo herían con una caña y lo escupían.
5. Y le quitaron la clámide, y le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo.
6. Y hallando a un cirineo llamado Simón, que era padre de Rufo y de Alejandro, le cargaron con la cruz.
7. Y muchos lo seguían y las mujeres se lamentaban y lloraban.
8. Y volviéndose Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y vuestros hijos.
9. Porque llegarán días en que dirán: Dichosas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no lactaron.
10. Y entonces dirán a los montes y a los collados: Caed sobre vosotros y cubridnos.
11. Porque si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán con el seco?
Jesús es crucificado entre dos ladrones
CLXX 1. Y lo llevaron al sitio llamado Gólgota, que significa lugar de la calavera.
2. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, mas no lo tomó.
3. Y decía Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
4. Y, no bien lo crucificaron, los soldados se repartieron sus ropas y echaron a suertes sobre su túnica.
5. Para que se cumpliese la Escritura: Repartiéronse mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes.
6. Y Pilatos hizo poner un cartel sobre su cabeza, que decía: Este es Jesús Nazareno, rey de los judíos.
7. Y muchos judíos vinieron de la ciudad, y leyendo el letrero, que estaba en hebreo, y en griego, y en latín, dijeron a Pilatos: No pongas que es rey de los judíos. Mas Pilatos contestó: Lo escrito escrito está.
8. Y lo crucificaron entre dos ladrones.
9. Y los que estaban allí blasfemaban de él, diciendo: Pues que ibas a reedificar el templo en tres días, sálvate a ti mismo y desciende de la cruz.
10. Y los príncipes de los sacerdotes decían: Salva a todos y no puede salvarse a sí mismo.
11. Si eres rey de Israel, desciende de la cruz y creeremos en ti.
12. Y uno de los ladrones blasfemaba, diciendo: Si eres el Cristo, sálvate y sálvanos.
13. Mas el otro le increpó, diciendo: ¿Ni aun en el suplicio temes a Dios?
14. Porque nosotros con justicia sufrimos. Mas éste no hizo nada.
15. Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
16. Y Jesús dijo: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso.
17. Y junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
18. Y viendo Jesús a su madre y a un discípulo a quien amaba, dijo: Mujer, he ahí a tu hijo. Y le dijo a él: He ahí a tu madre.
19. Y el discípulo la recibió consigo.
20. Y a la hora de sexta hiciéronse tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora de nona.
21. Y cerca de la hora nona, Jesús dio una gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabacthani?
22. Que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
23. Y los que lo escucharon, decían: A Elías llama.
24. Y viendo Jesús que ya todo se consumaba, y que se cumplia la Escritura, dijo: Tengo sed.
25. Y mojaron una esponja en vinagre, y se la dieron a beber.
26. Y cuando probó el vinagre, dijo Jesús: Todo se ha consumado.
27. Y le decían: Veamos si viene Elías a libertarte.
28. Mas Jesús, dando una gran voz, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
29. E inclinando la cabeza, rindió el alma.
30. Y he aquí que el velo del templo se rasgó de arriba abajo.
31. Y la tierra tembló, y las piedras se hendieron, y se abrieron los sepulcros, y muchos resucitaron, y vinieron a la ciudad, y se aparecieron a muchos.
32. Y el centurión y los que allí estaban temieron y glorificaron a Dios, diciendo: En verdad que este hombre era el Hijo de Dios.
33. Y los que estaban allí, viendo aquello, se golpeaban el pecho.
34. Y había allí mujeres mirando de lejos, y estaban María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, que habían venido con él de Galilea.
35. Y siendo víspera de Pascua, porque los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, pidieron ios judíos a Pilatos que les quebrasen las piernas y los quitasen.
36. Y viniendo los soldados, quebraron las piernas a los que habían sido crucificados con Jesús, mas no a él, porque ya estaba muerto.
37. Mas un soldado le hirió el costado con una lanza, y salió sangre y agua.
38. Y el que lo vio da testimonio verdadero, para que todos creáis.
39. Porque esto fue para que se cumpliese la Escritura: No quebrantaréis sus huesos.
40. Y otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
José y Nicodemo sepultan a Jesús
CLXXI 1. Y un hombre noble llamado José de Arimatea, ciudad de Judea, y que era justo y esperaba el reino de Dios en secreto, por temor a los judíos, y no dio su voto en el consejo, vino a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús.
2. Y Pilatos se admiró de que hubiese ya muerto y, enterado el centurión, le dio el cuerpo.
3. Y José y Nicodemo, que fue el que vino a Jesús en la noche, tomaron el cuerpo, y le pusieron cien libras de mirra y áloe y lo enterraron en un lienzo con aromas, según uso de los judíos.
4. Y allí donde había sido crucificado había un huerto con un sepulcro nuevo y lo pusieron allí, y José colocó una piedra en la puerta.
5. Y María Magdalena y la otra María miraban dónde era puesto.
6. Y compraron drogas perfumadas para venir a ungirlo en pasando el sábado.
Los judíos sellan el sepulcro
CLXXII 1. Y al otro día llegaron a Pilatos los fariseos y los príncipes de los sacerdotes.
2. Y le dijeron: Como ha dicho que resucitará al tercer día, pon guardias en el sepulcro, para que no roben el cuerpo los discípulos.
3. Porque dirían que resucitó y habría un más grave error en el pueblo.
4. Y dijo Pilatos: Ponedle una guardia.
5. Y ellos sellaron la piedra, con la guardia.
Resurrección de Jesús
CLXXIII 1. Y al otro día del sábado, llegaron María Magdalena, y la otra María, y Salomé, siendo aún de noche, al sepulcro, con perfumes.
2. Y según salía el sol, iban diciendo: ¿Quién nos quitará la piedra del sepulcro?
3. Y he aquí que sobrevino un gran terremoto y llegaron ángeles del cielo y removieron la lápida.
4. Y llegando vieron movida la lápida y al ángel del Señor sentado sobre ella.
5. Y su aspecto era como un relámpago y blanco su vestido como la nieve.
6. Y de temor, los guardias quedaron como muertos.
7. Y dijo el ángel a las mujeres: No temáis.
8. Porque Jesús ha resucitado de entre los muertos. Ved el lugar en que fue puesto el Señor.
9. Y he aquí que dos varones con fulgentes vestiduras se aparecieron.
10. Y ellas, temiendo, bajaban el rostro a tierra. Y ellos dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
11. Porque ha resucitado, según os habló en Galilea.
12. Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos pecadoras, y crucificado, y que resucite al día tercero.
13. Id a decir a los discípulos que ha resucitado y que va ante ellos a Galilea.
14. Y saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, lo fueron a decir a los discípulos.
15. Y llegando a Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, dijeron: Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde está.
16. Y los dos corrieron al sepulcro, mas el otro corría más y llegó primero.
17. Y llegando, vio echado los lienzos, mas no entró.
18. Y llegó Simón Pedro, y entré, y vio los lienzos echados, y el sudario aparte.
19. Y entrando el otro discípulo, vio y creyó.
20. Porque aún no sabían las Escrituras, que había de resucitar de entre los muertos.
21. Y volvieron a los demás, mas María Magdalena, de quien expulsó él siete demonios, estaba junto al monumento llorando.
22. Y en esto vio dos ángeles, vestidos de blanco, uno a los pies y otro a la cabecera de donde había estado Jesús.
23. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras?
24. Y contestó: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
25. Y volviéndose, vio a Jesús, mas no sabía quién era.
26. Y creyendo que era el hortelano, dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo lo recoja.
27. Mas dijo Jesús: ¡María! Y ella, volviéndose, dijo: ¡Rabboni!, que significa: Maestro.
28. Y dijo Jesús: No mo toques, porque aún no he ascendido a mi Padre.
29. Mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Los guardias del sepulcro anuncian a los sacerdotes la resurrección del Cristo
CLXXIV 1. Y los guardias del sepulcro vinieron a la ciudad y anunciaron a los sacerdotes lo que había ocurrido.
2. Y congregándose, ofrecieron dinero a los soldados, diciéndoles: Decid que mientras dormíais, por la noche, lo robaron los discípulos, y os aseguraremos del prefecto.
3. Y aceptaron los soldados, y divulgándolo así, y aun hoy es corriente entre los judíos.
Jesús aparece a las mujeres y las saluda
CLXXV 1. Y he aquí que Jesús apareció a las mujeres y las saludó.
2. Y ellas se le llegaron y adoraron sus pies.
3. Y él dijo: No temáis, mas anunciad a mis hermanos que voy a Galilea, para que me vean.
4. Y ellas lo anunciaron a los once, y a los demás, pero no las creían.
5. Porque les parecían palabras de delirio.
Jesús aparece a dos discípulos en el camino de Emmaús
CLXXVI 1. Y he aquí que dos discípulos iban a un lugar llamado Emmaús, que está a sesenta estadios de Jerusalén.
2. Y mientras caminaban hablando de lo que ocurriera, Jesús se aproximó, e iba con ellos.
3. Mas sus ojos estaban oscurecidos, para que no lo conociesen.
4. Y les dijo: ¿De qué habláis, andando, y por qué estáis tristes?
5. Y respondiendo uno que se llamaba Cleofás, dijo: ¿Eres tú forastero en Jerusalén, que no sabes las cosas que han sucedido?
6. Y él preguntó: ¿De qué? Y dijeron:
7. De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra ante Dios y el pueblo.
8. A quien entregaron los príncipes a pena de muerte, y lo crucificaron.
9. Mas nosotros esperábamos que él redimiese a Israel.
10. Y unas mujeres nos han espantado, porque fueron al sepulcro y vieron que no estaba su cuerpo.
11. Y dicen que vieron ángeles que dijeron que él vive.
12. Y los que fueron al sepulcro hallaron lo que las mujeres decían, mas no lo vieron.
13. Dijo Jesús: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en lo que han dicho los profetas!
14. ¿No era necesario que esto padeciera el Cristo y que entrase en su gloria?
15. Y desde Moisés y los profetas, les declaró cuanto decían de él las Escrituras.
16. Y llegando adonde iban, él hizo como que seguía; mas ellos lo hicieron quedar.
17. Diciéndole: Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
18. Y estando sentados a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió, y les dio.
19. Y entonces se abrieron sus ojos y lo reconocieron; mas él desapareció de su vista.
20. Y ellos se decían: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando por el camino nos explicaba las Escrituras?
21. Y volviendo a Jerusalén, hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos.
22. Que decían: El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
23. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo conocieron al partir el pan.
Nueva aparición de Jesús a sus discípulos
CLXXVII 1. Mas ellos no lo creían. Y he aquí que el primer día de la semana, estando los discípulos congregados, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos, Jesús vino entre ellos, y dijo: Paz a vosotros. Yo soy, no temals.
2. Mas ellos se conturbaban, pensando que era espíritu.
3. Y les dijo: ¿Qué pensamientos suben a vuestros corazones?
4. Ved mis pies y mis manos, y palpadlos.
5. Porque el espíritu no tiene huesos ni carne, como yo.
6. Y les tendía las manos y los pies.
7. Y como no lo creían aún, por lo asombrados que estaban, les dijo: ¿Tenéis algo que comer?
8. Y le dieron miel y un trozo de pescado asado, y lo comió ante ellos, y les dio las sobras.
9. Y les dijo: Esto es lo que os hablé: Que era aún preciso que se cumpliese de mí cuanto está escrito en la Ley, y los profetas, y en los salmos.
10. Y entonces les abrió el sentido, para que comprendiesen las Escrituras.
11. Porque está escrito que el Cristo padezca y al tercer dia resucite de entre los muertos.
12. Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todos los pueblos, empezando en Jerusalén.
13. Y vosotros sois testigos de estas cosas.
14. Y enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre.
15. Y los discípulos gozáronse viendo al Señor.
16. Y él dijo: Paz a vosotros.
17. Porque como me envió mi Padre, así yo os envío.
18. E insufló y dijo: Recibid el Espíritu Santo.
19. A quienes remitáis los pecados les serán remitidos.
20. Mas a quienes se los retengáis les serán retenidos.
Jesús aparece a Tomás
CLXXVIII 1. Y Tomás, llamado el Dídimo, no estaba cuando se apareció Jesús.
2. Y le dijeron los discípulos: Vimos al Señor.
3. Y él dijo: Si en su mano no viese la señal de los clavos, y pusiese mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré.
4. Y ocho días después, estaban los discípulos con Tomás.
5. Y estando las puertas cerradas, apareció Jesús en medio, y dijo: Paz a vosotros.
6. Y dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y pon tu mano en mi costado.
7. Y no seas incrédulo, sino fiel.
8. Y Tomás contestó diciendo: ¡Señor mío y Dios mío!
9. Le contestó Jesús: Porque me viste creíste.
10. Bienaventurados los que no vieron y creyeron.
11. Y Jesús hizo otras muchas señales que no están escritas en este libro.
12. Mas éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Jesús aparece en el mar de Tiberíades
CLXXIX 1. Otra vez se manifestó Jesús en el lago de Tiberíades.
2. Y estaban juntos Simón Pedro y Tomás el Dídimo, y Nataniel, de Canaam de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos.
3. Porque dijo Simón: Voy a pescar. Y dijeron: Vamos contigo.
4. Y entrando en una barca, no pescaron nada aqueIla noche.
5. Y a la otra mañana, Jesús estaba en la costa, mas no lo conocieron.
6. Y les preguntó: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Mas ellos dijeron: No.
7. Y les dijo: Echad la red a la derecha y pescaréis.
8. Y echándola, no la podían sacar, por los muchos peces.
9. Y el discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: Es el Señor.
10. Y Pedro, que estaba desnudo, creyendo que era el Señor, se ciñó la ropa y se echó al mar.
11. Y los demás vinieron con el barco, porque estaban a doscientos codos de tierra, y traían la red.
12. Y llegando a tierra, vieron ascuas. puestas y un pez encima y pan.
13. Y les dijo Jesús: Traed los peces que recogisteis.
14. Y Simón Pedro trajo la red a tierra, mas había ciento cincuenta y tres peces grandes, y la red se rompió.
15. Y dijo Jesús: Venid a comer.
16. Y ninguno se atrevía a preguntarle, porque sabían que era el Señor.
17. Y Jesús les dio del pan y del pez.
18. Y ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos, después que resucitó de entre los muertos.
Jesús pregunta a Pedro si lo ama
CLXXX 1. Y cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro:
2. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
3. Y él contestó: Señor, ya sabes que te amo. Y dijo Jesús: Apacienta mis corderos.
4. Y díjole segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y él contestó: Sí, Señor. Ya sabes que te amo. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.
5. Y preguntándole por vez tercera: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?, se entristeció Pedro, y dijo: Señor, tú sabes que te amo.
6. Porque tú lo sabes todo. Y dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.
7. En verdad te digo que cuando eras joven te ceñías e ibas a todas partes.
8. Mas cuando seas viejo, extenderás la mano y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras.
9. Y dijo esto para significar con qué muerte había de dar gloria a Dios. Y le dijo: Sígueme.
10. Y Pedro, volviéndose, vio al discípulo que amaba Jesús, que en la casa se había recostado sobre su pecho para preguntarle quién lo había de entregar.
11. Y dijo Pedro: ¿Y éste, Señor?
12. Y dijo Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Sígueme tú.
13. Y entonces originóse dicho entre los hermanos de que aquél no moriría, mas Jesús no había dicho: No morirá, sino: Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?
14. Y este discípulo es quien escribió y atestigua estas cosas, y sabemos que su testimonio es verdadero.
15. Y aún hizo otras muchas cosas Jesús, que, de escribirlas, no cabrían en el mundo los libros que las contaran.
Jesús habla por última vez a sus discípulos y sube al cielo
CLXXXI 1. Y los once discípulos fueron a Galilea al monte que Jesús les había ordenado.
2. Y viéndolo, lo adoraron, mas algunos dudaban.
3. Y él censuró su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a quienes lo vieron resucitado.
4. Y les dijo: Toda potestad sobre el cielo y la tierra me ha sido otorgada.
5. Id por todo el orbe y predicad el Evangelio a todas las criaturas.
6. Enseñad a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
7. Para que guarden cuanto os he mandado.
8. Y estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos.
9. Quien se bautice y crea se salvará. Mas aquel que no crea se condenara.
10. Y estas señales darán los que en mí crean:
11. Hablarán nuevas lenguas y echarán, demonios.
12. Quitarán serpientes y no serán dañados si beben veneno.
13. Y curarán a los enfermos poniendo sobre ellos sus manos.
14. Asentaos en la ciudad hasta que os sea dado poder de lo alto.
15. Y llevándolos a Bethania, extendió las manos y los bendijo.
16. Y bendiciéndolos, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
17. Y ellos lo adoraron y fueron con gran gozo a Jerusalén. Y estaban siempre en el templo, orando y bendiciendo a Dios.
18. Y con la ayuda de Dios predicaron por todas partes, confirmando sus palabras con los signos que hacían.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
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